Para todo historiador, conservador y restaurador de arte, mirar en la actualidad la cornisa superior del Palacio de los Leones, el Capitolio tachirense, en la ciudad de San Cristóbal, le resulta en un hecho que parece contrario a la lógica.
La sede principal de los poderes públicos estadales, desde el terremoto de 1981, luce mocha, desmochada. No ha existido interés o voluntad en quienes han ejercido esos poderes, en calidad de representantes de la voluntad e interés del soberano, de retornar la visual monumental de la edificación eustoquiana a su proyecto original.
Opinamos que se debe a que la misma no les resulta algo rentable en lo político. No es un dividendo activo útil para la fluidez de los discursos en las promesas electorales, y para las fotos geniales que sólo se toman en campaña. No obstante sí lo es para los representados soberanos como patrimonio cultural, como símbolo institucional, arquitectónico-urbano y de identidad histórica del pueblo tachirense.
Opinamos que se debe a que la misma no les resulta algo rentable en lo político. No es un dividendo activo útil para la fluidez de los discursos en las promesas electorales, y para las fotos geniales que sólo se toman en campaña. No obstante sí lo es para los representados soberanos como patrimonio cultural, como símbolo institucional, arquitectónico-urbano y de identidad histórica del pueblo tachirense.
Por ello, es importante recordar que los jarrones del Palacio de los Leones así como los remates perdidos del ático con el escudo nacional, son parte integral de la visual de la casi centenaria edificación, declarada Monumento Histórico Nacional, según la Gaceta Oficial de la República de Venezuela, No. 33.407, en el año 1986.
Estas viejas obras, con alta probabilidad, fueron realizadas por el maestro y alarife Jesús Uzcátegui (nacido en Ejido, Estado Mérida a fines del siglo XIX y radicado en el Táchira desde 1909), a fines de la década de los años veinte del pasado siglo.
Resultan en un trabajo en serie por moldeado y se levantan sobre un plinto de 0,43 x 0,43 x 0,37 cm con una altura de 1,70 m cada uno. Sabemos, por los que quedan, ya desgastados, que están anclados al antepecho de remate del edificio a través de una varilla de hierro.
Poseen la sección inferior gallonada, con panza o centro cóncavo, liso y con guarniciones decorativas renacentistas grutescas, a partir de formas vegetales o guirnaldas, cintas y figuras antropomorfas (putti a cuerpo completo) a modo de asas, laterales, que unían sus extremos superior e inferior, ya desaparecidas la casi totalidad de las mismas.
Son de clara inspiración francesa del s. XVIII, y los modelos artísticos originales se pueden ver en el laminario de grabados "Cahier de Vases" de Jean François Forty (Imprenta de L. Laurent, París, 1775).
El Táchira cuenta con artistas especializados en restauración con materiales modernos y más livianos, y puedo citar, entre ellos, al maestro Homero Parra, quien ya ha trabajado en Palacio, en obras de restauración.
En mi opinión, sólo se requiere de voluntad e interés para que una autoridad competente diga: ¡Que vuelvan los jarrones a Palacio!
En mi opinión, sólo se requiere de voluntad e interés para que una autoridad competente diga: ¡Que vuelvan los jarrones a Palacio!
Esperemos que algún día esa voluntad e interés, juntos, porsiacaso, lleguen, y los hijos de nuestros bisnietos contemplen el Palacio de los Leones en todo su esplendor arquitectónico original. Una ironía que puede ser cierta si se mantiene el desinterés y noluntad de los últimos cuarenta y dos años.
Artes decorativas. Jarrón o vaso ornamental con figuras de sátiros, del siglo XVII y en bronce, que se encuentra en los jardines inmediatos al palacio real, en Versalles, Francia, Foto: Samir A. Sánchez (2023)
© Proyecto Experiencia Arte / Experience Art Project 2012-2023. Algunos derechos reservados. Los derechos de autor de las fotografías pertenecen a cada fotógrafo, grupo o institución mencionada.
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