Imagen: Agricultor tachirense (1953). Tomada del texto "Folklore tachirense" (Tomo II) de Ramón y Rivera L. F. / Aretz Isabel (1961) Digitalizada y retocada por Bernardo Zinguer para Retazos Históricos del Táchira. Reproducción con fines didácticos.
¿Quién trujo al niño?
La riqueza del castellano que se habla en el Táchira
Ante la pregunta ¿qué idioma se habla en el Táchira?, la respuesta resulta directa: el español o castellano. Pero, si se profundiza un poco en la misma, nos encontramos con una verdadera riqueza lingüística: el castellano tachirense es una señal indeleble de identidad, es un dialecto regional diferenciado del resto del castellano hablado en Venezuela, que caracteriza a sus hablantes por expresarse correctamente, con propiedad y sin vicios fonéticos, a través de su singular y cadencioso acento montañés.
Así, el habla tachirense resulta en un lenguaje sosegado, justo y sin estridencias tonales. Es clasificado por igual -entre los especialistas en lingüística y fonología venezolana-como dialecto de las tierras altas (castizo o castellano clásico) por el predominio de fonemas alófonos alveolares (ej. la aspiración gutural en los fonemas compuestos por j y vocal, y en la n resonante, reminiscencias del castellano americano del siglo XVII), en contraposición al dilecto de las tierras bajas (radical o distendido) donde se presentan aspiraciones, elisiones o inversión de grafemas, predominando el empleo de fonemas alófonos velares. En palabras de la filóloga y autora María-Dolores Albiac Blanco, el habla tachirense es "el castellano más castizo, mejor pronunciado y empleado con más exactitud y chispa".
Como ejemplos de voces antiguas conservadas en algunos campos y aldeas más remota de la montaña tachirense, se ha constatado que perviven aún -en el lenguaje diario-términos del castellano del siglo XVI en expresiones como: "deje el retozo" (Francisca Sánchez, 82 años, aldea Angostura, Municipio Vargas, 1990); "ayer me topé con el corregidor de la aldea" (Florentino Pernía, aldea Saisayal, Municipio Uribante, 78 años, 1995) y "¿Quién trujo al niño?" (Rufino Sandoval Zambrano, aldea La Molina, Municipio Lobatera, 81 años, 1980).
Lamentablemente, la vibrante riqueza identitaria y cultural del castellano tachirense formada a través de siglos de historia, se encuentra en franco declive. La globalización, vehiculizada por medios de comunicación social de gran alcance y mayor influencia económica, insidiosamente impone el dialecto central-caraqueño-caribeño (dialecto de las tierras bajas) como modelo lingüístico único en el territorio tachirense y en los demás territorios del país.
Esta misma fuerza homogeneizadora, al igual que ocurre con la música llanera, presenta ese dialecto y música como el único representante de la identidad venezolana en el interior y exterior del país, relegando y silenciando nuestros propios giros, acentos de la montaña y géneros musicales, opacándolos u ocultándolos, haciéndolos parecer -en muchos casos- inferiores o indignos de ser escuchados, llegando hasta la mofa y el escarnio.
Es crucial comprender que nuestra lengua, nuestra manera de hablar, la que aprendimos por educación familiar de nuestros mayores y en la vieja escuela, es un pilar fundamental de nuestra identidad como tachirenses, un legado invaluable que corremos el riesgo de perder irremediablemente. Solo una educación familiar y escolar consciente y comprometida con la valorización de nuestros rasgos lingüísticos tachirenses, propios, puede detener esta erosión de nuestros valores identitarios y evitar que nos diluyamos en una masa cultural sin raíces ni voz propia. Por ello, siéntete orgulloso de tu lenguaje y siempre #hablatachirense
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