sábado, 30 de diciembre de 2023

Ciudad de San Cristóbal: Urbanismo en tres tiempos, Carta fundacional y Legislación de Indias │ San Cristóbal City: Urbanism, Royal Charter and Laws of the Indies

 






En palabras de su autor...


Las normas que regulan el hecho urbano, desde el diseño de la ciudad o suplanificación, su ejecución y la legalidad en lo edificado, es lo que conocemos como derecho urbanístico. Pero, ese derecho ha pasado por un proceso evolutivo de desplazamientos conceptuales que, en el caso de las ciudades iberoamericanas, partedel siglo XVI. En el presente trabajo se analizará un caso específico urbano de esa evolución y desplazamiento de dichos conceptos a partir de una panorámica del primum movens aristotélico, fundacional, de hecho y de derecho, de la ciudad de San Cristóbal,Estado Táchira, Venezuela, en 1561, y su evolución hasta el presente. Un todo teórico y documental que nos llevará a dejar formulada una pregunta que nos cuestionará siempre: ¿puede haber una nueva perspectiva para su futuro urbano?




jueves, 7 de diciembre de 2023

Pensamiento y fuerza: Una meditación sobre los leones de Capacho y la tachirensidad│Thought and Strength: A Meditation on the Signs of the Tachiranness







Foto por Samir A. Sánchez (2010)




Foto por Samir A. Sánchez (2010)


«Leo, fortissimus bestiarum, ad nullius pavebit occursum». Liber Proverbiorum 30:30 - «El león, el más fuerte entre los animales, que no retrocede ante nada». Libro de los Proverbios 30:30.



En el s. XVIII el grupo escultórico que representaba a dos leones, uno en reposo y otro activo o al ataque, tenían el objetivo de simbolizar y manifestar los dos lados del poder del monarca o del Estado: el ejercicio de la autoridad en paz (en reposo) y el uso de la fuerza y control (de pie o activo).

Este fue el caso de los dos leones, ornamentales y a su vez simbólicos del poder, que ordenó Carlos III de Borbón colocar en el tramo final de la escalera principal interior del Palacio Real de Madrid. Estas esculturas fueron realizadas por los artistas Felipe de Castro y Robert Michel.

En el caso que exponemos aquí, por igual, no descartamos la probabilidad que el funcionario que ordenó adquirir estas esculturas ornamentales francesas decimonónicas o hierro fundido patinado en negro, por orden del Presidente de los Estados Unidos de Venezuela, Gral. Cipriano Castro, partiendo de querer simbolizar el poder del nuevo Estado y gobierno presidido por los tachirenses, por primera vez en la historia de la nación venezolana, se inclinara también por una representación más cercana a sus afectos y más cercana a su tierra natal: simbolizar a la historia de los dos Capachos, luego de la división del poblado original en 1875. Un león dirige su mirada hacia Capacho Nuevo, el otro mira hacia Capacho Viejo.

El nuevo representado con la fuerza, vigor e ímpetu de la juventud, en el león que, de pie, se muestra desafiante. El viejo, sentado, representado en la paciencia y serena tranquilidad que da la seguridad de la experiencia, aquella a la que sólo se llega con el pasar de los años.

En 1927, otras dos figuras de leones se colocarán en el coronamiento del Palacio Municipal de la ciudad de San Cristóbal que, en 1931, pasaría a ser el Capitolio del Estado Táchira, siendo identificado como: el Palacio de los Leones.

La paciencia que da el pensamiento y la fuerza

Ya en el siglo XIX se nos puso el mote de: «la leonera» por nuestra característica libertaria y guerrera. Luego, en algo más descriptivo, el ser tachirense se asoció con pensamiento y fuerza. Así lo dejó escrito en prosa metafórica y simbólica el Dr. Vicente Dávila (Capacho, 1874 – Caracas, 1949) en el acto de sepelio del jurista y magistrado Dr. José Abdón Vivas Sánchez (Lobatera, 1863 – Barcelona/España, 1918), al insertar la figura del león en la mentalidad política e intelectual de la época como representación del tachirense, desde la gesta de los ejércitos de la Revolución Liberal Restauradora (1899-1908). Idea que sería continuada en el período político conocido como de la Causa de la Rehabilitación Nacional (1908-1935):

«Un día, las águilas del pensamiento y los leones de la fuerza, abandonando sus cumbres y cavernas andinas, llegaron al pie del Ávila no en son de conquista, sino en pos de sus hermanos para unificar en el seno de la patria la familia venezolana […] ¡Hermano y compañero en la santa religión de una Causa, descansa en paz en la tierra de tus mayores! que si no son rosas del hogar tachirense las que cubren tus despojos, son rosas avileñas, sus hermanas, las que piadosamente te ofrendan tus amigos ¡Adiós!» (Oración fúnebre pronunciada por el Dr. Vicente Dávila en el sepelio del Dr. Abdón Vivas Sánchez, Cementerio General del Sur, Caracas, 20 de diciembre de 1917) [DÁVILA, Vicente, “Abdón Vivas” en Gente del Táchira, recopilación y selección de Anselmo Amado, Biblioteca de Autores y Temas Tachirenses, Nº 61, tomo II, p. 242].

Será el Dr. Antonio María Pérez Vivas (Psicología tachirense y desarrollo, Editorial Arte, 1966, p. 11), uno de los referentes clásicos del estudio de nuestra idiosincrasia como pueblo, quien concrete y defina esa característica:

«Vivimos en armonía con nuestros ideales, nuestro destino a la sombra del esfuerzo propio, nos respetamos mutuamente, buscamos que los demás nos respeten y, en consecuencia, perseguimos adueñarnos de nosotros mismos. No son guerreros de oficio los tachirenses, pero saben serlo cuando lo pauta su destino».

Es por todo ello que creemos que quien ordenó las esculturas para el Mercado de Capacho, sin buscarlo, logró y legó algo más, dejar en hierro fundido el símbolo representativo de la tachirensidad, desde 1907.

Nota: A la fecha 2025, datos aportados por personas preocupadas por el patrimonio tachirense, refieren que estas esculturas, al habérsele modificado la pátina origina que las protegía, con diversos repintes industriales, la misma se está desprendiendo y dejando expuesto el hierro original el cual está atravesando un proceso de corrosión acelerado que amenaza la integridad y permanencia de las esculturas.


Samir A. Sánchez (2012)
Fotos: Samir A. Sánchez (2010. Esculturas con el color y pátina original de 1907. 2023, tomada en el Museo del Louvre).





Ejemplo de obras escultóricas sobre leones, en la antigüedad clásica.  Escultura de un león pasante con orbe (del siglo I d. C. aproximadamente y copia romana de una obra griega más antigua) que se expone en el Museo del Louvre (París). Elaborada en basanita verde (león) y mármol amarillo (orbe). Perteneció a la colección de antigüedades de Villa Albani, casa del Cardenal Alessandro Albani (1692-1779) en Roma. Formaba parte de las esculturas antiguas del cardenal que conservaba en el salón de su villa, denominado 'Del rey bárbaro conquistado' (Foto: Samir A. Sánchez, 2023). 


© Proyecto Experiencia Arte│Experience Art Project 2012-2023. Algunos derechos reservados. Los derechos de autor de las fotografías pertenecen a cada fotógrafo, grupo o institución mencionada.


miércoles, 29 de noviembre de 2023

Los jarrones versallescos del Palacio de los Leones: historia y vicisitudes │ Stories and vicissitudes of some Versailles vases in San Cristóbal City (Táchira State - Venezuela)




Foto: Samir A. Sánchez (2015)


Para todo historiador, conservador y restaurador de arte, mirar en la actualidad la cornisa superior del Palacio de los Leones, el Capitolio tachirense, en la ciudad de San Cristóbal, le resulta en un hecho que parece contrario a la lógica.


La sede principal de los poderes públicos estadales, desde el terremoto de 1981, luce mocha, desmochada. No ha existido interés o voluntad en quienes han ejercido esos poderes, en calidad de representantes de la voluntad e interés del soberano, de retornar la visual monumental de la edificación eustoquiana a su proyecto original.
Opinamos que se debe a que la misma no les resulta algo rentable en lo político. No es un dividendo activo útil para la fluidez de los discursos en las promesas electorales, y para las fotos geniales que sólo se toman en campaña. No obstante sí lo es para los representados soberanos como patrimonio cultural, como símbolo institucional, arquitectónico-urbano y de identidad histórica del pueblo tachirense.


Por ello, es importante recordar que los jarrones del Palacio de los Leones así como los remates perdidos del ático con el escudo nacional, son parte integral de la visual de la casi centenaria edificación, declarada Monumento Histórico Nacional, según la Gaceta Oficial de la República de Venezuela, No. 33.407, en el año 1986.


Estas viejas obras, con alta probabilidad, fueron realizadas por el maestro y alarife Jesús Uzcátegui (nacido en Ejido, Estado Mérida a fines del siglo XIX y radicado en el Táchira desde 1909), a fines de la década de los años veinte del pasado siglo.


Resultan en un trabajo en serie por moldeado y se levantan sobre un plinto de 0,43 x 0,43 x 0,37 cm con una altura de 1,70 m cada uno. Sabemos, por los que quedan, ya desgastados, que están anclados al antepecho de remate del edificio a través de una varilla de hierro.


Poseen la sección inferior gallonada, con panza o centro cóncavo, liso y con guarniciones decorativas renacentistas grutescas, a partir de formas vegetales o guirnaldas, cintas y figuras antropomorfas (putti a cuerpo completo) a modo de asas, laterales, que unían sus extremos superior e inferior, ya desaparecidas la casi totalidad de las mismas.


Son de clara inspiración francesa del s. XVIII, y los modelos artísticos originales se pueden ver en el laminario de grabados "Cahier de Vases" de Jean François Forty (Imprenta de L. Laurent, París, 1775).


El Táchira cuenta con artistas especializados en restauración con materiales modernos y más livianos, y puedo citar, entre ellos, al maestro Homero Parra, quien ya ha trabajado en Palacio, en obras de restauración.
En mi opinión, sólo se requiere de voluntad e interés para que una autoridad competente diga: ¡Que vuelvan los jarrones a Palacio!


Esperemos que algún día esa voluntad e interés, juntos, porsiacaso, lleguen, y los hijos de nuestros bisnietos contemplen el Palacio de los Leones en todo su esplendor arquitectónico original. Una ironía que puede ser cierta si se mantiene el desinterés y noluntad de los últimos cuarenta y dos años.





Artes decorativas. Jarrón o vaso ornamental con figuras de sátiros, del siglo XVII y en bronce, que se encuentra en los jardines inmediatos al palacio real, en Versalles, Francia, Foto: Samir A. Sánchez (2023)


© Proyecto Experiencia Arte / Experience Art Project 2012-2023. Algunos derechos reservados. Los derechos de autor de las fotografías pertenecen a cada fotógrafo, grupo o institución mencionada.


© Proyecto Experiencia Arte / Experience Art Project 2012-2023. Algunos derechos reservados. Los derechos de autor de las fotografías pertenecen a cada fotógrafo, grupo o institución mencionada.


sábado, 11 de noviembre de 2023

Castro y Gómez en la Batalla de La Victoria (1902): dos tachirenses del siglo XIX que cambiaron y forjaron el destino y la mentalidad política de todo un país hasta el presente │Warriors of the Ancient Táchira. Tachiran Heroic Art. Historic painting honoring General C. Castro and General J.V. Gómez at 'La Victoria' Battle (1902)




Batalla de La Victoria (óleo osbre tela, 200 cm x 300 cm) de Tito Salas (1903). Imágenes venezolanas / Publicación-tríptico / Galería de Arte Nacional, 1998. Reproducción con fines docentes.


Describiendo una pintura histórica…

Resulta interesante analizar esta pintura pues viene a ser la única representación de carácter académico, histórico-bélico, en gran formato, y realizada por un eximio pintor de reconocidísima trayectoria en las artes nacionales, sobre dos personajes históricos tachirenses quienes, con mano férrea y déspota, pero -paradójicamente- con sindéresis o claridad de objetivos, cambiaron los destinos y moldearon el rumbo y la mentalidad política de toda una nación a partir de 1899, y sus efectos -podemos decir con seguridad y sin temor a equivocarnos- aún se mantienen en los actuales tiempos.


Al deconstruirla, nos encontramos que el personaje principal es el General Cipriano Castro (1858-1924), primer presidente tachirense de los Estados Unidos de Venezuela.


Con tahalí dorado (correaje o banda para la espada cruzada al pecho), sable en ristre y sin desenvainar, pañuelo al cuello, uniforme gris-cadete, botas granaderas y sombrero Morrow blanco, está representado en la acción de dirigir y arengar al ejército nacional y liberal restaurador (conformado por 8.000 hombres de tropa) contra el ejército, superior en número (16.000 soldados), dirigidos por los caudillos y tropas liberales antigubernamentales de la denominada "Revolución Libertadora", comandada por el General Manuel Antonio Matos (1847-1929).


La escena es de tipo épica-idealizada hecha a partir de un definido juego de luces, sombras y matices cromáticos que busca demarcar la transición de una derrota (oscuridad-muerte-inacción) a una victoria (luz-vida-acción) muestra al General-jefe y Presidente (General Castro) en fugaz movimiento ascendente, lanzando un discurso para enardecer o levantar los ánimos militares.


Todo el movimiento de la obra gira en torno al brazo derecho del General Castro, en alto, como guía, siguiendo la costumbre de los viejos generales y tribunos de la Roma republicana.


A su lado, y de espaldas, presto o atento a las órdenes del jefe y dispuesto a la acción inmediata, un soldado raso andino, desconocido, con el uniforme o vestimenta propia de pertenecer al ejército liberal restaurador: caqui blanco sin teñir, ruana ladeada y sombrero de cogollo de ala ancha y copa alta.


La geografía es real. El autor del cuadro estuvo en los lugares de los acontecimientos haciendo bocetos para luego reproducirlos en el lienzo. El cuadro recibe el nombre de "Batalla de La Victoria" por el nombre de la ciudad del Estado Aragua donde sucedió el hecho. Castro estaba atrincherado en la ciudad y las fuerzas contrarias de Matos la sitiaban o cercaban desde todas las colinas vecinas. La escena representa la exaltación del momento de la llegada al campo de batalla de los refuerzos comandados por el Vicepresidente, el General Juan Vicente Gómez (personaje junto al enhiesto pabellón o bandera amarilla liberal) quien provenía de Caracas, con mil hombres y municiones (y así elevar a 9.000 el contingente definitivo de las fuerzas del gobierno). Gómez abre una brecha y rompe parte del cerco y se une a Castro en la defensa de la ciudad. 

Igual, el memorialista Nemecio Parada, en su libro "De Ocumare a Caracas" (Bibloteca de Autores y Temas Tachirenses, 1975), ofrece más datos precisos sobre esta acción: "En la batalla de La Victoria, en 1902, el contingente de tachirenses que logró llevar como refuerzo Pedro María Cárdenas, junto con las tropas trujillanas que incorpora en el momento más dramático de la lucha, el General y doctor Leopoldo Baptista, decidieron el triunfo en favor del Gobierno" (p. 105).


Este hecho bélico, dado en la batalla más grande que se ha registrado en Venezuela, por la magnitud del número de hombres reunidos y enfrentados, sucedió el 13 de octubre de 1902, un día después del inicio del enfrentamiento campal que sólo finalizaría el día 2 de noviembre de 1902 con el triunfo del Presidente Castro y el ejército nacional y liberal restaurador.


La representación en gran formato y pincelada con tendencia pastosa, larga y dramatizada, color y estilo propio es de carácter bélico-heroico y tiene unas dimensiones de 200 cm x 300 cm. Su autor es el eximio pintor venezolano Tito Salas (1887-1974) quien la hizo en 1903 por instancias del Ministro de Instrucción Pública Eduardo Blanco (1838-1912). El ministro concertó un encuentro entre el General Castro y el joven pintor Salas para que éste último tomara un boceto de los rasgos fisionómicos del primer mandatario nacional.


Esta obra ganó el primer premio de la Academia de Bellas Artes de Caracas en ese mismo año de 1903 y estuvo expuesta en la sede de la academia hasta ser pasada a la pinacoteca de la Academia Militar de Venezuela en 1910, en su nueva sede de la Planicie (Colina de Cajigal), en Caracas, sede luego del Ministerio de la Defensa y por último Museo Histórico Militar en 1979.


No obstante, a la fecha (2023) no he podido precisar el actual destino de este magnífico trabajo pictórico o sus avatares, y si aún permanece en lo que queda del Museo Militar de la Planicie.


Al finalizar sólo resta decir como el poeta: “Que toda la vida es un sueño y los sueños, sueños son” cuando pensamos que bien luciría una copia de este cuadro identitariotachirense  e histórico, en sus medidas originales, en la pared o muro de fondo del Salón de sesiones del Consejo Legislativo del Estado Táchira, en el Palacio de los Leones de la ciudad de San Cristóbal.


Cuando el actor principal es Gómez... o una reproducción contemporánea de la obra de Tito Salas

En 1978, el pintor tachirense Arecio Moncada (n. 1954) integrante del grupo pictórico "Catedral" de la ciudad de San Cristóbal en sus años iniciales, elaboró una pintura en acrílico sobre tela inspirada en la obra "La Batalla de la Victoria", del maestro Tito Salas.


Moncada realizó una versión libre de la escena, si bien mantuvo a los mismos personajes representados por Salas.


En su versión, sobre un terreno llano o plano, Moncada le da a la figura del General Juan Vicente Gómez el rol de actor principal y eje de la composición, al reproducir o captar el ímpetu del momento cuando los tachirenses rompen el cerco enemigo.


Al General Cipriano Castro, lo coloca, a un lado, como espectador exultante.



"Batalla de La Victoria". Arecio Moncada (1978). 80x60 cm. Acrílico y óleo sobre tela. Colección privada del Economista Fernando Barrientos Sánchez, Caracas (Foto: Fernando Barrientos Sánchez, 2023. Reproducción con fines didácticos).






© Proyecto Experiencia Arte / Experience Art Project 2012-2023. Algunos derechos reservados. Los derechos de autor de las fotografías pertenecen a cada fotógrafo, grupo o institución mencionada.

miércoles, 25 de octubre de 2023

124 Años del Triunfo tachirense en Caracas │ 124 Years Since Táchira's Triunph in Caracas

 





Texto: Samir A. Sánchez (2023)
Fotos y propiedad del sable de gala: Wilmer Antonio Rey Lozada,  (2020)

Un día como hoy, 22 de octubre de 1899, la historia de Venezuela dio un giro definitorio. La Revolución Liberal Restauradora culminaba su gloriosa campaña de cinco meses con la entrada triunfal del General Cipriano Castro a Caracas.


Fue la victoria de los "Sesenta" y de la poderosa fuerza de los batallones tachirenses, un evento que marcó el ascenso de una nueva élite: la Hegemonía Andina, que gobernaría el país por décadas. ¡El Táchira llevó su destino a la capital!


Como testimonio de esta victoria y del orgullo regional, recordamos al Estado Mayor del Batallón "23 de Mayo", uno de los pilares de la Restauración:


En la imagen, capturada en Caracas poco después del triunfo (noviembre/diciembre de 1899), vemos a líderes esenciales de nuestro estado: General Luis Varela (de Santa Ana del Táchira), sentado a la izquierda. General Maximiano Casanova Bustamante (de Lobatera), de pie en el centro. Junto a él, su hermano, el Coronel (luego General) Julián Casanova Bustamante.


El detalle que enaltece esta epopeya: todos portan o sostienen el sable de gala, obsequio del General Castro a la oficialidad vencedora. Su diseño, inspirado en el sable de Estado Mayor del Imperio Austro Húngaro de la época, simboliza el inicio de una nueva era militar y política, forjada desde el Táchira.

¡Honramos la memoria de los hombres que hicieron del Táchira el Anno Domini de la historia venezolana!



















viernes, 18 de agosto de 2023

Recetas de la cocina tradicional tachirense, las recetas de la nona junto al fogón | The Book of Traditional Tachirense Cuisine: A Cookbook with Older Styles for Modern Cooks


















Para descargar el libro: Tesoros de la cocina tradicional tachirense, las recetas de la nona junto al fogón [Traditional Tachiran  Cuisine: A Cookbook with Older Styles for Modern Cooks] accione, en la siguiente pantalla, el pequeño recuadro con flecha de salida que se encuentra en el extremo superior derecho:




Abrebocas... La cocina tradicional, aquella donde nuestras abuelas conjuraban los más deliciosos manjares; la de fogones de leña y de paredes ahumadas; de fragantes despensas y desordenadas alacenas, donde la abuela era regente y general de cinco estrellas, pues ordenaba y se hacía lo que ella decía, además de conocer al dedillo todo lo que allí se guardaba. Esa vieja cocina, que fue parte fundamental en nuestra crianza, otorgándonos la saludable gordura, en aquella época, para crecer sanos, fuertes e inteligentes, como era tradición, retorna del pasado al presente con esta obra.

En estos tiempos de globalización, de imitación, con la saturación mediática y de la moda de gourmet, la sociedad ya no recuerda la cocina tradicional de cada lugar. Cocina que está muy alejada de ser un apoyo y fomento para la moderna tendencia estética del palillo femenino y del súper fibroso masculino, donde sus protagonistas son, sólo, vegetales y proteínas. La cocina de la abuela, aquella que se transmitió de generación en generación, por aprendizaje directo o por tradición oral, hoy en día está relegada a eventos familiares muy puntuales, bien porque sus recetas requieren de dos elementos, por igual desaparecidos: tiempo y paciencia o porque son de alto contenido calórico o de grasas, haciendo que sean evitadas o consumidas con moderación.

Estas prácticas han permitido que el paso del tiempo haga de las suyas, y gran parte de esa tradición culinaria esté pasando al olvido. No obstante, siempre hay, en cada familia, alguien que acostumbra a escribirlo todo, a guardar fotos, enseñanzas, recuerdos, reseñas, obituarios y objetos simples pero rodeados de un valor íntimo. Y es una gran fortuna, pues es una manera de preservar la historia familiar y la misma historia de nuestras sociedades. Esa es una memoria a la cual los investigadores, muchas veces, no tienen acceso, por tratarse de historias particulares. En los Sánchez Sandoval, nos hemos encontrado con la imagen de una persona quien tomó ese rol en el tema culinario. La nona, la abuela, regente del fogón y la despensa, también se ocupó en preservar para las futuras generaciones las exquisitas recetas de la más rica y tradicional cocina tachirense.

Hoy podemos disfrutar y recrear cada una de las recetas que este libro comenta y a su vez convertirnos en testigos de la historia que envuelve cada plato. Con sus lecturas, podemos pasar, por un instante, de ser seres globales y tecnológicos para volver a ser los venezolanos que solíamos ser. Aquellos andinos aguerridos, respetuosos y trabajadores que paladeaban un cuarto de arepa, un trozo de cuajada envuelta en hojas de biao, y una sabrosa y caliente aguamiel. En lugar de comernos un rollo de sushi, degustemos por un momento, con todo el orgullo, un par de Indios. Si no tienen idea de lo que aquí converso, los invito a leer y releer esta obra. Que está de más decir, es producto del rescate y recopilación por parte de un excelente y meticuloso historiador, de esos buenos que le gusta divulgar la Historia, pues para eso suceden los hechos, para darlos a conocer y que no mueran en el olvido.

… Si se adentran en esta aventura gastronómica y recrean estás delicias, yo me ofrezco como sacrificada catadora. No se diga más, ¡A encender el fogón!


Gerente - Estudios de Diseño Gráfico "El Lar del Cuervo" (San Cristóbal) - ellardelcuervo@gmail.com
__________________



02.-01.-2.020

Este conterráneo no pierde la oportunidad de demostrar su genuino amor costumbrista, propio de quienes amamos nuestro solar nativo por encima de todas la cosas en la tierra que nos vio nacer. Todo lo que sea enaltecimiento de su Táchira y su querida Lobatera ocupa lugar de primacía en sus actividades y tendencias intelectuales. En este caso se ha dejado seducir por la cocina tachirense, y de modo especial por la cocina lobaterense, pero manteniendo en ese caso las tertulias culinarias junto al fogón y horno de la abuela Doña Maximiana Sandoval de Sánchez, quien con sus noventa y seis años se nos presenta como dice el poeta Rubén Darío: 'Novia blanca, más blanca que el lirio, frente pura, más pura que el cirio que ilumina el altar del Señor', en toda la pujanza d su juventud y de su soberbio atavío nupcial de los años 30. Parece que tanto Samir como su abuela no le hacen caso al poeta cuando dice: 'Juventud, divino tesoro—ya te vas para no volver;-cuando quiero llorar no lloro, y a veces lloro sin querer'. Los sentimientos especialmente emotivos los manifiesta el autor a quienes abren las primeras páginas del libro con una estupenda postal de la Plaza Bolívar de Lobatera presidida por la monumental iglesia de Nuestra señora de Chiquinquirá de Lobatera y la majestuosa Casa Parroquial. . El libro es una verdadera obra de arte, límpida y bellamente diagramado por Sigrid Márquez Poleo y embellecido por unas atrayentes fotografías del archivo particular del autor a todo color. Exalta en primer lugar la cocina tachirense, con sus hallacas, sus chicharrones, sus morcillas su turmada griteña, albóndigas a lo lobaterense, indios, Suspiros a las Mercedes, Mistelita o Champurria, Lonjetas o Lonjas Morunas, Pichón de Sangre de res, Quesillo Gacho o Gocho, Mantecada a la Lobaterense, Huevos Abotonados, , Pollo Empanado, Lonjetas o Lonjas Morunas, Perico de Sesos Molineros, Mantecadas a la Lobaterense, sus Casipiroletas, Pichones Molineros, su Pizca Negra sus Hojaldras, su Mistelita o Champurria, su Ponche de Plenilunio, sus Bledos en Perico, sus Morcillas, sus chicharrones. Pero como la tertulia culinaria transcurre junto al fogón y horno de la abuela, se hace hincapié específico en las especialidades auténticamente lobaterenses , como la Sopa de Galletas, los Envueltos, las Caspiroletas, el Bienmesabe, la Ensalada de Gallina, y otros principios. No contentos con este menú local, los artífices de los preparados remontan la cocina a otras latitudes apartadas más allá e las fronteras del Táchira, con la Polenta, las Tortillas de Papa, el Pollo empanado, pero tendiendo siempre a deleitar el paladar. Al pasar mis ojos por este libro debo recordar que en muchas oportunidades tuve el placer de deleitarme con estos platos. Efectivamente muchos sábados era invitado con mi mujer e hijos a la bella y tradicional casa del Dr. Luis Morales García, y su esposa doña Cristinita Velasco de Morales García. Mi Colega amaba tanto a Lobatera como yo amo a Santa Ana. Eran sábados magníficos cuando nos sentíamos más tachirenses así como más tachirense se siente el Doctor Samir A. Sánchez Sandoval al publicar este libro".

El Dr. José Joaquín Villamizar Molina, Cronista emérito de la ciudad de San Cristóbal, publicó esta reseña en su muro personal de la red social Facebbok en fecha 3 de enero de 2020. 


Otras recetas que se encontraron por copias o transcripciones conservadas por familiares (lo que explica los diferentes formatos de presentación de las recetas) y que pudieron ser recuperardas después de publicado este libro "Tesoros de la Cocina Tradicional Tachirense":


Carne molida al estilo lobaterense (receta de la nona Maximiana Sandoval vda. de Sánchez):


"Se compra carne de lagarto de res, que no tenga mucha grasa, se le echa sal al gusto y se cocina durante 45 m o una hora [o en olla a presión por 20 m ó 30 m]. Luego esa carne cocinada se parte y corta en trozos pequeños para pasar por la máquina 'Corona' de moler carne. A parte, se prepara un poco de picadillo, en cuadritos pequeños, de pimentón rojo, cebolla junca, un diente de ajo bien triturado y se sazona con cominos y un toquecito de pimienta negra molida al gusto. Esta última, igual, al momento de cocinar la carne, la puede agregar pero en semilla o granos enteros para que suelten su sabor, y luego retiran esos granos al sacar la carne. Volviendo a lo anterior, todo esto, como dije, se pica bien y se sofríe un poco y luego se pone a cocinar conjuntamente con la carne ya molida para condimentarla. A esto se le va echando un poco de agua, se remueve para que no se queme o pegue, y se deja que merme, que se seque. Cuando la carne ya está bien seca, bien mezclada con el picadillo y bien cocinado éste, ya está lista y se retira del fogón, y se puede servir. Esta carne cocinada y molida es la misma que utilizo para hacer pasteles o empanadas, agregándole a estas últimas cuadritos de huevo cocido y algunas alcaparras. En ocasiones mezclo la carne molida con arroz seco para los hacer pasteles hechos con harina de trigo o de maíz". Nota al margen: Escrita el lunes, 15 de agosto de 1960, día de la Virgen de Consolación de Táriba.


Bollos (receta de la nona Maximiana Sandoval vda. de Sánchez):


"Ingredientes: Harina de maíz para la masa. Uno o dos dientes de ajo. Un kilo y medio de carne. Cominos. Un cuarto de kilo de tocino y un poco de sal. Un cuarto de kilo de garbanzos que se dejan en remojo y se cocinan el día anterior. Un cuarto de litro de aceite de comer. Un poco de alcaparras. Con todo eso se prepara el guiso de los bollos. La carne debe quedar picada bien finita junto con el tocino, y se le agrega el ajo bien triturado, un toque de cominos y el aceite de comer, y sal al gusto. Aparte, la masa de maíz se amasa muy bien con un poco de sal y más o menos un cuarto de kilo de manteca embijada. Luego, se toma un poco de masa y se hacen unos huecos con las manos, es decir, la forma que da el cuenco de la mano, y eso le da la figura cuadrada de los bollos. Se coloca dentro un poco de guiso y se le echa una o dos alcaparras. Se cierra el hueco con masa y el bollo queda listo para envolverlo en las hojas. A parte, se cortan y traen hojas de guineo del solar, o de La Vega donde Santiago, o de Zaragoza donde Rufino [terrenos que tenía la familia junto a la quebrada La Molina, en las inmediaciones de Lobatera], se les quita la vena, se soasan o pasan por candela para que queden más prácticas. En estas hojas se envuelven los bollos y se atan bien con pita o pavilo. Los bollos se dejan cocinar por espacio de dos horas y media, y se sirven. Muy buenos para el desayuno de los domingos y fiestas de guardar". Nota al margen: "Copiada el 14 de enero de 1939".

Encurtido a la lobaterense (receta de la nona Maximiana Sandoval vda. de Sánchez):

"Era un preparado de sabrosos vegetales que se sirvía junto a otras comidas y era muy socorrido para el almuerzo del Jueves Santo, el conocido como 'De los siete potajes', como aperitivo o acompañamiento. El toque típico lobaterense era el brote o la hoja tierna de la caña brava, muy abundante en los alrededores de Lobatera.

Ingredientes: Hojas o cogollos de caña brava verde y tierna, sayota o chayota, coliflor, lechosa verde, zanahoria, orégano, cilantro cimarrón, sal, aceite vegetal agua y vinagre blanco.

El tamaño de los vegetales puede ser al gusto, pero, preferiblemente, que los trozos no sean muy pequeños. Asimismo, se debe preparar con sal gruesa al gusto y vinagre de alta concentración [hace referencia al vinagre de alto grado de acidez (pH)].

Este tipo de encurtido [no fermentado] no es una conserva y de allí que su preparación es muy simple. La hoja tierna de la caña brava se deja en agua tres días antes de la preparación. Luego se hierven entre 15 y 20 minutos todos los vegetales en agua, un poco de aceite y el vinagre. Las hojas aromáticas se deben colocar luego de cinco minutos de cocción. Una vez cocidos, se tapan y se dejan enfriar, quedando listo para guardar o servir. Si se guarda, se puede colocar en frascos de vidrio bien limpios con su respectiva tapa".

El Moscorrofio: Un dulce tradicional de Lobatera (receta de la nona Maximiana Sandoval vda. de Sánchez):

"Es un dulce casero y artesanal típico de Lobatera, que se distingue de la melcocha preparada directamente en los trapiches.

Su elaboración es la siguiente:

Preparación del caramelo: Se ponen a disolver trozos de panela (azúcar de caña en bloques) a fuego vivo con un poco de agua. Se hierve la mezcla hasta que alcance el punto de caramelo.

Aromatización: En este punto, se le añade ralladura de conchas de limón o naranja, un toque de canela y un toque de licor blanco o aguardiente aliñado para darle sabor.

Montado y amasado: Una vez fuera del fuego, se le agrega rápidamente un poco de bicarbonato de sodio. Se bate enérgicamente con una cuchara de madera hasta que se forma una pasta maleable.

Estirado y corte: Con las manos, se amasa bien la pasta y se estira hasta formar tiras largas. Estas tiras se cubren con un paño para que reposen. Finalmente, se parten en cuadritos para servir.

El origen del nombre: En Lobatera (Estado Táchira), la palabra "moscorrofio" se usa para describir algo muy feo, torcido o sin forma definida. De ahí proviene el nombre de este dulce, ya que su forma final es irregular y artesanal, no estandarizada".

Sopa de ​arroz y ​papa con ​lagarto de ​res​, al estilo lobaterense (receta de la nona Maximiana Sandoval vda. de Sánchez):


"​P​ara una sopa de arroz bien sustanciosa, el toque exacto está en cocinar la carne el tiempo suficiente para que quede muy tierna y suelte todo el sabor que necesita ​e​se caldo. Por eso, la misma es una sopa muy recomendada para los días fríos, lluviosos o de borrasca.

Ingredientes​:
Carne y ​el caldo d​e esa carne:
200 gramos de lagarto de res, cortado en ​t​rozos pequeños.
4-5 ​p​osillos de agua.
1/2 cebolla (en trozo grande), pimienta negra en grano y 1 rama de cilantro (entera), para cocer la carne (luego se retiran). 

Para el ​sofrito:
2 cucharadas de aceite (de oliva o vegetal).
1/4 de cebolla ​de cabeza blanca (o ​j​unca), picada finamente.
1 o 2 dientes de ajo, machacados o picados finamente.
1 tomate mediano, pelado y picado (o 1/4 taza de salsa de tomate).
1/2 cucharadita de comino (opcional).

P​ara la sopa:
1/2 taza de arroz.
2 a 3 papas medianas, peladas y picadas en cuadritos muy finos (​son ​l​a base para espesar).
Sal y pimienta negra en grano, al gusto.
Cilantro o perejil fresco picado, para servir.

​Su preparación

Cocinar y ​sa​z​onar la ​carne:
En una olla, colocar los ​t​rozos de lagarto de res, las 5 tazas de agua, el trozo de cebolla grande, los granos de pimienta negra y la ram​i​ta de cilantro.
Lleva​r a ebullición y luego baja​r el fuego. Cocina​r a fuego lento durante 30 a 45 minutos, o hasta que la carne esté a punto de ablandarse.
​Quitar o ​retira​r los granos de pimienta negra, el trozo de cebolla y la rama de cilantro. ​S​acar aparte la carne y el caldo.

Hacer el ​sofrito:
En la misma olla (o en otra), ​se calienta el aceite.
Sofr​e​ir la cebolla picada y el ajo por 3 minutos.
Añad​i​r el tomate picado y el comino. ​Dejar ​cocina​r por 5 minutos hasta que el tomate se haya deshecho.

​M​ezclar y ​cocer:
V​e​rter el caldo de res ​q​ue se apartó y los trozos de lagarto ​de res a la olla con el sofrito.
Agrega​r el arroz y la papa picada fina.
Sazona​r con sal.
Lleva a ​punto de ebullición y luego baja​r el fuego, a medio-bajo.

Terminar la ​sopa:
Cocina​r a fuego lento durante 15 a 20 minutos, o hasta que el arroz esté tierno y las papas se hayan deshecho parcialmente, espesando el caldo.
Pr​o​bar ​s​i la sal​ está en su punto. Si el caldo está demasiado espeso, ​deben añadir​le un poco más de agua caliente.
S​e​rvir inmediatamente, con ​una ramita o  toque presentable, por arriba, de cilantro fresco".

Huevos en perico con sofrito de cebolla y tomate​, al estilo lobaterense (receta de la nona Maximiana Sandoval vda. de Sánchez):

"Ingredientes: Debe tener a mano los siguientes ingredientes: 2-3 huevos por persona;1 tomate mediano, bien picadito (sin semillas puede ser, pero estas ayudan a que no quede tan líquido); 1/2 tallo de cebolla junca (o cebolleta/cebollín) o media cebolla de cabeza, blanca, picada finamente; 1 cucharada de aceite o de mantequilla para más sabor; Sal y una pizca de pimienta blanca 
(mas suave, menos picante); Un poco de cilantro fresco bien picadito.

Preparación: Pone a sofreír la cebolla y el tomate, pero primero calienta el aceite o la mantequilla en un perol o sartén a fuego medio. Agrega la cebolla picada y sofríe hasta que esté transparente (entre unos 2-3 minutos más o menos). Luego, añade el tomate picadito y una pizca de sal. Prepare primero el sofrito dejando cocinar el tomate y la cebolla a fuego medio por unos 5 a 8 minutos, revolviendo ocasionalmente. Se busca que el tomate suelte su líquido y se reduzca, formando un sofrito espeso. La mezcla no debe quedar muy aguada. Aparte, mientras se cocina el sofrito, bate los huevos en una taza de cristal con sal y pimienta al gusto. Si usa cilantro, añádalo a los huevos batidos. Luego, vierta los huevos batidos sobre el sofrito de tomate y cebolla en el perol. Con paciencia, deje que el huevo comience a cuajarse un poco sin revolver. Luego, revuelva suavemente con una espátula o tenedor de madera hasta que los huevos estén cocidos a su gusto, pues siempre hay gente que prefiere que queden más secos y revueltos, y otras más jugosos y en trozos grandes. 

Así, ya están listos para servir a la mesa, en el desayuno, acompañados de cuartos de arepa de maiz amarillo pilado, chorizos fritos (el casero, el preparado en la casa con perniles de cochino, sal, papada, tripa soplada [de novillo], ajo, manteca embijada, pimienta negra, y secados en una cuerda al sol y conservados al humo del fogón u oreados), queso fresco o cuajada, y un buen café recien colado o chocolate".

La pasta rápida de la nona  (receta de la nona Maximiana Sandoval vda. de Sánchez):

Hay sabores que nos transportan directamente a la infancia, al calor de la casa grande de la nona (abuela, en el lenguaje familiar tachirense), a esas tardes de juego con la familia y amigos. Esta receta, que la nona preparaba de manera express con ingredientes muy básicos, por lo cual ella misma le decía con frecuencia “pasta boba”, era un verdadero tesoro familiar, reflejo del ingenio de la cocina criolla tachirense para improvisar un plato nutritivo y delicioso en un abrir y cerrar de ojos. No era solo comida; era un gesto de cariño que garantizaba que nadie se fuera de la casa o a la cama con el estómago vacío.

"Receta:

Rendimiento: 4 porciones. 
Tiempo de preparación: 5 minutos.
Tiempo de cocción: 10-15 minutos (tiempo de la pasta).

"Ingredientes

Para la pasta: 400 g de pasta corta (fusilli, penne o macarrones, o la de su elección); agua y sal para la cocción.

Para la salsa de atún (estilo rápido): 2 latas de atún en aceite o agua (bien escurrido y triturado, o desmenuzado); 4 a 6 cucharadas soperas de mayonesa (ajustar al gusto, para que quede cremosa); 1 cucharadita de mostaza (opcional, para el toque ácido); sal y pimienta negra recién molida, al gusto, y hojas de orégano secas. Se puede usar solo mostaza o pimienta, la que se prefiera, o ambas.

Preparación

Cocinar la pasta: Poner a hervir abundante agua en una olla mediana o grande con una pizca de sal. Cuando rompa el hervor, agregue la pasta de su elección. Cocinar hasta que esté al dente (firme pero cocida).

Preparar la salsa de atún rápida: Mientras la pasta se cocina, en una taza de cristal mediana, coloque el atún previamente escurrido y desmenuzado. Agrega la mayonesa y la cucharadita de mostaza (si decide usarla). Sazone con sal y la pimienta negra al gusto, y el orégano. Mezcle todos los ingredientes vigorosamente hasta obtener una salsa cremosa y homogénea. Pruebe y ajuste la sazón si es necesario.

Integrar y servir: Una vez que la pasta esté al dente, escúrrala inmediatamente. No la pase por agua fría, ya que el almidón ayuda a que la salsa se adhiera mejor. Regrese la pasta caliente a la taza. Vierta la salsa de atún, mayonesa y mostaza sobre la pasta. Revuelva suavemente hasta que toda la pasta esté bien cubierta con la salsa.

Servir: Sirva de inmediato. La temperatura tibia de la pasta ayuda a que la salsa se mezcle perfectamente y le da un toque reconfortante. Si prefieren, pueden añadir una pizca de queso parmesano rallado o perejil picado al momento de servir, todo es al gusto. 

Este plato se puede comer tanto caliente como frío (de allí que era especial para los nietos que pasaban el tiempo jugando sin preocupación de comer), tipo ensalada de pasta, si sobra".


Huevos Ensombrerados (receta de la nona Maximiana Sandoval vda. de Sánchez)

Este es otro plato que nos transporta directamente a la cocina de nuestra infancia, donde la nona convertía lo simple en extraordinario. Esta no es solo una  receta de huevos rellenos; es un homenaje a la habilidad de las nonas tachirenses para crear platos rápidos, sabrosos y llenos de cariño.

Estos singulares Huevos Ensombrerados, son la mejor prueba que el ingenio y el amor son los mejores ingredientes. Con una base muy sencilla de huevo, atún, mayonesa y una pizca de pimienta blanca, la nona elaboraba un relleno cremoso que coronaba con la misma tapa de clara, presentándolos elegantemente "de pie" en el plato.

Eran su solución perfecta para una comida rápida o una cena ligera. Eran un pequeño manjar casero, coronado con un "sombrero" que convertía un sencillo huevo en una obra de arte culinaria. ¡Una delicia inolvidable de la cocina familiar!

Ingredientes

Huevos: La cantidad que desee preparar (generalmente se calculan 1-2 por persona, dependiendo del tamaño de los mismos y si es entrante o plato principal).

Atún en conserva: En aceite o al natural, bien escurrido.

Mayonesa: Cantidad al gusto para mezclar y darle cremosidad al relleno.

Yemas de huevo cocidas: Las propias de los huevos que se rellenaran.

Pimienta negra molida: Al gusto.

Mostaza: Si se prefiere como un toque extra, y al gusto.

Sal (opcional en caso que el atún y la mayonesa no sean ya suficientemente salados).

Un poco de aceite, mejor de oliva, para la base. Es algo opcional, si necesita estabilizar más el huevo en el plato.

Elaboración

Cocer los huevos: Cocer los huevos en agua hirviendo durante unos 10-12 minutos. Pasar inmediatamente por agua bien fría (o con hielo) para detener la cocción y que sean más fáciles de pelar. Pelar con cuidado una vez fríos.

Preparar las claras "Ensombreradas":

El Sombrero: Para hacer la forma de un sombrero, con un cuchillo afilado, corte cuidadosamente la parte superior del huevo (la punta más estrecha), a modo de "sombrero" o "tapa". Retire esta parte y consérvela aparte.

Estabilizar la base: La presentación de un plato, por muy sencillo que sea, siempre es importante. Así, para que el huevo se mantenga "de pie", corte una rebanada muy fina de la base inferior del huevo (la punta más ancha) para que quede plano y estable. Tenga cuidado de no cortar demasiado para que no se salga el relleno.

Extraer la yema: Con cuidado, y ayudándose de una cucharita, retire toda la yema cocida a través de la abertura superior. Deje la clara vacía (el "vasito") lista para rellenar.

Preparar el relleno: En una taza de vidrio pequeña, desmenuce las yemas cocidas que ha retirado, con un tenedor. Añada el atún bien escurrido y desmenuzadito. Agregue la mayonesa. Empiece con unas 2-3 cucharadas grandes por cada 4 huevos y añada más hasta obtener una especie de crema suave y homogénea, pero lo suficientemente firme como para sostenerse. Sazone con pimienta negra molida y pruebe y rectifique de sal si es necesario. 

Rellenar y ensombrerar: Con una cucharita o una manga pastelera (si quiere un acabado más presentable o fino), rellene las claras de huevo vacías con la mezcla de atún y mayonesa. Rellene hasta que la mezcla sobresalga ligeramente. Coloque con delicadeza la "tapa" de clara de huevo (el sombrero) sobre el relleno. Sirva los huevos de pie, si es necesario, puede poner una gota de mayonesa o un poco de la mezcla de relleno en la base para "pegarlos" al plato y que no se tambaleen. 

Y ya están listos de servir a la mesa".


Calabacines rellenos de la nona, al estilo lobaterense 
(receta de la nona Maximiana Sandoval vda. de Sánchez)

Una receta sencilla y de la tierra, perfecta para el domingo. Y, como decía la nona: La paciencia es el mejor condimento.

“Ingredientes: Para empezar, tome cuatro calabacines de buen tamaño. Necesita unos trescientos a cuatrocientos gramos de carne molida (la mejor que encuentres en la carnicería, y preferible que compre la carne y la muela usted misma). Para el corazón del relleno, saque dos huevos, que haremos duros, y esas dos o tres cucharadas de alcaparras bien escurridas. Si quiere hacerlo más sustancioso, aparta un puñado pequeño de arroz.

Para el sofrito, hace falta una cebolla de cabeza pequeña y un diente de ajo. Y no olvidar la salsa de tomate simple que preparamos previamente o que ya tenemos guardada de otra ocasión: un poco para el relleno y otra cantidad para la base de la fuente.

En cuanto a los ingredientes primeros, un buen aceite de oliva para el sofrito, y por supuesto, sal y pimienta negra para darle vida a la carne. Por último, un poco de queso rallado. A mi me gusta el parmesano, o el que tengan a mano, y unas hojitas de perejil fresco, eso siempre ayuda.

Elaboración: Se vacían los calabacines, los cuales son lavados y cortados a la mitad, a lo largo, previamente. Con una cuchara, se saca la pulpa suavemente, como si estuvieras ahuecando un barco. Deje las paredes firmes, como de casi un centímetro. ¡Esa pulpa no se tira! Se pica muy finita y se guarda. Es el alma del relleno. 

El huevo y el arroz, de ellos se ponen cocer primero esos huevos hasta que estén bien duros. Si se usa arroz, ponga un puñado pequeño al agua hirviendo, y le puede echar una pizca de sal su le gusta. Que quede al dente, un poco durito, que el horno hará el resto. Escurre y reserva ambos. Pique el huevo duro. 

El relleno comienza con la preparación del sofrito. En una buena sartén, ponga un buen chorro de aceite de oliva. Sofría la cebolla y el ajo picados, a fuego suave. Que se vuelvan transparentes y huelan de forma agradable. 

A parte, vaya cocinando la pulpa del calabacín, picada. Déjela que se ablande, que suelte el agua y se cocine. Ahora sí, ponga la carne molida y desmenúcela con el cucharón. Póngale sal y pimienta. Si no la ha cocinado antes de molerla, dele tiempo a que tome color y a que se seque un poquito.

Para armar el relleno, retire la sartén del fuego y mezcle en una vasija grande la carne cocida, el huevo duro picado y las alcaparras escurridas. Si usa arroz, póngalo ahora. 

El toque especial está en el jugo. Échele dos o tres cucharadas de la salsa de tomate simple, solo para humedecer, y luego el perejil picado. ¡Y pruebe! Si le falta sal, le pone. Si le falta amor, le pone. Igual debe calentar el horno a 180 grados. ¡Que esté bien caliente! 

En la vasija o fuente que va a utilizar para el horno, coloque un poquito de la salsa de tomate que preparó, en el fondo. Así el calabacín no se pega. Luego, rellene esos barquitos de calabacín con hasta arriba, que quede bien abundante, como si la nona le estuviera sirviendo. De allí, directo a gratinar, colocándolos en la fuente. 

Si usa queso rallado, espolvoree generosamente por encima. Y aquí es donde aparece la paciencia: llévelos al horno por unos 30 a 40 minutos. Sabrá que están listos cuando el calabacín esté suave (pínchelo) y el queso esté dorado y burbujeante. Acostumbra a servirlo siempre caliente, con una sonrisa. Porque la comida de la nona se come con el alma, no solo con la boca y. ¡Buen provecho, mija!”



Tortillas de arroz de la nona al estilo lobaterense 
(receta de la nona Maximiana Sandoval vda. de Sánchez)

"Preste mucha atención, que esto es tan fácil que te lo grabas con una sola vez que lo hagas y la saca de apuros en cualquier momento.

Ingredientes (Lo que tenemos a mano):

Arroz cocinado: La cantidad que te haya sobrado (un buen tazón, digamos unas 2 tazas). ¡Es mejor si está frío, eh!

Huevos: Dos buenos huevos. Son el pegamento, mi cielo.

Harina de trigo: Unas 3 o 4 cucharadas soperas. Esto le da cuerpo a la mezcla.

Pimienta blanca molida: Un toquecito, una pizca. Sazón con cariño.

Sal: Al gusto, no te vayas a pasar.

Aceite vegetal: Suficiente para que te cubra un dedo en la sartén para freír.

Preparación:

El primer revuelto: Agarre una taza grande, de esos donde cabe todo sin problemas. Primero, rompa los dos huevos y bátalos con un tenedor hasta que estén espumosos. Añada la harina de trigo, la pizca de pimienta blanca y la sal. Mezcle bien para que no te queden grumos de harina. Es opcional echarle un puñadito de perejil fresco picado (le da un color lindo y fresco), o bien, unas 2 o 3 cucharadas de queso rallado (Parmesano o cualquier queso sabroso que tengas. Esto las hace más crujientes).

El arroz: Ahora sí, el arroz. Agregue el arroz cocinado a la mezcla de huevo y harina. Revuelva con una cuchara de madera o espátula. No batas con fuerza, solo mezcla hasta que cada granito de arroz esté cubierto con la mezcla de huevo, como si le hubieras puesto un abriguito. La mezcla debe quedar densa y que pueda manipularla. (Si ves que queda muy líquida, le echas otra cucharada de harina, pero no más. ¡Ojo!).

A calentar el aceite: El secreto es el aceite bien caliente. Si el aceite está frío, la tortilla te va a chupar todo el aceite y no las queremos grasosa. Ponga a calentar el aceite en una sartén a fuego medio-alto. Sabe que está listo cuando, al echar una gotita de la mezcla porque burbujea inmediatamente.

Para freír las tortillas: Con una cuchara, ve echando porciones de la mezcla en el aceite. No las haga muy gordas, para que se cocinen bien por dentro y le queden doraditas. Use una cuchara sopera o un cucharón para ir formando las tortillitas en la sartén. Aplástelas un poquito si quedan muy gruesas. Fría por un lado hasta que estén bien doradas (unos 2-3 minutos). Con cuidado, deles la vuelta con una espátula para que se doren del otro lado.

El escurrido final: Este es el paso más importante: no queremos que naden en aceite. ¡Escurrir es la clave! Saque las tortillas fritas y colócalas sobre un plato cubierto con papel de cocina absorbente (o una servilleta gruesa). Déjelas allí un minuto para que suelten el exceso de aceite.

¡A Comer! Sírvalas calientes. Si quiere, las puede comer así solitas, o con un poco de queso rallado por encima si le gusta".



La mesa está servida
Henri Matisse (1869-1954)
Óleo sobre lienzo
1897
100 x 131 cm
Colección particular
Reproducción con fines didácticos




Colores del pasado/Colours of the Past. La nona, Doña Maximiana Sandoval Zambrano de Sánchez Bustamante (Lobatera, 1908 - San Cristóbal, 2004), de negro, teniendo en brazos a su hijo Julio Abdón Sánchez Sandoval (San Cristóbal, 1936 - San Cristóbal, 1944). A la izquierda, su hermana Ana Paula Sandoval Zambrano (Lobatera, 1905 - Lobatera, 1978), y en el centro los niños Leonisa Sánchez Chacón (San Cristóbal, 1927 - Caracas, 1979) y Luis Alfonso Sánchez Sandoval (San Cristóbal, 1934 - San Cristóbal, 2019). Foto tomada el 24 de septiembre de 1938, en los jardines de la casa grande o casona solariega de las Sandoval (construida en 1875 y desaparecida en 1997), en Lobatera (Estado Táchira). Coloreada y restaurada por Bernardo Zinguer/MyHeritage, 2020.








© Proyecto Experiencia Arte / Experience Art Project 2012-2023. Algunos derechos reservados. Los derechos de autor de las fotografías pertenecen a cada fotógrafo, grupo o institución mencionada.