viernes, 3 de abril de 2020

Tristeza y esperanza atrapadas en una imagen: un entierro tachirenses a principios del siglo XX │A Daguerreotype with History: Traditional Tachirense Burial from the beginning of the 20th century.

 





Foto: Exequias de la niña María Sánchez Vivas y primera posa [parada del cortejo para el canto de un réquiem] en la ruta al cementerio municipal, acompañadas por la Banda Sucre dirigida por Don Marcos Ovalles, y al toque de plegaria de difuntos, los dobles, por las campanas en la torre de la iglesia. Lobatera, 17 de noviembre de 1913. Daguerrotipo del álbum familiar de Cristian Sánchez, Lobatera 2006. Colorizada por Bernardo Zinguer, Grupo de Retazos Históricos del Táchira, 2020).



El 17 de noviembre de 1913 las manifestaciones de celebración por la llegada de la maquinaria y esferas del reloj público que se colocaría en la torre sur de la Iglesia parroquial, donación del Dr. Ezequiel Vivas Sánchez, y las vísperas de la fiesta patronal de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá de Lobatera, se suspenden por unas horas. Al caer de la tarde, un solemne cortejo fúnebre avanza lentamente por la esquina suroriental de la Plaza Mayor de Lobatera en dirección al cementerio mujicipal, el viejo cementerio del Torreón. La procesión está encabezada por una imponente cruz procesional, acompañada de ciriales que portan velas encendidas y un turiferario que dispersa el aroma del incienso. No se ven, pero si se pueden oír en nuestra mente el toque lento y acompasado de plegaria de difuntos, los dobles de la campana mayor y mediana, desde la torre de la iglesia.

La ocasión es el sepelio de la niña María Sánchez Vivas, cuya urna blanca se encuentra decorada con delicadas azucenas, símbolo de pureza y serenidad. No se ven mujeres en la foto. La costumbre de la época establecía como precepto que ellas nunca acudían a los entierros, lo más que hacían, las más cercanas o de cnfianza, era acudir a la casa del fallecido o fallecida y acompañar a las mujeres de esa casa. No obstante, sólo una quedó impresa en la imagen. Al fondo, y asomada junto a una de las puertas del negocio de Don Zenón Pacheco, una figura de amplia falda delata la presencia de la única mujer mirando el cortejo.

La figura destacada que preside este triste acontecimiento es el Padre Pedro María Morales, cuya presencia irradia consuelo y esperanza en medio del pesar a los padres Tácito Sánchez y María del Carmen Vivas. A su lado, la Banda Sucre, bajo la dirección de Don Marcos Ovalles, acompaña el cortejo con su música solemne y respetuosa. Don Marcos, en esta ocasión, toca la flauta vertical o Böhm, una habilidad musical que lo distingue y que aporta un elemento de emotividad y delicadeza a la procesión.

La maestra de la escuela de Niñas de Lobatera, la Srta. Ofelia Mora, preparó unas palabras de despedida las cuales fueron leídas por su alumna más aventajada, la Srta. Delfina Sandoval (1901-1992), quien luego sería igualmente maestra, y conservaría dichas palabras por escrito y en su memoria:


«Parece un sueño, ¿cómo es posible?, que nuestra amiga y condiscípula María nos haya abandonado. Ayer no más, compartía con nosotras, en los bancos escolares, las sabias enseñanzas de nuestra buena maestra; y nos hacía dulce y agradable las horas que pasábamos a su lado.

Tan magnánimo era su corazón, tan nobles los sentimientos de su alma, y hoy, en la primavera de su vida, cuando todo le sonreía, lo abandona todo; las dulces caricias de su madre, las afecciones sinceras de nuestros corazones y la bondad de la amistad. ¡Vuela a la mansión de los santos!.

Adiós, cara compañera y amiga, recibe esta guirnalda cuyas flores van humedecidas por el llanto que vierten nuestros ojos.

Nuestras plegarias suben de nuestros corazones por tu eterno descanso. ¡Adiós!».

En otro aspecto, podemos extraer información valiosa de la imagen que nos permite entender las costumbres sociales de la época con relación a la participación de las mujeres en los actos públicos de los funerales.

En aquel entonces, las mujeres que eran familiares del difunto permanecían en sus hogares, mientras que aquellas que eran amigas o conocidas solo asistían a los oficios religiosos en el interior de la iglesia. En la escena que se describe, podemos observar a una única dama de pie, cerca de una puerta, en el plano de fondo derecho, mostrando desde lejos el respeto y las restricciones sociales de la época.

Es interesante señalar que la puerta y casa donde se encuentra esta única mujer en la Imagen, era conocida como "Bodega Miranda" y pertenecía a Don Zenón Pacheco.

En 1919, Don Zenón reformó el edificio para su matrimonio con Flor de María Rosales, y las paredes internas fueron decoradas con hermosas pinturas de paisajes y bodegones realizadas por el talentoso artista marabino Ciro Romero.

Hoy en día, lo que queda de esa edificación, ahora en ruinas, es reconocido en Lobatera como la "Casa de la Sucesión Rojas".

Esta centenaria imagen ha sido coloreada y mejorada digitalmente a partir de un daguerrotipo perteneciente al archivo familiar de Cristian Sánchez (Lobatera, 2006).




Foto: Acta de defunción de María Sánchez Vivas. Archivo eclesiástico de la Parroquia de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá de Lobatera, Libro de Defunciones año 1913 (Digitalizado por la Sociedad Genealógica de Utah, 1993. Cortesía de Bernardo Zinguer, Retazos Históricos del Táchira, 2020).


 

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