Edificio Nacional de la ciudad de San Cristóbal. Fachada monumental sur, captada desde el atrio de la Catedral (Foto: Samir Sánchez, 2016). |
Texto: Samir A. Sánchez (2016)
Fotos: Abog. Mauricio Pernía-Reyes (2016)
Arquitecto Jonny Rojas (2016)
Samir A. Sánchez (2016)
Venezuela, 1945 (1945)
Google Earth (2015)
Opus Romanurum est-Una obra de romanos…
Detenernos un momento y detallar con inquisitiva mirada la mole en ladrillo macizo y mampostería del Edificio Nacional de la ciudad de San Cristóbal, viene a resultar en un resumido ejercicio de apreciación de la monumentalidad, la solidez y la ligereza del tiempo; la evolución de las formas o los valores de una época –escasamente estudiada- que vino a marcar un cambio en el carácter e identidad de la ciudad, en la segunda mitad del siglo XX.
El actual estado de desintegración de las partes arquitectónicas que conformaron su estructura original y monumental -decoloración, supresión de espacios, de ventanales y oficinas, incorporación de elementos exteriores ajenos al diseño original, entre otros- es la misma imagen de degradación o involución que sufrió la sociedad que lo produjo.
De no detenerse esa situación de pérdida del patrimonio arquitectónico de la nación venezolana, la edificación desaparecerá hundida -cual mítico Titanic- en las profundidades del caos de una tierra que terminará destruida, arrasada y desolada por hordas de los atilas de la ignorancia -que profetizara El Libertador Simón Bolívar, en febrero de 1819- quienes cabalgando sobre los othares de la indolencia y el cinismo dejarán, por igual, sin futuro y sin memoria a la tierra tachirense.
Orígenes
Entre 1938 y 1940, el Ingeniero Alberto Díaz González, tachirense de larga actuación profesional y política, mantuvo una columna de opinión en el periódico Vanguardia, de San Cristóbal, titulada "Problemas Venezolanos". Desde allí, reconoce el Dr. J. J. Villamizar Molina, Cronista Emérito de San Cristóbal (en su obra Ciudad de San Cristóbal, Biblioteca de Autores y Temas Tachirenses, Nº 193, 2001, p. 202), el Ing. Díaz González dio la idea y promocionó la concentración de las oficinas publicas nacionales, en un único edificio, en la capital del Estado Táchira.
Asi, y desde la concreción de esta idea, el Edificio Nacional de la ciudad de San Cristóbal, en el Estado Táchira, denominado en sus inicios como Palacio Nacional de San Cristóbal, se construyó por iniciativa del Presidente de los Estados Unidos de Venezuela, el tachirense General de División Isaías Medina Angarita (San Cristóbal, 1897 – Caracas, 1953), a partir del año económico 1942-1943 (Memoria y Cuenta del Ministerio de Obras Publicas, 1943, volumen 1, p. 290), iniciándose las obras de limpieza y nivelación del terreno en el referido año de 1942.
Asi, y desde la concreción de esta idea, el Edificio Nacional de la ciudad de San Cristóbal, en el Estado Táchira, denominado en sus inicios como Palacio Nacional de San Cristóbal, se construyó por iniciativa del Presidente de los Estados Unidos de Venezuela, el tachirense General de División Isaías Medina Angarita (San Cristóbal, 1897 – Caracas, 1953), a partir del año económico 1942-1943 (Memoria y Cuenta del Ministerio de Obras Publicas, 1943, volumen 1, p. 290), iniciándose las obras de limpieza y nivelación del terreno en el referido año de 1942.
General de División Isaías Medina Angarita, Presidente de los Estados Unidos de Venezuela entre 1941 y 1945 (Foto: Venezuela 1945). |
Ampliadas a 12 m el ancho de las estrechas y coloniales calles laterales al edificio (carreras 2 y 3), se iniciaron los trabajos estructurales el 1ero de octubre de 1943. Para el 31 de diciembre de 1944, se informaba que sólo restaba el 2% de construcción de la obras (Memoria y Cuenta del Ministerio de Obras Públicas, 1943, volumen 1, p. 290 y Memoria del año 1945, p. 483, contrato de obras de ornamentación, p. 689).
El inicial y acelerado ritmo de trabajo dado a esta obra, se detuvo luego del derrocamiento del Presidente Medina, por un golpe de Estado, el 18 de octubre de 1945, prolongándose los trabajos de la misma hasta su final y puesta en servicio el 26 de enero de 1947. Será en 1948, cuando el edificio es adscrito por decreto ejecutivo al Ministerio de Comunicaciones (Memoria y Cuenta del Ministerio de Relaciones Interiores, año 1947-1948, p. 205).
El inicial y acelerado ritmo de trabajo dado a esta obra, se detuvo luego del derrocamiento del Presidente Medina, por un golpe de Estado, el 18 de octubre de 1945, prolongándose los trabajos de la misma hasta su final y puesta en servicio el 26 de enero de 1947. Será en 1948, cuando el edificio es adscrito por decreto ejecutivo al Ministerio de Comunicaciones (Memoria y Cuenta del Ministerio de Relaciones Interiores, año 1947-1948, p. 205).
El
uso original de la edificación estuvo dirigido a servir de sede y concentración de las
diversas dependencias de la administración nacional, en el Estado Táchira. En
la actualidad es sede de los principales Tribunales de Justicia del Estado y
del Instituto Postal Telegráfico, entre otras instituciones.
La
propiedad de los terrenos fue adquirida por el Gobierno Nacional en fecha 7 de
noviembre de 1942 y adscrita al Ministerio del Interior, e igualmente en esa
fecha se iniciaron los trabajos de demolición de la antigua estructura del
Cuartel de la Guarnición de San Cristóbal (de principios del siglo XX, en el sector este de
la cuadra o manzana) y de la Prisión del Estado (de fines del siglo XIX, en el
sector oeste). En el plano de la ciudad de San Cristóbal, levantado por el munícipe Domingo Martínez y dibujado por Jorge Isaac García, en 1883, los referidos espacios eran identificados como de la cárcel pública (sector oeste) y del Colegio Nacional (sector este) de la cuadra.
La vieja cárcel se trasladó a una edificación recién concluida, denominada «Cárcel Modelo de San Cristóbal» en el sector urbano de La Concordia. La sede de la Guarnición, por igual, a las nuevas edificaciones del «Cuartel Bolívar», construido entre 1933 y 1941, en uno de los altozanos del barrio San Carlos. Esta última obra, imponente en su arquitectura militar neocolonial, es un diseño del arquitecto Carlos Guinand Sandoz (1889-1963) y se construyó por disposición del tachirense General en Jefe Eleazar López Contreras, primero como Ministro de Guerra y Marina (Defensa) y luego como Presidente de los Estados Unidos de Venezuela desde el 17 de diciembre de 1935 hasta 1941 (Memoria y Cuenta del Ministerio de Guerra y Marina, años 1933-1934 y Mensaje Presidencial de 1941).
La vieja cárcel se trasladó a una edificación recién concluida, denominada «Cárcel Modelo de San Cristóbal» en el sector urbano de La Concordia. La sede de la Guarnición, por igual, a las nuevas edificaciones del «Cuartel Bolívar», construido entre 1933 y 1941, en uno de los altozanos del barrio San Carlos. Esta última obra, imponente en su arquitectura militar neocolonial, es un diseño del arquitecto Carlos Guinand Sandoz (1889-1963) y se construyó por disposición del tachirense General en Jefe Eleazar López Contreras, primero como Ministro de Guerra y Marina (Defensa) y luego como Presidente de los Estados Unidos de Venezuela desde el 17 de diciembre de 1935 hasta 1941 (Memoria y Cuenta del Ministerio de Guerra y Marina, años 1933-1934 y Mensaje Presidencial de 1941).
Anécdota
de «el botijo»
En
1997, en conversaciones que sostuvimos con el historiador e individuo de
número de la Academia de Historia del Táchira, Prof. Félix María Rivera (ya
fallecido), nos relató la anécdota de «el botijo», relacionada con las obras
Edificio Nacional.
Refería como uno de los albañiles que trabajó en el proceso de demolición de la vieja cárcel y el cuartel, le contó su episodio en la búsqueda de una botija (término regional para designar un entierro con oro, plata o prendas valiosas, el cual se hacía -por lo general- en una vasija de barro. Este método era empleado por las familias de mayor solvencia económica para el resguardo de sus bienes de valor en caso de guerra o invasión, muy común en el Táchira del siglo XIX).
Refería como uno de los albañiles que trabajó en el proceso de demolición de la vieja cárcel y el cuartel, le contó su episodio en la búsqueda de una botija (término regional para designar un entierro con oro, plata o prendas valiosas, el cual se hacía -por lo general- en una vasija de barro. Este método era empleado por las familias de mayor solvencia económica para el resguardo de sus bienes de valor en caso de guerra o invasión, muy común en el Táchira del siglo XIX).
Le
refería el albañil al Profesor Rivera, como al desmantelar una columna de
madera, de aquellas que sostenían el tejado de los corredores de la cárcel, al
retirar su base o cimiento, resultó que la misma era una piedra horadada, quebrada y
tallada con las figuras de «una fiera y una torre». Esto llamó su atención y
asoció la misma con la marca y seña del entierro de una botija, motivo por el
cual se dedicó en los días siguientes a excavar a mayor profundidad, en el
mismo sitio, tras el deseo vehemente de encontrar un tesoro escondido. Pasaron
los días y sólo halló cascajos y tierra y la mofa de sus compañeros de trabajo
quienes le apodaron «el botijo». Al preguntarle el Profesor Rivera por el
destino de la extraña piedra, le comentó como, ya malhumorado, la lanzó al
relleno que se hacía en mampostería, de un talud o muro de contención que permitiría
nivelar las diferencias de altura de las entradas al edificio. Hasta aquí el relato, que en 1997 no pasó de una tertulia sobre los entierros, invasiones
y las guerras de la época.
La anterior anécdota se trae a colación por cuanto, con
investigaciones posteriores, resulta factible relacionar el hallazgo de dicha piedra con la hipótesis de la presencia de un escudo cuartelado
con las armas reales de Castilla y León, en piedra armera, que debió estar colocado sobre la puerta dintelada de entrada
de las Casas de Cabildo de la Villa de San Cristóbal, de fines del siglo XVIII, según eran los usos y costumbres para los edificios públicos (civiles, militares y eclesiásticos) de la época.
Documentos hallados con posterioridad, refieren que estas casas eran de sólida construcción, con
amplia sala de juntas, capilla y cárcel. Todo ello, tomando en cuenta que el
espacio, en la cuadra o manzana norte de la plaza mayor de la ciudad, denominada plaza Miranda en 1944, actual
plaza Capitán Juan Maldonado (en la zona histórica o casco viejo), sirvió de
emplazamiento, en el primer urbanismo de la ciudad, a las Casas de Cabildo y Cárcel de la Villa (un rectángulo de dos
solares hacia el oeste o esquina de la calle cuatro con carrera 2) y la casa y solar asignado al capitán fundador Juan
Maldonado (un rectángulo de dos solares hacia el este o esquina de la calle 4° con carrera 3), luego de la fundación
de la urbe el 31 de marzo de 1561 (Samir Sánchez, San Cristóbal Urbs quadrata, UCAT, 2003, p. 408 y ss).
Estado actual del pórtico techado -dístilo- de la entrada sur del Edificio Nacional, frente a la plaza mayor o plaza Juan Maldonado (Foto: Samir Sánchez, 2016). |
Estado actual de la entrada lateral, monumental, y puerta con batientes romanos, en el ángulo o esquina suroriental del Edificio Nacional (Foto: Samir Sánchez, 2016). |
Nuevas
formas de construcción en la ciudad de San Cristóbal
El
Edificio Nacional, como edificación, monumental en todos los sentidos, causó
impacto en una ciudad que, en 1944, sólo alcanzaba a sobrepasar los 31.344
habitantes y quienes por igual –al leer los periódicos de la época- se
informaban de los proyectos del Gobierno Nacional de crear dos grandes plantas
productoras de cemento para innovar en materiales y técnicas constructivas ,
una en el Distrito Cárdenas y otra en el Distrito Lobatera (Venezuela 1945, Publicación de “El Mes
Financiero y Económico”, dirigida por Plinio Mendoza Neira y dirección
artística de Santiago Martínez Delgado, los estudios fotográficos de Alfredo
Boulton e impresa en los talleres “Prag”, Bogotá, 1945, p. 626), alcanzándose a
construir sólo la primera, en el caserío La Blanca (actual Planta de Cementos
«Táchira».
«Una obra de romanos» de Luis Eduardo Chataing
El
diseño y anteproyecto de edificación le fue encargado al reconocido arquitecto
Luis Eduardo Chataing (1906-1971), quien trabajaba para ese momento como ingeniero
proyectista en la División de Arquitectura de la Dirección de Edificios e
Instalaciones Industriales, del Ministerio de Obras Públicas. El proyecto fue entregado y aprobado en diciembre de 1942 y para la fecha se estimaba iniciar los trabajos de construcción en marzo de 1943 (Memoria y Cuenta del Ministerio de Obras Públicas 1943, volumen 1, Caracas, 1943, p. 290).
Una
minuciosa observación de la estructura y ornamentación del Edificio Nacional de
San Cristóbal, permite definir y hacer un esbozo del estilo seguido por este renombrado
arquitecto, la cual asumía el carácter o funcionabilidad de
espacio para la administración pública.
La
edificación, desde su misma planta, refleja el empleo de formas y modelos
historicistas bajo referencias de carácter ecléctico. Se levanta sobre un plano
de rigurosa composición herreriana renacentista, y sobre éste se multiplican
los espacios que se comunican entre ellos, por medio de una yuxtaposición
vertical y horizontal de crujías.
En
el proyecto original, esta yuxtaposición de espacios generaba cuatro patios
interiores simétricos, dos de los cuales fueron suprimidos y techados o cubiertos (los
inmediatos a la fachada norte o principal), en las remodelaciones e intervenciones hechas a
la edificación entre 1950 y 1951.
Fachada sur porticada, dístila, del Edificio Nacional de la ciudad de San Cristóbal (Foto: Samir Sánchez, 2016). |
El
carácter y diferenciación del edificio con el entorno, se logró a través del
desarrollo de la altura y la horizontalidad, en evidente contraste –armónico-
con los estilos de los espacios circundantes (casas de habitación de estilo
colonial y las torres neogóticas de la Catedral, para la época).
Por igual, las formas volumétricas y fachadas retranqueadas con pórticos (tetrástilo al norte y dístilo al sur) de rígida linealidad, marcaron un momento clave en la obra arquitectónica del autor quien se apartó del estilo desarrollado previamente en el diseño (realizado en cooperación con el arquitecto Cipriano Domínguez) de la edificación para el Salón de Lectura de la ciudad de San Cristóbal, entre 1936 y 1938, donde aplicó un estilo neocolonial o neobarroco, y –para el momento en estudio- en el caso del Edificio Nacional, estructura arquitectónica que representaría como símbolo la majestad del Estado venezolano de la época y de sus instituciones, optó por la aplicación de modelos monumentales neoclásicos alemanes, de gran pesadez, remates planos, y sobria y estilizada ornamentación, que encuentran ecos en la Roma Imperial.
Por igual, las formas volumétricas y fachadas retranqueadas con pórticos (tetrástilo al norte y dístilo al sur) de rígida linealidad, marcaron un momento clave en la obra arquitectónica del autor quien se apartó del estilo desarrollado previamente en el diseño (realizado en cooperación con el arquitecto Cipriano Domínguez) de la edificación para el Salón de Lectura de la ciudad de San Cristóbal, entre 1936 y 1938, donde aplicó un estilo neocolonial o neobarroco, y –para el momento en estudio- en el caso del Edificio Nacional, estructura arquitectónica que representaría como símbolo la majestad del Estado venezolano de la época y de sus instituciones, optó por la aplicación de modelos monumentales neoclásicos alemanes, de gran pesadez, remates planos, y sobria y estilizada ornamentación, que encuentran ecos en la Roma Imperial.
De
allí que la mayoría de los elementos ornamentales enmarcados dentro de la
volumetría rectangular de la obra, como puertas con batientes moldurados
romanos, ventanales termales, ventanas cuadradas repetidas en horizontal o vertical con barandillas en aspa, arcos de medio punto y bóvedas de cañón seccionadas y con casetones, que sirven de encuadre a las entradas laterales en ambas fachadas
porticadas-, evoquen la monumentalidad y estilo de la basílica de Majencio o
Constantino (del 312 de nuestra Era) junto al Forum Romanum Magnum, el Foro Romano.
Al compararse el resultado de la obra estructural con el plano inicial en perspectiva o boceto, elaborado por el arquitecto Chataing (publicado en San Cristóbal: una mirada en sus 450 años, publicación del Grupo de Investigación Arquitectura y Sociedad, Universidad Nacional Experimental del Táchira, 2012, p. 108), se evidencia que en el anteproyecto, la planta del edificio se había trazado inicialmente como una planta militar, rectangular, con cuatro torreones -por igual rectangulares- en saliente, de sus cuatro ángulos; un único patio central, y niveles diferenciados entre las plantas inferior y superior, laterales, similar al ya desarrollado en el Salón de Lectura (1936-1938), en la fachada frontera a la plaza Bolívar de la ciudad de San Cristóbal.
Los trabajos incluían la transformación (no realizada) de la plaza Urdaneta, en una área que cumpliera la función de pórtico abierto al frontis del Edificio Nacional, en cuyo espacio -frente a la entrada- se colocaría la estatua del héroe, pensada como pedestre. Se podría deducir, con probabilidad, que el arquitecto fue modificando su propio diseño original, en la medida que avanzaban las obras, hasta llevarlo al compacto resultado final que conocemos actualmente.
Por igual se detalla como, en la fachada frontera a esta plaza (fachada norte) con pórtico techado tetrástilo para la entrada principal, tras el ático blasonado con la figura del escudo nacional, el arquitecto proyectó una imponente asta para izar la bandera nacional, elemento que nunca fue colocado.
En cuanto al color que recubría la estructura, en sus orígenes, según las memorias del Dr. José Joaquín Villamizar Molina, Cronista emérito de la ciudad de San Cristóbal y quien conoció el aspecto de la edificación al momento de su inauguración, lo describía como:
Al compararse el resultado de la obra estructural con el plano inicial en perspectiva o boceto, elaborado por el arquitecto Chataing (publicado en San Cristóbal: una mirada en sus 450 años, publicación del Grupo de Investigación Arquitectura y Sociedad, Universidad Nacional Experimental del Táchira, 2012, p. 108), se evidencia que en el anteproyecto, la planta del edificio se había trazado inicialmente como una planta militar, rectangular, con cuatro torreones -por igual rectangulares- en saliente, de sus cuatro ángulos; un único patio central, y niveles diferenciados entre las plantas inferior y superior, laterales, similar al ya desarrollado en el Salón de Lectura (1936-1938), en la fachada frontera a la plaza Bolívar de la ciudad de San Cristóbal.
Los trabajos incluían la transformación (no realizada) de la plaza Urdaneta, en una área que cumpliera la función de pórtico abierto al frontis del Edificio Nacional, en cuyo espacio -frente a la entrada- se colocaría la estatua del héroe, pensada como pedestre. Se podría deducir, con probabilidad, que el arquitecto fue modificando su propio diseño original, en la medida que avanzaban las obras, hasta llevarlo al compacto resultado final que conocemos actualmente.
Por igual se detalla como, en la fachada frontera a esta plaza (fachada norte) con pórtico techado tetrástilo para la entrada principal, tras el ático blasonado con la figura del escudo nacional, el arquitecto proyectó una imponente asta para izar la bandera nacional, elemento que nunca fue colocado.
En cuanto al color que recubría la estructura, en sus orígenes, según las memorias del Dr. José Joaquín Villamizar Molina, Cronista emérito de la ciudad de San Cristóbal y quien conoció el aspecto de la edificación al momento de su inauguración, lo describía como:
«Todo el Edificio Nacional estaba pintado en un color crema o marfil, y sus ornamentos salientes, las estatuas y los escudos en un blanco purísimo. El juego de estos dos colores, marfil y blanco, daba una imponente impresión a los amantes del arte» [VILLAMIZAR MOLINA, J. J. “Edificio Nacional” en Ciudad de San Cristóbal, Biblioteca de Autores y Temas Tachirenses, Nº 193, tomo II, San Cristóbal, 2011, p. 201].
Fachada norte porticada -tetrástila- y principal del Edificio Nacional de la ciudad de San Cristóbal (Foto: Samir Sánchez, 2016). |
Grupo
escultórico de las «Artes útiles»
De
toda esta sobria y seria ornamentación, queremos reseñar las dos esculturas laterales al
pórtico de entrada en la fachada sur, frente a la plaza Juan Maldonado y los
frisos alegóricos en ambas fachadas.
Escultura alegórica de la Industria y ventanales romanos calados en forma de aspa en el moldurado cajeado del muro (Foto: Samir Sánchez, 2016). |
La
fachada sur cuenta con un grupo escultórico naturalista denominado «Las artes útiles». Son de tamaño heroico y, por observación simple, parecen haber sido realizadas en cemento u hormigón armado y arena fina simulando a la piedra, ambas trabajadas bajo la técnica del modelado o bien por la técnica del vaciado en moldes perdidos.
Si bien no están firmadas por su autor, las mismas evocan rasgos asociativos con la obra del escultor de los frisos de las fachadas norte y sur del mismo Edificio Nacional, el escultor Mario Giurlani (1906-1979), sobre el cual se disertará en el apartado explicativo de los frisos.
Por igual, su presencia en la edificación –en armonía con el estilo desarrollado- deriva de un concepto filosófico idealista alemán del derecho natural (con base en teorías del filósofo Karl Christian Friedrich Krause, 1781-1832), de mediados del siglo XIX, el cual sostenía que los polos de desarrollo de los pueblos se erigían sólo sobre las denominadas artes útiles o utilitarias: la industria y la agricultura. Por ello, el escultor empleó las figuras humanas del hombre, la mujer, niños y niñas, como representación de la fuerza del pueblo que motoriza a la agricultura y a la industria.
Así, la escultura a la izquierda (derecha del observador) de la fachada sur, a través de la representación de una mujer –con niñas tenantes a sus pies- portando los atributos de los productos de la tierra, cumple la función ornamental de alegoría de la «Agricultura», y la escultura de la derecha (izquierda del observador) con sus atributos de la rueda dentada, el martillo y la forja, e infantes o niños tenantes, de alegoría de la «Industria».
Escultura alegórica de la Agricultura y ventanales romanos calados en forma de aspa en el moldurado cajeado del muro (Foto: Samir Sánchez, 2016). |
Si bien no están firmadas por su autor, las mismas evocan rasgos asociativos con la obra del escultor de los frisos de las fachadas norte y sur del mismo Edificio Nacional, el escultor Mario Giurlani (1906-1979), sobre el cual se disertará en el apartado explicativo de los frisos.
Por igual, su presencia en la edificación –en armonía con el estilo desarrollado- deriva de un concepto filosófico idealista alemán del derecho natural (con base en teorías del filósofo Karl Christian Friedrich Krause, 1781-1832), de mediados del siglo XIX, el cual sostenía que los polos de desarrollo de los pueblos se erigían sólo sobre las denominadas artes útiles o utilitarias: la industria y la agricultura. Por ello, el escultor empleó las figuras humanas del hombre, la mujer, niños y niñas, como representación de la fuerza del pueblo que motoriza a la agricultura y a la industria.
Así, la escultura a la izquierda (derecha del observador) de la fachada sur, a través de la representación de una mujer –con niñas tenantes a sus pies- portando los atributos de los productos de la tierra, cumple la función ornamental de alegoría de la «Agricultura», y la escultura de la derecha (izquierda del observador) con sus atributos de la rueda dentada, el martillo y la forja, e infantes o niños tenantes, de alegoría de la «Industria».
Los
frisos alegóricos
Otro
elemento a destacar son los frisos, de carácter alegórico, de los pórticos de entrada (sur y norte). Esta técnica ornamental, con idénticas características, encuentra sus orígenes en los frisos corridos que se ubicaron en los entablamentos de dos de los tres órdenes o estilos arquitectónicos griegos: el jónico y el corintio.
En los espacios corridos arquitectónicos de los frisos del Edificio Nacional de San Cristóbal, el autor de la ornamentación, para su programa iconológico, empleó la fórmula plástica del mediorrelieve por modelado donde las formas modeladas sobresalen o resaltan respecto de un entorno plano.
Así, para este artista, parece que le era preciso dar la impresión en su obra de una escena viva, que destacara sobre un fondo y marco limitado, y con probabilidad, siguiendo modelos previos de actividades artesanales como el de los relieves realizados por Nanni di Banco (entre 1412 y 1415) de 'escultores en su taller'. Obra que se encuentra en la fachada de la Iglesia de Orsanmichel -Huerto de San Miguel en el dialecto toscano-, en Florencia, Italia, siendo el ejemplo más sobresaliente de la escultura en relieve del Quattrocento italiano.
En los espacios corridos arquitectónicos de los frisos del Edificio Nacional de San Cristóbal, el autor de la ornamentación, para su programa iconológico, empleó la fórmula plástica del mediorrelieve por modelado donde las formas modeladas sobresalen o resaltan respecto de un entorno plano.
Así, para este artista, parece que le era preciso dar la impresión en su obra de una escena viva, que destacara sobre un fondo y marco limitado, y con probabilidad, siguiendo modelos previos de actividades artesanales como el de los relieves realizados por Nanni di Banco (entre 1412 y 1415) de 'escultores en su taller'. Obra que se encuentra en la fachada de la Iglesia de Orsanmichel -Huerto de San Miguel en el dialecto toscano-, en Florencia, Italia, siendo el ejemplo más sobresaliente de la escultura en relieve del Quattrocento italiano.
Frontis, techos casetonados, friso alegórico y escudo nacional -en bajo relieve- de los Estados Unidos de Venezuela en la fachada porticada norte del Edificio Nacional (Foto: Samir Sánchez, 2016). |
En
estos frisos, el espacio plano que debían ocupar los triglifos y metopas fue
sustituido por una serie de personajes, objetos y animales -al natural- quienes en actitud
expresiva, tienden a separarse del fondo para transmitir de forma vívida, la
misma idea de las esculturas: la agricultura y la industria son los polos de
desarrollo de los pueblos.
Friso alegórico del pórtico sur del Edificio Nacional, el escudo nacional conserva el diseño y los colores originales de 1945 (Foto: Samir Sánchez, 2016).
|
En
la fachada norte, frente a la Plaza General en Jefe Rafael Urdaneta, en el
friso del pórtico, de derecha a izquierda (izquierda a derecha del observador)
de la portada, se representaron formas y
figuras de carácter nacional, que simbolizan la industria y producción
petrolera, las diarias faenas de la mujer en el hogar, el tiempo de las
cosechas, en el ático central blasonado el escudo nacional -en bajo relieve- vigente para la época, portando el nombre oficial de la
Nación, como «Estados Unidos de Venezuela», le siguen las figuras representativas del correr de caballos de combate en
un amanecer y del trabajo en familia.
En
la fachada sur, junto a la plaza Capitán Juan Maldonado y con una abundancia
excesiva de figuras que supera a las empleadas en la fachada norte o principal, el artista
ejecutor de la ornamentación del Edificio Nacional, concluía su obra –para la
posteridad- con escenas alegóricas correspondientes a los valores del trabajo
agrícola, la antigua caza, el escudo nacional idéntico al de la fachada norte o principal, el
trabajo manual, la formación y la familia.
Detalle del friso alegórico, en su ángulo este, del pórtico -tetrástilo- o entrada principal del Edificio Nacional, frente a la plaza General en Jefe Rafael Urdaneta (Foto: Samir Sánchez, 2016). |
Recientemente, en un trabajo de documentación fotográfica (9 de octubre de 2016) realizado por el arquitecto Jonny Rojas, del Gabinete de Cultura-Táchira, del Ministerio de Cultura, y por medio de una ampliación de imagen, el arquitecto identificó la firma del autor de los frisos (y con probabilidad de las esculturas de la fachada sur). En la sección oeste del friso de la fachada norte, próximo al relieve del escudo nacional, se encuentra la firma del autor «M. Giurlani».
El escultor Mario Giurlani Lera (1906-1979), fue un reconocido artista y escultor italiano (de Lucca, Toscana, Italia), quien emigró a Venezuela en la década de los años veinte del pasado siglo y se residenció en Caracas, ciudad donde desarrolló su actividad artística y empresarial. Entre sus obras, destaca el altorrelieve alegórico que se encuentra a la entrada del Liceo Andrés Bello (Caracas, 1945) denominado «La Educación».
En cuanto al tiempo y espacio de edificación, cuando se construyó el Edificio Nacional, resultó una verdadera «obra de romanos» por su monumentalidad y solidez, pero, su actual aspecto, chapucero y degradante, desdice u opaca sus republicanos orígenes y lo enfrenta ante un futuro que le resulta incierto.
Secuencia de imágenes con detalles de las esculturas ornamentales del Edificio Nacional (Fotografías: Arquitecto Jonny Rojas, 2016)
Detalle de la sección oeste, del friso de la fachada norte, con la firma del autor de las esculturas, el artista italiano Mario Giurlani (Foto: Arquitecto Jonny Rojas, 2016). |
El escultor Mario Giurlani Lera (1906-1979), fue un reconocido artista y escultor italiano (de Lucca, Toscana, Italia), quien emigró a Venezuela en la década de los años veinte del pasado siglo y se residenció en Caracas, ciudad donde desarrolló su actividad artística y empresarial. Entre sus obras, destaca el altorrelieve alegórico que se encuentra a la entrada del Liceo Andrés Bello (Caracas, 1945) denominado «La Educación».
Detalle de la sección central, del friso de la fachada norte, con la firma del autor de las esculturas, el artista italiano Mario Giurlani (Foto: Arquitecto Jonny Rojas, 2016). |
En cuanto al tiempo y espacio de edificación, cuando se construyó el Edificio Nacional, resultó una verdadera «obra de romanos» por su monumentalidad y solidez, pero, su actual aspecto, chapucero y degradante, desdice u opaca sus republicanos orígenes y lo enfrenta ante un futuro que le resulta incierto.
Secuencia de imágenes con detalles de las esculturas ornamentales del Edificio Nacional (Fotografías: Arquitecto Jonny Rojas, 2016)
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Proyecto Experiencia Arte / Experience Art Project 2012-2016. Algunos
derechos reservados. Los derechos de autor de las fotografías pertenecen
a cada fotógrafo, grupo o institución mencionada.