jueves, 30 de mayo de 2013

El Táchira que pintó Cabré | Cabré, Master Painter and the Táchira State Sceneries




«Silencio y soledad. Claro desvelo en la noche fugaz, donde se inclina,
mi Comarca de Niebla junto al cielo» Comarca de la Niebla (fragmento, 1943)
Manuel Osorio Velasco (poeta y pintor tachirense, 1911-1988)


‘And all had been silence and solitude. Light attentiveness at shooting night when
my Shire of Mist had to bow to the sky’

Comarca de la Niebla (1943, fragment)
Manuel Osorio Velasco (Poet and painter of the Táchira State, 1911-1988)

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«En 1942, el máximo exponente de la Escuela de Caracas, el pintor y entonces director del Museo de Bellas Artes Manuel Cabré, por encargo del Presidente de la República Isaías Medina Angarita, emprende también un viaje a los Andes donde pinta varios paisajes. En ellos abandona la visión cercana e intimista con la que suele representar el Ávila, y adopta una perspectiva panorámica afín a la que empleaba José María Velasco para plasmar el Valle de México a fines del Siglo XIX. Son éstas pinturas de celebración casi barroca (en todo caso exultante) de la grandiosidad del paisaje andino, resplandeciente de infinitos verdes en una cálida atmósfera» 
Federica Palomero, abril 2010 en Héctor Poleo entre épocas, catálogo de la exposición de la Galería de Arte Odalys, Caracas, 21 de mayo al 20 de junio de 2010.


'In 1942, the highest exponent of the Caracas school, the painter and then Curator of the Fine Art Museum of Caracas, Manuel Cabré, by appointment of the President of the Republic, Isaías Medina Angarita, undertakes also a trip to the Andes Venezuelan region, where he paints several landscapes. In those he abandons the close and intimate vision with which he usually represents the Ávila (Caraquenian mountain), and adopts a panoramic perspective similar to the one José María Velasco used to depict the Valley of Mexico in the late 19th century. These are paintings of a flamboyant and almost baroque (at any rate exultant) celebration of the majestic of the Andean landscape, resplendent with infinite greens in a warm atmosphere'. Federica Palomero, Héctor Poleo, Between periods, polemics and generations (Caracas, 2010)





«El Pintor del Ávila» en el Táchira

En el mes de enero de 2013, se cumplieron 70 años de la estadía en el Táchira (tres meses, entre 1942 y 1943) del célebre «Pintor del Ávila», Don Manuel Cabré (Barcelona/España, 1890 - Caracas, 1984), motivado a un viaje realizado a través de la cordillera de Los Andes por la vieja carretera Trasandina hasta la ciudad de San Cristóbal (Estado Táchira), por invitación expresa del entonces Presidente de la República, el tachirense General Isaías Medina Angarita (1897-1953), quien ejerció la presidencia entre 1941 y 1945.


Los especialistas en la obra de Cabré y críticos de arte, coinciden en afirmar que este viaje marcó un cambio profundo en la obra artística de este pintor de tendencia Impresionista, siendo definida en su historiografía como: Etapa de los paisajes andinos (1942-43).


Desde el punto de vista del análisis plástico de los cuadros de Cabré sobre Los Andes venezolanos, nos encontramos ante una obra de  un dinamismo cromático sin precedentes. El autor inició así -luego del itinerario andino- una atracción o enfoque del paisaje con supeditación del ambiente o atmósfera de los lugares reproducidos por sobre la diversidad de la figura y de la forma.



Esta adquiere precisión, cuando el sol no incide directamente sobre ella (Fig. 2, Peribeca, 1942; Fig. 4, Rincón de Capacho, 1962) y tiende a difuminarse, bajo la fuerte luz del mismo, dándole así vida, tiempo y preeminencia cromática a la luminosidad sobre la forma de la pintura, propia de los impresionistas (Fig. 3, Valle de Lobatera, 1962). La altura, el aire y la gama multiforme de luz de Los Andes tachirenses, fueron una huella perenne en la vida artística del pintor.


Otro aspecto a resaltar en los trabajos de Cabré, producto de este viaje -una osadía, como lo definiría años después-, fue el extraordinario desarrollo de su memoria visual a largo plazo o la denominada memoria eidética, por cuanto, de los ocho cuadros, seis fueron pintados en años posteriores, con base en bocetos en blanco y negro que había dibujado, al aire libre, en los lugares que le impresionaron o captaron su atención.


Así, la esencia de la obra que podríamos denominar con propiedad del Manuel Cabré tachirense, materializada en el legado de sus cuadros, quedará en el tiempo como reminiscencia del color y de la belleza del paisaje natural de las comarcas del Táchira, desaparecidas ya -y en gran medida- por la urbanización no planificada de esos viejos espacios idílicos.



El Táchira desde la óptica de Cabré




Figura 1 Manuel Cabré, La Vichuta/Carretera de Táriba, 1942. Óleo sobre tela, 32x116 cm, Colección particular. Este cuadro ha sido denominado por la bibliografía de Cabré como La Vichuca, siendo lo correcto  La Vichuta, por cuanto es el nombre de la quebrada que cruzaba este lugar, en la aldea Sabana Larga (denominación tomada de la topografía originada en una de las terrazas aluvionales que forman el valle de Santiago; la sabana se puede apreciar a la derecha del cuadro, izquierda del observador). La antigua carretera comunicaba la ciudad de San Cristóbal con la población de Táriba. Actualmente en este mismo espacio se levantan las edificaciones del Campus de Sabana Larga de la Universidad Católica del Táchira, San Cristóbal. 

La geografía plasmada en la pintura quedó marcada a la izquierda de la obra (derecha del observador) por la imponente altura del cerro El Picacho o Páramo de Almorzadero (2.783 m.s.n.m), seguido por la serranía de la fila de los Letreros (con los cerros de Los Letreros y Gallineros [actual emplazamiento de las antenas repetidoras de radio y televisión en el área metropolitana de San Cristóbal]). Hacia la derecha (izquierda del observador), en la lejanía, las estribaciones sureñas de la fila de Potrero Grande y en la proximidad de la sabana, las Barrancas de Táriba o actual sector urbano de Barrancas (Foto: Alejandro Zuloaga, 1999, reproducción con fines didácticos). 








Fig. 2 Manuel Cabré, Peribeca, 1942. Óleo sobre tela, 80x152 cm, Colección particular.  (Foto: Alejandro Zuloaga, 1999, reproducción con fines didácticos). Vista del valle, pueblo de Peribeca (izquierda del observador) y de las antiguas haciendas y trapiches de caña, desde las alturas de la carretera de Capacho. Al fondo, las cumbres de la fila de Los Letreros y Palo Grande.  A la derecha (izquierda del observador) las primeras estribaciones sureñas de la fila de Potrero Grande. El valle de Peribeca fue lugar de paso y descanso de los viajeros, desde la época aborigen. Desde el siglo XVI , posadas y haciendas permitían descansar a los viajeros que recorrían el valle a través del camino real que unía a la Villa de San Cristóbal con el pueblo de Resguardo de Capacho, los valles de Cúcuta y la ciudad de Pamplona, en el Nuevo Reino de Granada. 








Fig. 3 Manuel Cabré, Valle de Lobatera, 1962. Óleo sobre tela, 51x61 cm, Colección particular. (Foto: Alejandro Zuloaga, 1999, reproducción con fines didácticos). Esta obra refleja el atardecer sobre el valle y el pueblo de Lobatera, del cual destacan -en la profundidad- las blancas y apuntadas torres y cúpula de su neorrománica iglesia parroquial; un espacio que a su vez es aprehendido y dominado en su escenario central, por la agreste mole montañosa de la serranía de la Laguna del Buitrón. Es importante acotar que el boceto original de este cuadro, trazado en 1943, fue actualizado -al momento de llevarlo al lienzo en 1962- con fotografías recientes, solicitadas por el autor a sus amigos en el Táchira. El pueblo de Lobatera (fundado en 1593) representó desde sus orígenes una posición clave en la defensa del territorio norte tachirense por dominar el punto de confluencia de los caminos reales que, provenientes del sur del Lago de Maracaibo, llegaban a la Villa de San Cristóbal. Por ello, y en los terrenos del actual cementerio municipal, existió la única construcción de carácter militar que tuvo el Táchira en la época colonial española: un torreón con betería de cañones, para defender la entrada del valle.



Para efectos de comparación didáctica se presenta la impresión fotográfica del paisaje del valle de Lobatera para enero de 2020, desde la misma perspectiva y hora del atardecer que tuvo Cabré para su pintura (Foto: Darío Hurtado, 2020).





Fig. 4 Manuel Cabré, Rincón de Capacho, 1962. Óleo sobre tela, 46x32 cm, Colección particular.  (Foto: Alejandro Zuloaga, 1999, reproducción con fines didácticos). En el atardecer y al fondo, a lo lejos de la calle de Capacho Viejo, declives y laderas milenarias, recuerdan los lugares donde el barro era templado al calor del fuego de los leños, en Lomas Altas.








Fig. 5 Manuel Cabré, Calle de Capacho, 1966. Óleo sobre tela, 65,5x65,5 cm, Colección particular.  (Foto: Alejandro Zuloaga, 1999, reproducción con fines didácticos). Al fondo, al atardecer, tras el pórtico del cementerio de Capacho Nuevo, los viejos caminos de herraduras convertidos en carreteras, ascendían zigzagueantes hacia las alturas de la fila de Palo Gordo.

 Fig. 6 Manuel Cabré, La Peña (Estado Táchira), 1942. Óleo sobre tela, 70,5x36,5 cm,  Colección particular.  (Foto: No disponible).



P. D. Con el objetivo de consolidar el Catálogo Cabré de paisajes tachirenses, agradeceríamos altamente a cualquier lector del edublog, que conozca otras obras de Manuel Cabré sobre el paisaje tachirense, contactarnos al siguiente correo electrónico: expartproject@gmail.com Gracias.



P. S. The main purpose of the present paper consists of the consolidation of the Cabré: Tachiran Sceneries Catalogue. We would greatly appreciate any other information of Cabré’s pictures about Tachiran sceneries. You can contact us by email expartproject@gmail.com  Thanks!


Bibliografía


BOULTON, Alfredo. Homenaje a Manuel Cabré, Catálogo exposición: Museo de Bellas Artes, Caracas, 1971; Cabré: Homenaje a Manuel Cabré, Museo de Bellas Artes, Caracas, Nº 37, 1971; CALZADILLA, Juan. Cabré el otro, Catálogo de Exposición: Galería de Arte Nacional, Caracas, 1980; CALZADILLA, Juan. Cabré. Gráficas Armitano, Caracas, 1980; SÁNCHEZ, Samir, Diccionario de Topónimos históricos del Estado Táchira, Biblioteca de Autores y Temas Tachirenses, Nº 207, San Cristóbal, 2018.



© Proyecto Experiencia Arte / Experience Art Project 2012-2013. Algunos derechos reservados. Los derechos de autor de las fotografías pertenecen a cada fotógrafo, grupo o institución mencionada.

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expartproject@gmail.com

lunes, 13 de mayo de 2013

El Himno Oficial del Estado Táchira «Las glorias de la Patria» 1913 -2013. Centenario de una obra maestra | 'The Glories of the Homeland' the Official Anthem of the State of Táchira: A Song to the Spirit of Freedoom





Samir A. Sánchez (2013)


Las montañas...han sido sede tradicional de la libertad."El ángel que nos mira" (1929), Thomas Wolfe





In Memoriam
A mi tío-abuelo y padrino, Esteban Marino Noguera Morales (1918-2012), quien hizo de la música típica tachirense una pasión, sentida y vivida con el más alto orgullo por haber nacido sobre esta tierra, al cobijo de los coloniales aleros de Río Arriba de San Pedro del Río y junto al melodioso rumor del encuentro de las aguas del río Lobaterita y la quebrada La Chirirí.


Salve, cara parens dulcis Táchira, salve, magna terra fons et origo.

Samir Sánchez, San Cristóbal Urbs Quadrata, 2003






Sumario 1. Omnes omnium cantate patria-Cantemos todos a la tierra natal; 2. Audios históricos: Himno del Estado Táchira 'Las glorias de la Patria', coro y banda de conciertos (versión completa), de 2015 y en banda de conciertos (versión corta, coro, 1era y 4ta estrofa), de 1968; Himno de la ciudad de San Cristóbal '¡Salud San Cristóbal!', marcha triunfal, coro y banda de conciertos, de 1968; Himno del Municipio Lobatera '¡Gloria al pueblo pujante y altivo!', versión en banda municipal, de 2006; 3. Historia y significado, desde un análisis axiológico y de las teorías generales del Estado, de la letra del Himno del Estado Táchira; 4. Historia de la música del Himno del Estado Táchira/'Y las primeras notas del Himno del Estado Táchira nacieron en los jardines de la Plaza Bolívar de San Cristóbal'; 5. Historia illustrata atque exornata o la Historia en imágenes.



«Las glorias de la Patria» como canción patriótica regional, con letra del poeta y abogado Ramón Eugenio Vargas y música del compositor Miguel Ángel Espinel, ambos tachirenses, fue declarada como himno oficial del Estado Táchira por decreto reglamentario del Escudo, Sello e Himno del Estado Táchira, emitido por la Presidencia del Estado de fecha 1 de julio de 1913En este decreto reglamentario se especificaba, en su artículo 11º, que la música del himno había sido aprobada por resolución ejecutiva del Gobierno del Estado de fecha 28 de junio de 1913. Por ello, el decreto reglamentario que lo hizo oficial especificaba: 

«Art. 12. El Himno del Táchira, al igual del Nacional, será de enseñanza obligatoria en las escuelas de ambos sexos, del Estado y Municipalidades, a fin de que en los hijos del Táchira echen honda raigambre los sentimientos patrióticos y altruistas que él canta y les sirva de aliento en toda emergencia que amenace su vida independiente y libre, así como de expresión de regocijo en las celebraciones de sus triunfos y victorias y de sus actos cívicos” (Del Decreto Reglamentario del Escudo, Sello e Himno del Estado Táchira, del primero de julio de mil novecientos trece [El original del decreto se extravió pero se conserva una transcripción en un libro titulado "Cantos Escolares", publicado en San Cristóbal en 1950 y digitalizado y difundido por el historiador y académico José Antonio Pulido Zambrano)].



Transcripción conservada del decreto original, ya extraviado, publicada en el libro titulado "Cantos Escolares", editado en San Cristóbal, en la Imprenta del Estado y publicación ordenada por el Gobierno del Estado Táchira en 1950. Digitalizado y difundido por el historiador y académico José Antonio Pulido Zambrano. Grupo de Facebook "Fotos y documentos del Táchira histórico", 2022).



1. Omnes omnium cantate patria-Cantemos todos a la tierra natal


El 5 de julio de 2013 se conmemoró el centenario de la primera interpretación oficial del Himno del Estado Táchira. Emoción poética e instrumentación marcial lo hacen un clásico y una obra maestra de la música universal. Egregia composición que trasciende y perdura en la historia del Estado Táchira como parte de su patrimonio cultural inmaterial y símbolo imperioso de identidad regional.
Se trata de una pieza conmemorativa de las magnas glorias, valores e ideales del Táchira. La estructura musical -la cual comenzó a escribir en abril de 1913 y finalizó en mayo del mismo año el Prof. Miguel Ángel Espinel-  fue adaptada a la letra de la poesía lírica que responde al íncipit de «Las glorias de la Patria» (del Abogado Ramón E. Vargas, 1913), precediendo al coro con una introducción o preludio instrumental en acorde inicial marcial y compás de cuatro tiempos (4/4), desarrollando así, gradualmente, un matiz dinámico de transición en  'tempo di marcia', el cual le confiere un sentido de riqueza y fasto. 

En las líneas de composición poética del himno, la acertada distribución de los acentos rítmicos -en la continuidad de los cuartetos asonantes- se da a partir de una estrofa coral en versos de arte menor y cuatro estrofas de arte mayor, creando un adecuado contraste que le imprime al poema matices de romance heroico. La versificación consta de una consonancia tonal secuencial llana y aguda

Sobre la estructura de una introducción musical marcial, coro o estribillo que se reexpone y cuatro estrofas, su instrumentación, melodía y armonía -lograda síntesis de finitud e infinitud- responden a un mismo movimiento de solemnidad, en las tres primeras estrofas, en forma de eco a dos voces. La cuarta, con un claro carácter de himno, se transforma elevándose con acordes de marcha que se enlazan, a su vez, con los del carácter triunfal y apoteósico del coro, marcando la emotividad de la obra convirtiéndola, a su vez, en una sinfonía dentro de otra sinfonía.

En la última repetición, los unísonos de las voces superiores del coro -en alta tonalidad- se unen en un tutti o todo orquestal al ímpetu de cierre de los instrumentos de viento-metal y percusión los cuales, desde una elaborada combinación entre lo impetuoso y lo sutil, le otorgan un impresionante final épico a la obra.
Así, el Himno del Estado Táchira o el canto patriótico regional, interpretado por banda, banda municipal, banda marcial, banda de conciertos, orquesta sinfónica y/o coros, resulta un elaborado 'leitmotiv' de ritmos, tonos mayores y armonías.  Verdadera metáfora instrumental que semeja desplegar -en llamarada sonora de poderosa y sublime trascendencia- lo telúrico y milenario del Ande tachirense, el 'Volksgeist' o el espíritu de la tierra natal. 

La letra, marcada por las pautas métricas de la poesía realista decimonónica, configura en cada uno de sus versos los más altos ideales del pensamiento creador, valores inmanentes y virtudes del Táchira inmortal. Soñado y sentido, forjado y troquelado, en los hontanares infinitos de la libertad. 

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El Himno del Estado Táchira, un canto a la Libertad








Figura 1. Partitura del Himno Oficial del Estado Táchira, fotograbado publicado en 1930 de la partitura que mandó a imprimir en Berlín el Profesor Miguel Ángel Espinel (reproducción con fines didácticos), en DÍAZ BRANTES, Humberto, El Estado Táchira, Álbum gráfico 1930, Impresión en tipografía Americana, Caracas, 1930, s/p. Edición facsimilar de la Lotería del Táchira, San Cristóbal, 1997 (Foto: Sigrid Márquez, 2013).



Una de las más antiguas partituras que se conservan del Himno del Estado Táchira, data de 1915 (Imágenes cortesía del historiador y académico José Antonio Pulido Zambrano, 2013)





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2. Audios históricos




«Himno Oficial del Estado Táchira» (coro y banda de conciertos, versión completa. Sigue las indicaciones del autor de la música quien especifico para su canto coral, que los versos del coro se interpretaran en voz superior al unísono y los de las estrofas a dos voces -1era y 2da voz).  

Composición musical y poética creada en 1913 por el Prof. Miguel Ángel Espinel (música) y el Abogado Ramón E. Vargas (letra) y laureada como oficial por la Presidencia del Estado Táchira, en julio del referido año. 

Versión en audio interpretada por la Banda Oficial de Conciertos del Estado Táchira Profesor «Marco Antonio Rivera Useche» dirigida por el Maestro Leonardo Montúfar y la Coral del Táchira, por el Prof. Alexander Carrillo. Grabación 2015. 

Audio cedido por el Abogado, Académico y Cronista Oficial de la ciudad de San Cristóbal Luis Hernández Contreras. Diseño de presentación para Proyecto Experiencia Arte: TSU Sigrid Márquez Poleo (2016). 










«Himno Oficial del Estado Táchira» (instrumental por banda de conciertos, versión corta, coro, 1era y 4ta estrofa). Si bien el audio presenta fallas de sonido de origen, se reproduce por su valor histórico al ser una edición que conserva su interpretación por la Banda Oficial de Conciertos del Estado Táchira, según la partitura de 1913.

En esta ocasión, la Banda Oficial de Conciertos del Estado fue dirigida por el Prof. Tíbulo Zambrano García, el 31 de marzo de 1968 en homenaje a los 407 años de la fundación de la ciudad de San Cristóbal y al Maestro y Director Oficial de la Banda del Estado, Don Marco Antonio Rivera Useche, 1895-1990 (quien en 1913, formaba parte de la Banda del Estado como joven ejecutante de bombardino, al interpretarse por primera vez el Himno Oficial del Estado Táchira). 

Audio copiado de un disco en vinilo o gramófono (de duración extendida o E.P), editado por el Concejo Municipal del Distrito San Cristóbal (Marzo de 1968). 

El sonido gramofónico de 1968, permite oír -en secuencia con la letra- la introducción marcial, coro, primera y cuarta estrofa, Reproducción con fines didácticos. 

Nota: Es de acotar que la grabación para difusión regional y nacional -actualmente- más empleada en instituciones, emisoras de radio y televisión, actos y redes sociales, del Himno Oficial del Estado Táchira, data de 1981 cuando el Presidente de la República, Dr. Luis Herrera Campins, por decreto presidencial No. 1026, ordena la grabación y emisión del himno nacional e himnos de los estados de Venezuela. La misma fue grabada en Discos León (Caracas) a través de Ediciones Amon c. a./Edumuven c.a, en dos discos de vinilo o gramófono, de larga duración (L.P.) en estéreo CO47-CO48. No obstante, la premura de editar la referida grabación oficial para la fecha de promulgación del decreto, hizo que -en el caso del Himno del Estado Táchira- la versión grabada instrumental y coral (con coros de la ciudad de Caracas), difiera de la versión original musical y escrita de 1913 en: (a) introduce bemoles en la entonación de los versos del coro; (b) reduce la interpretación de las cuatro estrofas originales a dos; (c) el tipo de instrumentación  empleada en la grabación, creó una pérdida de la marcialidad instrumental original, al no combinar -en forma equilibrada- el sonido de los acordes con la entonación de las voces del grupo coral que lo interpreta. Estas omisiones musicales se han mantenido en sus reproducciones, si bien en su momento músicos tachirenses como Don José del Carmen Avendaño (Nacido en Ureña, el 1 de julio de 1969, casado en San Cristóbal en 1963 y recientemente fallecido) expusieron en la prensa escrita regional, estas fallas. Con la interpretación realizada por la Banda Oficial de Conciertos del Estado y la Coral del Táchira, en 2015, se restituye la versión del himno del Estado Táchira, según la partitura oficial original de 1913.

Diseño de presentación de vídeo y sincronización de audio, para ExpArt, por T.S.U. Sigrid Márquez Poleo, 2015.








Audio del Himno de la ciudad de San Cristóbal, capital del Estado Táchira, «¡Salud San Cristóbal!» Marcha Triunfal, coro y banda de conciertos (fallas de sonido de origen). Autor (música y letra) Maestro Marco Antonio Rivera Useche (1895-1990). Interpretado por la Banda Oficial de Conciertos del Estado, dirigida por el Prof. Tíbulo Zambrano García y el coro de aficionados, el 31 de marzo de 1968 en homenaje a los 407 años de la fundación de la ciudad de San Cristóbal y al Maestro Marco Antonio Rivera Useche. Audio copiado de un disco en vinilo o gramófono (de duración extendida o E.P), editado por el Concejo Municipal del Distrito San Cristóbal (Marzo de 1968). Reproducción con fines didácticos.


Diseño de presentación de vídeo y sincronización de audio, para ExpArt, por T.S.U. Sigrid Márquez Poleo, 2015.
  







Audio del Himno del Municipio Lobatera (Estado Táchira), «Gloria al pueblo pujante y altivo», versión, completa, en banda municipal. Aprobado por el Concejo Municipal del Distrito Lobatera en sesión ordinaria de fecha 16 de septiembre de 1974. Autores: Prof. Tíbulo Zambrano García (música, 1974); Prof. Consuelo Pacheco de Álvarez (letra, 1974). Interpretado por la Benemérita Banda Municipal Sucre de Lobatera (fundada el 19 de abril de 1906), dirigida por el Prof. Miguel Arcángel Chacón Vivas. Audio copiado del disco compacto (CD) «100 años de la Banda Municipal Sucre de Lobatera, 19 de abril de 1906-19 de abril de 2006» (Estudios Barreto, 2006. Coordinación de Carlos Alviárez Sarmiento). Reproducción con fines didácticos.
Diseño de presentación de vídeo y sincronización de audio, para ExpArt, por T.S.U. Sigrid Márquez Poleo, 2015.
 



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3. Historia y significado, desde un análisis axiológico y de las teorías generales del Estado, de la letra del Himno del Estado Táchira


Entre el 19 de diciembre de 1912 y el 1 de abril de 1913, el Gobierno del Estado convocó a un concurso para la creación del Himno del Estado Táchira, en su composición poética. Resultaría así el tercero en la historiografía de los himnos regionales, por cuanto sobre los dos anteriores -producto cada uno, al igual que el tercero, de las ideas y circunstancias de su tiempo- se conoce lo siguiente:



«¡Tachirenses, se acerca el momento!» (Primer himno tachirense, de 1879)

El 29 de marzo de 1913, en un artículo de opinión del periódico "Tuerca y Tornillo" (No. 59), de San Cristóbal, se criticaba el concurso para la letra y música de un nuevo himno del Estado Táchira. Argumentaba el articulista que el Táchira tenía ya un bello himno oficial desde 1879 y había sido el primer estado de la federación venezolana en contar con un himno propio. Asimismo descalificaba a los poetas y músicos de su época, al afirmar que no habían ni buenos músicos, ni buenos poetas para hacer una composición marcial, augurando un fracaso al concurso de 1913. 

Reforzaba sus posiciones, el autor, transcribiendo la letra de ese primer himno y exhortaba al Presidente del Estado a volverlo a declarar oficial. Ahora bien, ¿A qué himno se refería el osado articulista de 1913, que desafiaba las decisiones del gobierno del Estado, en tiempos de férrea dictadura? Él sólo traía a su tiempo la memoria del primer himno oficial del Estado Táchira.

Este era una composición de acentuada marcialidad por ser un impetuoso canto de guerra del siglo XIX (cuya enardecida letra le da el carácter de ser la Marsellesa tachirense), data de 1879 y obtuvo carácter oficial por decreto ejecutivo del Gobernador del Estado, General Rosendo Medina (padre del General Isaías Medina Angarita, Presidente de los Estados Unidos de Venezuela entre 1941 y 1945). 


Se tituló «¡Tachirenses, se acerca el momento!», siendo autoría del eximio violinista y compositor tachirense Eloy Galaviz Ávila y letra del poeta marabino Arbonio Pérez (nacido en 1839. Doctor en Derecho, narrador, dramaturgo y poeta. Tío de Udón Pérez). El poema o letra del himno estaba conformado por tres coros -de cuatro versos- y dos estrofas de ocho versos en octavilla italiana.

Este magistral himno fue relegado y olvidado luego de la creación guzmancista del Gran Estado de Los Andes (unificación de los estados Táchira, Mérida y Trujillo en una única entidad federal, en 1880) y sólo se conservó su letra en la memoria colectiva tachirense. En 1899, sus estrofas eran entonadas en las marchas de avance hacia la ciudad de Caracas por parte de los batallones del ejército Liberal Restaurador del General Cipriano Castro, pero con el ritmo o cadencia de la música de La Bayamesa (composición de 1867 y actual himno nacional de Cuba).


Asimismo, el General Castro, en la proclama que dio en la población de Independencia/Capacho Nuevo, el 23 de mayo de 1899 al iniciar su acción bélica contra el gobierno del Presidente Ignacio Andrade (1898-1899), finalizó la misma con el lema guerrero de cierre del coro del primer himno regional tachirense, de 1879. En encendida prosa de fines del siglo XIX, arengó: 

«Soldados: vosotros me conocéis bastante y sabéis que siempre vencedor, jamás vencido, al cumplimiento de mis sagrados deberes de patriota y de liberal lo he sacrificado todo; sabéis que soy incapaz de una cobardía y de una infamia. El árbol de la Libertad exige vuestro contingente de sangre una vez más; volad a ofrecerle con ese valor legendario que os es peculiar. Vuestra consigna es ¡Vencer o morir!».
  

Y al entrar victorioso a Caracas, luego de una rápida campaña, el General Castro expresó en su proclama a los venezolanos: «Hoy hace cinco meses que nuestras tropas victoriosas en La Popa y Tononó, dejaban presentir que el ejército del Táchira marcharía de triunfo en triunfo a la capital de la República: ¡Hemos vencido! […]» (Caracas, 24 de octubre de 1899).




«¡Tachirenses, se acerca el momento!». Primer Himno Oficial del Estado Táchira, creado en 1879 y decretado como canción patriótica oficial por el Gobierno del Estado. Diseño y realización en facsímil de época: Sigrid Márquez Poleo, 2014.



Otra referencia encontrada, la cual es probable que reproduzca la adaptación libre que hicieran del primer himno tachirense los soldados de los batallones del ejército liberal restaurador dirigido por el General Cipriano Castro en 1899, es la referida al texto del segundo coro, citado con irónica agudeza, en 1927, por el escritor carabobeño José Rafael Pocaterra en su novela «Memorias de un venezolano de la decadencia: Castro 1899-1908 y Gómez 1909-1919» (cita tomada de la edición de Monte Ávila Editores y Equinoccio Ediciones de la Universidad Simón Bolívar, Caracas, 1997, p. 33). El segundo coro, alterado en el original de su tercer verso, es el siguiente: «Tachirenses: se acerca el momento/de empuñar con denuedo el fusil; nuestro Jefe nos dice: ¡Adelante!/¡La consigna es vencer o morir!».



Documentos que registran el origen del primer himno tachirense

Archivo General del Estado Táchira. 

Comunicaciones oficiales Nº 72 y 73, del Secretario General de Gobierno del Estado Táchira, Dr. Santiago Briceño, de fecha 28 de mayo de 1879, dirigidas al General y poeta Arbonio Pérez y al compositor Eloy Galaviz para que compusieran la letra y música del primer canto patriótico tachirense, a estrenarse el 5 de julio de 1879 (Hallazgo y fotos de José Antonio Pulido Zambrano, 2024).





Hemeroteca Pública del Estado Táchira.
Periódicos del siglo XX. "Tuerca y Tornillo", Mes 9, serie 10, Nº 39, San Cristóbal 29 de marzo de 1913 (Fotos de José Antonio Pulido Zambrano, 2024).













«¡Tachirenses!, de pie descubiertos, la canción al Estado, escuchad» (de 1905)

El de 1905, considerado como el segundo, es un himno de paz, un canto laudatorio a la tierra natal. Si bien los especialistas en la materia coinciden que sólo se conservó la letra, perdiéndose las partituras, el Prof. Samir A. Sánchez, director-editor de Proyecto Experiencia Arte, plantea una hipótesis sobre el poema titulado «¡Tachirenses!, de pie descubiertos, la canción del Estado, escuchad»,  atribuido al poeta e instructor Antonio Ramón González Cárdenas. 


Sobre este distinguido personaje tachirense, se conoce -a través de las investigaciones genealógicas elaboradas por el Dr. César González, en 1975- que nació en Palmira el 2 de septiembre de 1866 y murió en Pampatar (Estado Nueva Esparta), el 4 de septiembre de 1921. Estudió en el Colegio Sagrado Corazón de Jesús en La Grita y sobresalió como poeta, orador y pedagogo. En 1917 se imprimió un libro con parte de sus poemas, varios de los cuales fueron publicados (junto a su foto) en el Álbum del Táchira, editado por el periodista chileno Humberto Díaz Brantes, en 1930.

Con respecto al considerado segundo himno del Estado, este poema, por sus características, resulta en sí en una de las obras que concursaron en 1913 para optar al premio de la letra del Himno del Estado Táchira. 




Se puede deducir esto del tema y estilo poético de las estrofas así como del texto del último verso: «La Concordia, la Paz y el Trabajo». Símil literario (utilizado por igual -y entendido su uso en el contexto político vigente en Venezuela para el momento cuando fue creado el himno- en el último texto del verso del poema ganador del Dr. Ramón E. Vargas: «El Trabajo, la Paz, la Igualdad») que se identificaba con el lema adoptado por el Gobierno de la época, el régimen Rehabilitador del General Juan Vicente Gómez (entre 1908 y 1935): «Unión, Paz y Trabajo». 


Otra dato que hace atinente la anterior explicación, se sustenta en un hecho dado en 1912 y 1913, con motivo de la convocatoria oficial para los concursos de la letra y música de un nuevo himno para el Estado Táchira, parte de la opinión pública se manifestó a través de la prensa regional reivindicando el primer himno estadal de 1880 -primero que tuvo un estado de Venezuela, referían- y descalificando cualquier nueva composición que lo sustituyera. Por igual, los estudiosos de la materia no han encontrado -hasta la fecha- registros hemerográficos o documentales que citaran o reivindicarán el probable himno de 1905.


En conclusión, el Estado Táchira contaría en propiedad con un historial de dos himnos oficiales, el de 1879 y el de 1913.





«¡Tachirenses! de pie descubiertos, la canción al Estado, escuchad»
Poema elaborado por Ramón Antonio González Cárdenas (1866-1921) y considerado el segundo himno que ha tenido el Estado Táchira.

Diseño y realización en facsímil de época: Sigrid Márquez Poleo, 2015


No obstante, es importante destacar que el origen del reconocido lema gomecista de «Unión, Paz y Trabajo» el cual no era nuevo o improvisado en el ámbito tachirense de la época, probablemente fue sugerido y tomado por la camarilla política que rodeó al General Juan Vicente Gómez, de la letra del himno con el cual había sido inaugurada la Gran Exposición del Táchira, en enero de 1906, realizada con motivo de la visita de la Primera Dama Doña Zoila Martínez de Castro a San Cristóbal. El himno de la Exposición se titulaba Himno al Trabajo, a la Paz y a la Unión cuyo autor era el violinista y poeta José Consolación Colmenares, quien había sido maestro de música del General Cipriano Castro en la escuela de Capacho (Nota hemerográfica sobre la exposición de 1906, del periódico La Idea Restauradora, publicada por el académico e historiador Luis Hernández Contreras en Diccionario de la Música en el Táchira, San Cristóbal, 1999, p. 72).




«Las glorias de la Patria» (de 1913)

Así, y continuando con la relación histórica del actual himno estadal, el de 1913, se tiene que el 17 de abril del referido año, el jurado especializado, luego de evaluar todas las obras presentadas, dictaminó como ganador el trabajo consignado bajo el seudónimo Escarlata, correspondiente al abogado y poeta tachirense Ramón E. Vargas. Exponía el jurado que:


«Tiene el coro la cualidad encomiable de que, a pesar de tratarse de un canto regional, se mantiene en él, por modo altamente patriótico, la idea de la unidad nacional, de la Patria grande y soberana de la cual el Estado Federal es sólo un fragmento o porción. Puede, además decirse que el coro es la parte enérgica del himno. Nos atreveríamos a proponer en pro del realce del concepto, el siguiente cambio en el segundo verso de esta parte de la composición ‘sus fueros de Nación’». 

En el texto original, el autor había colocado «la Ley de la Nación». (‘Himno del Táchira’ en HERNÁNDEZ CONTRERAS, Luis, Diccionario de la Música en el Táchira, Editorial Proculta, San Cristóbal, 1999, p. 106).

Así, el actual himno patrio tachirense fue aprobado y reglamentado con el decreto reglamentario del Escudo, Sello e Himno del Estado Táchira, emitido por la Presidencia del Estado de fecha 1 de julio de 1913. El original de este decreto reglamentario no ha podido ser ubicado, a la fecha en los archivos respectivos, pero se conoce el contenido del mismo por una publicación del Gobierno del Estado Táchira, denominada "Cantos Escolares", en 1950 [Publicación digitalizada y dada a conocer nuevamente por el investigador y miembro de la Academia de Historia del Táchira, Lcdo. José Antonio Pulido Zambrano]. Aquí, los artículos 11º al 13º describían y reglamentaban el himno en su letra y música, descripción vigente en la actualidad. El artículo 11º especificaba que la música había dido aprobada por Resolución Ejecutiva del Gobierno del Estado Táchira el 28 de junio de 1913. 





Significado de la letra del Himno del Estado Táchira


Si bien, el Himno Oficial del Estado Táchira, en la estructura semántica conceptual de sus versos y estrofas, resulta en un canto a la libertad como fundamento de los más altos valores humanos, desarrollados en el marco del debido respeto a la ley suprema de la Nación y la República, la constitución nacional (fueros), no se ha encontrado -hasta la fecha- ningún documento o referencia alguna donde el Dr. Ramón Eugenio Vargas haya expuesto la motivación inicial para desarrollar ese tema en el texto poético. 

Al respecto, y por ser una acción a posteriori, sólo se puede teorizar sobre esos motivos, a partir de dos contextos o circunstancias que enmarcaron el acontecer o la vida diaria de los tachirenses, en el año de 1913: (1) el contexto político y (2) el histórico. 


1. Contexto político en 1913

Sobre el primero existe una considerable literatura historiográfica que ha tratado sobre el gobierno del General en Jefe Juan Vicente Gómez (desde 1908 hasta su deceso en 1935). Se conocen ampliamente sus aspectos positivos y negativos. De estos últimos es necesario especificar los siguientes aspectos.  

De su autoritaria y férrea imposición política, se conoce que el régimen gomecista  creó alternativas u opciones muy cerradas que iban  desde: (a) la opción de exilio asumida por muchos venezolanos, en resguardo de sus vidas y libertades; (b) el silencio e indiferencia de otros; (c) la opción de la cárcel y de los trabajos forzados en las carreteras y obras públicas para quienes manifestaran, de forma pública, su opinión contraria a 'la Causa' (como se definía el mismo gobierno), entendida como la adhesión al pensamiento único del régimen; (d) la no intervención en política asumida por una mayoría, quienes se dedicaron a sus labores personales; (e) la adhesión incondicional al régimen por parte de unos, bien en utilidad y provecho de las funciones gubernamentales o desde sus puestos de 'aduladores de oficio', personajes infaltables en la picaresca política venezolana, desde 1830 hasta el presente. O, resumiendo dichos aspectos -en palabras de la narradora venezolana Elisa Lerner- el dogma de la dictadura gomecista se resumía en ser amigo del régimen, o permanecer en el silencio, en la cárcel o en el destierro. 

En el desarrollo de este contexto político, el año de 1913 coincide con la consolidación del denominado 'gomecismo', término como se conoce este período de la historia política en la historiografía venezolana. Este período respondió a un proceso que se había iniciado en 1908 con el lanzamiento de la consigna «Gómez único» por parte del médico tachirense Dr. Ezequiel Vivas Sánchez (Lobatera, 1864 - París, 1919), alcanzando su máxima expresión con la aprobación de la Constitución Nacional de 1914, en la cual quedaba asegurada -de forma legal- la continuidad gubernamental personalista del General Juan Vicente Gómez en la jefatura de Estado y/o de las  fuerzas armadas venezolanas.

Todos los anteriores argumentos podrían servir como una probable explicación atingente para entender y comprender la coincidencia de la presencia explícita de las palabras del lema político adoptado por el gobierno de Gómez, desde su instalación el 20 de diciembre de 1908, de: «Unión, Paz y Trabajo», en las estrofas II, III y IV del himno.


No obstante, se debe tener en cuenta que los valores o principios axiológicos presentes en las palabras del poema, actúan del mismo modo que una forma ex opere operato -esto es, obran por el hecho de lo que significan las palabras y no por quien las escribió- por cuanto el valor de cada uno de los conceptos presentes en el himno tachirense derivan de su propio, trascendente, inmutable y profundo significado y no de la persona que las empleó o las circunstancias que pudieron condicionar su adopción.   


2. Contexto histórico en 1913


La letra del Himno Oficial del Estado Táchira coincide con las ideas expresadas en el texto de la primera Proclama que, en su dilatada carrera militar, hiciera El Libertador Simón Bolívar y diera a los habitantes de la Villa de San Antonio del Táchira, el 1ero de marzo de 1813, en el inicio de la gesta de la Campaña Admirable en territorio tachirense.


La anterior conclusión se expone como hipótesis, sustentada a partir del análisis de su contexto temporal, el histórico. Este resulta el de mayor importancia por cuanto define el origen y trascendencia de la letra del himno regional tachirense, al ser el año de 1913, por igual, un año de efemérides histórica.  


Se conmemoraba en el Estado Táchira el primer Centenario de la Campaña Admirable. Destacada acción bélica de la Guerra de Independencia, emprendida por El Libertador Simón Bolívar con el objetivo de restaurar la República de Venezuela, en un segundo período de existencia, luego que desapareciera -en un primer momento- con la Capitulación de San Mateo (25 de julio de 1812) y se restaurara la Capitanía General de Venezuela y el antiguo régimen o sistema político colonial español, el monárquico, presidido por el rey Fernando VII. 


En la Campaña Admirable, el Libertador cruzó la frontera venezolana de la Capitanía General y Real Audiencia de Santiago de León de Caracas, el 1ero de marzo de 1813, entrando en la Villa de San Antonio del Táchira, y pasando en una rápida acción a la Villa de San Cristóbal (16 de abril de 1813); la Villa de Lobatera (17 de abril de 1813) y la ciudad de La Grita (19 de abril de 1813). Todas estas poblaciones estaban en territorio tachirense, y en ellas iba restaurando con su presencia y el ejército, la República de Venezuela y sus instituciones.





Detalle del rostro de El Libertador Simón Bolívar, autenticado por él. Está tomado del óleo sobre lienzo (2,10 x 1,30 m) pintado por el artista peruano José Gil de Castro (1785-1841) en Lima, en 1825, en un estilo propio que se puede clasificar como de transición entre el realismo y la estilización pictórica. Se corresponde con el único cuadro –de toda la amplia iconografía sobre Bolívar (desde 1802 hasta 1830)- que tiene el carácter de representación auténtica de El Libertador, entendiéndose este término en cuanto fue la única obra que tuvo –y aún conserva- la autenticidad que emanó de la autoridad de la persona que fue retratada, certificada igualmente por su familia. De esta forma, en una copia del lienzo original que El Libertador le enviara a su amigo Sir Robert Wilson -por medio del general Miller-, en Londres, en carta fechada en Potosí el 29 de octubre de 1825, le especificaba: «Me tomo la libertad de dirigir a Ud. un retrato mío hecho Lima con la más grande exactitud y semejanza». Esta obra original fue donada, por los familiares de Sir Wilson, luego de su fallecimiento, al Congreso Nacional de la República de Bolivia, donde permanece. 

Por la misma fecha de creación del lienzo original que se encuentra en Bolivia, El Libertador hizo sacar una copia idéntica para su familia en Caracas. Por el testimonio de la familia Bolívar, recogidos en unos apuntes de Sir Robert Ker Porter, con fecha 21 de noviembre de 1826, luego que se le permitiera hacer una copia a lápiz de la copia del original, hecha por el mismo Gil de Castro, y que se conservaba en la amplia sala de la casona paterna de los Bolívar Palacios y Blanco, en San Jacinto (Caracas), especificaba que Doña María Antonia Bolívar Palacios y Blanco de Clemente, le había pedido un retrato a su hermano en carta fechada en Caracas, el 30 de octubre de 1825, por no tener uno, y recibió de parte de El Libertador la copia del cuadro original como regalo fraterno, según carta que le escribiera desde Lima, el 10 de agosto de 1826. Por igual, especificaba Ker Porter que ella consideraba este retrato sumamente parecido con El Libertador Simón Bolívar, coincidiendo así con lo expresado por El Libertador en su carta a Sir Wilson en 1825. 

Al fallecer Doña María Antonia Bolívar, el cuadro de Caracas pasó a sus herederos y finalizó como propiedad del presidente y general Antonio Guzmán Blanco (hijo de Doña Carlota Blanco Jerez de Aristiguieta de Guzmán, prima segunda de El Libertador). Guzmán Blanco lo donó -en 1877- a la pinacoteca del Palacio Federal Legislativo de Caracas que acababa de ser edificado como sede del Congreso Nacional de los Estados Unidos de Venezuela. El cuadro original de José Gil de Castro, actualmente preside el Salón Elíptico del Capitolio Nacional de Venezuela, sede del Poder Legislativo, en Caracas (Foto close-up: Santiago X. Sánchez, 2018).


Así, en este contexto bélico-independentista, El Libertador redacta una proclama a los ciudadanos venezolanos de la Villa de San Antonio del Táchira, la primera de las 92 proclamas que escribió en su carrera militar y política, en los siguientes términos: 

«Ciudadanos: Yo soy uno de vuestros hermanos de Caracas, que arrancado prodigiosamente por el Dios de las misericordias de las manos de los tiranos que agobiaban a Venezuela vuestra patria, he venido a redimiros del duro cautiverio en que yacíais bajo el feroz despotismo [...] He venido, digo,  a traeros la libertad, la independencia, y el reino de la justicia, protegido generosamente por las gloriosas armas de Cartagena y de la Unión, que han arrojado ya de su seno a los indignos enemigos que pretendían subyugarlas, y han tomado a su cargo el heroico empeño de romper las cadenas que arrastra todavía una gran porción de los pueblos de Venezuela. / Vosotros tenéis la dicha de ser  los primeros que levantáis la cerviz, sacudiendo el yugo que os abrumaba con mayor crueldad, porque defendisteis en vuestros propios hogares vuestros sagrados derechos. En este día ha resucitado la República de Venezuela, tomando el primer aliento en la patriótica y valerosa Villa de San Antonio, primera en respirar la libertad, como lo es en el orden local de vuestro sagrado territorio [...] / Prosternaos delante del Dios omnipotente, y elevad vuestros cánticos de alabanza hasta su trono, porque os ha restituido el augusto carácter de hombres». (cursivas nuestras que identifican las ideas de El Libertador presentes en la letra del himno oficial del Estado Táchira). Texto de la proclama en: REQUENA MIRA, E., Simón Bolívar, Obras completas, vol. III, Gráfica Moderna, Caracas, 1950, p. 551; LECUNA, Vicente, Proclamas y Discursos del Libertador, Litografía y Tipografía del Comercio, Caracas, 1939, p. 27.

Del requerido análisis del discurso, como herramienta epistemológica para aprehender el exacto sentido de las palabras, resalta la referencia al yugo o esclavitud, presente en la letra del himno del Estado Táchira. La misma era un recurso retórico (metáfora) que describía para ese momento la opresión de la República y de su sociedad. Palabras que repitiera El Libertador en San Cristóbal, el 19 de abril de 1820 al arengar a los soldados, con otra proclama: ¡Soldados! El género humano gemía por la ruina de su más bella porción: era esclava y ya es libre). Así, la 'esclavitud' es entendida como la ausencia o pérdida de toda libertad ciudadana por obra de los tiranos. Esto es, al obrar los tiranos en contra de la libertad del pueblo, todo autoritarismo que emerja o proceda de esa acción, lo hace sobre la destrucción del ser humano, de todas sus instituciones y de la misma república

Ya lo predecía Rousseau: 


«Así como la voluntad particular obra sin cesar contra la voluntad general, así también el gobierno hace un continuo esfuerzo contra la soberanía. Cuanto más crece este esfuerzo, tanto más se altera la constitución; y como aquí no hay otra voluntad de corporación que resistiendo a la del príncipe, se equilibre con ella, tarde o temprano debe el príncipe indispensablemente oprimir al soberano y romper el contrato social. Este es el vicio inherente e inevitable, que desde el origen del cuerpo político, tiende sin descanso a su destrucción, a la manera con que la vejez y la muerte destruyen al fin el cuerpo del hombre» (ROUSSEAU, El Contrato Social, capítulo X, Del abuso del gobierno y de su propensión a degenerar).


Y El Libertador Simón Bolívar, coherente con ese pensamiento político, el cual compartía y aplicaba en su actuar, lo reconocía, en 1821:


«Un hombre como yo, es un ciudadano peligroso en un gobierno democrático; es una amenaza inmediata a la soberanía nacional. Yo quiero ser ciudadano, para ser libre y para que todos lo sean. Prefiero el título de ciudadano al de Libertador, porque éste emana de la guerra, aquél emana de las leyes» (fragmento del discurso del Libertador Simón Bolívar en su toma de posesión como presidente constitucional de la República de Colombia, en la iglesia parroquial de la Villa del Rosario de Cúcuta, lugar se sesiones del Congreso Nacional, el 3 de octubre de 1821).

Por ello, y partiendo de la anterior clave, todas las demás ideas (colocadas en cursiva en el texto de la proclama, las cuales luego pasaron al texto del himno estadal) presentadas por El Libertador a los habitantes de San Antonio del Táchira, vinieron a sintetizar -con fuerza- el espíritu de la época: tiempos de cambio político donde se abandonaba el antiguo régimen, representado por el Estado monárquico español, de súbditos, y se ingresaba a un nuevo orden de cosas, al Estado republicano de ciudadanos libres, representado en las instituciones de la República de Venezuela, creada por el pacto social de 1811, reflejado en la constitución federal dada en el mismo año.


Ante lo antiguo, una sociedad estamental con privilegios políticos, sociales y económicos por parte de las clases superiores (peninsulares, criollos terratenientes y militares) en detrimento de las clases inferiores (blancos de orilla o canarios, pardos, aborígenes o naturales y esclavos), con una economía centralizada e impositiva y estructuras de gobierno estáticas y anacrónicas entre otras, El Libertador contrapone los ideales de la igualdad de todos los ciudadanos ante la Ley, entendida esa ley como la Constitución: 


«De cualquier modo que se estudie el principio, se encuentra siempre la misma conclusión: que el pacto social -escrito en una constitución- establece entre los ciudadanos tal igualdad, que todos se obligan bajo unas mismas condiciones y deben disfrutar de unos mismos derechos» (ROUSSEAU, El Contrato Social, capítulo IV, De los límites del poder soberano).
Nota: Es necesario recordar que el libro 'El Contrato Social' de Rousseau, fue un texto que acompañó a El Libertador, junto a su biblioteca itinerante. Al redactar su testamento, el 10 de diciembre de 1830, en la cláusula 7ma, ordenó que el referido libro, que le había regalado el General Robert Wilson en 1824 y que perteneciera originalmente a la biblioteca de Napoleón, se donara a la Universidad de Caracas (actual Universidad Central de Venezuela).   

En consecuencia, de las anteriores ideas, llevadas a la letra del himno regional tachirense, destaca el valor del 'Pacto social' (Constitución Nacional), quedando representado en la palabra fueros, término político-histórico con el cual se identificaban las cartas o pactos, que dejaban por escrito, las libertades ciudadanas y la autonomía de las ciudades y villas de Castilla, frente al poder monárquico centralizador; el reconocimiento y respeto de los derechos del hombre y del ciudadano, y la división de poderes.


Principios teóricos medievales de la tradición democrática de Occidente, que serían adaptados por los fundadores de la República de 1811, con una formación -por igual- en las teorías políticas de Hobbes (1588-1679); en los escritos de Miguel de Cervantes (1547-1616) quien definió la libertad en los siguientes términos «La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos» (El Quijote, II parte, capítulo LVIII); de Locke (1632-1704) y de las teorías liberales políticas de fines del siglo XVIII, enunciadas por Voltaire (la libertad ideológica y el sentimiento universal e innato de la justicia); Montesquieu (la separación de poderes); Rousseau (doctrina de la soberanía nacional y del pacto de la sociedad o pacto social) y en la declaración de los Derechos naturales, inalienables y sagrados del Hombre y del Ciudadano (26 de agosto de 1789). 


Así, estas ideas de El Libertador, plasmadas en la proclama del 1ero de marzo de 1813, fueron del conocimiento del Dr. Ramón E. Vargas, por haber sido leída esta proclama en todos los actos oficiales y escolares de las celebraciones del Centenario de la Campaña Admirable


Por ello, a partir de las premisas anteriormente expuestas: (a) las circunstancias históricas que rodeaban la subjetividad y apreciaciones que tenía de su realidad el Dr. Ramón E. Vargas y (b) las coincidencias entre el orden de ideas de la proclama y la letra del himno tachirense, se plantea la hipótesis de haber sido el texto de la proclama, la fuente o una de las fuentes primarias de inspiración histórica, que dieron origen a la letra del poema lírico del himno, logrando por resultado una obra de alto valor literario-compositivo y un verdadero canto histórico-axiológico a la libertad


Es de destacar que, en la letra del himno tachirense, y de forma singular, nos encontramos ante un distanciamiento de los modelos de himnos o cantos patrióticos americanos contemporáneos o del siglo XIX post-independentista, caracterizados por ser de carácter épico, propio del romanticismo, sobrecargados de símiles literarios, temas bélicos, defenestración del enemigo ibérico o referencias mitológicas reiterativas


Apartándose totalmente de los anteriores modelos, en el poema del himno del Estado Táchira, el autor optó por una composición literaria realista -estilo vigente a partir de la segunda mitad del siglo XIX-, sencilla, de cuartetos asonantes, obviando el duro estilo de las octavillas alejandrinas empleados comúnmente en las composiciones o cantos patrióticos de la época, y con una orientación y mensaje ideal republicano, implícito, en un estilo sobrio, preciso y elaborado, pero con una efectividad moral que trasciende a la sociedad tachirense de todos los tiempos.


Un análisis comparativo -en lo histórico- refleja como el coro y la primera estrofa resultan coincidentes o analógicos con valores o principios de El Libertador, redactados en su proclama a los habitantes de la Villa de San Antonio del Táchira (en 1813).

Estos son: patria, libertad, rompimiento de cadenas que mantenía en cautiverio a la República e instituciones (representadas por la ley o la constitución nacional, entendida como fueros) y el hogar tachirense como cuna de la libertad y de sus derechos.

En las estrofas dos, tres y cuatro se trasciende de lo histórico a lo axiológico, al cantar a los más altos valores republicanos o 'sagrados derechos' como los denomina el mismo Libertador en la proclama de 1813, establecidos, primero, en la «Declaratoria de los Derechos del Pueblo», dictados por el Supremo Congreso de Venezuela, quien especificó que los mismos eran:


«Derechos inajenables a fin de que todos los ciudadanos puedan comparar continuamente los actos del gobierno con los fines de la institución social: que el magistrado no pierda jamás de vista la norma de su conducta y el legislador no confunda, en ningún caso, el objeto de su misión» («Declaratoria de los Derechos del Pueblo», Supremo Congreso de Venezuela, Caracas, 1 de julio de 1811, Libro de Actas del Supremo Congreso de Venezuela 1811-1812).

La anterior formulación tiene una inspiración original en la máxima romana (de Plinio el Joven) cuando hacía referencia al equilibrio más deseado que debe existir entre los gobernados y los gobernantes, el cual sólo se lograría cuando se cumpliera, si bien resulta utópico, el principio del Dignus alter eligi, alter eligere (el uno digno de elegir, y el otro de ser elegido). Y por igual en los principios teóricos formulados por Montesquieu en su obra «El Espíritu de las Leyes": 

«La libertad política del súbdito es una tranquilidad de espíritu que surge de la opinión que cada uno tiene de su seguridad. Para tener esta libertad, es requisito que el gobierno esté constituido de tal manera que un hombre no tenga miedo de otro. Cuando los poderes legislativo y ejecutivo están unidos en la misma persona, o en el mismo cuerpo de magistrados, no puede haber libertad; porque pueden surgir temores de que el mismo monarca o senado promulgue leyes tiránicas, para ejecutarlas de manera tiránica».


O, según lo expresado por Hobbes en El Leviatán (1615): 

«Señalo, como tendencia general de todos los hombres, un perpetuo e inquieto deseo de poder y más poder, que sólo cesa con la muerte; la razón de esto radica en el hecho de que no se puede garantizar el poder sino es buscando todavía más poder»


Por ello, resulta importante acotar que en el primer pacto social de la nación venezolana, esto es en la constitución nacional federal venezolana de 1811, los conceptos de libertad, igualdad, propiedad y seguridad, quedaron definidos como los derechos del hombre en sociedad. De allí que a la constitución nacional de 1811, se le reconozca la precedencia de ser el texto del primer pacto o contrato social originario que se dio, con sus limitantes históricas, el pueblo de Venezuela.


Por igual estos valores, encuentran una inspiración, un contexto y una explicación en el espíritu del pensamiento de El Libertador como ciudadano y estadista. Espíritu y enseñanza permanente legada a las generaciones futuras desde sus cartas, proclamas, bandos, decretos y discursos, hasta su última proclama.


En todos ellos reiteró con apasionada insistencia que la República -forma de estado cuya soberanía reside en la voluntad del pueblo, expresada por medio de un sistema político democrático- como la mejor forma de gobierno para Venezuela, debía sustentarse sobre los valores de la fraternidad, el trabajo, la unión, la paz, la igualdad y el honor. 

En consecuencia, para el Libertador es la democracia quien sostiene todo proyecto político de Estado, más que de gobierno -como lo expresara originalmente Rousseau [«porque el Estado existe por sí mismo y un gobierno no es nada más que una comisión, una función que cumplen como simples oficiales del soberano, y ejercen en su nombre el poder, del que se les ha hecho depositarios, y que éste puede limitar, modificar, y retirarles cuando le plazca (Contrato Social, Libro III, capítulo 1)]»- y es el principio que da legitimidad a los Estados, siempre y cuando esta democracia encarne los valores de libertad e igualdad natural a través del respeto absoluto, y no a la conveniencia del gobernante de turno, de la soberanía del pueblo.

De allí, que en los tiempos pasados y presentes, toda legitimidad del Estado se pierde o es vulnerada cuando, de las democracias decadentes, surgen y se imponen en la conducción del mismo, grupúsculos militares, camarillescos, caudillistas, oligárquicos o partidistas.

Las lecciones de la historia latinoamericana han confirmado que estos grupúsculos se autoproclaman representantes de la soberanía nacional e inician la transformación del Estado para fusionarlo con el gobierno -hasta convertir su esencia en una ficción deformada y caricaturesca- para así detentar el poder, a través de una prolongada y silenciosa dictadura, policial y pavloviana, coaccionando al pueblo -al soberano- en un estricto sentido del lenguaje metafórico a «amar y rendir culto» a su servidumbre. De allí que, según la tradición republicana sustentadas en teorías de Estado sobre la separación de poderes, como las de Montesquieu, se tenga que: "Para que no se pueda abusar del poder, es preciso que el poder detenga al poder" (El espíritu de las Leyes, capítulo III).    

Un himno a la Libertad que trasciende en el tiempo

Todos los imperativos éticos absolutos o valores y virtudes presentes en las estrofas del himno tachirense, trascienden a la fecha de creación del mismo, y por ello han sido y son reconocidos en todos los tiempos como parte de la esencia originaria de la Nación venezolana y de la región tachirense, e inseparables del principio republicano de soberanía, definida por Rousseau como: 

«No siendo la soberanía más que el ejercicio de la voluntad general, no se puede enajenar; y que el soberano, que es un ente colectivo, sólo puede estar representado por sí mismo: el poder bien puede transmitirse pero la voluntad no. […] Por la misma razón que la soberanía no se puede enajenar, tampoco se puede dividir; pues la voluntad es general o no lo es, o es la voluntad de todo el pueblo, o tan solo la de una parte. En el primer caso la declaración de la voluntad es un acto de soberanía, y hace ley; en el segundo caso, no es más que una voluntad particular, o un acto de magistratura y cuando más, un decreto» (ROUSSEAU, El Contrato Social, Libro II, capítulo I y II, La soberanía es inajenable e indivisible).

Ya, en la historia venezolana, un militar español formado en la época de la Ilustración, durante el gobierno del rey Carlos III, Don Juan de Casas y Barrera, gobernador de Caracas y Capitán General de Venezuela, ante los sucesos de usurpación del gobierno legítimo de España, por parte del emperador de los franceses, Napoleón Bonaparte, exponía en un bando de fecha 18 de julio de 1808, acordado en la  reunión del cabildo de la ciudad de Caracas, el 17 de julio de 1808, donde se conocieron los tumultos del día 15, originados a partir de la llegada de un barco francés al puerto de La Guaira con noticias de los acontecimientos políticos de Bayona (Francia) y la coercitiva renuncia de los borbones a la Corona de España: 



«[...] porque las mismas Leyes enseñan que aún cuando fuesen indubitables las noticias derivadas de los extranjeros, ningún gobierno intruso e ilegítimo puede aniquilar la potestad legítima y verdadera». Bando del Señor Capitán General de Caracas a todas las provincias de la Capitanía General de Venezuela, 18 de julio de 1808. Copia enviada al Capitán General Francisco Miyares, Gobernador de la Provincia de Maracaibo, para su publicación en todas las ciudades, villas y pueblos. Copia recibida en la ciudad de Mérida y enviada a la ciudad de La Grita y Villa de San Cristóbal. En FEBRES CORDERO, Tulio, Obras Completas, tomo IV, Publicaciones del Banco Hipotecario de Occidente, San Cristóbal, 1991, p. 229. 


Asimismo, los principios de libertad y soberanía estaban asociados indisolublemente con el ejercicio de la representatividad y alternabilidad [Artículo 188 (Constitución Nacional Federal venezolana de 1811): Una dilatada continuación en los principales funcionarios del Poder Ejecutivo, es peligrosa a la libertad; y esta circunstancia reclama poderosamente una rotación periódica entre los miembros del referido Departamento para asegurarla»].

Es por ello que las palabras -con una semántica de plena vigencia- del himno del Estado Táchira tienen la facultad de poder ubicarnos, por igual, tanto en los orígenes de la misma República de Venezuela, en 1811, como en cualquier tiempo de su historia. 

Así, solo resta que cada ciudadano tachirense, motivado en hacer un ejercicio de análisis crítico de todos los anteriores argumentos, pueda iniciar dicho análisis, comparando los argumentos presentados con el significado axiológico de cada una de las palabras (conceptos) claves del himno, las cuales se exponen a continuación:

Patria identificada en palabras textuales de la proclama de El Libertador de 1813 como «Venezuela vuestra patria». Recordemos que es El Libertador quien crea la figura de Venezuela entendida como Estado-nación, que no existía antes.

Ley o constitución (Fueros) como expresión de la voluntad general, manifestada en un Estado de derecho y certeza jurídica, que debe ser defendida por todos, por cuanto sólo el gobierno de las leyes se contrapone al despótico gobierno de los tiranos, quienes sólo se sostienen sobre el fraude, la rapiña y la promoción de sus propios intereses y el de las camarillas que los rodean. El respeto a la Ley, a los fueros, es la única garantía para que el Estado no avasalle en lo más mínimo los derechos de los ciudadanos, y de su sociedad, mediante el abuso del poder.  

Hogar expresión de la integridad, de la subsistencia de la persona individual y de su dignidad como fundamento de la libertad, donde se forma como ciudadano a partir de la familia, institución humana, simultáneamente natural y cultural.

Libertad como la capacidad originaria que tiene el individuo, con el título de ciudadano, de tomar en sus manos su propio obrar para elegir y decidir su destino, desde el principio que sustenta que todos los hombres nacen y permanecen libres e iguales en derecho y libres para desarrollar sus propias cualidades, en contraposición a la opresión, la cual era entendida como: «Hay opresión individual cuando un solo miembro de la sociedad está oprimido y hay opresión contra cada miembro cuando el cuerpo social está oprimido. En estos casos las leyes son vulneradas y los ciudadanos tienen derecho a pedir su observancia» (artículo 23º de la «Declaratoria de los Derechos del Pueblo», Supremo Congreso de Venezuela, Caracas, 1 de julio de 1811, Libro de Actas del Supremo Congreso de Venezuela 1811-1812). De allí que en la letra del himno tachirense la libertad está asociada, de forma indisoluble, al principio general que establece que el valor es la persona. Ante cualquier forma de sometimiento, imposición, utilización o manipulación, se proclama el valor preeminente de cada persona y de su libertad, defendiendo su autonomía y su derecho a un desarrollo pleno.

Unión como máxima expresión de la vida en sociedad o en común, que exige una convención, contrato o pacto social para preservar el interés de cada ciudadano, lo cual conlleva a respetar y promover ese pacto, por una convivencia social productiva y creadora y estar el individuo siempre presto en todo lo que concierne al bien e interés general.
  
Honor como la cualidad moral más necesaria en una república por cuanto obliga, a cada ciudadano, al cumplimiento de sus propios deberes así como a reparar las faltas que cometa contra sus conciudadanos.


Trabajo como la actividad total del hombre, su hacerse haciendo su vida, siendo agente, autor y actor de ella, pasando de la sujeción a la naturaleza a la libertad, y de donde deriva, como producto, el derecho de propiedad y disfrute de sus bienes, que pertenece a todo ciudadano.

Valor siendo entendido desde su etimología latina medieval primigenia de 'valere' o el sentido de impetuosa decisión y esfuerzo del ánimo –de cada ciudadano tachirense- por defender lo que es sublime, correcto, justo y razonable; símbolo de coraje, de fuerza en la guerra y en la paz.

Igualdad en cuanto todos los hombres nacen y permanecen libres e iguales en derechos, pudiendo hacer cada miembro de la sociedad lo que no perjudique a otros y teniendo la oportunidad favorable de concurrir, como individuo y ciudadano, a la satisfacción mutua de sus necesidades, sin ninguna clase de discriminación con respecto a los otros integrantes de la sociedad. Para disfrutar de esa igualdad, es necesario que todo gobierno de la sociedad se constituya de tal forma que un hombre no deba temer a los otros.

Fraternidad (hermandad o solidaridad), como principio y virtud cívica republicana de rechazo a una sociedad fracturada o dividida, o ante quienes quieren dividirla, por 'odios añejos' según la letra del himno, y partiendo dicho principio del reconocimiento absoluto de la dignidad humana de todo ciudadano y de la solidaridad con todos, en especial, con los más débiles o vulnerables de la sociedad.  

Paz entendida como una tarea siempre abierta a futuro, y siempre inacabada, por alcanzar para la sociedad un estado de bienestar, felicidad, salud, solidaridad, bien y justicia, tarea sustentada en la libertad y no en la tiranía.
Tierra nativa definida por El Libertador en su proclama a los habitantes de la Villa redimida de San Antonio del Táchira, en 1813, partiendo del significado dado por los autores clásicos griegos y romanos de "territorio donde se nace o se es adoptado", como "vuestro sagrado territorio".

Y como epítome, el insoslayable deber de la defensa de dichos valores por parte del pueblo tachirense, en todo momento y ante toda circunstancia de imposición de una servidumbre o esclavitud, opresión, autoritarismo, totalitarismo y tiranía, coartación de su voluntad, de sus derechos, de sus libertades o de una suplantación, fraudulenta, de su soberanía.        



El himno patrio tachirense estructurado en: una introducción, de solo instrumental, un coro (o estribillo) y cuatro estrofas, responde a la siguiente letra:

Himno oficial del Estado Táchira

Las glorias de la Patria

Las glorias de la Patria,
sus fueros de Nación
unidos defendamos
con ínclito valor. (coro)
I
Somos libres: las férreas cadenas
del esclavo rompiéronse ya;
el hogar tachirense sonríe
bajo un sol todo luz: la Igualdad.
II
Extinguidos los odios añejos
perseguimos un solo ideal:
que prospere la tierra nativa
bajo el cielo de amor de la paz.
III
El trabajo es la fuerza suprema
que nos lleva cual nuevo Titán,
a la meta sublime y gloriosa
de los pueblos que saben triunfar.
IV
Que en el Táchira ondule por siempre
como enseña de honor regional,
con la unión y altivez de sus hijos,
el Trabajo, la Paz, la Igualdad.


Letra: Abog. Ramón E. Vargas (1876 - 1949)
Música: Prof. Miguel Ángel Espinel (1895 - 1968)
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Official Anthem of the State of Táchira 
English text (with no English versification): Samir A. Sánchez, 2013

 
The glories of the Homeland

  The glories of the Homeland
Its ancient charters of Nation
We united to defend
With renowned bravery (Chorus)
I
  We are freedmen, the ferrous chains
Of the slave has already broken
The Tachiran* home smiles
Under the sun shining brightly: the equality.
II
  Extinguished old hates
We are striving for an ideal:
The prosperity of our native land
Under the beloved sky of peace.
III
  Work is the supreme force
That guides to us like new Titan
To the sublime and glorious goal
Of peoples who know to succeed.
IV
  For ever on the Táchira State will go on flying flag
As regional honor ensign
Join in union and haughtiness of Tachiran* people:
Work, Peace and Equality.


            Written by Lawyer Ramón E. Vargas (1876 - 1949)
            Music by Educator and violinist Miguel Ángel Espinel (1895 - 1968)
* Adjective, of Táchira State: relating to the Táchira State, or its people, accent or culture.
              

  
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4. Historia de la música del Himno del Estado Táchira

Una vez obtenida la letra, entre el 24 de abril y el 22 de junio de 1913, el Gobierno del Estado Táchira convocaba nuevamente a un concurso con la siguiente finalidad: “Se abre un concurso musical para la pieza que ha de concordar con la letra y el espíritu de la composición poética, Himno del Táchira, premiada en el certamen promovido por el Gobierno del Estado” (‘Himno del Táchira’ en HERNÁNDEZ CONTRERAS, Luis, Diccionario de la Música en el Táchira, Editorial Proculta, San Cristóbal, 1999, p. 106).

El ganador del certamen, luego del veredicto del jurado examinador de fecha 27 de junio de 1913, fue un joven de 18 años y violinista tachirense. Miguel Ángel Espinel R., quien había participado en el concurso con el seudónimo de Rojo y Gualda.

Asimismo, el jurado -en una especie de arrebato poético- consideró en el veredicto: «que esta melodía como que tiene algo del perfume de nuestras montañas, algo como el rumor de nuestras fuentes impetuosas, y cierta conformidad con la graciosa sencillez de nuestras vírgenes comarcas» (‘Himno del Táchira’ en HERNÁNDEZ CONTRERAS, Luis, Diccionario de la Música en el Táchira, Editorial Proculta, San Cristóbal, 1999, p. 106).

El nuevo himno se oficializó por decreto ejecutivo de fecha 1 de julio de 1913 y fue interpretado por primera vez, y con carácter oficial, el 5 de julio de 1913, fiesta nacional de la Independencia de Venezuela, por la Banda Oficial del Estado Táchira, dirigida por Don Nicolás Costantino Chicaroni (Vitonto, Italia, c. 1857 – San Cristóbal, 1927). En la misma fecha, se hizo oficial la reforma al Escudo de Armas del Estado Táchira, que modificaba a la versión aprobada por el Ejecutivo del Estado, en 1905.
El acto tuvo lugar en el salón de sesiones de la Asamblea Legislativa del Estado, en la ya desaparecida edificación neoclásica del Palacio de Gobierno, que se ubicaba en la calle 4 con carrera 5, de la ciudad de San Cristóbal. Lugar donde se encontraba –en la época colonial española y desde 1593 hasta 1795- la capilla, claustro, enfermería y cementerio del convento de San Agustín, de los frailes agustinos ermitaños.


Y las primeras notas del Himno del Estado Táchira nacieron en los jardines de la Plaza Bolívar de San Cristóbal

Sobre el origen de la música del himno del Estado Táchira y sobre la personalidad de Miguel Ángel Espinel, sus historias quedan resumida en la síntesis biográfica que refiere su hermano, Luis Espinel-González: 


«En Caracas, en Berlín, en París, en Madrid, en todas partes y en todo momento, en la alegría o en la tristeza, en la adversidad o en el éxito, no tenía un más grande recuerdo, ni un más grande amor que el de su hermosa tierra nativa. Y amó al Táchira a través de todas sus manifestaciones, desde las más simples y prosaicas, hasta las más elevadas: no había para él más suculentos manjares que los de su tierra, de los que se hacía enviar buenas porciones como presente de Navidad, cuando vivía en Europa. Y así amaba también a todos sus más altos valores representativos, como amaba absolutamente a todas las producciones del espíritu. Su fino oído musical, que era ‘absoluto’, aplicado al aprendizaje de los idiomas, le permitió hablar algunos sin acento extranjero. ¿Por qué, -le pregunté durante una clase de francés- tú sigues hablando con acento tachirense, después de tantos años de ausencia?
-‘Siempre he tratado de no perder ese acento, me respondió, y me sería doloroso que si yo llegase de hablar diferente, pudiesen olvidar que soy tachirense’. Así amó con pureza y plenitud a su provincia nativa.
La música del Himno del Táchira fue el primer homenaje de Miguel Ángel Espinel a su pueblo.
Dejó escrito en sus recuerdos que se paseaba por la Plaza Bolívar de San Cristóbal, recitando mentalmente las bellas estrofas escritas por Ramón E. Vargas, cuando repentinamente irrumpieron en su espíritu las notas de la melodía de la primera estrofa: ‘Las glorias de la Patria, sus fueros de Nación’ y allí mismo, en su libreta de apuntes, apoyado en un árbol, las escribió. Lograda luego la melodía completa, quedaba una dificultad: según las pautas del Concurso, el Himno debía ser presentado instrumentado para Banda.
Frente a la duda que en el primer instante tuvo para entregarse a la tarea de instrumentar la obra, un íntimo amigo suyo, Federico William Hollingsworth, ejecutante de la Banda del Estado, un día, sorpresivamente, encerró a mi hermano en la sala de nuestra casa y lo amonestó: ‘De aquí no sales hasta que hayas instrumentado el Himno para la Banda’. Y por la ventana le daba informaciones acerca del tono de cada instrumento y de la clave en que se debía leer.
Quizá esta grave dificultad de sus años mozos fue la que un día lo impulsó en París a realizar estudios sólidos sobre Banda bajo la dirección del Profesor Guillaume Balay, Director de la ‘Garde Republicaine’ de París y una de las mejores bandas del mundo.
Años después, cuando ya había realizado profundos estudios musicales en Europa, revisaría la partitura del Himno para imprimir una edición, la única que existe de su obra, hecha en Berlín, editada por la Casa Druck v. Herrm. Kuhlmey y encontró para su sorpresa, que sólo una pequeña corrección tenía que hacerle.
En los papeles encontrados en su mesa de trabajo pudimos darnos cuenta de que su Himno del Táchira era lo más amado para él, lo que siempre consideró más honroso en su vida de artista y dejó anotaciones que comprueban que había estudiado, para establecer comparaciones con los Himnos de los demás Estados de Venezuela, así como los Himnos de los países Hispanoamericanos. Por sus anotaciones se ve que quedó satisfecho de la comparación.
El Táchira ha recordado siempre con gratitud y cariño en nombre de su gran artista […]. Caracas, 1968». Gente del Táchira (1900-1935), recopilación y selección de Anselmo Amado, Biblioteca de Autores y Temas Tachirenses, Nº 61, tomo II, 1974, pp. 430-431.


Asimismo, en 1930, en una síntesis biográfica para la publicación del Álbum del Estado Táchira, en la cual se fotograbó la partitura del Himno del Estado Táchira, probablemente la versión comentada por el hermano del Profesor Espinel como impresa en Berlín*, se hacía referencia a los estudios de Miguel Ángel Espinel: «Sus estudios los hizo en Europa en donde permaneció varios años, radicándose especialmente en Francia y Alemania, países en donde fue discípulo de eminencias como Bruno Schrader y Robert Kahn, de la Holschute für Musik, en composición, y Alexandre Friedeman, en violín/Otros profesores del señor Miguel Ángel Espinel fueron los también notables señores Henri Büsser, George Caussade y Albero Quesnot, del Conservatorio de París./Estudios sobre Bandas Marciales hizo con el Maestro Guillaume Balay, Director de ‘La Garde Republicaine’ de París, de quien recibió honrosa calificación que lo coloca a la altura de los más competentes profesores nacionales» ‘Ramón E. Vargas y Miguel Ángel Espinel’ en DÍAZ BRANTES, Humberto, El Estado Táchira, Álbum gráfico 1930, Impresión en tipografía Americana, Caracas, 1930, s/p. Edición facsimilar de la Lotería del Táchira, San Cristóbal, 1997.


*En la partitura fotograbada en 1930,  el mismo Espinel colocó la siguiente llamada en el coro: «Para las escuelas basta cantar solamente la voz superior del coro al unísono. En las estrofas siempre dos voces a sólo o una nada más como consta».

   




5. Historia illustrata atque exornata -Historia en imágenes-   







Profesor Miguel Ángel Espinel (1895 - 1968), autor de la música del Himno Oficial del Estado Táchira. Porta la presea Estrella del Estado, que le otorgara el Presidente del Estado Táchira, el 5 de julio de 1913, como premio por haber alcanzado su obra musical, la declaratoria de Himno Oficial del Estado Táchira. Foto: Diario La Unión Tachirense, 1913, Hemeroteca del Salón de Lectura de San Cristóbal (2013). Reproducción con fines didácticos




 

Abogado y poeta Ramón E. Vargas (1876 - 1949), autor de la letra del Himno Oficial del Estado Táchira. Foto publicada en 1930 (reproducción con fines didácticos), en DÍAZ BRANTES, Humberto, El Estado Táchira, Álbum gráfico 1930, Impresión en tipografía Americana, Caracas, 1930, s/p. Edición facsimilar de la Lotería del Táchira, San Cristóbal, 1997 (Foto: Samir Sánchez, 2013).








Escudo de Armas del Estado Táchira. 90,5 x 70,5 cm. Óleo sobre lienzo. El diseño del escudo, que reformaba al original de 1905, fue aprobado en 1913, conjuntamente con el Himno del Estado. Esta pintura fue elaborada en 1914 por Marcos León Mariño (1881-1965) para el Club Táchira, en la ciudad de San Cristóbal. Es el único original que se conserva de la obra de Mariño. En 2012, la pintura fue trasladada a la casona de la Sociedad Bolivariana del Estado Táchira y preside el salón de sesiones "Dr. Aurelio Ferrero Tamayo" de la Sociedad Bolivariana y de la Academia de Historia del Estado Táchira. (Foto: Sigrid Márquez Poleo, 2013).



Palacio de Gobierno de la ciudad de San Cristóbal, actual esquina de la calle 4 con 5ª avenida. El edificio, inaugurado el 31 de diciembre de 1907 y demolido en 1956, se había construido -bajo la dirección del Ing. Román Cárdenas- sobre los cimientos del antiguo convento y capilla conventual de San Agustín, establecido por los frailes agustinos ermitaños en la Villa de San Cristóbal, en 1593. Foto publicada en 1930 (reproducción con fines didácticos), en DÍAZ BRANTES, Humberto, El Estado Táchira, Álbum gráfico 1930, Impresión en tipografía Americana, Caracas, 1930, s/p. Edición facsimilar de la Lotería del Táchira, San Cristóbal, 1997 (Foto: Samir Sánchez, 2013).

Si bien la arquitectura de la época (principios del s. XX) no es el tema tratado en el presente trabajo, es conveniente indicar que el Presidente de la República, General Cipriano Castro, ordenó en 1904 la construcción del edificio sede de los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial del Estado Táchira o Palacio de Gobierno, única edificación de carácter público que se realizó en la ciudad de San Cristóbal durante su gobierno (1899-1908). Fue diseñado y construido, a partir de una esquina o cruce de calles ochavada (por Ordenanza de la Municipalidad de San Cristóbal, de 1873, se fija como línea de edificación en todas las esquinas de la traza urbana de la ciudad, la forma ochavada), en un estilo neoclásico rígido y se caracterizó por el predominio de la línea recta horizontal sobre la vertical. Presentaba una disposición rigurosamente simétrica de los elementos arquitectónicos externos e internos (patio central abierto con columnata), paredes en almohadillado toscano, austeridad en la ornamentación y cubierta por techos corridos a dos aguas con entejados. Su armonía visual provenía de la combinación de las formas arquitectónicas (columnas, pilastras, frontones y ventanas con marcos en falsa sillería o almohadilladas). El pórtico era dórico-toscano, tetrástilo (conformado por cuatro columnas en su frente) y rematado por un frontón triangular con remate pinacular para soportar el asta de la bandera. Conservaba en su tímpano el escudo nacional así como las inscripciones que identificaba su función y quien ordenó su construcción. Al traspasar la monumental puerta protegida por el pórtico tetrástilo, se entraba al Salón Legislativo, el cual -tanto en sus techos como paredes- había sido ornamentado con plafones y molduras en forma de atauriques, arabescos y coloridas figuras geométricas por el emigrante y destacado pintor italiano Ángel Nóferi Lupi (Marciana, Isla de Elba, Italia, c. 1880 - San Cristóbal, 2 de agosto de 1910)  En la actualidad, de este Palacio de Gobierno, sólo se existe una sección de la pared exterior sur, con los cuatro vanos o ventanas clásicas continuas, luego de la puerta de acceso lateral, que daban a la calle 4.





Plaza Bolívar de la ciudad de San Cristóbal. Foto de 1913. Panorámica del extremo sureste de la plaza, captada desde el actual ángulo de la esquina noroeste. El busto en bronce de El Libertador, de civil o el conocido como Bolívar cívico,  llegó a la ciudad de San Cristóbal -desde Caracas- en octubre de 1912 y fue inaugurado junto con la nueva plaza, el 19 de diciembre del mismo año. Se retiró y derribó la columna en 1929, siendo sustituido por la actual estatua ecuestre. 

Este monumental busto -de 1912- permanece en la ciudad, presidiendo la Plaza del Rectorado de la Universidad Nacional Experimental del Táchira (UNET), Paramillo, San Cristóbal.  Su adquisición se debió a la iniciativa de la Comisión Tachirense del Centenario de la Independencia, quien recogió fondos para la misma y obtuvo del Presidente de los Estados Unidos de Venezuela, General Juan Vicente Gómez, un aporte de 8.000 Bs: 'El general Juan Vicente Gómez, Presidente de los Estados Unidos de Venezuela,á tenido a bien disponer que con cargo a la cuenta de "Crédito del Centenario", se erogue la cantidad de ocho mil bolívares (8.000,oo Bs) para la adquisición de un busto del Libertador destinado á la ciudad de San Cristóbal (Estado Táchira)". Resolución del Ministerio de Obras Públicas, Dirección de edificios y ornatos de poblaciones de fecha 21 de abril de 1911 (Memoria del Ministro de Obras Públicas, 1912, Caracas, 1912, p. 299).

Asimismo, fue sobre esta caminería y plaza donde tuvieron su origen las notas del Himno del Estado Táchira por cuanto su autor, el Prof. Miguel Ángel Espinel, una mañana de mayo de 1913, se paseaba por la Plaza Bolívar de San Cristóbal, recitando mentalmente las estrofas escritas por Ramón E. Vargas, cuando repentinamente irrumpieron en su espíritu las notas para la primera estrofa del himno: ‘Las glorias de la Patria, sus fueros de Nación’ y allí mismo, apoyado en un árbol, las escribió. (Foto: Colección Marino Noguera, 2011).


Banda del Estado Táchira, 5 de julio de 1913. Daguerrotipo captado en el patio central y porticado del antiguo Palacio de Gobierno, en el ala o galería que daba hacia la carrera 5 (actual 5ta avenida), luego de la sesión solemne de la Asamblea Legislativa del Estado, en la cual se interpretó por primera vez el recién decretado Himno del Estado Táchira. De pie, su Director, el Maestro Nicolás Constantino Chicaroni (Calabria, Italia, c. 1857 - San Cristóbal, 1927). Los integrantes de la banda (veintitrés ejecutantes incluido el director) portan el uniforme de gala militar de principios del siglo XX, inspirado en el uniforme militar español del Regimiento Inmemorial del Rey (la unidad militar permanente más antigua del mundo, data de 1248), caracterizado por una botonadura en "v" y ros (quepis alfonsino -por Alfonso XIII- o quepis español con escobetilla).  Foto: Fototeca del Táchira, 2013 (reproducción con fines didácticos) y biografía del Maestro Nicolás Constantino Chicaroni en HERNÁNDEZ CONTRERAS, Luis, Diccionario de la Música en el Táchira, Editorial Proculta, San Cristóbal, 1999, pp. 76-77




Plano de techos y plano parcial de planta del antiguo Palacio de Gobierno del Estado Táchira. Resaltado en rayado rojo, los vestigios o restos que existen en el presente del antiguo palacio. Los mismos se encuentran por la calle 4, de la ciudad de San Cristóbal. El dibujo e imagen fue elaborado por el Arquitecto Jonny Rojas (Ministerio de Cultura, sección Estado Táchira, 2016) para el proyecto de declaratoria patrimonial de los vestigios del palacio. Reproducción con fines didácticos. El Salón Legislativo se encontraba al traspasar la puerta del pórtico tetrástilo y el mismo -tanto en sus techos como paredes- fue ornamentado con plafones y molduras en forma de atauriques, arabescos y figuras geométricas por el emigrante y destacado pintor italiano Ángel Nóferi Lupi (Marciana, Isla de Elba, Italia, c. 1880 - San Cristóbal, 2 de agosto de 1910). 


Bibliografía
DÍAZ BRANTES, Humberto, El Estado Táchira, Álbum gráfico 1930, Impresión en tipografía Americana, Caracas, 1930, s/p. Edición facsimilar de la Lotería del Táchira, San Cristóbal, 1997; Gente del Táchira (1900-1935), recopilación y selección de Anselmo Amado, Biblioteca de Autores y Temas Tachirenses, Nº 61, tomo II, 1974; GONZÁLEZ, César, Vieja gente del Táchira (crónica genealógica de los apellidos González, Cárdenas, Ramírez, Araque y otras familias fundadoras), Biblioteca de Autores y Temas Tachirenses, Nº 134, Caracas, 1997 (edición facsímil de la de 1975), p. 122; GONZÁLEZ ESCORIHUELA, Ramón, Gómez Único, Ezequiel Vivas y la consolidación del gomecismo, Universidad de Los Andes, San Cristóbal, 2006 HERNÁNDEZ CONTRERAS, Luis, Diccionario de la Música en el Táchira, Editorial Proculta, San Cristóbal, 1999; LECUNA, Vicente, Proclamas y Discursos del Libertador, Litografía y Tipografía del Comercio, Caracas, 1939, pp. 27-28; VILLAMIZAR MOLINA, J. J., Instantes del camino, ediciones del Concejo Municipal del Distrito San Cristóbal, San Cristóbal, 1980.


Créditos  de fotografía | Credit: Images courtesy of  
Proyecto ExpArt quiere dar las gracias a los amigos e instituciones por permitir la reproducción de sus fotografías con lo cual han contribuido a la realización del presente estudio.



Profesor Horacio Moreno, quien -en sus investigaciones documentales- encontró el texto con la letra del Himno de 1879, en el Archivo General de Estado Táchira, San Cristóbal.
Dr. Luis Hernández Contreras, académico e investigador del pasado musical del Estado Táchira, con especial énfasis en la hemerografía de época.
 T. S. U. Sigrid Márquez Poleo
Lcdo. José Antonio Pulido Zambrano
Familia Noguera Sandoval, San Cristóbal








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