lunes, 12 de diciembre de 2016

Obras maestras del arte ceremonial judío e israelí en San Cristóbal (Estado Táchira – Venezuela) | Masterpieces of Jewish & Israeli Ceremonial Art in San Cristóbal (Táchira State – Venezuela)





Texto: Samir A. Sánchez (2016)
Fotografías: Bernardo Zinguer y Ernesto Monje (2016)



שְׁמַע יִשְׂרָאֵל, Shemá Ysrael, 'Oye, Israel'…

Quienes recorremos la ciudad, buscando antiguas voces de su pasado y tratando de escuchar sus historias, encontramos en la Sinagoga de San Cristóbal (Estado Táchira – Venezuela) una serie de objetos rituales, de singular importancia.


La comunidad judía de San Cristóbal, en un tiempo consolidada y numerosa, y en la actualidad disminuida por la desaparición de las primeras generaciones o la emigración de su juventud al Estado de Israel –el Erezt Ysrael de la tradición- bien por motivos religiosos o bien por un movimiento migratorio forzado ante la actual crisis política, social y económica que socava a Venezuela, fue y es parte integral del mosaico cultural tachirense desde el mismo siglo XVI, con la presencia del Escribano Público y de Cabildo de la Villa de San Cristóbal, Don Hernando Lorenzo Salomón el viejo. Era uno de los treinta vecinos que tenía la Villa en 1571.


De esta manera, todo intento de hacer más accesible el conocimiento de estas obras, resulta en un servicio prestado al descubrimiento del complejo arte patrimonial cultural del Estado Táchira.


Por ello, mi gratitud al Abogado Bernardo Zinguer, historiador de la comunidad judía en San Cristóbal y preocupado por el ser y el existir de la misma, por la invitación realizada para documentar, describir y acercar al lector, al elaborado arte ritual judío, a su cultura y a la valiosa simbología que encierran sus antiguos objetos rituales; producto éstos de seculares donaciones realizadas por miembros de la comunidad quienes desde su llegada se preocuparon por organizar sus rezos.


Aún sin contar con una edificación especial para ellos, esto no resultó un problema dado que el ritual [desde la destrucción del Templo de Jerusalén, en el año 70 de la Era común], se podía adaptar a cualquier espacio.


Lo único que necesitaban era un grupo de diez varones mayores de trece años y libros de rezo. De esta forma, varios miembros prestaron sus casas de habitación, siendo la última la residencia del señor Israel Saúl Cusnir Zaidman Choijet Z”L.


A través del tiempo, en todas estas casas se reunieron  para recitar -al sonido del shofar- el שְׁמַע יִשְׂרָאֵל, Shemá Ysrael, 'Oye, Israel'…, estudiar, compartir y mantener su cuatro veces milenaria seña de identidad, en una ciudad cordial que se ha ido… pero se mantiene inmutable en la memoria.


Quede, así, el presente trabajo como una literatura sobre el arte y la cultura religiosa judía en el Estado Táchira (para el lector en general); un esquema conciso (para su uso en clases), una crítica teórica (para el historiador de arte) y una fuente de información para todo especialista en estudios judíos.






Sumario: שְׁמַע יִשְׂרָאֵל, Shemá Ysrael, 'Oye, Israel'…; 1. El arte ceremonial judío en el tiempo; 2. Arqueta o Tik (caja de cobertura del Sefer Torah) y puntero o yad; 3. El Arca Santa o Aron ha-Kodesh; 4. Cortina o velo (Parokhes o parojet); 5. Cenefa o Propiciatorio (Kapporet) del Arca Santa; 6. Bimá (Bimah) o estrado. Bibliografía.




1. El arte ceremonial judío en el tiempo

Cada comunidad de la diáspora judía, «El pueblo del Libro», profundizando en aspecto particulares de su propia cultura, alcanzó a producir una singularidad de obras de arte, con una forma distintiva en materiales y decoración, las cuales al estar dedicadas al uso litúrgico debían responder [Salmos/Tehillim 96 (95):6] en su hechura a un sentido de gloria y honra, a un hadar [del hebreo תִיק, gloria, esplendor]. 


Estas obras -en su orientación de objetos rituales cuidadosamente elaborados con materiales nobles, encerrando una profunda historia y densidad humana- quedaban separadas del uso común o profano y se reservaban al Altísimo. Así se había preceptuado desde los tiempos del Éxodo (hacia el 1250 antes de la Era común o AEC) como lo refiere la Escritura: «El Señor habló a Moisés diciendo: Di a los israelitas que reserven ofrendas para mí. Me reservarán la ofrenda de todo aquel a quien su corazón mueva. De ellos reservarás lo siguiente: oro, plata y bronce; púrpura violeta y escarlata, carmesí, lino fino, pieles de carnero teñidas de rojo, cueros finos, aceite para el alumbrado, aromas para el óleo de la unción y para el incienso aromático, maderas de acacia, piedras de ónice y piedras de engaste [...] Que vengan los artífices hábiles de entre ustedes [...Porque yo el Señor, soy tu Dios, que te ha sacado del país de Egipto, de la casa de servidumbre» (Éxodo/Shemot 20: 1-2; 25:1-9 y 35:4-10).   


1. Arqueta o Tik (caja de cobertura del Sefer Torah) y puntero o yad

A partir de su finalidad, materia y técnica, el tik [< Heb. תִיק, estuche; en el mundo clásico es identificado como θήκης theca, en griego, que significa caja, pasando al latín como capsa] de la sinagoga de San Cristóbal, por su marcado estilo oriental -corona con perfil de domo, y láminas o planchas de plata con repujado floral en ataujía o damasquinado- se corresponde con los trabajos artísticos realizados por maestros plateros judíos para el uso ritual de las comunidades que residían en el Mediterráneo y el Medio Oriente, desde Turquía hasta Siria e Irak, y en específico con las elaboradas, entre los siglos XV y primeras décadas del siglo XX, en la ciudad de Bagdad (Irak), lugar de una de las comunidades judías más antiguas e históricamente importantes del mundo, por cuanto databa desde el exilio de Babilonia (después del 587 AEC).







Arqueta o tik para guardar el Sefer Torah, puntero o yad y tres shofar (Josué/Yehoshua 6:4-5) instrumento litúrgico fabricado a partir del cuerno de un animal puro. Se utiliza en las ceremonias del Año Nuevo judío (Rosh Hashaná); en el Día del Perdón (Yom Kipur), durante el rezo general y al final del rezo de Neila, oración con la cual concluye el Yom Kipur (Foto: Bernardo Zinguer, 2016).


En este contexto o marco de linealidad histórica, es importante acotar y reconocer que el interés en la realización de trabajos de investigación que documentaran la presencia y el aporte de la comunidad judía en San Cristóbal, y en el Estado Táchira, fue iniciado por el Dr. Temístocles Salazar, profesor titular de la Universidad de Los Andes-Núcleo Táchira con sus investigaciones, y ha sido continuado por el abogado Bernardo Zinguer, miembro de la comunidad judía de San Cristóbal, quien está abocado en dar a conocer y mantener la memoria histórica de su comunidad así como la memoria y fidelidad a sus orígenes.


Según información suministrada por miembros de la comunidad de San Cristóbal y recopilada por el historiador Bernardo Zinguer, esta arqueta –de autor desconocido- perteneció al Sr. Aloheab Toledano, uno de los emigrantes judíos sefarditas [descendientes de los judíos expulsados de España en 1492, con costumbres particulares y una lengua propia denominada ladino o judeo-castellano antiguo] quien adquirió esta obra. La misma procedía de la ciudad portuaria de Esmirna-İzmir, en Turquía (cuyas sinagogas se habían cerrado, dispersándose sus comunidades [< Heb. Kehiles, קהילות, comunidades] a partir de 1920). 


A mediados de la década de los años trienta, del pasado siglo, el Sr. Toledano, al emigrar desde la ciudad de Safed (en el Mandato Británico de Palestina 1917-1948, actual Estado de Israel) luego de la masacre de judíos en Safed y Hebrón (1929), la trajo consigo a América y la donó a la sinagoga tachirense. Casado con Margarita Mamán, fueron los padres del eminente médico Dr. Aarón Toledado (Safed-Israel, 1926 / Caracas, 2010) cuya impronta de ciencia y humanidad marcó y dejó huella en varias generaciones de tachirenses. La sala de cirugía general y especializada del Hospital Central de la ciudad de San Cristóbal lleva su nombre.  



Detalle del minucioso trabajo de platería en la sección frontal superior de la arqueta o tik (Foto: Bernardo Zinguer, 2016).


No obstante, se conoce que el primer Sefer Torah que llegó al Estado Táchira, fue traído por las familias Zinguer, Zaidman y Cusnir, quienes emigraron de la Europa del Este en el año de 1927, del pasado siglo. El texto de las escrituras tenía una antigua cobertura o funda de tela noble, propia de la usanza religiosa-cultural askenazí [descendientes de las comunidades judías medievales establecidas a lo largo del río Rin, con costumbres particulares y una lengua propia denominada yidis o yiddish, con base en el alemán antiguo]. Ésta aún se conserva junto al Aron ha-Kodesh de la sinagoga de San Cristóbal.


El actual tik, consiste en un cilindro recto, estructurado en dos partes: un cuerpo (de 54 cm de altura x 17 cm de diámetro x 85 cm de circunferencia) y un domo o corona (de 36 cm de altura). Está realizado en madera –probablemente de acacia [nombre científico Acacia seyal], por el color que presenta en algunas partes expuestas de la albura-. Se encuentra dividido en dos secciones iguales para su abertura -del centro hacia los lados- incluyendo la parte superior del domo o corona.



Sección posterior de la arqueta o tik (Foto: Bernardo Zinguer, 2016).


Las secciones se unen por un par de bisagras, ubicadas en la sección posterior y presenta una cerradura frontal con un aro (superior) y un broche de gancho (inferior) en plata. Entre ambos se coloca el puntero para guía en la lectura de las escrituras (29 cm de longitud), igualmente de plata y con inscripciones.


El puntero, que cumple a su vez una segunda función como pasador de la arqueta, posee una inscripción. En reciente traducción realizada del hebreo antiguo por el rabino Isaac Benzaquén, la misma recuerda que este objeto ritual fue «Donado por Shua y su mujer Mía, hija de Metuká». Explicó el abogado Bernardo Zinguer que: Shua significa en castellano ‘Salvador’, Mía es un diminutivo de ‘María’ o ‘Miriam’ y Metuká, ‘Dulce’.


Toda la obra está recubierta con trabajadas láminas de plata, finas, adheridas a la madera por medio de tachuelas de cabeza plateada. El programa iconográfico u objetivo que surgió en la mente del artesano-platero, probablemente, era el de crear -con líneas incisas de dibujo y repujado- la misma ornamentación artística o complejos trazados simétricos presentes en una tela en brocado oriental, que semejara cubrir la arqueta.



Detalle de la sección posterior de la arqueta o tik. Se observa el trabajo de repujado y burilado así como partes de la madera cuyo color probablemente se corresponda con el de la madera de acacia (Foto: Bernardo Zinguer, 2016).


De seguida, ideó y elaboró el brocado en una red trenzada en romboides -semejando o evocando a los antiguos motivos textiles de las telas de seda de Damasco, entretejidas con oro o plata- donde el metal formaba en la cara superior flores o dibujos briscados.


La red o malla quedó conformado a partir del tejido, con trazos de alargadas ramas de olivo entre cordones (realizados en un trabajo de burilado o punzado con buril) que delimitan la figura geométrica del romboide, en cuyo centro realizó, en repujado, una figura de flor la cual, con probabilidad, representa a la mítica azucena o lirio de agua, del Medio Oriente, ya presente en la ornamentación del Templo de Salomón (1 Reyes/ Melajim 8:19), desde el 970 AEC. 


Sobre la parte superior del cuerpo del cilindro, y a manera de cornisa, el maestro platero colocó otro adorno floral semejante a almenas con una silueta aproximada -por igual- a la flor de la azucena o lirio de agua.


Dos bandas en plata, una en la base superior y otra en la base inferior del cilindro, poseen inscripciones repujadas, en hebreo antiguo, trabajadas independientemente de las láminas con el brocado y adheridas al kit por medio de tachuelas, rodean la arqueta o kit. Esta circunstancia podría permitir hacer una probable inferencia en cuanto al hecho que la arqueta, por la misma antigüedad observable en sus materiales, resulte una obra anterior a la fecha registrada en la epigrafía o inscripción superior.


Detalle de la sección inferior de la arqueta o tik y de la inscripción de donación (Foto: Bernardo Zinguer, 2016).


La inscripción superior, traducida al castellano del hebreo antiguo por el rabino Isaac Benzaquén, dice:


«Esta arqueta y el Sefer Torah que está dentro de él, sean mérito para el descanso del alma de Binyamin Shaúl Ben Itzjak ha-kohen (Benjamín Saúl hijo de Isaac el sacerdote) que su alma esté en el Gran Edén -el Paraíso- quien murió el día 4 Av (Menajem Av) del 5672».


La fecha del calendario citada equivale al 18 de julio de 1912 de la Era Común o EC. En la banda inferior, se encuentra una autorización rabínica para poder trasladar el Sefer Torah a cualquier lugar sin ninguna restricción, la cual establecía:


«Con el fin de mantener los derechos del propietario sobre el objeto: Los propietarios de esta Torá y sus representantes tienen permiso para quitarlo y colocarlo donde quiera que lo deseen».


La arqueta o tik estudiado, está coronada por un domo o cúpula (de 36 cm de altura) con perfil de arco realzado (o acebollado), responde al modelo de corona de los reyes sasánidas que gobernaron Irak y Persia (Irán) entre los años 226 y el 651 EC. Igualmente el domo fue recubierto con láminas de plata repujada que reproducen los mismos adornos florales del cilindro, y está rematado por una cresta de tipo linterna bulbosa de la cual penden –por medio de cadenillas de plata- diez campanillas cerradas y en forma de gotas, del mismo metal. 


Las secciones interiores del domo o corona, las cuales quedan expuestas al abrirse la arqueta, están recubiertas con materiales contemporáneos y contienen, en tinta negra, inscripciones en hebreo moderno. En traducción realizada por el Moré David Chocrón (2016), resultan en dos oraciones tradicionales de bendición, previas a la lectura o estudio de la Torá, y tienen como objetivo elevar la mente de quien abre el Sefer Torah y las recita, hacia una acción de gracias al Altísimo


Lado derecho de la arqueta, izquierdo del observador, «Bendito eres Tú HaShem [< Heb. האשם, El Señor] nuestro Dios Rey del Universo, que nos eligió entre todos los pueblos y nos dio la Ley»Lado izquierdo de la arqueta, derecho del observador «Bendito Tú HaShem nuestro Dios Rey del Universo, que nos dio Ley verdadera y vida eterna implantó dentro de nosotros. Bendito Tú HaShem que nos diste la Ley».


En el exterior de la obra, de los lados del domo, sobresalen y destacan dos barras o varillas de madera (de 25 cm cada una) recubiertas por láminas de plata exenta, que finalizan en dos figuras bulbosas, de arco realzado oriental (acebollado).


Detalle de la sección superior y corona de la arqueta o tik (Foto: Bernardo Zinguer, 2016).

El estado de conservación de la arqueta es bueno por cuanto no presenta problemas estructurales ni pérdida considerable del material original, si bien ya se observan leves levantamientos en las láminas de plata inferiores, debido al desprendimiento de algunas de las tachuelas originales o su sustitución por clavos metálicos convencionales. En cuanto a su lustre, está opacado por una película o ennegrecimiento de la plata producto del sulfurado natural de este metal al contacto con partículas de azufre, presentes en el aire. 


El significado o simbología representada en esta artística obra, denota como la arqueta o tik con corona o domo [< Heb. כתר, keter o atarah], resulta en un objeto ritual (tanto para las comunidades religiosas de cultura askenazí y de cultura sefardí), y sólo puede ser entendida como el resumen -en secuencia esencial- del pasado del pueblo de Israel.


El tik reproduce o evoca a su vez, a los antiguos utensilios, ritos y ceremonias que se realizaban, primero en la tienda de la Alianza o del Convenio (Éxodo/Shemot, 25-31; 35-40), durante la estadía en el desierto, luego en el período de los Jueces (Samuel/Shmuel 3:3) y de los Reyes –hasta llegar al reinado de Salomón (1 Reyes/Melajim, 6-7; 2 Crónicas/Drivei Hayamim, 2-4)- y por último, en los servicios levíticos del primero y segundo Templo de Jerusalén, destruido en el año 70 EC.


El relieve historiado, en mármol griego o pentélico, del Arco de Tito en la Vía Sacra, construido por el emperador Domiciano en el año 81, permanece como único testimonio gráfico de la entrada triunfal a Roma de los ejércitos de Tito, su hermano, portando la Menorah o candelabro de siete brazos (Éxodo/Shemot 25:31-40), la mesa de los panes de la Presencia, las trompetas, el velo que protegía el lugar Santo de los Santos –que Tito conservó en su palacio- y los vasos litúrgicos del Templo, como trofeos de guerra. Por igual, Tito y Vespaciano emitieron -como señal de triunfo- una moneda (denarios y seistercios) con la inscripción en el reverso y en exergo: «IVDEA CAPTA» [Judea Cautiva]”. A partir del año 70, los ritos y ceremonias que se realizaban en el Templo pasaron a ser conmemoradas por cada comunidad judía, en las sinagogas [< Heb. בית כנסת‎‎, Bet Kenesset, 'Casa de la asamblea' o בית תפילה, Bet Tefila, 'Casa de oración'].



Desde este contexto histórico-religioso, es posible comprender la distribución de estos objetos rituales muebles e inmuebles –como lo elaborado de su ornamentación- en una sinagoga o espacio arquitectónico habilitado para dicha función, por cuanto la misma tradición religiosa hebrea desde la época del primer destierro en Babilonia (luego del año 587 AEC) parte del concepto de sinagoga como la réplica del Templo de Jerusalén –sin reemplazarlo-, a escala menor o como un «Santuario menor» (Ezequiel/Yejeskel 11:16-20) para cada comunidad judía, durante su ausencia  de la tierra de Israel, como lamentaba el salmista «¡Jerusalén, si yo de ti me olvido!» (Salmos/Tehillim 137 (136):5).


Por ello, la función litúrgica y primordial del tik –depositado a su vez en el Arca santa o Aron ha-Kodesh- reside en la de servir de protección o cubierta al Libro de la Ley o Sefer Torah (los cinco libros de Moisés, conocidos en Occidente por la palabra griega Pentateujos que derivó en la palabra latina y castellana de Pentateuco), el objeto más sagrado en la tradición religiosa judía, que permanece guardado en su interior. 


Haciendo una paráfrasis del Talmud de Jerusalén o Talmud del Oeste (compilado entre el año 400 y 500 EC), el sentido de estas escrituras para toda comunidad judía queda resumido en la expresión: ‘La Ley (o la Torá) es el corazón de la comunicación del Altísimo con su pueblo, el pueblo que Él eligió, Israel’. De allí derivó el precepto deuteronómico: «Estos mandamientos que hoy te entrego deberán ser guardados en tu corazón; los repetirás a tus hijos, y hablarás de ellos bajo el techo y al aire libre, al acostarte y al levantarte. Únelos como un signo a la mano y úsalos como una filacteria sobre la frente; escríbelos sobre las puertas de tu hogar y en las entradas de tu casa» (Deuteronomio/Devarim 6: 1-13).   
  

Arqueta o tik abierto y dentro el rollo del Sefer Torah (Foto: Ernesto Monje, 2016).


Asimismo, y por cuanto las observaciones hebraicas sobre la pureza de los objetos rituales son numerosas, estrictas y complejas, se conoce que, a principios del año 1980, en una inspección ritual periódica de los textos sagrados, un rabino observó que el rollo de la Torá de la ciudad de San Cristóbal, estaba pasul [< Heb.פָּסוּל, inválido], debido a una letra corrida, bien por humedad o bien por un manchón o corrimiento posterior de la tinta, dada la antigüedad del pergamino. Ante esta situación, los señores Lcdo. Saúl Zinguer y Moshé Espiedra, acordaron adquirir un nuevo texto sagrado para los ritos de la comunidad –el de uso actual-, siendo comprado en New York a un costo de 5.000$ y donado a la comunidad judía de San Cristóbal.


El libro está elaborado en una vitela o pergamino que se prepara con un cuidado especial especial, a partir del cuero de un animal con señales de pureza según la Torá –que posea pezuñas partidas y hendidas y que sea rumiante- y cuyo manuscrito es realizado por un escriba, que recibe el nombre de «escriba especialista» o cualificado [< Heb. סופר סתם, sofer stam] en la copia de textos sagrados, según las leyes rituales de pureza [< Heb. טהור, tahor, o כשרות, kashrut, correcto o apropiado]. Todo escriba emplea aproximadamente un año en transcribir los cinco libros (Bereshit/Génesis; Shemot/Éxodo; Vayikra/Levítico; Bamidbar/Números y Devarim/Deuteronomio).


Rollo con el manuscrito del Sefer Torah (Foto: Ernesto Monje, 2016).


De ese carácter sagrado del texto, ha derivado un estricto rito litúrgico que prescribe como, en presencia de un rollo con el manuscrito de la Ley o Torá [< Heb. ha-Torah, la Ley], todo judío varón deben llevar la cabeza cubierta, en señal de respeto a la santidad de la misma, por cuanto las palabras que contiene, fueron originalmente escritas por el dedo del Altísimo y entregados a Moisés en el monte Sinaí (Éxodo/Shemot, 31:18).


La vitela o pergamino sobre el cual está escrita la Ley, se cose en una única superficie y se cierra por medio de un enrollado, usando dos varillas o rodillos de madera con asas, denominadas cada una ‘Árbol de la vida’ [< Heb. עץ חיים, etz hayyim; atzei hayyim, en plural] (imagen tomada del libro de los Proverbios/Mishlei 3:18 al comparar a la sabiduría de la Ley con un árbol de la vida).


Estas dos varillas, recubiertas por láminas de plata, son las formas o remates que sobresalen a los lados del domo que corona el tik y son conocidas como tapujim [< Heb. תפוחים, manzanas] o rimmonim [< Heb. רימונים, granadas], uno de los adornos salomónicos que recubrían, en bronce, las paredes internas del Templo de Jerusalén (1 Reyes/Melajim 8:18) así como una de las siete especies de la tierra prometida de Israel (junto al trigo y la cebada; viñas e higueras; olivares y miel, Deuteronomio/Deuteronomio/Devarim 8:7-9).


Las campanillas que penden de los rimmonim, denominadas pa’amonim [< Heb. פעמונים, campanas], como las que se encuentran en la cresta del domo o corona y adornan los rollos de las Sagradas Escrituras, a través de su sonido, cumplen la función de recordar a la asamblea congregada en la sinagoga, al oír el campanilleo, la obligación de levantarse y permanecer de pie ante el paso de la Ley, cuando esta es trasladada para su lectura. 


Estos instrumentos sonoros tiene un origen inspirado en la época del Éxodo, en elaboración de los ornamentos del Sumo Sacerdote, en específico el manto: «En el ruedo inferior del manto hicieron granadas de púrpura violeta y escarlata, de carmesí y lino fino torzal./Hicieron campanillas de oro puro, colocándolas entre las granadas, en todo el ruedo. Una campanilla y una granada, alternaban con otra campanilla y otra granada, en el ruedo inferior del manto. Servía para oficiar como el Señor había ordenado a Moisés» (Éxodo/Shemot 39: 24-26). 


El puntero de plata o indicador de la Torá, es denominado yad [< Heb. יד, mano‎‎; yadayim, en plural], por cuanto en la mayoría de los casos contiene o finaliza en  una mano con el dedo índice levantado y los demás cerrados. Cumple la función ritual de permitir la lectura guiada de los manuscritos en el rollo, sin tocar las letras y el pergamino, dado que está acción –durante la lectura- está prohibida para todo judío, según los eruditos piadosos.



Puntero o yad de la Sinagoga de San Cristóbal, con inscripción de donación (Foto: Ernesto Monje, 2016).



3. El Arca Santa o Aron ha-Kodesh

Es un mueble-armario, conformado por paneles de madera de caoba (96 de altura x 52 de profundidad, 1,10 cm de longitud y un grosor de 2,5 cm de cada tablón). Con acabado a pulimento y talla, está compuesto a su vez por dos armarios separados (la altura total del mueble, unidos los dos armarios, es de 2,37 m) y su ubicación, adosado a una de las paredes orientales de la casa donde se conserva, cumple con el precepto talmúdico de ubicación ritual y permite a la asamblea dirigir sus oraciones hacia la ciudad santa de Jerusalén. Como es recordado por el salmista hacia el año 430 AEC: «Me inclinaré y te reverenciaré hacia tu santo templo, Señor, y daré gracias a tu santo nombre, por tu misericordia y verdad» (Salmos/Tehillim 137 (138):2).


Arca santa o Aron-Kodesh de la Sinagoga de San Cristóbal (Foto: Ernesto Monje, 2016).

El mueble superior se corresponde con el denominado Aron-Kodesh [< Heb. אָרוֹן קׄדֶשׁ] propiamente, que significa ‘el Arca santa’. En la tradición sefardí se le conoce como Hejal [< Heb. היכל], significando ‘el Santuario’. Así, este objeto ritual resulta en la representación simbólica del Sanctasanctórum [< Heb. Kodesh ha-Kodashim, el Santo de los santos], o el espacio donde reposaba el Arca de la Alianza, que contenía las tablas de piedra del pacto o del convenio, primero en el tabernáculo y luego en el Templo de Jerusalén.


Está coronado o rematado a su vez por un grupo escultórico, cuidadosamente tallado en madera de caoba que representa a la «Corona de la Ley» [< Heb. kesser Torah o keter Torah], conformada por las figuras del libro, abierto, de la Ley –con los mandamientos escritos en letras hebreas doradas- (16, 5 de longitud x 51,2 cm de altura) sostenido por dos leones heráldicos rampantes (39 cm de altura cada uno) que en la tradición judía simbolizan la fuerza del altar del Altísimo, descrito por Ezequiel (Ezequiel/Yejeskel, 41:21-23) y como Ariel (el León de Dios) por Isaías (Isaías/Yeshayahu, 29:1). El león ha sido asociado en la tradición judaica, por igual, como símbolo de la Casa de Judá y de la ciudad santa de Jerusalén. 



Detalle de la sección superior del Arca Santa o Aron-Kodesh y del trabajo en talla de caoba, del grupo escultórico denominado «Corona de la Torá» (Foto: Bernardo Zinguer, 2016).


Sobre el libro  se encuentra una corona real calada (de 49 de longitud x 16,51 cm de altura), de cinco diademas. En lo iconográfico, y según diversas y antiguas tradiciones, puede ser la representación simbólica de la gloria del Altísimo [< Heb. shekhinah, שכינה, permanecer] (2 Crónicas/Drivei Hayamim 5:11-14), la cual –según las Escrituras- permanecía día y noche, y radiante, sobre el Arca de la Alianza que contenía las tablas del Pacto, en el primer templo, hasta su destrucción por el ejército babilónico bajo el comando del rey caldeo Nabucodonosor II, quien arrasó Jerusalén en el año 587 AEC. Asimismo, la Mishná refiere la existencia de tres coronas simbólicas -que fueron reproducidas en el arte ceremonial judío-: la corona de la Torá; la corona del Kehunah (o del Sumo Sacerdote, con la inscripción «Consagrado al Señor» [< Heb. קדש ליהוה, qodesh le-Adonai]) y la corona de la Realeza (Mishná, Avos 4:13).


El armario está cerrado frontalmente por dos batientes de madera, enmarcados a su vez en dos alargadas y torneadas columnas en madera de caoba (en una altura de 1,13 y éntasis de 13 cm) con acabado a pulimento, volúmenes cilíndricos, curvatura variable y remates semiesféricos o semejante a pomos torneados, sobre la cornisa. Están exentas y molduradas en balaustre barroco, con basa y capitel toscano, acanaladuras en la sección superior del fuste y pronunciado éntasis. 


Arca Santa o Aron-Kodesh de la Sinagoga de San Cristóbal, hacia 1970 (Foto: Bernardo Zinguer, 2016).


Las mismas evocan a las columnas, aisladas y monumentales que ordenó construir Salomón (1 Reyes/Melajim 7:21 y 2 Crónicas/Drivei Hayamim 3:17), en bronce, a la entrada o frontispicio del templo, llamadas Yaquín (la de la derecha) y Boaz (la de la izquierda) [en hebreo Yachin u-Voazk]. En una lectura ceñida al texto de la Escritura, no se dice sobre el origen de estos nombres o simbología, y no quedan registros epigráficos o fuentes documentales de la época que lo expliquen -halladas hasta el presente-, en consecuencia cualquier interpretación sobre el simbolismo de estas columnas se reduce a una cuestión de especulación. Por ello, no existe un concenso entre los investigadores y especialistas sobre su significado.


A partir de datos recopilados por el historiador de la comunidad judía de San Cristóbal, el abogado Bernardo Zinguer, se conoce que el mueble ritual o Arca santa de la sinagoga de San Cristóbal, -en su estructura, tallado y armazón- fue encargado a principios de la década de los años cincuenta del pasado siglo, a un ebanista-tallista que conocía perfectamente su oficio: Don Ceferino Bilbao Echederra, vasco, de Bermeo-Vizcaya/Bizkaia (nacido en 1903), quien llegó a San Cristóbal, en 1939, con otro grupo de vascos exiliados luego de la fratricida Guerra Civil Española (1936-1939). Por igual, Ceferino Bilbao es el autor del artístico tallado de las puertas de la antigua Escuela de Artes y Oficios del Estado Táchira, luego sede del Liceo «Alberto Adriani» y actual sede de la Fototeca y Escuela de Teatro del Estado.


En este contexto, el historiador Bernardo Zinguer, a través de sus investigaciones hemerográficas, pudo precisar que, para 1954, Don Ceferino Bilbao poseía un establecimiento comercial denominado "Mueblería y Ebanistería Bilbao", el cual se encontraba en la antigua esquina de la carrera 6 con calle 3, del centro de San Cristóbal.


En cuanto al estudio artístico del mueble inferior, éste se corresponde con un armario rectangular (1,30 de longitud x 87 de altura y 54 cm de fondo), igualmente en madera de caoba, con dos batientes, en el cual se guardan los libros de oraciones y preceptos que rigen a la comunidad judía de San Cristóbal.


4. Cortina o velo (Parokhes o parojet)

En la apreciación del rabino Isaac Benzaquén, en su más reciente visita a la ciudad de San Cristóbal, al ser consultado por el historiador de la comunidad, el velo o cortina ritual que recubre las puertas frontales del Aron ha-Kodesh, denominada parokhes o parojet, resulta un trabajo más antiguo por cuanto las figuras presentes en el velo, pudieron servir de inspiración para las figuras que coronan el armario del Arca santa.  En lo representativo, esta tela evoca o simboliza el velo que separaba el lugar santo del lugar santísimo en el tabernáculo y en el Templo de Jerusalén (Éxodo/Shemot 27: 31:33 y 40:21).

 

Velo o parojet que cubre el Arca Santa o Aron-Kodesh (Foto: Ernesto Monje, 2016).


El velo o parojet de la sinagoga de San Cristóbal (de 1,85 x 1,35 m), pende, por medio de aros de bronce, de una varilla transversal metálica fijada en sus extremos sobre los capiteles de las columnas. Está elaborado en dos pesados paños -sin costuras- de tela, unidos por un fleco con canutillos en oro, siendo una obra salida de la artesanía manufacturera israelí de la primera mitad del siglo XX. El frontal es de terciopelo púrpura violeta, con relieves en bordadura, y el envés, liso y de lino carmesí o gránate.


Sobre la tela exterior, en su centro, fue bordado un grupo de figuras que representan a la «Corona de la Ley» [< Heb. Kesser Torah o Keter Torah, תןךה בתך] conformada por las dos tablas de lajas de piedra  o las «Tablas del Pacto» [< Heb. לוחות הברית, Luchot ha-Brit], conteniendo las primeras palabras –de derecha a izquierda- de los diez mandamientos [< Heb. Asereth ha-D'bharîm] y los elementos iconográficos que las rodean. 
  

En la primera tabla se observan los preceptos de piedad y en la segunda los de las prohibiciones, la cuales comienzan con la palabra אל, que significa «no».


A cada lado de la corona (de derecha a izquierda del observador), bordadas en hilo de oro y caracteres hebreos, se encuentra la inscripción: «Corona» [< Heb. בתך] y «de la Ley o Torá» [< Heb. Torá o Torah, תןךה].


Las tablas están sostenidas por dos leones heráldicos (rampantes) símbolo -explicado con anterioridad- de la fuerza del altar del Altísimo, en el Templo de Jerusalén [< Heb. Beis ha-Mikdash, בית המקדש, descrito por Ezequiel (Ezequiel/Yejeskel, 43:15) y denominado Ariel (el León de Dios) por Isaías (Isaías/Yeshayahu, 29:1). Sobre las tablas de piedra y los leones, se encuentra una corona real con bonete, cerrada, símbolo de la gloria del Altísimo.


Al pie del grupo de figuras se trazó el «Escudo de David» [< Heb. Magen David, מגן דוד], conocido también como la Estrella de David, conformada por una figura poligonal (de seis puntas o dos triángulos equiláteros superpuestos) sobre dos ramas de olivo entrelazadas. El origen y símbolo de esta figura geométrica no es preciso. Antiguas tradiciones rabínicas lo relacionan como el emblema que portaban en su centro los escudos grandes y pequeños que pertenecía al rey David y se conservaban «En la Casa del Señor» (Crónicas/Drivei Hayamim, 23:9). Otras versiones, tienden a asignarle un significado más de carácter simbólico, la memoria de la protección eterna del Señor sobre el pueblo de Israel, prometida a Abraham: «No temas, Abram. Yo soy para ti un escudo. Tu premio será muy grande» (Génesis/Shemot, 15:1).   


Asimismo, otras antiguas tradiciones o rituales judíos preceptuaban correr la cortina hacia la derecha (de izquierda a derecha) al momento de abrir el Arca Santa o Aron ha-Kodesh.


5. Cenefa o Propiciatorio (Kapporet) del Arca Santa

Cubriendo la parte superior del Arca Santa o Aron ha-Kodesh, sobre el parojet, se encuentra una cenefa, elaborada en el mismo material que el velo o cortina. La misma está realzada visualmente por un amplio fleco de canutillos de oro. 


Cenefa o Propiciatorio del Arca Santa, Kapporet. Se aprecia el tallado de la sección superior de las columnas  (Foto: Ernesto Monje, 2016).


Esta cenefa simboliza el propiciatorio o la cubierta dorada del Arca de la Alianza (Éxodo/Shemot 25:17-21). Su uso se extendió entre las comunidades judías de la Europa central, a partir del siglo XVII. Posee tres ornamentos: un ánfora con lirios del valle [figura inspirada en un pasaje del Cantar de los Cantares/Shir Ha-Shirim 2:1-2] y dos escudos o estrellas de David, laureadas.


6. Bimá (Bimah) o estrado

Conocido como rostrum, almemor o melemmer, la palabra bimá o bimah [< Heb. הבימה] significa estrado o espacio elevado, y en el hebreo sefardí o ladino, se denomina tebá. Es un mueble-podio elaborado (de 1 metro de altura x 1 metro de longitud y 70 cm de profundidad) en madera de caoba, sin pulimento, y rematado en tres de sus lados superiores por una serie de balaustres torneados barrocos, unidos por un barandal corrido de madera, adintelado en la sección posterior y con una curvatura de segmento senoide en los laterales. Los tres barandales están rematados -en los cuatro ángulos- por torneados pomos ornamentales.


La bimá se ubica, por lo general, en medio de la sinagoga o asamblea, como lo estaba el altar de los sacrificios en el Templo de Jerusalén (Éxodo/Shemot 27: 1-8). Desde este mueble se da lectura a la Torá y, por igual, algunas de las plegarias y oraciones son conducidas desde allí. 


Ha sido recubierta con un tapete especial en tela, de color púrpura violeta, para honrar a la sagrada escritura que se lee sobre él. Para la lectura o canto-responso de la Ley, por lo general, el tik o arqueta es colocado, abierto, sobre la bimá, sin sacar los rollos.

La primera referencia que hacen los escribas hebreos sobre el uso de este tipo de estrado, bimá o bimah data de la época del primer templo (hacia el 970 AEC), cuando Salomón ordenó construir -en el atrio del mismo- un estrado en bronce de cinco codos de largo, por cinco codos de ancho y tres codos de alto, y desde allí, arrodillado, consagró el templo al Altísimo (2 Crónicas/Drivei Hayamim, 6: 13-14). Este estrado luego fue conocido como «Estrado de los levitas» (Nehemías/Ezra Venejemia 9: 4).  

Hacia el 350 AEC, se conoce por igual el uso de un estrado o bimá en madera, para la lectura de la Ley. Según Nehemías: «En el séptimo mes todo el pueblo se reunió como un solo hombre en la plaza que se encuentra frente a la Puerta del Agua, en Jerusalén, y pidieron a Esdras que trajera el libro de la Ley de Moisés, que el Señor había dado a Israel. Esdras trajo la Ley ante la asamblea, en que se mezclaban hombres y mujeres, y todos los niños que podían entender lo que se iba a leer. Era el primer día del séptimo mes. Esdras leyó en el libro, ante todos ellos, desde la mañana hasta el mediodía, en la plaza que está enfrente de la Puerta del Agua; y todos los oídos estaban pendientes del libro de la Ley. El escriba Esdras estaba de pie sobre un estrado de madera levantado para esta ocasión [...] y abrió el libro a la vista de todo el pueblo, pues estaba en un lugar más alto que ellos, y, cuando lo abrió, el pueblo entero se puso de pie y Esdras leyó en el Libro de la Ley del Altísimo, aclarando e interpretando el sentido para que comprendieran la lectura» (Nehemías/Ezra Venejemia 8: 4-8).



Bimá o estrado de la Sinagoga de San Cristóbal, en una ceremonia de Bar Mitzvah (expresión hebrea que significa "Hijo de los mandamientos"); ritual por medio del cual el joven judío, al alcanzar la edad de trece años, asume ante su comunidad una total responsabilidad por su conducta moral y espiritual. Imagen que data del año 1970 aproximadamente (Foto: Bernardo Zinguer, 2016).



Ceremonia de Bar Mitzvah, hacia 1970. El joven porta el primer Sefer Torah que llegó al Estado Táchira, cuya forma y revestimiento pertenece a la usanza cultural judía askenazí (Foto: Bernardo Zinguer, 2016).


7. Vasos para la bendición o santificación (kiddush)

La comunidad judía de San Cristóbal, guardó entre sus propiedades, una serie de vasos de plata conocidos como vasos para el kiddush (palabra derivada del hebreo קידוש, que significa ‘santificación’). De estos antiguos vasos, sólo se conservan tres: uno mayor (sobre el cual fueron recitadas, desde fines del siglo XIX, las palabras de bendición: «וַיְהִי עֶרֶב וַיְהִי בֹקֶר יוֹם הַשִּׁשִּׁי׃ / y el sexto día, los cielos y la tierra y todo lo que en ellos habita fueron completados [...] Bendito sea el Señor, Rey del Universo, creador del fruto de la vid») y dos menores, en los cuales se distribuía el vino a partir del vaso mayor, entre los integrantes de la familia o de la comunidad, durante la cena de celebración de las vísperas del día de descanso, el sábado. Por igual, hasta la fecha, se desconocen los nombres de los donantes o año de llegada.


Vasos Kiddush de la comunidad judía de San Cristóbal (Foto: Bernardo Zinguer, 2017).

El denominado vaso mayor, es una pieza modelada y martillada en plata de Ley (900). Su altura es de 7 cm, con un diámetro superior o borde de 6 cm y un diámetro menor o base de 4 cm. Los vasos menores tienen una altura de 3,5 cm y unos diámetros de 3 cm y 2 cm, respectivamente. El estado de conservación de los mismos es óptimo para el vaso mayor y de un considerable desgaste de la superficie exterior, para los menores.


Sección inferior o base con marca del platero, año y ciudad de fabricación del vaso mayor (Foto: Bernardo Zinguer, 2017).

Las marcas de platero fueron grabadas con punzón de estampar letras y cifras sobre la pesada y sólida plata. Dichas marcas nos indican encontramos  frente a tres obras de orfebrería del estilo imperial ruso. Las marcas con las letras И Л pertenecen a los trabajos del orfebre judío Itska Lozinsky, de la ciudad de Moscú; el número 84 en el grabado indica el código de identificación asignado a este platero moscovita; y el sello con figura, representa la heráldica del escudo de armas de la ciudad de Moscú.


Sección frontal del vaso mayor con el grabado de la Sinagoga Coral de Moscú (Rusia) para el año 1888 (Foto: Bernardo Zinguer, 2017). 

La presencia de un grabado, sobre las cifras el año de elaboración 1888, con las letras mayúsculas rusas A·Р, abreviatura de ‘Alejandro Romanov’, permite identificar por igual que fueron realizadas bajo el reinado del Zar Alejandro III (1845-1894). Así, estos vasos resultan piezas raras en la historia del arte, difíciles de encontrar –dado el expolio y destrucción de los mismos a través del tiempo-, por cuanto se elaboraron como piezas conmemorativas de la inauguración de la sinagoga de Moscú, conocida como ‘Sinagoga Coral de Moscú’, la principal de toda Rusia.

La construcción de la edificación se inició por iniciativa de la comunidad judía moscovita en 1881 y fue concluida en 1888, reformándose en los años siguientes. De allí que el artesano platero grabara, en decoración incisa, corrida y punteada, la forma arquitectónica de la sinagoga y su domo original, entre ornamentos conformados por lacerías (formas de lazos, entrelazados con patrón romano-bizantino) y atauriques (formas vegetales), cuyos orígenes se encuentra en el arte bizantino.      


Sección lateral del vaso mayor con ornamentos de lacería y atauriques, propios del estilo imperial ruso (Foto: Bernardo Zinguer, 2017).


En cuanto a la función religiosa de los vasos, los cuales por su origen debieron utilizarse según la costumbre askenazí, está asociada con las celebraciones del shabbat (sábado) y otras festividades del calendario judío. La cena familiar o comunitaria, del viernes en la noche, vísperas del shabbat, se inicia con la entonación de una bendición, por parte de quien preside la mesa, en tono ceremonial bajo, sobre la copa o vaso mayor de vino, el cual luego se vierte en los vasos pequeños para todos los asistentes.

Así, muchas familias judías tanto de Israel como de la Diáspora, conservaban un vaso o copa especial -o juego de vasos- los cuales eran destinados a este propósito, o eran donados para el servicio de la comunidad. Los mismos permanecían y se cuidaban como una reliquia transmitida a través de generaciones; como símbolo de esa vinculación e identidad, de sentido de pertenencia al pueblo del libro, el pueblo elegido.


Sección posterior del vaso mayor con cartela para epigrafía, lacería y atauriques (Foto: Bernardo Zinguer, 2017).

La tradición rabínica, siguiendo los preceptos de la Escritura, enseñó el respeto y forma de celebración del ‘oleg shabbat’, que significa ‘el deleite del sábado’, según lo profetizó Isaías/Yeshayahu (58:13): «[…] y llamarás al día de reposo delicia, al día santo del Altísimo», convirtiéndose, el ‘oleg shabbat’, en el centro de todos los rituales de las vísperas del sábado (de la noche del viernes).

Por ello, la cena de conmemoración resulta en una manifestación de gran alegría, siendo acompañada con vino. La oración de bendición o santificación (kiddush) es recitada sobre la copa de vino, en la mesa servida. Su contenido, ya sea vino o jugo de uva debidamente preparado según las leyes de pureza, se consume en pequeñas cantidades y es de obligatoriedad religiosa su presencia en la mesa, asociándose en varias tradiciones judías con lo expresado en el Cantar de los Cantares: «¡grato en verdad es tu amor, más dulce que el vino» (1,2). Algunas familias acostumbran a oír recitar el kiddush de pie y otras sentadas. El vaso mayor, o copa, debe ser llenado hasta su borde y por ser un objeto consagrado al servicio religioso, se elaboraba en metales preciosos, debidamente ornamentado.



Vaso mayor y vasos menores (Foto: Bernardo Zinguer, 2017).


Todos los objetos valiosos que fueron descritos en el presente estudio, como reliquias, arte, historia y propiedad de la comunidad judía de San Cristóbal, permanecerán bajo el buen resguardo de la familia Cusnir, en la persona de la Dra. Ingrid Cusnir de Pernía.




Bibliografía


Baskind, Samantha and Silver, Larry, Jewish Art, A Modern History, Reaktion Books, 2011; Calderón C. Carlos, «Del ‘Cuba’ la Escuela de Artes y Oficios del Táchira», Diario Deia, Bilbao, Vizcaya/Bizkaia, miércoles 29 de abril de 2015; Danby, Herbert, The Mishnah, translated from Hebrew with introduction and brief explanatory notes, Hendrickson Publisher, Massachusetts, 2011; ; Escuela Bíblica de Jerusalén, Biblia de Jerusalén, Desclee de Brouer, Bilbao, 1976; Johnson, Paul, A History of the Jews, Weidenfeld and Nicolson, 1987; Patai Raphael and Haya Bar-Itzhak, Encyclopedia of Jewish Folklore and Traditions, volumen 2, 2013; The Talmud de Jerusalem, preface by Dagobert D. Runes, Citadel, 2007; Shemuʼel Pinas Gelbard, Rite and Reason: 1050 customs and their sources, translated by R. Nachman Bulman, Jerusalem, 1998; Kinga Frojimovics, Géza Komoróczy, Jewish Budapest: Monuments, Rites, History, Budapest, 1999; Zinguer, Bernardo, "Aarón Toledano, destacado médico judío tachirense" en Bernardo Zinguer Blog Personal (https://elblogdebjzinguerdelgado.blogspot.com/2016_12_01_archive.html. Fecha de publicación, 3 de diciembre de 2016); Entrevistas: Lcdo. Saúl José Zinguer Cusnir y Abog. Bernardo Zinguer (24 de noviembre de 2016); Traducciones del hebreo antiguo y moderno: Rabino Isaac Benzaquén y Moré David Chocrón, 4 de diciembre de 2016.



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Acerca del autor

Samir A. Sánchez es profesor de Historia del Arte y Métodos de Investigación en la Universidad Católica del Táchira (San Cristóbal - Venezuela). Es autor, entre otras publicaciones, de San Cristóbal Urbs quadrata (2003), Mors Memoriæ o la Extinción de la memoria (2011) y Diccionario de topónimos históricos del Estado Táchira: siglos XVI a XIX (2018).



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