lunes, 8 de septiembre de 2014

Curiosidades del arte: una ilustración para cubrir la muerte | Art Curiosities. An Interesting and Unusual Drawing for the Dead




Libro de Entierros (1853-1870) de la Parroquial de Lobatera (Foto. Samir Sánchez, 2010)




Catalogando el pasado
En nuestro incierto andar entre documentos y viejas obras e ilustraciones producidas en épocas pretéritas, todo un reto por catalogar un pasado que se desvanece de la memoria, nos encontramos por casualidad frente a una pintura ilustrativa que cubría un singular texto: el Libro de Entierros (1853-1870) de la Parroquial de Lobatera (Estado Táchira – Venezuela). Uno de los Quinque Libri o cinco libros sacramentales de los cánones tridentinos.
El libro (21 x 31 cm), conformado por 180 folios, se escribió en el transcurso de diecisiete años, cuando fueron desapareciendo –una a una- las personas cuyos nombres quedaron inscritos en el mismo. Por igual, quienes registraron uno a uno esos nombres, también desaparecieron. Sólo queda la evocación de sus oficios, los párrocos y vicarios eclesiásticos de Lobatera Presbíteros José María Ramón (1853-1854); Cecilio Niño (1854-1868) y Gabriel Gómez (1868-1881).
En otras palabras, la imagen de la portada, colocada aquí, de sencilla armonía entre sus diversas partes -y entre sus contrastes tonales de luz y color- encierra un doble recordatorio siempre actual: primero, el Hodie mihi, cras tibi de los romanos o el valor simbólico que adquiere para el pueblo que lo produjo, por cuanto cumple la función de fachada al libro sacramental de entierros que guarda nombres -y vidas e historias asociadas a ellos- de generaciones que ya pasaron, así como la nuestra pasará. El segundo, su valor patrimonial cultural, artístico-histórico, como obra material legada a través del tiempo.  

Datación
No se cuentan con datos sobre el dibujante y pintor ni se puede inferir nada de la ilustración, que no sea un gusto barroquizante por las formas y el horror vacui sobre el plano. Se estima, en principio, que debió ser dibujada con posterioridad a 1870, fecha cuando se cierra el libro. Y es obra de un anónimo autor, entre el silencio y la oración en un lejano pueblo de provincia en donde el arte no le era algo ajeno.   

Descripción
Partiendo de trazos en plumilla y una policromía lograda a partir del empleo de aguadas de color, el artista creó una portada ilustrativa siguiendo viejos modelos de grabados para planchas de impresión del siglo XVIII pero obviando el monocromo, al hacer uso del negro, tonos verde, rojo y azul para realzar dibujos y figuras en una combinada gama cromática, de vegetación y de marcos ornamentales. Una especie de liberación brusca de color y de vida –inusual- para un libro que trata sobre la muerte.
El centro -especie de cartela barroca- es definido a partir de un óvalo central con la identificación del libro en una cuidada letra caligráfica decimonónica, sobre renglones no borrados. Su contorno, moldurado, con colores rojo, azul y trazos negros, logra crear la ilusión óptica de un relieve sobre el plano bidimensional.
Como ornamentación de la cartela, en los cuatro ángulos extremos a manera de enjutas o albanegas, se colocaron formas vegetales en disposición de ataurique, compuesto por finas figuras de palmeras y follaje serpenteado en volutas y roleos que envuelven (entorno al centro de cada ángulo) a un aislado rosetón de seis hojas y de borde lobulado. Dos óvalos menores, de idénticas características al central, una en su parte superior y otro en la inferior, cierran la obra.

Estado de conservación
La pintura se realizó sobre el primer folio del libro manuscrito u hoja de guarda, elaborada en papel artesanal de bajo gramaje con escritura y trazos en tinta metaloácida negra. Su estado de conservación es bueno, si bien presenta varias perforaciones o pérdida de papel por oxidación de la tinta así como señales de humedad que corrió o diluyó extensas partes de los colores en aguada o acuarela. Probable estigma del terremoto de 1875 cuando luego del sismo -contaban las viejas tras el fogón- se desató una pertinaz borrasca que cubrió por igual ruinas y desolados sobrevivientes.    



Cortejo fúnebre en el entierro de Doña Juana de Dios Zambrano de Sandoval (8 de marzo de 1875 - 15 de agosto de 1945) la mañana del 16 de agosto de 1945 en Lobatera (Estado Táchira, Venezuela).

Sobre el ya desaparecido empedrado, de artística mampostería, de la calle real (actual carrera 4 o Bolívar), en la tarde del domingo 16 de agosto de 1945, pasa el cortejo, a la sombra de las viejas paredes de tapia pisada, techos y tejados de la que fuera la casa de habitación de Doña Juana de Dios Zambrano Sandoval. Encabezan la luctuosa marcha dos de nueve de sus hijos: Rufino Sandoval Zambrano (1899-1989) y Antero Sandoval Zambrano (1910-1957), quienes se detallan a la izquierda de la imagen, y a la derecha los sacerdotes que presidieron la ceremonia, Mons. Manuel García Guerrero (1908-1986) con capa pluvial fúnebre y Mons. José Teodosio Sandoval Mora (1899-1985) con roquete o sobrepelliz. Asimismo, Augusto Morales Sandoval (1900-1988) porta el anda fúnebre al frente, a la izquierda. La fotografía fue tomada en el preciso instante cuando el párroco Mons. García procedía al rezo de una de las seis posas que se hacían antes de llegar al cementerio. Las andas de madera, de fines del siglo XIX, aún se conservan y se pueden observar en la Capilla del Humilladero (Lobatera). Foto: Familia Sandoval Zambrano, Lobatera, 1945. 



Acta de defunción de Doña Juana de Dios Zambrano de Sandoval (1875-1945). Archivo parroquial eclesiástico de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá de Lobatera, Libro de Defunciones, 1945 (Foto: MyHeritage, 1994).



Bibliografía

Libro de Entierros, 1853-1870, folio 1. Archivo de la Parroquia eclesiástica de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá de Lobatera, Lobatera (Estado Táchira – Venezuela); SÁNCHEZ, Samir A., Mors memoriae o la extinción de la memoria, Fondo Editorial Simón Rodríguez, San Cristóbal, 2011.




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