sábado, 18 de marzo de 2023

Oficios tradicionales tachirenses desaparecidos: el Organista, corista o Maestro de capilla de la Iglesia de Lobatera │ An Old Master of the Choristers, Choirmaster or Director of Music of the Lobatera Parish Church (Táchira State - Venezuela)






Texto de Samir A. Sánchez (2023)
Fotos de Darío Hurtado (2020 y 2022)


Revisando viejos papeles nos encontramos, a su vez, con una vieja partitura relacionada con la ya cercana fiesta de San José, el próximo 19 de marzo.

Este papel nos hizo retroceder en el tiempo y evocar uno de los más antiguos oficios tradicionales tachirenses: el de “Organista de Iglesia”, “Corista” o, como lo denominaba el viejo código de Derecho Canónico, el “Maestro de capilla”, ya desaparecido.

Este oficio era desempeñado por un personaje, por lo general un músico con experiencia y prestigio, muchas veces compositor, que gestionaba, dirigía y formaba al grupo de cantores responsable de la música sacra en los oficios litúrgicos de las iglesias, en especial en las denominadas “Misas cantadas” y “Misas solemnes”.

Fueron los herederos de la tradición musical sacra renacentista y barroca que produjo piezas como el "Réquiem" de Mozart, el “Gloria in excelsis Deo” de Vivaldi, el “Popule meus“ del caraqueño José Ángel Lamas o el "Te Deum" de Charpentier y que imperó en la catedral e iglesias parroquiales tachirenses desde el siglo XVIII, siguiendo la liturgia de la Iglesia definida en el Concilio de Trento, donde todo lo relacionado con el culto (templos, altares, sagrarios, vestiduras, ornamentos, imágenes, vasos y música, entre otros), al estar dedicado al Dios altísimo, según la tradición del antiguo Testamento, tenía un sentido y carácter sacro. Esto es, digno de veneración, conservación y respeto, para diferenciar los mismos de lo común o profano (entendida esta palabra en el sentido de lo que no es sagrado ni sirve a usos sagrados). Espiritualidad esta que, al quedar relegada, desapareció luego del Concilio Vaticano II.




Alcanzamos a conocer a varios de estos maestros de capilla, ya de edad avanzada que seguían desempeñando el oficio en el cual se iniciaron siendo jóvenes.
Entre ellos, uno de despeinada cabellera, caminar cansino por los años pero seguro, con sus manos atrás como los viejos filósofos griegos. Don Jesús María Pino Mendoza (La Concordia, San Cristóbal, 23 de diciembre de 1897 - Lobatera, 15 de junio de 1976). Un sencillo, diminuto y extraordinario ser humano hijo de Luciano Pino quien vino de San José de Cúcuta, en la vecina República de Colombia cuando la misma atravesaba tiempos convulsos y se estableció en San Cristóbal casándose con la sancristobalense Carmen Mendoza Contreras, dama que murió un 29 de septiembre de 1900, a consecuencia de una epidemia de viruela, dejando a Jesús María con un poco más de dos años de edad. 

Don Jesús María Pino se casó en primeras nupcias con la lobaterense Sabina Ramírez en 1921 y luego, al enviudar en 1944, con Doña Aracelis Pacheco de Pino. Hijo de músico, músico y padre de músicos.

Tuvo las primeras lecciones de música con su padre Lucio Pino y luego aprendió armonio, nociones de latín y canto sacro con el organista y corista de la Iglesia matriz de San Cristóbal (desde 1922 Catedral). Clases que recibió ya en el marco de las normas para canto y música sacra de Pío X especificadas en el Motu proprio "Tra le sollecitudini" de fecha 22 de noviembre de 1903, que sólo permitían en la liturgia el canto gregoriano, la polifonía clásica y la música tradicional o "moderna" o "profana" [villancicos, aguinaldos y cantos piadosos (en este último apartado se ubica la partitura encontrada)] cuando sus composiciones denoten estar imbuidas, en lo espiritual y compositivo "de tal bondad, seriedad y gravedad, que de ningún modo son indignas de las solemnidades religiosas" (II,5).

Desde su juventud, cuando se radicó en Lobatera, Don Jesús María Pino fue agricultor, zapatero y músico de la Banda Municipal “Sucre”, bombardinista y compositor. Además de ejercer su oficio de organista, enseñaba a quienes integraban el coro nociones de solfeo, según el método Eslava que seguía, acompañado por un viejo y pequeño armonio accionado con pedales, que estaba ubicado en las alturas del coro de la Iglesia.






Siempre escribió a mano las partituras, y de él conocimos y guardamos una enseñanza que rememoraba de esos tiempos ya idos y con la cual cerramos esta crónica dedicada a la memoria y recuerdo de todos los viejos organistas o coristas tachirenses.

En amenas tertulias, bajo el vetusto y corrugado almendro frente a la casa de mis nonos, en la plaza Bolívar de Lobatera, relataba:

“Los días entre semana la misa es rezada. Los domingos la misa mayor de nueve, de Tercia, si era solemne [alguna festividad eclesiástica o del pueblo], con tres curas y toque de vísperas, de lo contrario con sólo el señor cura y toque de vísperas. Y si viene a predicar el Padre Sánchez [luego Mons. Dr. Carlos Sánchez Espejo], cantamos al terminar el oficio la ‘Salve Regina’ solemne porque a él le gusta mucho que el coro se la cante a la Virgen y nos la pide”.

Fotos: Recuerdo del novenario de Don Jesús María Pino (Darío Hurtado, 2020) y una de las partituras sacras que escribía e interpretaba Don Jesús María Pino al armonio (cortesía de su hijo Cancio Alí Pino, 2022. Foto de Darío Hurtado). Portada del texto del Método de Hilarión Eslava para solfeo, reedición de 1913 (Foto: Internet, de dominio público, reproducción con fines educativos).


Fotos: 

● Recuerdo del novenario de Don Jesús María Pino (Darío Hurtado, 2020).

● Una de las partituras sacras que escribía e interpretaba Don Jesús María Pino al armonio (cortesía de su hijo Cancio Pino, 2022. Foto de Darío Hurtado). 

● Portada del texto del Método de Hilarión Eslava para solfeo, reedición de 1913 (Foto: Internet, de dominio público, reproducción con fines educativos).


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