jueves, 14 de marzo de 2019

El busto de Mons. Jáuregui en San Cristóbal. Sentido de lugar o de olvido de la memoria urbana │Mgr Jáuregui Bust, From Person to Classic Sculptor

 


Foto: Ing. Juan Alberto Sánchez (2019)


El busto de Mons. Jáuregui en San Cristóbal. Sentido de lugar o de olvido de la memoria urbana

Samir A. Sánchez (2019)

Esta escultura, un busto a la italiana o busto corto, es el resultado de un homenaje que hizo la ciudad de San Cristóbal, en 1948, al insigne Mons. Manuel Jáuregui, sacerdote trujillano de nacimiento, merideño de formación y tachirense por sus realizaciones y logros (por ello la Municipalidad de La Grita lo reconoce como su epónimo). Era "El buen maestro de Los Andes", si tomamos las palabras expresadas en 1998 por nuestra recordada académica Fanny Zulay Rojas Moreno, la antropóloga de la acción y la sonrisa, quien nos antecedió en el ignoto viaje.



          Foto: Ing. Juan Alberto Sánchez García (2019)



Emplazamiento

El homenaje conmemorativo referido consistió en el arreglo de un reducido espacio público, mezcla de plazoleta y parque, hacia la línea norte de la terraza aluvial sobre la cual se levanta el conjunto urbano amplio y variado de La Concordia, la antigua Sabana del s. XIX. En el centro y sobre pedestal prismático de granito se colocó la escultura en busto de Monseñor Jáuregui quien está en posición de otear, inmóvil y pensativo, el casco histórico de San Cristóbal y la iglesia Catedral. Recordemos que Mons. Jáuregui fue vicario foráneo de San Cristóbal en 1898, por diez meses. En ese tiempo dio inicio a los trabajos de reconstrucción de la iglesia matriz (hoy Catedral) destruida en el terremoto de 1875 y dejó la fundación de un asilo de huérfanos.


La obra

Encargada a su autor, cuando ya residía en Florencia (Italia), su adquisición se hizo por el Gobierno del Estado Táchira a través de los talleres escultóricos de Pigna y sucesores, de Caracas (la misma empresa de donde salió la escultura ecuestre de El Libertador que está en la Plaza Bolívar de San Cristóbal). El trabajo final fue un busto hasta los hombros, tridimensional, realizado a partir de un retrato que presentaba a Mons. Jáuregui sentado, con un libro en su mano, gesto solemne e inexpresivo y con la cabeza vuelta a la izquierda. El busto resultó de buena calidad estilística y de fidedigno acabado; un todo reforzado por la técnica y calidad de la materia prima empleada en su ejecución, el vaciado en bronce.



Foto: TSU Zarey Reyes (2019)




El autor

La naturalidad seguida en el trabajo de reproducción de los rasgos y vestimenta sacerdotal de Mons. Jáuregui, sólo puede ser entendida a partir del gusto por el arte neoclásico decimonónico que predominaba en su autor, el profesor Pietro Ceccarelli (Florencia/Italia, 1888 - Florencia/Italia, 1949).

En la plástica venezolana, Ceccarelli tuvo una destacada actuación artística entre la década de los años veinte y cuarenta del pasado siglo, en Caracas, reproduciendo obras clásicas de Antonio Canova y otros connotados escultores para monumentos públicos y funerarios en el Cementerio General del Sur. Así, reproduce fielmente, entre otras obras, el conjunto escultórico de "Las tres gracias", partiendo de un original de Canova en 1799. Esta copia de Ceccarelli, de 1927, se encuentra actualmente en la plaza de las Tres Gracias (Paseo Los Ilustres, Caracas). Asimismo, realizó los bustos en mármol de la familia Gómez que se encuentran en el mausoleo del General Juan Vicente Gómez, en Maracay (Estado Aragua).



Foto: Ing. Juan Alberto Sánchez García (2019)


A manera de reflexión

La escultura de Monseñor Jáuregui y su parque, pese a la importancia que debería tener por cuanto forma parte de la configuración del imaginario urbano de muchos sancristobalenses, o es un lugar de solaz y recreo para otros -además de su condición de obra de arte de la escultura- para una gran mayoría, resulta desconocido. ¿Para bien o para mal? No lo sabemos. En estos tiempos de aculturación, desarraigo por migración, desapego e indiferencia por los valores humanos que forjaron nuestra región, su futuro es incierto. Ya lo percibimos con claridad con la "muerte" del busto de otro insigne maestro, Don Ramón Buenahora (hecho en 1927) o de las tres campanas de principios del s. XIX en Lobatera. No hubo reacción o preocupación pública por su "desaparición" (hurto).

Por ello, y como un réquiem a cuatro voces para ese patrimonio que desaparecerá, para esa herencia, material o inmaterial que recibimos como generación de nuestros padres y nonos pero que no legaremos a las que habrán de venir, queden estas imágenes como testimonio.


Fotos: TSU Zarey Reyes (2019) e Ing. Juan Alberto Sánchez García 
(2019)




© Proyecto Experiencia Arte / Experience Art Project 2012-2019. Algunos derechos reservados. Los derechos de autor de texto y fotografías pertenecen a cada investigador, fotógrafo, grupo o institución mencionada.