Texto y fotos: Samir A. Sánchez (2012 y 1983)
En una carretera secundaria, de tierra, que une la vía principal de Palmira-Casa del Padre con las aldeas El Oro y Llano Grande del Municipio Lobatera, en la cumbre de la montaña llamada Mochileros, se encuentran o encontraban unos ruinosos pero gruesos muros de carga de tapial o tapia pisada, algunos con bardas, a lado y lado de la vía. Los mismos, elementos arquitectónicos representativos de las construcciones vernáculas tachirenses, ya poco indican de la magnitud de las casas y caballerizas que albergaron, de la historia y de las recias personas -de otros tiempos- que se fueron con ellas.
Nos referimos a la antigua "Posada de los Arrieros" como eran conocidas esas casas. Estaban emplazadas en la ruta de montaña que cruzaba la cumbre y paso o collado de Mochileros a 1.600 m de altitud. Servían para el descanso de los viajeros, viajantes y el repostar de mulas y guarda de mercancías, desde el siglo XVI hasta mediados del siglo XX. Así lo testifican en sus obras los viajeros cronistas como Don Nemecio Parada para 1899 y el Dr. Juvenal Anzola para 1912, entre otros. También se conocieron con el nombre de "Posada de Mochileros" o "casas del alto de Mochileros".
Su importancia estaba en estar ubicadas en el único punto importante de descanso en el camino real (y luego nacional) que unía a la Villa de San Cristóbal con los pueblos del noroccidente del Táchira y con los puertos fluviales de Guamas en el punto de unión de los ríos Lobaterita y Grita y en el embarcadero de Boca de Grita sobre el río Zulia. Red comunicacional de entrada y salida del comercio hacia la ciudad de Maracaibo, puerto nacional e internacional para los productos tachirenses.
En los años setenta del pasado siglo XX ese camino, junto a la posada, se amplió para convertirlo en carretera de penetración. Como dato curioso se diría que esa parte del camino dio nombre al cerro por cuanto desde la Villa de San Cristóbal eran visibles los arrieros de paso avivado y mulas aparejadas cargadas con mochilas. Era el camino de los mochileros.
Las fotos, que ya resienten el paso del tiempo y han perdido su color, datan de 1983 y tienen la particularidad de haber estado referenciadas por la nona, quien nos acompañó en ese recorrido y rememoró su paso por ese paraje del camino de Mochileros en 1913, desde Lobatera.
Por igual, antes de terminar el recorrido y al volver a contemplar las ruinas, que más parecía vivirlas junto a la neblina que comenzaba a caer, o tal vez arrebatada en sus recuerdos, nos recitó un poema aprendido en la escuela -cuando las maestras enseñaba la gramática castellana de Juan de Dios Bustamante y poesía de los clásicos españoles e hispanoamericanos- de Francisco de Quevedo (1580-1645): "Miré los muros de la patria mía,/si en un tiempo fuertes, ya desmoronados,/de la carrera de la edad cansados,/por quien caduca ya su valentía".