jueves, 31 de diciembre de 2020

Puente colgante Libertador (San Cristóbal-Táriba): un puente al pasado monumental tachirense │Magnificent 'Libertador' Suspension Iron Bridge (Táchira State): History, Art and Life

 









“Trabajar con el acero no como elemento para construir un paisaje, sino como material de construcción en términos de masa, peso, contrapeso, capacidad de carga, carga concentrada, compresión, fricción y estática, ha estado siempre separado de la historia de la escultura. Sin embargo, ha tenido una aplicación directa en la historia de la arquitectura, la tecnología y la construcción industrial. Es la lógica de las torres, presas, silos, puentes, rascacielos, túneles...”
Richard Serra, Torsiones elípticas (1996).


Una combinación perfecta de arte e ingeniería... Sobre el río Torbes, entre San Cristóbal y Táriba (Estado Táchira) y siguiendo un trazado longitudinal con orientación noroeste-sureste, se levanta una obra maestra de la ingeniería estructural que le dio al simple hierro y al acero la altivez y sobriedad de una obra de arte, funcional y majestuosa en el entorno del país tachirense. 

El impacto visual de su escala resulta en una síntesis de eficiencia y de magnificencia que respondía a los principios establecidos por la ingeniería francesa de fines del siglo XIX, quien fijaban para cada estructura una hardiesse (audacia), légèrete (ligereza), elegance (elegancia) y parfaite utilisation de la matèrie (una perfecta utilización de los materiales). 

Por todo ello, su perspectiva arquitectónica, en cuanto a puentes se refiere, no ha sido superada en nuestros tiempos, haciendo de él un hito urbano atemporal y un símbolo de identidad, como testimonio referente de una época de grandes realizaciones. Ya las generaciones que nos precedieron lo expresaban con orgullo: "No hay puente más elegante en el mundo que el Puente Libertador".


Para descargar El puente colgante Libertador, accione, en la siguiente pantalla, el pequeño recuadro con flecha de salida [Pop out content] que se encuentra en el extremo superior derecho:






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martes, 29 de diciembre de 2020

La riqueza del castellano que se habla en el Táchira │Tachiran Spanish (or Castilian) accent of Táchira State. Richness of a Languaje

 




Imagen: Agricultor tachirense (1953). Tomada del texto "Folklore tachirense" (Tomo II) de Ramón y Rivera L. F. / Aretz Isabel (1961) Digitalizada y retocada por Bernardo Zinguer para Retazos Históricos del Táchira. Reproducción con fines didácticos.



¿Quién trujo al niño?
La riqueza del castellano que se habla en el Táchira

Ante la pregunta ¿qué idioma se habla en el Táchira?, la respuesta resulta directa: el español o castellano. Pero, si se profundiza un poco en la misma, nos encontramos con una verdadera riqueza lingüística: el castellano tachirense es una señal indeleble de identidad, es un dialecto regional diferenciado del resto del castellano hablado en Venezuela, que caracteriza a sus hablantes por expresarse correctamente, con propiedad y sin vicios fonéticos, a través de su singular y cadencioso acento montañés.


Así, el habla tachirense resulta en un lenguaje sosegado, justo y sin estridencias tonales. Es clasificado por igual -entre los especialistas en lingüística y fonología venezolana-como dialecto de las tierras altas (castizo o castellano clásico) por el predominio de fonemas alófonos alveolares (ej. la aspiración gutural en los fonemas compuestos por j y vocal, y en la n resonante, reminiscencias del castellano americano del siglo XVII), en contraposición al dilecto de las tierras bajas (radical o distendido) donde se presentan aspiraciones, elisiones o inversión de grafemas, predominando el empleo de fonemas alófonos velares. En palabras de la filóloga y autora María-Dolores Albiac Blanco, el habla tachirense es "el castellano más castizo, mejor pronunciado y empleado con más exactitud y chispa". 


Como ejemplos de voces antiguas conservadas en algunos campos y aldeas más remota de la montaña tachirense, se ha constatado que perviven aún -en el lenguaje diario-términos del castellano del siglo XVI en expresiones como: "deje el retozo" (Francisca Sánchez, 82 años, aldea Angostura, Municipio Vargas, 1990); "ayer me topé con el corregidor de la aldea" (Florentino Pernía, aldea Saisayal, Municipio Uribante, 78 años, 1995) y "¿Quién trujo al niño?" (Rufino Sandoval Zambrano, aldea La Molina, Municipio Lobatera, 81 años, 1980).

Para conocer antiguas expresiones y dichos tachirenses puede consultarlos en el siguiente enlace: "Los dichos de los nonos".



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viernes, 6 de noviembre de 2020

El Cuartel Nacional de San Cristóbal o Cuartel 'Bolívar': una reseña arquitectónica-histórica│Tachiran Military Buildings: Cuartel Nacional de San Cristóbal or Cuartel 'Bolívar' ('Bolívar' Army Barraks-Fortress)

 



 

Samir A. Sánchez (2019)

 

Una de las más importantes muestras de la arquitectura militar gomecista* de sistemas abaluartados, en el Estado Táchira, está representada por la edificación del Cuartel Nacional de San Cristóbal (levantado entre 1934 y 1941), en la ciudad de San Cristóbal (en la actualidad Cuartel «Bolívar»).

A escala monumental, permanece como relictus, ejemplo y memoria tangible -si bien ya desdibujado en parte por los adosado y las modificaciones hechas la estructura original- de una impronta funcional, constructiva y estética, que parecía marcaría la identidad arquitectónica de la ciudad cordial, a principios del siglo XX, pero que se diluyó en el tiempo cuando desaparecieron las nociones de autoridad en planificación, de unidad estética y de un urbanismo ordenado, más humano y humanizante.





Cuartel Nacional de San Cristóbal para 1936 (actual Cuartel «Bolívar»). Estado de las obras y perspectiva del imponente bastión angular sureste y torreones de la fachada principal (sobre la carrera 16), desde la esquina de la carrera 16 con calle 9. Asimismo se observa como los muros de cierre laterales (norte y sur) y torres esquineras y flanqueantes  ganaron altura en la medida que va aumentaba la pendiente del terreno. Foto: Memoria y Cuenta del Ministerio de Guerra y Marina, año 1937, p. 143. Biblioteca Nacional (Caracas), reproducción con fines didácticos.





Cuartel Nacional de San Cristóbal para 1936 (actual Cuartel «Bolívar»). Perspectiva del patio de armas o interior, aún en obras, desde la altura del torreón que da hacia la garita de centinela en la esquina en la carrera 15 con calle 9. Foto: Memoria y Cuenta del Ministerio de Obras Públicas, año 1937, p. 111. Biblioteca Nacional (Caracas), reproducción con fines didácticos.





Cuartel Nacional de San Cristóbal para 1936 (actual Cuartel «Bolívar»). Perspectiva de una sección o lienzo de la fachada principal con torres flanqueantes y esquineras, que da a la carrera 16. Foto: Memoria y Cuenta del Ministerio de Obras Públicas, año 1937, p. 147. Biblioteca Nacional (Caracas), reproducción con fines didácticos.


Arquitectura y arte...


Esta obra emblemática se levantó sobre el talud o terreno desigual y escarpado de una de las terrazas aluvionales, escalonadas, del valle de Santiago, lugar de emplazamiento geográfico de la ciudad de San Cristóbal, motivo por el cual la fachada oeste [carrera 15], a diferencia de la fachada este o principal [carrera 16], se imponía -y aún se impone- desde el barrio San Carlos, en una posición privilegiada y céntrica, sobre toda la visual y amplitud de la urbe de la época.

Desde una perspectiva artística propia del romanticismo arquitectónico y con una traza e idea estructural española de táctica visual de defensa urbana este-oeste, como plaza cerrada defensiva, esto es limitada a su propio perímetro,  y una capacidad para contener a la primera y más importante guarnición del Estado Táchira, la nueva obra reemplazaría a la antigua casa-cuartel, cuya ubicación y edificación databa de fines del siglo XIX, específicamente en la calle 4, entre las carreras 2 y 3, frente a la Plaza Mayor en diagonal con la Catedral, el nuevo cuartel sería la primera de una serie de construcciones militares estadales que se realizaron como cordón defensivo -pensado para la época- en el espacio que separaba la frontera andina tachirense y la ciudad capital venezolana, en la primera mitad del siglo XX. 

Desde una proporcionalidad geométrica euclidiana, posee una severa horizontalidad en planta rectangular herreriana** -salvando el principal desafío constructivo, la pendiente del terreno- la cual distribuye su altura en tres niveles [fachada con orientación oeste] y dos [fachada este] en torno a un patio principal central, rectangular, y cuatro de servicio, cuadrangulares, formados estos por la confluencia o cruzamiento de una doble crujía, homogéneas, y pasillos conectores -en sus extremos norte y sur- con entradas o accesos, de arcos de medio punto y columnas dóricas, por el patio de armas. Su asentamento sobre un terreno inclinado en parte obligó a una amplia tarea de excavación y aterrazamiento, aprovechando el arquitecto esa pendiente para sacar una planta más hacia el oeste y espacios para los sótanos, un todo salvado por escaleras. 



Cuartel Nacional o Bolívar de la ciudad de San Cristóbal, para 1947 (Foto: Álbum conmemorativo del IV Centenario del Descubrimiento del Táchira 1547-1947, publicación del Gobierno del Estado Táchira. Se pueden detallar los aspectos formales de la estructura en especial la torre esquinera del baluarte noreste (carrera 16 con calle 10). Esta torre queda definida por un elevado cubo macizo, sobre un basamento prismático, con transición de perfil rebotante o talud forma sinuosa), y está rematada por un cuerpo cilíndrico con aspilleras y contrafuertes. Digitalización de José Antonio Pulido Zambrano, 2022) 



De las lecturas de las partes del cuartel-fortaleza de San Cristóbal, se observa que en el diseño de la edificación aún cuando se presenta con un marcado contraste entre monumentalidad y sencillez, se tuvo una total atención a los fuertes y rígidos volúmenes prismáticos y orden axial, bien sea ornamentales o estructurales, y a otros aspecto los cuales, desglosándolos, serían:

Cuidada definición de cada uno de los elementos de construcción como puede ser los cuatro ángulos de la edificación abaluartados o trazados en forma de amplios baluartes; contorno exterior del edificio con torres en la fachada oeste y laterales norte y sur, y torreones en la fachada este o principal [ocho torreones].

▪ Retranque de las crujías de cierre del edificio que dan forma a un patio de armas o central, con porticado interno en su extremo este conformado por arcos adintelados sobre pilastras cuadrangulares de estilizado capitel dórico.

 Cornisamento adintelado y voladizo en los cuerpos y muros.

Paramentos con aparejos regulares semejando a piedras isódomas de sillería y sobrios ventanales tríforos, externos, y adintelados, sobre lineales y alargadas aspilleras, en el primer nivel y ventanales termales o romanos en el segundo, invirtiéndose esta distribución en los cuatro ángulos bastionados.

▪ Acroterio o remate almenado con adarve (camino o pasadizo de ronda) y un zócalo en saliente.

Torres esquineras en salientes cuyo diseño derivaba de la antigua función que cumplían: punto de fuego de cobertura para los cañones que protegían los lienzos, cortinas (muros externos) en retranque de la edificación, garitas exteriores de centinela y casamatas en los ángulos externos.

▪ Torres flanqueantes en los muros o lienzos norte y sur.

▪ Muros recubiertos con un friso o revoque que simula un aparejo almohadillado, con un mayor remarque sobre los arcos de los vanos o ventanales.

▪ Techos con cubierta plana, de losas y vigas de hierro.

Reducida contraescarpa en hiladas de ladrillo macizo que separa la edificación de la carrera 15 y de las calles 9 y 10.

Poternas en el muro de cierre oeste.


Base cajeada sobre el techo de la entrada principal para marcar el arranque del mástil de insignia donde se coloca la bandera nacional.

Fachada principal con proyección o cuerpo en saliente a dos niveles, con la única puerta grande de entrada,  enmarcada en un  vano de arco de punto, flanqueada por dos sólidos torreones con garitas para centinela y rematadas ambas por lienzos cilíndricos con aspilleras.

▪ Techo voladizo horizontal sobre la puerta principal, de canto moldurado y de un único apoyo en muro, marcado por dos sinuosos modillones ornamentales y de perfil escalonado, en la sección activa del voladizo, que proyecta una amplia cubierta a la referida puerta principal, la cual se encuentra a nivel entre la calle de acceso [carrera 16] y el patio de armas, unidos ambos por un  pasillo que finaliza en un pórtico cerrado.

▪ El pórtico cerrado contiene las escaleras principales y rellanos de ascenso a la segunda planta. Este espacio, si bien en la primera planta semeja una prolongación -como un apéndice o contraparte simétrica del voladizo de entrada- es en sí un prisma rectangular recto que se adentra, como único elemento estructural funcional, en el patio de armas. Su altura finaliza como portal de salida al techo y almenas. Cuenta con cinco alargados vanos rectangulares en su muro de cierre, en forma de amplias aspilleras, los cuales permiten la iluminación natural del interior.

▪ 
Garitas esquineras de vigía en forma de luneta, almenadas y aisladas. Poseen estrechas aspilleras horizontales que cumplen la función de mirilla.

▪ Un todo que da solemnidad y monumentalidad a la obra, y define su ornamentación.

De todas las partes descritas, aquella que marca el efecto monumental y militar de dicha obra como fortificación son las torres angulares o esquineras, en especial las de la fachada oeste [carrera 15], donde la proporción se somete al arte. En ellas, el arquitecto acertó con una composición sencilla o primaria, pero imponente, al crear una visión de estructura y armónico contacto con el suelo por medio de gruesos volúmenes que se elevan en el espacio. Efecto logrado a través de la transición que hace del cubo de la base o cimiento al cuboide rectangular del cuerpo y remate de la torre, con una solución ornamental a través del empleo de una elongada y estilizado apófigo angular o rebotadero.



Baluarte angular noroeste y torres esquineras y flanqueantes, con perfil de rebote o talud en la base y destacadas secciones cuboides, del Cuartel «Bolívar», desde el cruce de la carrera 15 con calle 10 y parte del perfil norte de la edificación sobre el terreno con topografía en pendiente o escarpado (Foto: Geraldin Barrera, Google Maps/Google Earth 2020, reproducción con fines didácticos).
     

El autor

Sin pertenecer al mundo castrense, la anterior obra descrita, monumental y casi hierática, fue ideada por el arquitecto Carlos Guinand Sandoz (1889-1963) quien, formado en Europa y como  funcionario del Ministerio de Obras Públicas, fue uno de los más sobresalientes arquitectos de su época y destacó como pionero por el usos de formas modernas, neocoloniales o del art déco en sus diseños de obras para el Estado venezolano. Es de destacar que el arquitecto Guinand Sandoz se casó en 1924 con la tachirense María Delfina Baldó Soulés, nacida el 12 de abril de 1901 en San Cristóbal, hija del abogado Lucio Baldó y de la señora Delfina Soulés. Era hermana de ilustre médico neumonólogo y catedrático tachirense, el Dr. José Ignacio Soulés Baldó (1898-1972). La Sra. Soulés de Guinand murió el 5 de noviembre de 1974 en Los Dos Caminos, Caracas.


Su historia constructiva...


Este recinto fortificado defensivo, por cuanto según las viejas normas militares españolas: «estaba dispuesto el lugar con tal arte, que pocos soldados dentro de la fortificación, puedan defenderse de muchos que los ataquen», debía reunir en un solo lugar a la artillería, calabozo, almacenes, talleres, enfermería, cocina, dos sótanos para almacén de pólvora y depósitos a partir de los muros de contención, alojamiento de infantería o barracones, de oficiales y los despachos del alto mando militar del Estado Táchira, en acantonamiento en tiempos de paz.

La génesis de la obra quedó registrada en la Memoria y Cuenta del Ministerio de Guerra y Marina para los años 1933-1934, entregada por el Ministro de dicho despacho, General de Brigada Eleazar López Contreras, siendo Presidente de los Estados Unidos de Venezuela el General en Jefe Juan Vicente Gómez. En ella se especifica que la estructura fue proyectada en planos y aprobada en junio de 1934, como nuevo cuartel para la comandancia de armas y guarnición de la ciudad de San Cristóbal.

Así, en 1935, se informaba: «En diciembre de 1934 se iniciaron los trabajos para la construcción del Cuartel Nacional [...] y a la fecha continúa la construcción del Cuartel de San Cristóbal, obra que será de notables proporciones» (Memoria del Ministerio de Obras Públicas, Caracas, 1935, p. 351). De esta manera, la nueva y sólida edificación, con un perfil de fortaleza antigua, comenzaba a quedar inserta en la prolongación este de la cuadrícula o trazado en damero colonial de la ciudad capital tachirense que sólo llegaba hasta la actual carrera 20 e intentaba ensancharse con las primeras casas y calles del actual sector de Barrio Obrero [la carrera 17 divide el barrio San Carlos de Barrio Obrero]. Quedando la obra del cuartel, en consecuencia, emplazada, en el barrio San Carlos, en la cuadra o manzana limitada por las carreras 15 (de la Independencia) y 16 (de los Andes), y la calle 9 (de Torres) y 10 (de Ricaurte), en los ejidos municipales del sitio de la loma de Piedra Gorda.

Por material fotográfico de 1938 se conoce que la estructura ya estaba totalmente levantada, en obra limpia, y en su último Mensaje Presidencial a la Nación, de 1941, el ya Presidente y General en Jefe Eleazar López Contreras, anunciaba con satisfacción: «Se han terminado los trabajos del Cuartel "Bolívar" de San Cristóbal, obra moderna, de vastas proporciones».

En un ejercicio de racionalidad, el aspecto técnico y estético de la obra en cuanto a diseño y formas agrupadas en sólida y cerrada estructura -alrededor de un espacio central abierto- fue resumido por Guinand Sandoz en cuatro cuerpos o crujías principales para pabellones y despachos, entorno al patio central que actúa como eje de la estructura, convertido tanto en patio de armas, por cuanto permite el entrenamiento y formación de la tropa, como en foco de distribución de la luz, al permitir la adecuada iluminación natural de todas las edificaciones que lo rodean.



Panorámica aérea de la fortificada edificación del Cuartel Bolívar y del urbanismo de su entorno, para el año 2022. Toma con vista inmediata del Barrio San Carlos y de fondo La Concordia y extremo sur de la ciudad de San Cristóbal, capital del Estado Táchira (Foto: Drones Táchira, 2022. Reproducción con fines didácticos).


Seguía, así, como patrón de diseño militar, las disposiciones constructivas de nueva planta que ordenara el rey de España Felipe V a través de dos reglamentos elaborados por el Ingeniero general del ejército el Mariscal Jorge Próspero Verboom, el 8 y 20 de abril de 1718, respectivamente. Estas reales órdenes daban origen a los cuarteles y se imponía un nuevo diseño en caso de construir o adaptaciones al concepto de cuartel, en el caso de las viejas estructuras militares.

De allí que el estilo empleado por el arquitecto Guinand Sandoz para el Cuartel Nacional de San Cristóbal se defina como de tipo historicista, cuya inspiración o esbozo probablemente partió de lo que queda de la estructura del castillo militar español de San Felipe o Libertador (del siglo XVIII), en Puerto Cabello, Estado Carabobo. El mismo que el insigne poeta Andrés Eloy Blanco llamara: "el gran barco de piedra", en su poema "La mar", escrito en las mazmorras de dicho castillo, en prisión, el 18 de noviembre de 1929. O, del imponente castillo de San Juan de Ulúa, en el puerto de Veracruz (México) construido en el siglo XVI y cuya monumentalidad, distribución de planta, baluartes y murallas evoca cierta similitud con la edificación del cuartel-fortaleza de San Cristóbal. 

Amenaza de destrucción...

La única ocasión, registrada a la fecha, por la que ha atravesado la edificación del Cuartel Nacional de San Cristóbal o Bolívar, de ser sometida a un ataque masivo y destructivo y de encontrarse sus ocupantes en situación y posición de defensa, ocurrió el 20 de abril de 1960 con la sublevación del general de brigada capachense Jesús María Castro León (1908-1965).

El General Castro León había sido ministro de la Defensa en el período de la Junta de Gobierno constituida a la caída del gobierno del General de División Marcos Pérez Jiménez (en 1958), lidera una rebelión militar y se alza en armas desde el Cuartel «Bolívar» con la guarnición de San Cristóbal, contra el gobierno de Caracas, donde había llegado en la madrugada del día 20, accediendo al recinto por complicidad de la oficialidad y tomando desprevenidos a la mayoría de suboficiales y soldados de la guarnición. Desde allí coordina el intento de ocupación del resto de las sedes militares de la ciudad. Fracasa la sublevación y es reducido y rendido, luego de no encontrar apoyo en la población ni en otras guarniciones, tras cortos enfrentamientos y ante la amenaza inminente de un bombardeo aéreo del cuartel.




Distribución real de planta del Cuartel Nacional de San Cristóbal o Cuartel "Bolívar". Se observa el diseño herreriano de distribución de la construcción en torno a un patio de armas central, patios laterales y enmarcada en ángulos exteriores por bastiones, dado por el autor a esta histórica y patrimonial fortaleza-cuartel. Las formas romboidales del patio de armas, que semejan un enmallado, no se corresponden con el solado original -que era en cemento limpio- y son de reciente creación. El actual enmallado está conformado por losetas o baldosas cuadrangulares de ladrillo (Foto: Imagen satelital en 3D captada desde una altura de 1,35 km, y ampliada para efectos de detalle. Google Earth, 2020. Reproducción con fines didácticos).

___________________  


* Denominación histórica que identifica el gobierno y régimen político del General Juan Vicente Gómez (La Mulera, Estado Táchira, 1857 - Maracay, Estado Aragua, 1935), bien como presidente o bien comandante en jefe del ejército de los Estados Unidos de Venezuela, entre 1908 y 1935.

** Estilo de planta de ordenada rigidez geométrica, que repite el diseño de parrilla, paradigma de la simetría arquitectónica, empleado por el arquitecto español Juan de Herrera para el Palacio del Escorial (San Lorenzo del Escorial, Madrid, España), en el siglo XVI.




Referencias bibliográficas


Colmenares R. J. L. Carlos Guinad Sandoz, Colección Documentos para la historia de la arquitectura venezolana contemporánea. Claderca Ediciones, Caracas, 1989. Ministerio de Obras Públicas de los Estados Unidos de Venezuela, Memoria y Cuenta de 1912, tomo I, Caracas, s/n; Memoria y Cuenta de 1937, tomo I, Caracas, Impreso en Cooperativa de Artes Gráficas; Ministerio de Guerra y Marina de los Estados Unidos de Venezuela; Memoria y Cuenta de 1937, tomo I, Caracas, Litografía y Tipografía de Especialidades.



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jueves, 29 de octubre de 2020

Las lavanderas de Los Clavellinos de Lobatera │ The Old Laundress of Lobatera (Táchira State - Venezuela)

 


Imagen de mujer y niña de regreso de lavar en el río (Foto: imagen referencial tomada de Internet, reproducción con fines didácticos, 2020).


Las lavanderas de los Clavellinos
Un digno oficio que quedó en la memoria del Táchira


"A todas las mujeres que silenciosamente han construido la historia"



Samir A. Sánchez (2020)

En la primera semana de febrero de 1978 se iniciaron los trabajos de la autopista San Cristóbal-La Fría en el tramo Lobatera-San Pedro del Río. El costo ecológico de esta obra –por cuanto nunca se pensó en él- sobrepasó todas las predicciones y cualquier utilidad material que pudiera dar esa vía.


En poco tiempo, la maquinaria pesada aniquiló la capa vegetal de antiguas plantaciones de árboles frutales, extensos cañaverales, secó fuentes de agua potable y aniquiló las reservas de la biosfera de las aldeas La Parada y La Cabrera, reduciendo esta última a casi su extinción, convirtiendo todo en un extenso desierto. Asimismo, desapareció el boscoso sendero que, desde Lobatera, llevaba al vetusto cementerio municipal.


Entre aquellos parajes desaparecidos y secas ya sus fuentes, existía uno merecedor de ser llevado a una pintura por Monet, Renoir o por el pincel de Gauguin. Ubicado en la tramontana occidental de Lobatera, el lugar era conocido, desde la época colonial española, como “Los clavellinos” o “Las lavanderas de los Clavellinos”, en el sitio de los Juaguines (nombre derivado, con probabilidad, de la palabra coloquial “juagar”, aféresis de ‘enjuagar’, que significa aclarar o limpiar con agua los que se ha enjabonado previamente), en la aldea La Parada, nombre que deriva del primer conquistador en asentar allí su hato y los primeros cañaverales y trapiches, en 1634. Rodrigo Sánchez de Parada, regidor de la Villa de San Cristóbal.


El bucólico lugar se ubicaba en un recodo a la margen derecha (aguas abajo) de la quebrada La Parada (conocida en ese tramo, por los lugareños, con los nombres de ‘La Pocera’ o ‘La Posera’, derivado del antiguo nombre que tuvo la quebrada, en la época colonial: ‘quebrada de los Pozos’, próximo a la desembocadura de la quebrada Momaría en la quebrada La Pocera o La Parada, aguas abajo.


Bajo un cielo que proclamaba la excelencia del sol y de la luz de aquella tierra, a una vera del camino real, se presentaba como un paisaje cubierto por una cadena interminable de frondosos clavellinos que daban sombra. Próximos a la quebrada, eran dignos exponentes, para quienes vivían en sus alrededores, de una vida libre y en contacto directo con la naturaleza.


Allí, recordaban antiguos moradores como Don Roso Ramón Hernández Labrador y María Olga Guerrero Porras de Hernández, en las madrugadas de molienda de caña bajo las tejas de viejos trapiches cuyas mazas de piedra eran movidas en lentas vueltas por la fuerza de rumiantes bueyes, cuando se terminaba la faena, agotados, al salir y mirar al cielo, las estrellas parecían soles. Tal vez como los remolinos intensos de luz que pintó Van Gogh.


El agua que utilizaban las lavanderas, provenía de unas fuentes o nacientes que, en vertiginoso dinamismo, corrían hasta la quebrada y a su paso dejaban pozos de aguas cristalinas. Sobre las lajas de piedra, planas y rodeadas de esa agua, las señoras se sentaban a lavar y restregaban con mucho ahínco la ropa sobre otras piedras o amplias lajas que tenían frente a ellas. Al amparo de un sol inclemente, bajo la sombra de los clavellinos, el sudor de sus frentes era secado por la suave brisa que se encajonaba en la quebrada, la cual bajaba de las alturas de las montañas del Cazadero y el Botadero.


En este lugar se les veía laborar los días entre semana con su indumentaria peculiar, atávica. Los domingos, a primera hora de la mañana, luego de la misa de 9:00 am, recogían de las casas de Lobatera las ropas, la envolvían en una sábana grande de color blanco y se llevaban ese inmenso fardo a la cabeza, en la cual quedaba fijado sobre un chique, portándolo desde el pueblo y en bajada hasta los Clavellinos, en los Juaguines, entre serrijones, por caminos inclinados, abiertos o fragosos, con un único e impresionante equilibrio.

El característico chique era un rodete hecho de paños o trapos retorcidos y colocado en forma circular sobre la cabeza, para llevar y soportar el peso de una tinaja, un bulto o un haz de leña cuando se transporta. Este el origen de un antiguo dicho tachirense: “el que primero raja, enchica”. Era una expresión del habla común o coloquial, basada en la acción de usar el chique.


La palabra “raja”, hacía referencia a rajar o cortar la leña. Queriendo decir, la primera persona del grupo que terminara de cortar la leña se la podía llevar a la cabeza y ser, a su vez, la primera en irse a casa.


En cuanto al trabajo de las lavanderas, este no menoscababa a la naturaleza. Para lavar la ropa, entre las risas pícaras de las más jóvenes y los cantos de colada de las mayores, hacían uso del tradicional jabón de tierra y para blanquearla la pasaban por coladas de lejía caliente. Esta lejía era un líquido hecho por ellas mismas, al igual que el jabón, a partir de cocinar ceniza de leña en agua hasta que ésta se disolviera. Al finalizar el trabajo del lavado de cada porción de ropa, la misma era extendida para que secara al sol, sobre los ramajes que, en forma de sombrilla, quitasoles o paraguas, tenían los frondosos clavellinos.


De los nombres de aquellas lavanderas que se han podido rescatar de la muerte del olvido, están los de la señora Lucrecia Casanova de Delgado, una muchacha de nombre Cristina que vivía con la señora Lucrecia y quien, a pesar de una discapacidad, la acompañaba con alegría en sus labores, y la señora Marta de Pernía. Ellas y su trabajo no han desaparecido, perdurarán y vivirán en nuestra memoria.


La ubicación y descripción del sitio de los Juaguines y de las lavanderas de los Clavellinos, se pudo reconstruir gracias a los datos aportados por la Profesora Olmanda Hernández-Guerrero (Boston, Estados Unidos), quien conoció ese lugar, por pasar su infancia allí.



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sábado, 19 de septiembre de 2020

'Opus Aarchitectonicum' o lecturas didácticas para recordar el viejo y nuevo arte religioso arquitectónico tachirense. La imagen de San Cristóbal en la Catedral de San Cristóbal │ Sacred and Legendary Art in the San Cristóbal's Cathedral (Táchira - Venezuela)










El San Cristóbal de la Catedral de San Cristóbal

Enmarcada entre dos columnas de capitel corintio sobre las que gravita un entablamento finalizado en frontón triangular, y sobre un altar tridentino (de retablo con tabernáculo y mesa de altar adosada a la pared oriental del templo), en estilo toscano y esquema geométrico modular neorrenacentista, mármoles italianos blancos y policromados (del tipo cipollini, también denominado mármol de Caristo, adquirido y traído de Pietrasanta, Toscana, Italia), se puede apreciar la imagen de San Cristóbal mártir de Licia.

Es una talla en madera de cedro amargo o cedro americano (cedrela odorata) y policromada, de fines del siglo XIX, que se conserva en la capilla de San Cristóbal, inmediata al altar mayor y preside la nave de la Epístola o nave sur de la Catedral de la ciudad de San Cristóbal, Estado Táchira, Venezuela.

Las crónicas de la ciudad documentan la imagen de San Cristóbal mártir de Licia (santo titular de la iglesia matriz de la ciudad) como realizada, junto con la de San Sebastián mártir (santo patrono de la ciudad) por el artesano Don Antonio Ignacio Dávila Paredes (Pueblo Llano, Mérida, 1844 - Capacho Nuevo, 1918. Casado con Inés Pico Pernía) en su taller de carpintería de la población de Capacho Nuevo/Independencia.

Sustituyó a otra anterior de San Cristóbal, y de gran tamaño, del siglo XVII destruida en el terremoto de 1875 que hizo venir abajo la estructura del templo parroquial (Foto: Pbro. José Lucio León Duque, Cura párroco rector del Sagrario Catedral de San Cristóbal, 2022).


Datos a destacar:

Nombres históricos de la parroquia eclesiástica de la Iglesia matriz de San Cristóbal (Catedral desde 1922):

1561-1860, Parroquia de San Cristóbal mártir de Licia.
1860-1965, Parroquia de San Sebastián mártir.
1965 al presente, Parroquia de El Sagrario Catedral.

En 1964, Mons. Alejandro Fernández Feo, Obispo de la Diócesis de San Cristóbal, recibía las letras de la Constitución Apostólica "SANCTI CHRISTOPHORI IN VENEZUELA. Canonicorum collegium cathedralis templi S. Christophori in Venezuela constituitur" [de fecha 30 de octubre de 1964) que creaba y constituía el primer cabildo catedralicio tachirense que funcionó hasta 1987.

Con la creación de esta nueva institución eclesiástica en la Catedral, a la parroquia matriz de San Sebastián el Obispo Fernández Feo, por decreto episcopal de enero de 1965, le da el nuevo nombre de parroquia eclesiástica de El Sagrario Catedral. 

En marzo de 1965 emitía otro decreto en el cual se asignaban y especificaban las obligaciones y derechos del párroco del Sagrario Catedral y del Cabildo. Con ello diferenciaba las funciones propias del cabildo catedralicio (antiguo cuerpo colegiado que ayudaba al Obispo en sus funciones de gobierno y velaba por el cumplimiento de las rúbricas liturgicas y decoro en las funciones religiosas y solemnes de la Catedral y aquellos oficios que el Obispo le encomiende) de las funciones propias del cura párroco rector (atención a las funciones sacramentales y de cura de almas de la feligresía de la parroquia eclesiásica con rango de sede catedralicia), fijando como sede parroquial la capilla del Sagrario (de allí el nombre) y del Señor de Limoncito, de la Catedral de San Cristóbal.



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jueves, 17 de septiembre de 2020

Himno, escudo, bandera y nombre oficial del Estado Táchira: los símbolos de la tierra tachirense │Symbols of Táchira State

 





Escaneo y coloración digital de la primera hoja de una partitura impresa en Berlín, en 1930. Por ello es conocida como la "Edición berlinesa" del Himno Oficial del Estado Tácnira: Diseñadora Gráfica T.S.U. Sigrid Márquez Poleo (2015)



Según la Constitución del Estado Táchira vigente, en su artículo 4º, los símbolos patrios estadales, como expresión preminente de la tachirensidad, son: el Himno oficial, el Escudo, la Bandera y el nombre o sustantivo Táchira

  


Himno Oficial del Estado Táchira:



«Las glorias de la Patria» como canción patriótica regional, con letra del poeta y abogado Ramón Eugenio Vargas y música del compositor Miguel Ángel Espinel, ambos tachirenses, fue declarada como himno oficial del Estado Táchira por decreto reglamentario del Escudo, Sello e Himno del Estado Táchira, emitido por la Presidencia del Estado de fecha 1 de julio de 1913En este decreto reglamentario se especificaba, en su artículo 11º, que la música del himno había sido aprobada por resolución ejecutiva del Gobierno del Estado de fecha 28 de junio de 1913. Por ello, el decreto reglamentario que lo hizo oficial especificaba: 

«Art. 12. El Himno del Táchira, al igual del Nacional, será de enseñanza obligatoria en las escuelas de ambos sexos, del Estado y Municipalidades, a fin de que en los hijos del Táchira echen honda raigambre los sentimientos patrióticos y altruistas que él canta y les sirva de aliento en toda emergencia que amenace su vida independiente y libre, así como de expresión de regocijo en las celebraciones de sus triunfos y victorias y de sus actos cívicos» (Del Decreto Reglamentario del Escudo, Sello e Himno del Estado Táchira, del primero de julio de mil novecientos trece [El original del decreto se extravió pero se conserva una transcripción en un libro titulado "Cantos Escolares" editado en San Cristóbal, en la Imprenta del Estado como publicación ordenada por el Gobierno del Estado Táchira en 1950. Digitalizado y difundido por el historiador y académico José Antonio Pulido Zambrano. Grupo de Facebook "Fotos y documentos del Táchira histórico", 2022]).

Anterior a este, hubo otro himno titulado «¡Tachirenses, se acerca el momento!» creado en 1879. Su música era autoría del eximio compositor tachirense Eloy Galaviz y la letra del reconocido poeta marabino y residente en el Táchira para la época, Arbonio Pérez.

Este himno fue de poca duración por cuanto dejó de entonarse a partir de la incorporación del Estado Táchira al Estado de Los Andes, por decisión del presidente Antonio Guzmán Blanco 1881.

El carácter marcial de esa composición hizo que se le conociera en su tiempo como «La Marsellesa tachirense». Su música, al igual que su partitura, se perdió y para 1899 sólo era recordada la letra,  entonada por los soldados de los batallones del Ejército Liberal Restaurador del General Cipriano Castro en su triunfal campaña guerrera desde el Táchira a Caracas, en 1899.
Según algunas versiones orales, de testigos de la época, ante la pérdida de la música, los versos eran cantados de forma espontánea por los soldados al compás de una armonización del himno de Bayamo (de 1868) o «La Bayamesa», conocido por los recientes sucesos de la guerra hispano-estadounidense de 1898, cuando la isla de Cuba dejó de ser provincia española y fue ocupada por los Estados Unidos.

El actual Himno del Estado Táchira se originó a partir de una iniciativa oficial de un concurso, auspiciado por la Presidencia del Estado. El jurado evaluador seleccionó y premió como canción patriótica a la obra poética  titulada «Las glorias de la Patria» del abogado Ramón E. Vargas y la música a la composición con instrumentación para coro, banda y orquesta sinfónica del Prof. Miguel Ángel Espinel. Ambos autores fueron galardonados con la condecoración «Gran Estrella del Estado Táchira».

Esta magna obra de la música universal, escrita en el típico compás de marcialidad, tiene una línea melódica de fácil memoria e interpretación y se cantó solemnemente, por primera vez, el 5 de julio de 1913 en la Plaza Bolívar de la ciudad de San Cristóbal, capital del Estado. Con motivo del centenario del Himno, el Prof. Samir A. Sánchez, en una conferencia sobre los símbolos del Estado ["La identidad tachirense en un mundo post-postmoderno", Universidad Católica del Táchira, 17 de septiembre de 2013], lo describió en los siguientes términos:


«El 5 de julio de 2013 se conmemoró el centenario de la primera interpretación oficial del Himno del Estado Táchira. Emoción poética e instrumentación marcial lo hacen un clásico y una obra maestra de la música universal. Egregia composición que trasciende y perdura en la historia del Estado Táchira como parte de su patrimonio cultural inmaterial y símbolo imperioso de identidad regional.

Se trata de una pieza conmemorativa de las magnas glorias, valores e ideales del Táchira. La estructura musical -la cual comenzó a escribir en abril de 1913 y finalizó en mayo del mismo año el Prof. Miguel Ángel Espinel- fue adaptada a la letra de la poesía lírica que responde al íncipit de «Las glorias de la Patria» (del Abogado Ramón E. Vargas, 1913), precediendo al coro con una introducción o preludio instrumental en acorde inicial marcial y compás a cuatro cuartos (4/4), desarrollado gradualmente sobre un matiz dinámico de transición en 'tempo di marcia', el cual le confiere un sentido de riqueza y fasto.

En las líneas de composición poética del himno, la acertada distribución de los acentos rítmicos -en la continuidad de los cuartetos asonantes- se da a partir de una estrofa coral en versos de arte menor y cuatro estrofas de arte mayor, creando un adecuado contraste que le imprime al poema matices de romance heroico. La versificación consta de una consonancia tonal secuencial llana y aguda.

Sobre la estructura de una introducción musical marcial, coro o estribillo que se reexpone y cuatro estrofas, su instrumentación, melodía y armonía -lograda síntesis de finitud e infinitud- responden a un mismo movimiento de solemnidad, en las tres primeras estrofas, en forma de eco a dos voces. La cuarta, con un claro carácter de himno, se transforma elevándose con acordes de marcha que se enlazan, a su vez, con los del carácter triunfal y apoteósico del coro, marcando la emotividad de la obra convirtiéndola, a su vez, en una sinfonía dentro de otra sinfonía.

 

En la última repetición, los unísonos de las voces superiores del coro -en alta tonalidad- se unen en un tutti o todo orquestal al ímpetu de cierre de los instrumentos de viento-metal y percusión los cuales, desde una elaborada combinación entre lo impetuoso y lo sutil, le otorgan un impresionante final épico a la obra.

Así, el Himno del Estado Táchira o el canto patriótico regional, interpretado por banda, banda municipal, banda marcial, banda de conciertos, orquesta sinfónica y/o coros, resulta un elaborado 'leitmotiv' de ritmos, tonos mayores y armonías. Verdadera metáfora instrumental que semeja desplegar -en llamarada sonora de poderosa y sublime trascendencia- lo telúrico y milenario del Ande tachirense, el 'Volksgeist' o el espíritu de la tierra natal.

La letra, marcada por las pautas métricas de la poesía realista decimonónica, configura en cada uno de sus versos los más altos ideales del pensamiento creador, valores inmanentes y virtudes del Táchira inmortal. Soñado y sentido, forjado y troquelado, en los hontanares infinitos de la libertad».

 

Usos: El Himno del Estado Táchira se interpreta en todos los actos solemnes de los poderes públicos del Estado e instituciones escolares, académicas y universitarias, culturales, emisoras de radio del Estado Táchira a las 12 m y 6 pm inmediatamente después del himno nacional así como en competencias deportivas donde un equipo intervenga en representación oficial del Estado Táchira. 
En ellos se interpreta la introducción (sólo si se canta con acompañamiento musical de banda u orquesta), coro, primera y última estrofa, y coro. Cuando se iza ceremonialmente la bandera del Estado Táchira solo se interpreta la introducción, coro, la primera estrofa y el coro nuevamente. Cuando se le rinden honores protocolares al Gobernador del Estado, se toca sólo el coro.  
Consta el himno estadal tachirense de una introducción [sólo instrumental], un coro o estribillo y cuatro estrofas.

Himno oficial del Estado Táchira

«Las glorias de la Patria»

Las glorias de la Patria,
sus fueros de Nación
unidos defendamos
con ínclito valor. (coro)

I
Somos libres: las férreas cadenas
del esclavo rompiéronse ya;
el hogar tachirense sonríe
bajo un sol todo luz: la Igualdad.

II
Extinguidos los odios añejos
perseguimos un solo ideal:
que prospere la tierra nativa
bajo el cielo de amor de la paz.

III
El trabajo es la fuerza suprema
que nos lleva cual nuevo Titán,
a la meta sublime y gloriosa
de los pueblos que saben triunfar.

IV
Que en el Táchira ondule por siempre
como enseña de honor regional,
con la unión y altivez de sus hijos,
el Trabajo, la Paz, la Igualdad.

Letra: Abog. Ramón E. Vargas (1876 - 1949)
Música: Prof. Miguel Ángel Espinel (1895 - 1968)


Para consultar la historia detallada, partitura y audios del Himno Oficial del Estado Táchira, pulse aquí.


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Versión silueteadea y digitalizada (para uso de papelería, trabajos escolares y universitarios) del Escudo de Armas del Estado Táchira a partir del único óleo original que se conserva de 1913, el cual se encuentra en la sede de la Sociedad Bolivariana del Estado Táchira y Academia de Historia del Táchira, salón "Dr. Aurelio Ferrero Tamayo", de la ciudad de San Cristóbal. Autor del óleo: Marcos León Mariño. Proceso de coloración digital y silueteado: Diseñadora Gráfica T.S.U. Sigrid Márquez Poleo (2015)



Escudo Oficial del Estado Táchira:

 

El símbolo heráldico que representa al Estado Táchira tiene su origen en el Gran Sello Oficial del Estado aprobado por la Asamblea Legislativa en 1901 [en el artículo 3º de la Ley de Papel Sellado, de fecha 27 de diciembre de 1901]. Diferenciado del sello y ya como escudo oficial del Estado, fue aprobado y regulado por el Ejecutivo regional en 1905, siendo modificado parcialmente en 1913.

Esta heráldica estadal, de estilo republicano, consiste en un escudo sobre una cartela de oro renacentista (inspirada artísticamente en la forma del Vellocino de Oro de la mitología griega) de plegados contornos y extremos en volutas.

El escudo muestra, al natural, un campo con verde paisaje, símbolo de la exuberancia de los valles tachirenses, donde se ve la cordillera de los Andes y de pie, representando a Venezuela, una doncella ataviada con el gorro frigio que simboliza la Libertad y la República. Sostiene la bandera nacional en su mano derecha y señala con la otra al río Táchira, símbolo natural del límite entre las repúblicas de Venezuela y Colombia y por igual símbolo del origen del nombre ancestral del Estado.

En la parte superior del escudo, entre rayos de oro, se encuentra un haz de espigas de trigo atado con una cinta color carmesí (rojo), símbolo de la unión que hace la fuerza. La misma cinta, entrelaza un ramo con flores de algodón y otro de cafeto que, partiendo de la base, se fijan y ornamentan el flanco izquierdo y derecho del escudo, como símbolos de la riqueza agraria del Estado a través de su historia (algodón en la época aborigen y café en la época colonial y republicana).

En la parte superior y formando un arco, tiene nueve estrellas de cinco puntas que simbolizan a los nueve distritos (actuales municipios) que conformaban el Estado para 1913: San Cristóbal, Bolívar, Jáuregui, Lobatera, Capacho, Uribante, Junín, Ayacucho y Cárdenas. Bajo el arco de estrellas, se encuentra la inscripción «Estado Táchira». 

En la base del escudo, una cinta de oro entrelaza los tallos de las ramas de algodón y cafeto y lleva en inscripción, las siguientes fechas históricas: «5 de julio de 1811», «14 de marzo de 1856» y «24 de marzo de 1864» [por error en el decreto ejecutivo de 1913, quedó 24 de marzo, y la fecha histórica correcta sería 28 de marzo de 1864 cuando se sanciona la Constitución Nacional de los Estados Unidos de Venezuela que eleva a la condición de Estado a la antigua Provincia del Táchira, creada en 1856].

 

El Escudo del Estado Táchira debe estar presente en:
  • 1.º Los edificios y dependencias de la Gobernación del Estado Táchira, del Consejo Legislativo del Estado y de los concejos municipales tachirenses.
  • 2.º Los diplomas o certificados, de cualquier clase, expedidos por autoridades representativas de las instituciones oficiales del Estado Táchira.
  • 3.º Los documentos, impresos, sellos y membretes de uso oficial de la Gobernación y Consejo Legislativo del Estado Táchira.
  • 4.º Las publicaciones oficiales de las instituciones públicas del Estado Táchira.
  • 5.º Los distintivos oficiales, si los hubiere, usados por las autoridades representativas de los poderes públicos del Estado Táchira.
  • 6.º Los lugares u objetos de uso oficial que por su carácter especialmente representativo así se considere.
 

Para consultar la historia detallada e imágenes del Escudo Oficial del Estado Táchira, pulse aquí.

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Bandera oficial del Estado Táchira (Imagen de Internet, reproducción con fines didácticos. 2021).


Bandera Oficial del Estado Táchira:

La has visto con orgullo por todo el Estado o fuera de él. Tal vez ondeaste una bandera de mano, de papel, hecha en la escuela en el Día del Táchira o de la Tachirensidad; la usaste en tu chaqueta o uniforme de deportes o la agitaste en el Estadio de Pueblo Nuevo para darle fuerza a tu equipo. ¡Quizás incluso la hayas cosido a tu morral y hayas viajado por el mundo! Independientemente de dónde la veas, la bandera del Táchira se destaca tanto en casa como fuera, como uno de los símbolos más llamativos y reconocibles que representan a nuestra tierra y a su gente.
La bandera del Estado Táchira simboliza al Estado y al pueblo tachirense. Es el emblema y signo de su soberanía, su independencia, su unidad e integridad y representa los valores superiores expresados en la Constitución del Estado Táchira.
Resulta en un tricolor conformado, tanto en su anverso como reverso, por tres bandas horizontales, iguales, siendo la superior de color amarillo, la intermedia de color negro (con cuatro estrellas de cinco puntas en arco sobre dos ramas de cafeto, en el centro de la franja en disposición de óvalo con eje mayor horizontal) y la inferior de color rojo. Esta bandera es la primera enseña regional que adoptó el Estado Táchira, en 1997.
Surgió por iniciativa oficial en un concurso que organizó, en noviembre de 1996, la Comisión designada para este fin por la Asamblea Legislativa del Estado, el cual fue ganado por el maestro de ceremonias y profesor, Mario Díaz Hernández (quien falleció el 27 de marzo de 2021). El proyecto original ganador se estudió en discusiones parlamentarias de la Asamblea Legislativa, para la aprobación final el 30 de julio de 1997.

 

Uso: civil y gubernamental
Proporciones: 2:3 (por cada dos unidades de ancho tendrá tres unidades de largo).
Diseño: cada una de las tres franjas horizontales ocupará 1/3 del ancho de la bandera y la totalidad de su largo.
Colores: amarillo (Pantone 101); negro (Pantone 6-C); rojo (Pantone 485-C); verde (Pantone 2279-C) y blanco (Pantone 000-C). [La proporción y los matices de los colores son de carácter referencial por cuanto están sin legislar por parte del Poder Legislativo del Estado Táchira].

 

Simbología: «amarillo», las glorias, la sabiduría y las victorias del pueblo tachirense; «negro», las riquezas naturales de la tierra y el subsuelo de todas las regiones que conforman el Estado Táchira; «rojo», la bizarría de los hombres y mujeres tachirenses; «estrellas», homenaje a los cantones (municipios) que se unieron para dar origen a la Provincia del Táchira el 14 de marzo 1856 transformada en estado federal con su ordenamiento jurídico propio el 21 de septiembre de 1864. Las estrellas cantonales representan a San Cristóbal, La Grita, Lobatera y San Antonio del Táchira; «ramas de cafeto», a la riqueza agrícola tachirense.


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Nombre oficial del Estado. Símbolo a partir de lo dispueto en el  texto constitucional estadal tachirense de 2001.
 

"Táchira" significa: Nuestra tierra de heredad

Una voz aglutinante

En el lenguaje o idioma de los pueblos aborígenes de nuestra América, mayoritariamente aglutinante o donde predomina la aglutinación, esto es, que las palabras se forman uniendo monemas independientes, aquellas que se empleaban para designar nombres geográficos destacaban por describir la condición más característica de la naturaleza del lugar o espacio que designaban. Esto es, los nombres impuestos a los lugares hacían referencia a la primitiva realidad del terreno. Por esa misma antigüedad, sus topónimos no suelen basarse en elementos variables o cambiantes sino en fijos o estrechamente ligados a la tierra, hecho que pareciera verificar que quienes pusieron esos nombres fueron los primeros pobladores o pobladores originarios de esas tierras.

Así, sus topónimos no solían basarse en elementos variables o cambiantes sino en fijos o ligados a la tierra. Un claro ejemplo se tiene con el nombre originario de la actual ciudad de Caracas, el cual era "Catuchacao", voz arawaca caribeña que significaba "Guanaberal (lugar poblado de guanábanas) junto al río" o "El río de las guanábanas", esto según la relación geográfica enviada al rey Felipe II por el gobernador de la provincia de Venezuela, el capitán Juan de Pimentel, en 1578.

Este gobernador, por igual, dejaba escrito en su relación las características esenciales que daban origen a la mayoría de los topónimos aborígenes en esa región, elementos, estos, como se dijo inicialmente, común en las culturas aborígenes americanas. Refería Juan de Pimentel, en el castellano del siglo XVI que: "Capítulo treze. Los barrios e poblazones de los indios tienen sus nombres derivados de algún árbol, quebrada, arroyo, peña, u otra cosa señalada que esté en sus asientos o cerca dellos, o de alguna cosa acaescida allí cerca".

Como dato curioso, pero ilustrativo del tema, el cual se puede extraer de esta misma relación geográfica, el nombre de "Caracas" pertenecía a otro lugar distante de la actual ciudad. Los primeros conquistadores españoles, provenientes de la isla de Margarita, cuando desembarcaron en el Litoral Central, al oeste de Cabo Codera, lo hicieron donde desembocaba en el mar una quebrada o riachuelo que descendía de las estribaciones septentrionales de la cordillera de La Costa. La misma recibió el nombre que sus propios pobladores aborígenes le daban a ese lugar: "Caracas", cuyo significado era "sitio o lugar cubierto o plantado de bledos". De esta forma a la quebrada se le comenzó a denominar "quebrada de los caracas" y los conquistadores extendieron el nombre identificativo a todas las tierras adyacentes como “Provincia de los caracas” o “de Caracas “, en uno de cuyos valles, atravesando la cordillera de la Costa tierra adentro, en el sitio y quebrada de Catuchacao, fundarían la ciudad de Santiago de León de la provincia de los Caracas, conocida después en su forma simplificada como ciudad de Caracas.

Actualmente la quebrada en el litoral o costa sigue denominándose "Los caracas" y en el sitio de esa desembocadura se encuentra, lo que queda, del otrora complejo turístico Ciudad vacacional Los Caracas, obra realizada por el entonces Presidente de la República de Venezuela, General de División Marcos Pérez Jiménez.

Macrocontexto lingüístico protochibcha y mesocontexto chitarero

Trasladándonos a las encumbradas crestas de la cordillera suroccidental de Los Andes, por ser nuestro caso de estudio, los tachirenses tenemos una palabra que, siguiendo la secuencia o poniéndola en la relación filogenética lingüística de la región, para ver cual ha sido su evolución y establecer un grado de parentesco entre diferentes lenguas a partir de un origen o tronco común, la misma procede de la lengua chibcha (o muisca)/protochibcha a través de los pueblos aborígenes chitareros que estaban asentados y habitaban una o ambas márgenes del río Táchira (actual ciudad de San Antonio del Táchira), para el siglo XVI, al momento del encuentro con los conquistadores. Esa es la mítica, ancestral y patrimonial palabra: "Táchira".

Microcontexto del valle y riberas del río de 'Táchira'

Así tenemos que las crónicas españolas del siglo XVI (del año 1550) identificaron la palabra "Táchira" como el nombre de un lugar y aldea aborigen de filiación y léxico chitarero, en el curso medio del actual río Táchira (San Antonio del Táchira-Villa del Rosario, región fronteriza entre Venezuela y Colombia). Más adelante, en el tiempo, otros documentos ya referían que el "río Táchira" en el "Llano Táchira" (actuales poblaciones de San Antonio y Ureña), se llamaban así porque pasaba por el sitio y poblado de los táchiras de donde tomaba su nombre y era diferente al "río de cúcuta" [actual río Pamplonita] que recibía ese nombre por la denominación que los aborígenes le daban a "unos árboles que se encontraban en abundancia en sus orillas" (testimonio judicial por pleito de jurisdicciones entre la Villa de San Cristóbal y la ciudad de Pamplona, de 1621). Por igual, en ese juicio se hacía énfasis en que "los indios de Abriaca llamaban a ese río 'Táchira' porque pasaba por el sitio de Táchira". Por todo ello, el origen de la palabra que da nombre a nuestra entidad federal se remonta a una voz y lengua aborigen americana, aglutinante ágrafa, hablada por las parcialidades aborígenes chitareras.

Para la identificación de las parcialidad de la nación chitarera en la región estudiada, nos retrotraemos a 1575 cuando se entabla un juicio entre vecinos españoles de Pamplona y San Cristóbal por la posesión de unas encomiendas entre los ríos Cúcuta y Táchira. En una de las alegaciones se lee: "No pretendo a los chitareros de Cúcuta sino los de Abriaca" y, Abriaca era y es, en la actualidad, un caserío [desde donde se domina o se tiene una panorámica del valle del curso medio del río Táchira] en la aldea Las Cumbres, del Municipio Pedro María Ureña, del Estado Táchira.


Significado de 'Táchira'

En consecuencia, partiendo de los elementos de juicio anteriores, entendidos como referente y teniendo por código comunicacional los diccionarios elaborados por misioneros jesuitas y agustinos de la lengua general chibcha o muisca de principios del siglo XVII, cuyos textos en dos lenguajes (castellano y muisca) resultan en una especie de Piedra Roseta, y desde un rigor lógico y fundamento teórico, se puede descifrar y conocer el significado de la palabra, "Táchira". Un nombre muy telúrico, que está arraigado en la tierra.

La palabra está formada por los étimos de sustrato muiscas o chibchas ta [lexema de nombre sustantivo que significa 'labranza'], chi [sufijo determinante posesivo en primera persona del plural, que significa 'nuestra'] y ra [sufijo con función de morfema o partícula modificadora que indica un tiempo presente continuo y le da un sentido mayor, en este caso, que el objeto poseído es permanente o tiene una permanencia en el tiempo, no cambia de dueño], significando literalmente "La tierra de labranza que es y será nuestra" [< Ch. ta+chi+ra] y traducida a un castellano culto actual sería"Tierra de nuestra heredad" o "Nuestra tierra de heredad".

Su pronunciación original, como etnónimo aborigen, era similar a la forma castellana, diferenciándose sólo en el sonido de la ch que se pronunciaba, de forma aproximada, como tʃ -esto es, como la ch francesa o sh inglesa- y la r de forma suave (Teoría lingüística filogenética denominada "Teoría chibcha", planteada por el profesor Samir A. Sánchez, investigador de la historia del lenguaje en su artículo: "Táchira: una arqueología de voces y palabras", Revista Procesos Históricos, Universidad de Los Andes, 2018). 

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La tachirensidad (Expresión oficial para designar la cualidad de ser tachirense, según lo dispuesto en los artículos 53º a 55º de la Constitución del Estado Táchira, de 2001)

Tachirensidad (Estructura etimológica: sustantivo o concepto amplio o extenso de abstracción construido a partir del adjetivo 'tachirense'. Nombre abstracto, femenino, término idiomático castellano como sustantivo abstracto de cualidad. Su estructura gramatical está conformada a partir del adjetivo denominativo neutro o adjetivo étnico ‘tachirense más el sufijo -dad. Este sufijo procede de la desinencia de origen latino -tas, -ātis la cual modifica al adjetivo étnico o gentilicio, para convertirlo en sustantivo abstracto de cualidad) [La Real Academia Española de la Lengua introdujo e incorporó el adjetivo 'tachirense' en el Diccionario de la Lengua Española en 1967]. || 1. Carácter o condición de tachirense. || 2. Sentimiento de pertenencia al Estado Táchira y a todo lo tachirense. || 3. Cada uno de los caracteres, naturales o adquiridos, que distinguen a las personas, a los seres vivos en general o a las cosas del Estado Táchira. || 4. Manera de ser de alguien o algo del Estado Táchira. || 5. Cualidad de tachirense. || 6. Carácter de tachirense. || 7. Concepto universal o máxima comprensión mental abstracta sobre el Estado Táchira. Comprende todo concepto subordinado que describa o explique cualquier rasgo, componente permanente, diferenciado, peculiar y distintivo de la naturaleza o la esencia de una persona, cosa u objeto del Estado Táchira || 8. Sustantivo abstracto de cualidad o condición de ser tachirense, oficial del Estado Táchira, desde 2001.

 

Historia (documentada): El término ‘Tachirensidad’ tiene un carácter oficial al quedar identificado en el texto del Capítulo VI (De los Derechos Educativos y Culturales), sección Segunda, artículos 53º (de la venezolanidad y tachirensidad); 54º (culturas populares constitutivas de la tachirensidad), y 55º (defensa de los valores propios de la tachirensidad), de la Constitución del Estado Táchira, aprobada el 18 de enero de 2001.

Sobre el significado y extensión de este término se sugiere consultar el discurso de agradecimiento, dado en el Club "Táchira" de San Cristóbal, por el presidente de la Sociedad Bolivariana de Venezuela, el maestro y académico neoespartano Luis Villalba-Villalba (1906-1999) al finalizar las sesiones de trabajo y protocolarias de la Asamblea Nacional de sociedades y centros bolivarianos de Venezuela en la ciudad de San Cristóbal, en 1968. El discurso se tituló: En la tachirensidad "hemos anclado" (Revista de la Sociedad Bolivariana de Venezuela, tomo 28, Cooperativa de Artes Gráficas, Caracas, 1968, p. 362-365).


Nota: Para conocer más información y detalles sobre la historia documentada de los diferentes gentilicios que identifican a los tachirenses, puede ir a: "Gentilicios y adjetivos coloquiales tachirenses" (2015) 


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