lunes, 21 de enero de 2013

Relicario de Santa Leocadia, V. M. y Santa Adela | Ostensory-reliquary of Saint Leocadia, V. M and Saint Adelaide/Lobatera - Estado Táchira - Venezuela




Foto: Darío Hurtado, 2013

Sanctissimae Leocadiae
Quac vana terra despuens
Ad regna coeli transiit,
Abite pessum vana mundi gaudia,
Opes caducae, luculenta praedia
Fasces honores, blandimenta noxia.

(Antiguo himno mozárabe en honor a Santa Leocadia, de la Iglesia toledana)






Agradecimiento especial a la Dra. Gracia Vivas Terán, por permitir el acceso a los documentos antiguos familiares y a Darío Hurtado Cárdenas, por su trabajo especializado de fotografía.



Figura 1.   Relicario (ex ossibus) de Santa Leocadia V. M. y Santa Adela,
             
Altura: 35 cm
Bronce sobredorado
«Auténtica» expedida por el Obispo de Asis (Italia) Mons. Giuseppi Placido Nicolini, hacia  1930
Iglesia parroquial de Lobatera (Estado Táchira - Venezuela)
Estilo: neobarroco
Fotos: Darío Hurtado, 2013. 



Santa Leocadia de Toledo. Talla en madera policromada, elaborada en Barcelona (Cataluña - España), por el escultor Francisco Vila y Roqué, a principios del siglo XX, pertenece a la escuela catalana de imaginería sacra, especializada en el naturalismo hacia fines del siglo XIX y que tiene sus inicios en la Escuela de arte de Olot (Gerona) y que se encuentra en Lobatera. El aspecto naturalista empleado por el autor, se puede apreciar especialmente en los ropajes que se corresponden con los vestidos de una dama romana de la época en la cual vivió Santa Leocadia: una túnica interior (visible sólo a través de las bocamangas); un vestido adornado en oro con estola de color turquesa claro (callainus); una palla o mantón cuadrado rojo ribeteado en estofado de pan de oro y un velo blanco. En la imagen fotográfica, si bien ya no se puede apreciar la policromía original de la talla así como la antigua técnica de la pintura al óleo en madera con terminación a pulimento y barnizado que tuvo, para lograr un color natural de la tez, la nueva policromía realizada debido a los daños ocasionados a la imagen, luego de los destrozos del 17 de agosto de 2006 por un fanático religioso, aún deja translucir la calidad y rigidez de la madera noble empleada para la obra. La restauración de esta imagen se logró gracias al aporte económico de la familia Vivas Terán (sobrinos del Dr. Ezequiel Vivas Sánchez, representados por la Dra. Gracia Josefina Vivas Terán) Foto: Samir Sánchez, 2006.


Santa Leocadia de Toledo. Talla en madera policromada original (antes de la aplicación de la nueva policromía que modificó a la original), como quedó luego de los destrozos del 17 de agosto de 2006, ocurridos en la Iglesia parroquial de Lobatera. Se puede observar aún en la imagen de Santa Leocadia la antigua técnica del encarnado a pulimento, la cual se lograba al reproducir las encarnaciones y los cabellos aplicando sobre la madera tallada de una capa delgada de de yeso muy fino. Sobre este se aplicaban distintas capas de pintura al óleo (especialmente pigmentos con aceite) a través de sucesivas veladuras que permiten reproducir precisos detalles anatómicos. Para el acabado a pulimento, una vez seco el óleo, era obtenido por el artesano al lograr un brillo cerúleo en el rostro y manos de la imagen mediante el frotado con piel de badana. Esta antigua técnica se perdió en la restauración, cuando toda la policromía se llevó a mate. Asimismo se perdió la antigua técnica del estofado original y diseños de los dibujos decorativos en pan de oro de los ribetes de la túnica y manto, cuyas líneas maestras estaban perforadas con un punzón, que se observa en la fotografía. El rajado o esgrafiado de la pintura original, hecha con un punzón de madera, de hueso o metálico, permitía liberar las láminas doradas subyacente hasta lograr simular cuidadas formas de encajes o tejido ornamental transparente ornamentado con bordados, con un acabado final con aplicaciones a punta de pincel ((Foto: Samir Sánchez, 2006).

Descripción
El relicario está elaborado en forma de ostensorio, de probable procedencia española o italiana, y en bronce sobredorado. Su estilo artístico reproduce el empleado por los orfebres franceses del siglo XVIII, para la elaboración de las custodias de exposición del Santísimo Sacramento. 

La obra se estructura en:

Lipsanoteca: Caja circular sellada y lacrada que contiene reliquias ex ossibus (fragmentos óseos recubiertos por una película de cera nacarada que cumple la función de protección y adhesión a la base). Se ubica en el centro del sol del relicario.


Fig. 2
 Lipsanoteca o relicario propiamente (Foto: Darío Hurtado, 2013)


Pie: De planta circular y con base troncocónica moldurada con formas vegetales que reproducen hojas de acanto. En el centro se encuentra la base del astil, separada por un nudo y dos collarinos.

Astil: de tipo palmado (tres palmas verticales contrapuestas) símbolo de la palma de la victoria. En la iconografía cristiana vino a simbolizar el martirio. Sobre el extremo superior de las palmas, fueron colocadas dos molduras de nudo y volutas afiligranadas, laterales, de tipo festón o roleos vegetales que unen el astil al haz de rayos central inferior del sol. 



Fig. 2.1
El Prof. Samir A. Sánchez, Director-Editor de Proyecto Experiencia-Arte, procede a abrir el relicario, por su sección posterior, quedando visible el documento de la Auténtica. Foto: Darío Hurtado, 2013.



Sol: sobre el astil se erige el típico sol renacentista, símbolo de la gloria, en cuyo centro se encuentra la lipsanoteca circular, rodeada por formas en especie de filigranas. El sol está conformado por catorce haces de ráfagas de rayos rectos. En los espacios que separan los rayos, fueron colocados tres círculos concéntricos de piedras  que semejan diamantes y granates alternados (blanco, símbolo de la pureza o virginidad y rojo, símbolo del martirio).


Fig 3.
 Sol del relicario y lipsanoteca (Foto: Darío Hurtado, 2013)



Coronamiento: una cruz con un elaborado y preciso cincelado de formas vegetales que finalizan en hojas de lirios, de extremos romboidales y una piedra roja engastada en su encuadre o centro. La cruz se levanta y se une al ostensorio, sostenida por  dos molduras de nudo y volutas afiligranadas, laterales, de tipo festón o roleos vegetales que fijan la cruz al haz de rayos central superior del sol.



Fig. 3.1
 Detalle de la cruz que corona el relicario (Foto: Darío Hurtado, 2013)






Detalles del trabajo artístico del relicario (fotografías de Darío Hurtado, 2013)












Historia del relicario


Esta artística obra junto con la lipsanoteca que custodia los fragmentos de huesos de santas de los orígenes del cristianismo, y que en forma de ostensorio permite la exposición de los mismos para su veneración pública, data del año de 1930 o de una fecha inmediata posterior cuando fue donada a la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá de Lobatera (Estado Táchira – Venezuela).

La donación fue hecha por la Sra. Adela Gómez viuda de Vivas ( Táriba, 29 de octubre de 1867 - San Cristóbal, 27 de julio de 1959), quien fuera esposa del Dr. Ezequiel Vivas Sánchez (Lobatera, 1864 - París, 1919), Secretario de la Presidencia de la República, entre 1913 y 1917, durante el gobierno del General Juan Vicente Gómez. El Dr. Vivas y la Sra. Adela Gómez se casaron en Lobatera el 5 de octubre de 1892.

La lipsanoteca o caja circular contentiva de reliquias, en sentido estricto,  específicamente contiene dos fragmentos óseos, y por ello se clasifican como "reliquias de primer grado" en "clase mínima", que pertenecen a:

(a) Santa Leocadia, virgen y mártir, nacida en la ciudad romana de Toletum, en la Hispania tarraconensis (actual Toledo, España), ciudad en la que fue martirizada en el año 303 durante las persecuciones cristianas del emperador Diocleciano. Leocadia, es un nombre de origen griego que traduce «quien vela por el pueblo».

(b) Santa Adela, OSB, reina viuda y abadesa. Hija del rey Dagoberto II de los francos. Luego de enviudar, entró a la vida monacal benedictina y fue abadesa, discípula de San Bonifacio. Murió hacia el año 734.  




Fig. 3.2 Vista lateral izquierda (derecha del observador)de la talla en madera policromada de Santa Leocadia, elaborada en Barcelona (Cataluña - España), por el escultor Francisco Vila y Roqué, a principios del siglo XX (refaccionada y cubierta con una nueva policromía  en 2006). Foto: Samir Sánchez, 2013, Iglesia de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá de Lobatera, Estado Táchira, Venezuela.


Las reliquias eran  expuestas a la veneración pública el día de la memoria o fiesta de Santa Leocadia que, en Lobatera, se acostumbraba a celebrar la dominica inmediata siguiente a la celebración del día de Nuestra Señora de las Mercedes, en recuerdo a la fecha del 27 de septiembre de 1916, cuando se bendijo la artística capilla votiva de Santa Leocadia (derribada en 1961 debido a los trabajos de remodelación del templo), ordenada construir por el Dr. Ezequiel Vivas en recuerdo de su señora madre Doña Leocadia Sánchez de Vivas (1845-1882). No obstante la festividad litúrgica o canónica de Santa Leocadia es el 9 de diciembre.

Asimismo, la donación del relicario se efectuó en cumplimiento de una de las mandas testamentarias del Dr. Ezequiel Vivas quien antes de fallecer dejó una cláusula que especificaba:

«París, 26 de octubre de 1919. Las seis acciones del Banco de Venezuela se distribuirán así […] Las dos acciones restantes las dedicará mi esposa Adela Vivas al fomento del culto a Santa Leocadia y embellecimiento de los jardines, capilla y cementerio que está en Lobatera […]» (GONZÁLEZ ESCORIHUELA, Ramón, ¡Gómez Único!, Ezequiel Vivas y la consolidación del gomecismo, Ediciones del Vicerrectorado, Universidad de Los Andes, San Cristóbal, 2006, p. 9-20).

Las reliquias fueron legítimamente entregadas, cerradas, lacradas y autenticadas, siguiendo las disposiciones de los cánones 1283 y 1285 del Código de Derecho Canónico vigente para la época, por el Obispado de Asís (Italia), como provenientes de un santo o santa inscrita en el Martirologio romano,  por unas letras episcopales o «auténtica», documento guardado en la sección posterior que cierra la lipsanoteca.

El mismo, originalmente escrito en lengua latina, especifica:

«Don José Plácido Nicolini, O.S.B. Por la Gracia de Dios y de la Sede Apostólica Obispo de Asís y con sujeción inmediata a la Santa Sede (hay un escudo episcopal) / Hacemos saber a todos aquellos que vieren las presentes letras, que damos fe y hacemos constar que Nos, para la mayor gloria de Dios y de la veneración de sus santos, reconocemos las presentes sagradas partículas de los huesos de las  santas Leocadia Virgen y Mártir y Adela, autenticando el lugar de su extracción y de forma reverente colocamos en una caja de plata sobredorada y de forma redonda, protegida por un cristal, debidamente cerrada y sellada con sello de color rojo e igualmente marcada con el sello de nuestra función, con la facultad de exponerla a la veneración pública de todos los fieles cristianos. / En fe de lo cual damos testimonio que las presentes letras fueron suscritas por nuestra mano, firmadas, selladas con nuestro sello y mandadas a expedir. / Dado en la ciudad de Asis, en nuestra Curia Episcopal el día (en blanco) del mes (en blanco) del año 193(en blanco). Canciller Episcopal (firma ilegible, de Aegistus Pagotti)». Hay un sello húmedo ovalado, que en tinta azul reza «Curia Episcopalis / Assisiensis» [traducción personal]



Fig. 4.
 Original y estado actual de la Auténtica, que se conserva en el reverso del relicario (Foto: Darío Hurtado, 2013).

Es importante acotar que el Ordinario que certificó la autenticidad de las reliquias de Santa Leocadia y Santa Adela, veneradas en Lobatera, fue Monseñor Giuseppi Placido Nicolini (en latín Joseph Placidus). Prelado italiano que nació en el pueblo de Villazzano (Italia) el 6 de enero de 1877. Fue ordenado sacerdote religioso de la Orden de San Benito el 9 de julio de 1899 y luego abad del monasterio benedictino de la Santísima Trinidad de Cava de’Tirreni (Italia).

El 22 de junio de 1928 fue preconizado Obispo de la Diócesis de Asís y tomó posesión canónica el 2 de septiembre del mismo año. Falleció en la referida ciudad de Asís, el 25 de noviembre de 1973 a la edad de 96 años.

Monseñor Nicolini pasó posteriormente a la historia, por sus acciones durante la ocupación nazi del norte de Italia, durante la II Guerra Mundial. Él hubo salvado del Holocausto a más de trescientos judíos que vivían o habían llegado buscando refugio en el pequeño pueblo que vio nacer a San Francisco.

Esta obra de humanidad fue reconocida, por los sobrevivientes y descendientes de las personas a quien salvó, el 11 de septiembre de 1977 cuando las más altas autoridades del Estado de Israel recordaron la gesta de auténtica caridad ejercida por la Iglesia de Asís durante la ocupación nazi de Italia, plantando dos árboles y colocando dos placas escritas en hebreo y en italiano en la avenida de los Justos, en la ciudad de Jerusalén.

Como comentario a la noticia, el periódico Jerusalem Post de la época escribió:

«El difunto obispo de Asís, Giuseppe Placido Nicolini, que utilizó los conventos de la ciudad para esconder a centenares de judíos durante la Segunda Guerra mundial, y su principal colaborador, Don Aldo Brunacci, ahora prior de la catedral de San Rufino en Asís, serán honrados en una ceremonia en el Yad Vashem en la avenida de los Justos».


Información más amplia sobre la biografía de Mons. Nicolini, se puede consultar en «Giuseppe Placido Nicolini» (texto en lengua italiana). 




Capilla votiva de Santa Leocadia. Construida en la Iglesia parroquial de Lobatera entre el 8 de julio de 1915 y el 20 de septiembre de 1916, siendo derribada en 1960.

Descripción: Levantada siguiendo el estilo o gusto arquitectónico imperante en la época: el neobarroco, toda la obra es un compendio de ese arte que supo representar el triunfo de la fe, motivo por el cual fue adoptado en las principales construcciones religiosas tachirenses de la época. El altar principal es de tipo retablo acorde a la liturgia tridentina y contenía un alargado nicho central con arco de medio punto y allí se encontraba la imagen de Santa Leocadia de Toledo, virgen y mártir romana (talla en madera, naturalista, obra del escultor catalán Francisco Vila, de la Escuela de Olot, de fines del siglo XIX). El nicho estaba ornamentado por pilastras corintias ordenadas en posición de abocinamiento, todas de sección rectangular y fuste acanalado que sostenían un elaborado entablamento y sobre este un frontón rebajado (surbaissé) y partido en la sección inferior. A cada lado de la imagen, y sobre dos dados o peanas molduradas clásicas, se encontraban las imágenes de los ángeles de la adoración perpetua (tallas en madera de la Escuela de Olot, y actualmente -restaurados de forma errónea- se encuentran junto al sagrario de la iglesia de Lobatera). La pared de cerramiento que contiene el nicho, hacia los lados de los ángeles fue recubierta con relieves de columnas y arcos neogóticos que semejaban arcadas entrelazadas. El techo abovedado de la capilla en su interior estaba sostenido, en el espacio que deberían ocupar las pechinas, por un entablamento horizontal y ornamentadas columnas corintias de fuste exento recubiertas con pinturas que semejaban al mármol. En su exterior, la bóveda o cúpula estaba recubierta por un techo sostenido a su vez en una armadura de madera de pares y nudillos, a cuatro aguas. 

Adosado a la pared oriental se ubicaba el monumento memorativo a Doña Leocadia Sánchez de Vivas, con el grupo escultórico en mármol de Carrara de “La oración de Jesús en el huerto” (en la actualidad en el Cementerio Municipal de Lobatera), obra del artista italiano Emilio Garibildi (esculpida en su taller de Caracas). La inscripción en el lado frontal del pedestal, describía toda la magnitud de la obra: «DR. EZEQUIEL A. VIVAS / A LA MADRE ADORABLE / SANTIFICADA EN EL DOLOR».
En la pared occidental, se colocó la imagen de la Sagrada Familia (obra de la Escuela de Olot y en la actual capilla del Bautisterio), un todo sobre pedestal clásico. El intradós de la bóveda de la cúpula, en semiesfera sin tambor ni linterna, estaba pintado al fresco con escenas de las sagradas Escrituras. A través de una cadena, desde el centro de cierre de la cúpula, pendía una artística lámpara de varios brazos o tipo araña, con briseras de vidrio y cristales, que daba iluminación artificial al espacio.

La entrada a la capilla estaba conformada por un alto vano con arco de medio punto, moldurado, con figuras ornamentales pintadas al óleo en su intradós y con la inscripción CAPILLA DE SANTA LEOCADIA en su extradós. Una baranda tallada en madera cerraba el acceso al interior de la capilla y estaba formada por marmolejos barrocos torneados que cumplían la función de columnillas que sostenían una arcada entrelazada (creada a partir de una sucesión de arcos apuntados intercalados), figuras estas que  reproducían a su vez los relieves de los espacios vacíos de las cuatro paredes de cierre de la capilla, si bien los arcos de las paredes eran de medio punto. 

La mesa del altar principal, de tipo retablo, estaba elaborada en mampostería, adosada a la pared de cierre bajo el nicho de Santa Leocadia y sostenida por cuatro marmolejos o pequeñas columnas corintias exentas y de fuste cilíndrico, dos en fila, en cada extremo del frontal de la base de la mesa del altar, todo sobre una tarima forrada en porcelana. El suelo de la capilla consistía a su vez en un solado de baldosas de mosaico italiano con formas geométricas ornamentales.

El trabajo artístico de la capilla fue obra de los artesanos, traídos de Caracas, Eduardo Gámez y Jacobo Capriles M. El 7 de marzo de 1920, en el suelo central de la capilla, fue inhumado el cuerpo del Dr. Ezequiel Vivas Sánchez (fallecido en París en diciembre de 1919), siendo trasladado en 1960 al Panteón de la familia Vivas Sánchez en el Cementerio del Torreón (Cementerio Municipal de Lobatera).
Esta es la única foto que se conserva, a la fecha, de lo que fue la Capilla de Santa Leocadia en la Parroquial de Lobatera. La misma fue cortesía del Abogado Wilmer Antonio Rey Lozada (2020) quien ha conservado, ordenado y clasificado el archivo personal de su tía-abuela Doña María de los Remedios Lozada Bustamante de Mora (Borotá, 1892 - Lobatera, 1993).


Doña Leocadia Sánchez de Vivas (1845-1882) había fallecido producto de haberse contagiado con la enfermedad de la lepra, que padeció con paciencia y resignación hasta sus últimos días, momentos que quedaron en la memoria de sus hijos. 

Su acta de defunción especifica:

«Leocadia Sánchez: 'En la Iglesia de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá de Lobatera, a siete de marzo de mil ochocientos ochenta y dos, yo el Infrascrito Cura Rector de ella, hice oficios de sepultura eclesiástica cantados por mayor al cadáver de Leocadia Sánchez, casada con Abdón Vivas, hija legítima de Pedro José Sánchez y Esposorios Rosales. Recibió los santos sacramentos de penitencia (le sigue la palabra Viático que está tachada) y extremaunción y fue conducida al Cementerio general: de que certifico. Gabriel Gómez /testado=viático no vale'». Partida No. 3559. Libro de Entierros 1880-1892. Archivo Parroquial eclesiástico de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá, Lobatera.

La bendición fue el 27 de septiembre de 1916 por el Padre Pedro María Morales y ofició de asistente el Padre Gabriel Gómez, tío de Doña Adela Gómez de Vivas. En la ceremonia fueron bendecidas, junto con la imponente talla en madera de Santa Leocadia, la imagen de la Sagrada Familia (que se ubicó bajo el arco occidental de la capilla).

Estas tallas, obras de arte del trabajo escultórico en madera de principios del siglo XX, fueron encargadas y elaboradas por el escultor Francisco Vila y Roqué (Plaza Santa Ana, 7 y 26, Barcelona, España). Pertenecen a la escuela catalana de imaginería sacra de fines del siglo XIX, con tendencia al naturalismo. Esta escuela tuvo sus orígenes en la tradición artística de Olot (Girona - Cataluña) iniciada en 1783 con la creación de la Escuela de Arte de Olot. Asimismo, sobre la historia de Santa Leocadia de Toledo, consúltese el siguiente enlace: «Santa Leocadia, la mártir de Toledo», de Ana María Ribes Crespo. 

Sobre el escultor Francisco Vila, autor por igual de las imágenes a tamaño natural, de bulto redondo y en madera, del Sagrado Corazón de Jesús, la Inmaculada Concepción y Nuestra Señora del Carmen, el Santo Niño de la Eucaristía y San José que se encuentran en la Iglesia de Lobatera, se conoce, por el Anuario Industrial de Cataluña de 1916 (p. 318/Escultura religiosa), que su fábrica estaba en el número 26, Plaza Santa Ana, de Barcelona (España) y era exportador de imágenes sacras. Asimismo, que era socio de Vayreda, Bassols y Compañía "El Arte cristiano" y las imágenes producidas por esta compañía de Olot, eran depositadas para la venta en el número 26 de Plaza Santa Ana. De allí que se haga la asociación del arte escultórico de Vila como aprendido en la Escuela de imagineros de Olot (Gerona), en arte sacro, empresa establecida en 1880. 


Por igual, ese 27 de septiembre de 1916 se bendijo  la escultura en mármol de Carrara, de «La Oración de Jesús en el Huerto de Getsemaní» (construida en dos bloques de mármol), colocada bajo el arco oeste. Permaneció allí hasta el año 1961, cuando fue trasladada al panteón  de la familia Vivas Sánchez, en el Cementerio Municipal de Lobatera. 


El autor del conjunto escultórico en mármol, fue el artista italiano Emilio Gariboldi, emigrante que llegó a Caracas en 1889. Se dedicó a la talla de mármol con fines comerciales, principalmente a hacer estatuas por encargo para panteones en el Cementerio General del Sur. Entre sus obras, de carácter público y más importante, se tienen, en 1910, el monumento al 19 de Abril de 1810, denominado posteriormente de "La Constitución", el cual se encuentra en la actual plaza Madariaga de Caracas. Asimismo, fue el autor de los ornamentos y de las cinco estatuas alegóricas del arco de la Federación en el Paseo Independencia (en la colina de El Calvario). Un estudio descriptivo-artístico de esta obra de arte, puede ser consultada en SÁNCHEZ, Samir, Mors memoriae – La extinción de la memoria, el espíritu de una época, Fundación Fondo Editorial Simón Rodríguez, San Cristóbal, 2011, pp. 140-168.


El testimonio de ese día, así como los pormenores del acto de bendición de la capilla votiva, quedaron referidos en una comunicación privada que enviara una de las presentes, Doña Agustina Colmenares de Sánchez, tía política del Dr. Ezequiel Vivas Sánchez, y quien fuera cuñada de Doña Leocadia Sánchez de Vivas, a su hija en Mérida, la ilustre educadora y poestisa lobaterense Doña Cora Sánchez de Terán:

«Léasela también a su tío para que sepa que la fiesta fue muy buena, y que tuvo muchos repiques. / Colón, octubre 2 de 1916. / Muy querida Cora: / Abrázola y bendígola con la niña, Dios quiera no tengan novedad, se pasaron dos correos sin escribir. Hoy hace quince días de la llegada de mi comadre Adela, nos ocupamos todo el día estuvo muy bonito, diez automóviles llenos de pasajeros se reunieron en la estación, todos esperábamos la llegada del tren con ansia, se presentó á las dos y media, mi comadre muy puesta, Mariíta lo mismo sumamente cariñosas y atentas, mi comadre dio la mano a todos los hombre que ahí había de lo más contenta, vamos con la champaña que le tenía preparada el comercio. El Padre Morales con toda su corte también estaba ahí, luego puso en manos de él una cajita conteniendo un reloj con leontina de oro y piedras finas, de orden de Ezequiel entregarlo al encontrarse con él. Yo con disimulo organicé el desfile de autos por su orden para que quedara bien. Ella llego á casa de Doña Rosalía ahí también hubo trinquis luego seguimos a llevar a Mariíta y José que es de lo mas afectuoso a su casa en la plaza y regresamos con la comadre á casa de Doña Rosalía. Al día siguiente siguió para Lobatera donde la recibieron con la banda. El lunes siguiente veinticinco nos fuimos, Mariíta y José, Lola y Pepita Romero, nosotras y Panchito para Lobatera, yo á trabajar mucho desde que llegué preparando lo del catafalco; al día siguiente Victorita, Ana Teresa y Aníbal, donde el Padre Morales, por la noche llegó Pedro. El 27 hubo muchísima gente, á exigencia del Padre fuimos al segundo repique á traer á la comadre unas cuantas, hubo en la puerta de la iglesia discursos Albertina Durán, Pablo Mora y un jovencito, imagínese cuantos elogios á Ezequiel muy bien merecidos. En dos alas á la capilla estábamos, sin movernos procedieron los Padres á la bendición, terminada, el Padre Gómez empezó misa rezada, nos arrodillamos á oírla, mientras tanto los demás sacerdotes en la tercia; subimos a oír la misa cantada, sermón del Padre Duque muy lindo, sobre la Misericordia. Todo esto lo publicarán, ella pidió todo. Nos fuimos a llevarla á la casa, dos bandas, todos los Padres y mucha gente /2/ allá tenían champaña á mi comadre la conmovía mucho todo esto se le caían las lágrimas. Todo lo que yo pueda decirle es nada acerca de lo regia de la Capilla de Santa Leocadia es lindísima joven, alta, muy alta, bellísima, en medio del altar en un nicho, dos ángeles á los lados fuera del altar como con las manos cruzadas, y el otro con las manos puestas, grandes, arrodillados sobre un pedestal lindos, y fuera hacia un lado y en la mitad, el monumento de mármol alto muy alto, “La oración en el Huerto”, la mirada del Señor, tan sorprendida de la voz del Ángel se me ha quedado muy grabada cosas tan lindas!!! También bendijeron la Sagrada Familia, que grupo de atraer! Que simpático! San José sentado con el niño en los brazos dormidito le tiene una manita cogida y la Virgen al lado sentada con un piecito cogido y ambos lo contemplan, una matica de palma los cobija, precioso el grupo grande terminada esta gran fiesta almorcé y me vine con Victorita al arreglo de la tumba, Isidro me ayudó y un hombre que mandó Andresito trabajamos toda la tarde sin descanso pues teníamos que terminarla, nos quedó bonita mi comadre mandó retratarla. Por la noche hubo una velada dedicada á la comadre, y ella dio á las niñas que eran quince, ramos con una tarjeta de ella y una moneda de seis pesos pegadita y á los niños que eran cinco su tarjeta con su moneda, las mandó formar en el escenario Pablo y Aníbal en azafates llevaban los ramos y ella los entregaba, antes ella me consulto y le dí esta organización, pues mis deseos eran de que ella quedara bien; tenía tantas monedas en el carriel. Al día siguiente el funeral muy bueno también, no se pudo hacer en la capilla Santa Leocadia, solamente se dijo misa rezada ahí por la mucha gente, terminado el funeral nos fuimos al cementerio, pues mi comadre trae el plano para levantar un túmulo donde están los restos de Leocadia, comprar el pedazo, regalar las lápidas de los que hubiere allí enterrados y quizá también ayudará en alguna cosa a la portada con su capilla que ahí están haciendo según lo que ahí dijo. Ezequiel también pidió el ancho de los puentes, dos para el ramal de la carretera que pasará ahí para el cementerio. Cuanto bien para ese pueblo razón para contarlo cuantas veces quieran, su agradecimiento»  [SÁNCHEZ E., Samir, Mors memoriae – La extinción de la memoria, el espíritu de una época, Fundación Fondo Editorial Simón Rodríguez, San Cristóbal, 2011, pp. 163-165. Texto transcrito con autorización de la Dra. Gracia Vivas Terán, bisnieta de Doña Agustina Sánchez de Colmenares, sobrina del Dr. Ezequiel Vivas Sánchez y sobrina-nieta de Doña Leocadia Sánchez de Vivas, en comunicación de fecha 21 de marzo de 2008].

 



Talla en madera de la Sagrada Familia obra del escultor catalán Francisco Vila (Barcelona, España), donada a Capilla de Santa Leocadia, de la Parroquial de Lobatera, por el Dr. Ezequiel Vivas Sánchez (1864-1919) en septiembre de 1916. Aún cuando ha sido repintada en varias ocasiones, perdiendo su color y textura original hecho con las técnicas del estofado en los vestidos y acabado a pulimento en las encarnaciones o piel de los personajes, mantiene la impronta de los grandes tallistas de arte sacro del siglo XIX (Foto: Darío Hurtado, 2022).


Este importante acto estuvo amenizada por la Banda «Sucre» de Lobatera y la Banda de San Pedro del Río, dirigidas por el distinguido músico Don Justo Telésforo Jaimes [HERNÁNDEZ CONTRERAS, Luis, Diccionario de la Música en el Táchira, Proculta, San Cristóbal, 1999, p. 45].

El mismo día, una representación de lobaterense, enviaban un telegrama de felicitación al Dr. Ezequiel Vivas, en Caracas, en los siguientes términos:

«Lobatera. Septiembre 27 de 1916 / Señor Dr. Ezequiel A. Vivas / Acabamos de asistir a la bendición de la suntuosa capilla erigida en nuestro templo por el acendrado amor filial de Ud. Y consagrada desde hoy al culto de Santa Leocadia. / El acto revistió toda la solemnidad que merece la magnificencia de la obra y de la sublime idea que alentó su construcción. El Nombre y el recuerdo de Ud. Han estado presentes en nuestro pensamiento y nuestro corazón como la están en todo este pueblo rodeado de las flores, siempre frescas del cariño y de la gratitud. / En pensamiento nos acercamos a Ud. henchidos de íntimo regocijo para darle nuestro efusivo abrazo de felicitación por la feliz consagración de esta obra, tan meritoria como hermosa. De Ud. Afectísimos.
Andrés S. Vivas
José Gómez
J. Trinidad Mora
Maximiano Casanova
Aníbal Sánchez
Paulo J. Mora
Jesús María  Mora
Alejandro Rojas F.
Octavio Padrón
Emigdio Durán
Julián Casanova
Adolfo Casanova
Pedro B. Sánchez Colmenares
Pedro Pérez
Abelardo Mora
Luís Gonzaga Vivas
Alfonso Mora
Agustín Briceño
Melitón Zambrano
Elías Figueroa
Pedro Tácito Sánchez
Ernesto Pernía
José L. Galvis
Fructuoso Castro
Julio Casanova
Elías Ruiz
Lisandro Niño
Eliseo Suárez
Lorenzo  Anselmi
Juan de Jesús Sánchez
Ramón Guerrero
Pedro Gutiérrez
Arturo Guerrero
Caracciolo Mora
José Vivas


[El original del telegrama se encuentra en el Archivo privado de la familia Vivas Terán, en San Cristóbal, texto facilitado y transcrito con autorización de fecha ut supra de la Dra. Gracia Vivas Terán]

Asimismo, la reseña periodística sobre el acto de bendición de la Capilla de Santa Leocadia, quedó recogida por el periódico “La Unión Tachirense”, de San Cristóbal:

«3 de octubre de 1916: /  ‘Inauguración Solemne’ / Nada más digno de loa y de respeto, que los homenajes de amor acendrado que se tributan a la memoria de los que junto con la vida, nos legaron su ejemplo y sus virtudes. Esos actos de cariño filial, son para los espíritus abiertos a las ternuras del hogar, roció fresco y saludable, porque en ellos el alma se eleva en Santa Oración, al glorifica el recuerdo de los seres queridos. / Las anteriores consideraciones nos las sugiere uno de esos hechos hermosos por la moral que encierre la inauguración de la Soberbia Capilla que el doctor Ezequiel A. Vivas edificó en la ciudad de Lobatera, para depositar en ella los sacratísimos restos de sus dignos progenitores. En ese acto, prestigiado por la alta sociedad de los pueblos del Norte, se exteriorizó de manera exponencial, el sentimiento elevado y tierno que anima al hijo amoroso, que al ofrendar sobre esos despojos venerados las flores de sus recuerdos y de su amor, cumple el más sagrado de los deberes. El General Eustoquio Gómez, amigo y apreciador de las altas virtudes del doctor Vivas, nombró al doctor Pedro León Arellano, su secretario privado, representante del Ejecutivo del Estado en este acto, como una prueba latente del alto aprecio con que lo distingue el Táchira. / El señor Dr. Eliodoro Ocanto, Secretario General del Gobierno, privado de concurrir por motivos de salud, envió en unión de su señora esposa, una artística corona de flores artificiales, como un homenaje de su verdadero afecto. / La Unión Tachirense comisiona al doctor Pedro León Arellano, para ser representante en el acto de la inauguración de la Capilla, el que revistió gran solemnidad, por tan numerosa concurrencia congregada en ese recinto del amor y del recuerdo. / Este diario, al registrar en sus columnas este rasgo de amor filial, digno de toda clase de alabanzas, envía al ilustrado doctor Ezequiel A. Vivas, su voz de calor y admiración» [El original del telegrama se encuentra en el Archivo privado de la familia Vivas Terán, en San Cristóbal, texto facilitado y transcrito con autorización de fecha ut supra de la Dra. Gracia Vivas Terán].



Fig. 6. Portada de un catálogo -de 1920- de obras del taller del escultor catalán Francisco Vila y Roqué. En la iglesia parroquial de Lobatera se encuentran las siguientes tallas en madera, realizadas por este artista del arte sacro las cuales, si bien fueron repitandas, conservan su estructura y facciones originales: La Inmaculada Concepción, San José, el Corazón de Jesús, El Carmen, Santa Leocadia, La Sagrada Familia y el Niño Jesús de la Eucaristía (Foto: Catálogos Librería San Lázaro, 2013).




Fig. 7. Niño Jesús de la Eucaristía, talla en madera del escultor catalán Francisco Vila y Roqué (repitanda en 2007, perdiendo su policromía original. Asimismo perdió la sagrada forma que sostenía el niño en su mano derecha). Foto: Iglesia parroquial de Lobatera, Darío Hurtado, 2017.


Fig. 8. Sección posterior de la peana o base de la imagen del Niño Jesús de la Eucaristía, obra del artista catalán Francisco Vila y Roqué, y única, de las seis tallas de Vila y Roqué, que conserva la inscripción de autoría (Foto: Iglesia parroquial de Lobatera, Darío Hurtado, 2017).


Descripción de la capilla votiva en el Inventario eclesiástico de 1927

«[omissis] 9° Capilla de Santa Leocadia/Continuando por el mismo lado, está la Capilla de Santa Leocadia, construida en mampostería, cerrada en forma de cúpula, toda decorada con relieves de porcelana, formando interiormente una obra completa de arte. Al centro, en un nicho, está la imagen de Santa Leocadia. El altar tiene un Cristo de metal blanco, dos candelabros, dos briseras con bombillas de cristal, una mesa para celebrar el santo sacrificio de la misa. A un lado de la capilla está un monumento sobre base de mármol blanco, representando la Oración de Nuestro Señor Jesucristo en el Huerto. Hay también unas coronas fúnebres de metal. Debajo del arco del frente, tiene un velo y una baranda de madera pintada al óleo. La tarima del altar es de porcelana, y el piso de la capilla de mosaico:/Se hace notar que esta capilla fue construida por el Dr. Ezequiel Antonio Vivas, cuyos restos mortales se hayan sepultados en este lugar, habiendo dedicado esta capilla a Santa Leocadia y a la memoria de su madre Leocadia Sánchez de Vivas» [Libro de Inventarios, 1927, Archivo de la Iglesia parroquial de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá de Lobatera, Estado Táchira, pp. 6 y 7].