martes, 12 de diciembre de 2023

El alma de la cocina tachirense: La historia de nuestros hornos tradicionales │ The Soul of Táchira Cuisine: The History of our Traditional Ovens






Horno adosado a la cocina, construido a principios del siglo XX. Ruinas de la casa de la Sucesión Rojas. Lobatera, Estado Táchira. Foto: Darío Hurtado, 2015.




En el corazón de la olvidada herencia culinaria del Táchira late una historia ancestral, marcada por el calor y el aroma de los viejos hornos tradicionales, aislados o incorporados a la cocina. Estos elementos arquitectónicos, más que simples utensilios, fueron el epicentro de la vida doméstica y la génesis de nuestra gastronomía, una tradición que se remonta al siglo XVI con la llegada del trigo a la región y perduró hasta principios del siglo XX.



"Mujer horneando pan". Pintura al óleo por Jean-Francois Millet (1854). Foto: Wikipedia, 2025.




Un viaje a la tradición: de Millet al Táchira

Para comprender su valor, podemos trazar un paralelismo con escenas de la vida rural europea, como la inmortalizada por Jean-François Millet en su obra de 1854, "Mujer Horneando Pan". Al igual que en el lienzo del maestro francés, que mostraba el horno de leña como parte integral del hogar y del esfuerzo diario, en las cocinas tradicionales tachirenses, el horno era un monumento al sustento. Construido en barro, piedra o ladrillo, y adosado a la estructura de la casa o la fogón, su presencia imponía un ritmo y una ceremonia a la preparación de alimentos.


Horno aislado o exterior, también conocido como horno moruno, construido a finales del siglo XX. Queniquea, Municipio Sucre, Estado Táchira. Foto: Antropóloga Dra. Reina Durán, 1990.


Un patrimonio de sabor y arquitectura

El horno tradicional tachirense constituye un valioso patrimonio material e inmaterial. Como patrimonio arquitectónico, su construcción era una habilidad transmitida, adaptándose al clima y a los materiales locales. Eran estructuras sólidas y eficientes que hablaban del ingenio de nuestros ancestros para aprovechar el fuego de leña. Su diseño interno garantizaba una distribución de calor perfecta, clave para el horneado.

Como patrimonio gastronómico, es de recordar que en estos hornos se cocinaba el alma del Táchira. Eran esenciales para la elaboración del pan de trigo que surgió tras el contacto con los españoles (especialmente famoso en zonas como La Grita) y, más tarde, para las variadas recetas influenciadas por las oleadas migratorias europeas, como la italiana, corsa o alemana, que enriquecieron nuestra panadería en el siglo XIX.


El sabor de la memoria

La culinaria tachirense debe a estos hornos su carácter y su sabor inconfundible. El calor envolvente y constante que proporcionaban los distinguía de la cocción moderna, otorgando a los alimentos un tueste, una corteza y un aroma incomparables.

Allí se preparaban panes, desde el pan de trigo más sencillo hasta las especialidades que hoy disfrutamos, con una miga blanda y una costra crujiente inigualable. Amasijos y dulces como la torta de pan, las quesadillas o los bizcochuelos que formaban parte de la sobremesa familiar. Todos los platos lentos como las carnes y guisos que requerían largas horas de cocción a fuego lento para alcanzar la terneza y concentración de sabor ideales.

Hoy, aunque las cocinas modernas han reemplazado en su mayoría a estas estructuras ancestrales, recordar el horno tradicional es reconocer la profundidad de nuestra identidad. Es un homenaje a la dedicación y el arte de las mujeres y hombres del Táchira que, con sus manos, transformaban los frutos de la tierra en sustento y tradición.

Invitamos a redescubrir y valorar estos vestigios históricos, guardianes de los sabores que definen nuestro patrimonio culinario y en palabras de viejos poetas: ¡El Táchira sabe a horno de leña!