sábado, 30 de diciembre de 2023

Ciudad de San Cristóbal: Urbanismo en tres tiempos, Carta fundacional y Legislación de Indias │ San Cristóbal City: Urbanism, Royal Charter and Laws of the Indies

 






En palabras de su autor...


Las normas que regulan el hecho urbano, desde el diseño de la ciudad o suplanificación, su ejecución y la legalidad en lo edificado, es lo que conocemos como derecho urbanístico. Pero, ese derecho ha pasado por un proceso evolutivo de desplazamientos conceptuales que, en el caso de las ciudades iberoamericanas, partedel siglo XVI. En el presente trabajo se analizará un caso específico urbano de esa evolución y desplazamiento de dichos conceptos a partir de una panorámica del primum movens aristotélico, fundacional, de hecho y de derecho, de la ciudad de San Cristóbal,Estado Táchira, Venezuela, en 1561, y su evolución hasta el presente. Un todo teórico y documental que nos llevará a dejar formulada una pregunta que nos cuestionará siempre: ¿puede haber una nueva perspectiva para su futuro urbano?




jueves, 7 de diciembre de 2023

Pensamiento y fuerza: Una meditación sobre los leones de Capacho y la tachirensidad│Thought and Strength: A Meditation on the Signs of the Tachiranness







Foto por Samir A. Sánchez (2010)




Foto por Samir A. Sánchez (2010)


«Leo, fortissimus bestiarum, ad nullius pavebit occursum». Liber Proverbiorum 30:30 - «El león, el más fuerte entre los animales, que no retrocede ante nada». Libro de los Proverbios 30:30.



En el s. XVIII el grupo escultórico que representaba a dos leones, uno en reposo y otro activo o al ataque, tenían el objetivo de simbolizar y manifestar los dos lados del poder del monarca o del Estado: el ejercicio de la autoridad en paz (en reposo) y el uso de la fuerza y control (de pie o activo).

Este fue el caso de los dos leones, ornamentales y a su vez simbólicos del poder, que ordenó Carlos III de Borbón colocar en el tramo final de la escalera principal interior del Palacio Real de Madrid. Estas esculturas fueron realizadas por los artistas Felipe de Castro y Robert Michel.

En el caso que exponemos aquí, por igual, no descartamos la probabilidad que el funcionario que ordenó adquirir estas esculturas ornamentales francesas decimonónicas, de bronce o hierro fundido patinado en negro, por orden del Presidente de los Estados Unidos de Venezuela, Gral. Cipriano Castro, partiendo de querer simbolizar el poder del nuevo Estado y gobierno presidido por los tachirenses, por primera vez en la historia de la nación venezolana, se inclinara también por una representación más cercana a sus afectos y más cercana a su tierra natal: simbolizar a la historia de los dos Capachos, luego de la división del poblado original en 1875. Un león dirige su mirada hacia Capacho Nuevo, el otro mira hacia Capacho Viejo.

El nuevo representado con la fuerza, vigor e ímpetu de la juventud, en el león que, de pie, se muestra desafiante. El viejo, sentado, representado en la paciencia y serena tranquilidad que da la seguridad de la experiencia, aquella a la que sólo se llega con el pasar de los años.

En 1927, otras dos figuras de leones se colocarán en el coronamiento del Palacio Municipal de la ciudad de San Cristóbal que, en 1931, pasaría a ser el Capitolio del Estado Táchira, siendo identificado como: el Palacio de los Leones.

La paciencia que da el pensamiento y la fuerza

Ya en el siglo XIX se nos puso el mote de: «la leonera» por nuestra característica libertaria y guerrera. Luego, en algo más descriptivo, el ser tachirense se asoció con pensamiento y fuerza. Así lo dejó escrito en prosa metafórica y simbólica el Dr. Vicente Dávila (Capacho, 1874 – Caracas, 1949) en el acto de sepelio del jurista y magistrado Dr. José Abdón Vivas Sánchez (Lobatera, 1863 – Barcelona/España, 1918), al insertar la figura del león en la mentalidad política e intelectual de la época como representación del tachirense, desde la gesta de los ejércitos de la Revolución Liberal Restauradora (1899-1908). Idea que sería continuada en el período político conocido como de la Causa de la Rehabilitación Nacional (1908-1935):

«Un día, las águilas del pensamiento y los leones de la fuerza, abandonando sus cumbres y cavernas andinas, llegaron al pie del Ávila no en son de conquista, sino en pos de sus hermanos para unificar en el seno de la patria la familia venezolana […] ¡Hermano y compañero en la santa religión de una Causa, descansa en paz en la tierra de tus mayores! que si no son rosas del hogar tachirense las que cubren tus despojos, son rosas avileñas, sus hermanas, las que piadosamente te ofrendan tus amigos ¡Adiós!» (Oración fúnebre pronunciada por el Dr. Vicente Dávila en el sepelio del Dr. Abdón Vivas Sánchez, Cementerio General del Sur, Caracas, 20 de diciembre de 1917) [DÁVILA, Vicente, “Abdón Vivas” en Gente del Táchira, recopilación y selección de Anselmo Amado, Biblioteca de Autores y Temas Tachirenses, Nº 61, tomo II, p. 242].

Será el Dr. Antonio María Pérez Vivas (Psicología tachirense y desarrollo, Editorial Arte, 1966, p. 11), uno de los referentes clásicos del estudio de nuestra idiosincrasia como pueblo, quien concrete y defina esa característica:

«Vivimos en armonía con nuestros ideales, nuestro destino a la sombra del esfuerzo propio, nos respetamos mutuamente, buscamos que los demás nos respeten y, en consecuencia, perseguimos adueñarnos de nosotros mismos. No son guerreros de oficio los tachirenses, pero saben serlo cuando lo pauta su destino».

Es por todo ello que creemos que quien ordenó las esculturas para el Mercado de Capacho, sin buscarlo, logró y legó algo más, dejar en bronce o hierro fundido el símbolo representativo de la tachirensidad, desde 1907.


Samir A. Sánchez (2012)
Fotos: Samir A. Sánchez (2010. Esculturas con el color y pátina original de 1907. 2023, tomada en el Museo del Louvre).





Ejemplo de obras escultóricas sobre leones, en la antigüedad clásica.  Escultura de un león pasante con orbe (del siglo I d. C. aproximadamente y copia romana de una obra griega más antigua) que se expone en el Museo del Louvre (París). Elaborada en basanita verde (león) y mármol amarillo (orbe). Perteneció a la colección de antigüedades de Villa Albani, casa del Cardenal Alessandro Albani (1692-1779) en Roma. Formaba parte de las esculturas antiguas del cardenal que conservaba en el salón de su villa, denominado 'Del rey bárbaro conquistado' (Foto: Samir A. Sánchez, 2023). 


© Proyecto Experiencia Arte│Experience Art Project 2012-2023. Algunos derechos reservados. Los derechos de autor de las fotografías pertenecen a cada fotógrafo, grupo o institución mencionada.


miércoles, 29 de noviembre de 2023

Los jarrones versallescos del Palacio de los Leones: historia y vicisitudes │ Stories and vicissitudes of some Versailles vases in San Cristóbal City (Táchira State - Venezuela)




Foto: Samir A. Sánchez (2015)


Para todo historiador, conservador y restaurador de arte, mirar en la actualidad la cornisa superior del Palacio de los Leones, el Capitolio tachirense, en la ciudad de San Cristóbal, le resulta en un hecho que parece contrario a la lógica.


La sede principal de los poderes públicos estadales, desde el terremoto de 1981, luce mocha, desmochada. No ha existido interés o voluntad en quienes han ejercido esos poderes, en calidad de representantes de la voluntad e interés del soberano, de retornar la visual monumental de la edificación eustoquiana a su proyecto original.
Opinamos que se debe a que la misma no les resulta algo rentable en lo político. No es un dividendo activo útil para la fluidez de los discursos en las promesas electorales, y para las fotos geniales que sólo se toman en campaña. No obstante sí lo es para los representados soberanos como patrimonio cultural, como símbolo institucional, arquitectónico-urbano y de identidad histórica del pueblo tachirense.


Por ello, es importante recordar que los jarrones del Palacio de los Leones así como los remates perdidos del ático con el escudo nacional, son parte integral de la visual de la casi centenaria edificación, declarada Monumento Histórico Nacional, según la Gaceta Oficial de la República de Venezuela, No. 33.407, en el año 1986.


Estas viejas obras, con alta probabilidad, fueron realizadas por el maestro y alarife Jesús Uzcátegui (nacido en Ejido, Estado Mérida a fines del siglo XIX y radicado en el Táchira desde 1909), a fines de la década de los años veinte del pasado siglo.


Resultan en un trabajo en serie por moldeado y se levantan sobre un plinto de 0,43 x 0,43 x 0,37 cm con una altura de 1,70 m cada uno. Sabemos, por los que quedan, ya desgastados, que están anclados al antepecho de remate del edificio a través de una varilla de hierro.


Poseen la sección inferior gallonada, con panza o centro cóncavo, liso y con guarniciones decorativas renacentistas grutescas, a partir de formas vegetales o guirnaldas, cintas y figuras antropomorfas (putti a cuerpo completo) a modo de asas, laterales, que unían sus extremos superior e inferior, ya desaparecidas la casi totalidad de las mismas.


Son de clara inspiración francesa del s. XVIII, y los modelos artísticos originales se pueden ver en el laminario de grabados "Cahier de Vases" de Jean François Forty (Imprenta de L. Laurent, París, 1775).


El Táchira cuenta con artistas especializados en restauración con materiales modernos y más livianos, y puedo citar, entre ellos, al maestro Homero Parra, quien ya ha trabajado en Palacio, en obras de restauración.
En mi opinión, sólo se requiere de voluntad e interés para que una autoridad competente diga: ¡Que vuelvan los jarrones a Palacio!


Esperemos que algún día esa voluntad e interés, juntos, porsiacaso, lleguen, y los hijos de nuestros bisnietos contemplen el Palacio de los Leones en todo su esplendor arquitectónico original. Una ironía que puede ser cierta si se mantiene el desinterés y noluntad de los últimos cuarenta y dos años.





Artes decorativas. Jarrón o vaso ornamental con figuras de sátiros, del siglo XVII y en bronce, que se encuentra en los jardines inmediatos al palacio real, en Versalles, Francia, Foto: Samir A. Sánchez (2023)


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sábado, 11 de noviembre de 2023

Castro y Gómez en la Batalla de La Victoria (1902): dos tachirenses del siglo XIX que cambiaron y forjaron el destino y la mentalidad política de todo un país hasta el presente │Warriors of the Ancient Táchira. Tachiran Heroic Art. Historic painting honoring General C. Castro and General J.V. Gómez at 'La Victoria' Battle (1902)




Batalla de La Victoria (óleo osbre tela, 200 cm x 300 cm) de Tito Salas (1903). Imágenes venezolanas / Publicación-tríptico / Galería de Arte Nacional, 1998. Reproducción con fines docentes.


Describiendo una pintura histórica…

Resulta interesante analizar esta pintura pues viene a ser la única representación de carácter académico, histórico-bélico, en gran formato, y realizada por un eximio pintor de reconocidísima trayectoria en las artes nacionales, sobre dos personajes históricos tachirenses quienes, con mano férrea y déspota, pero -paradójicamente- con sindéresis o claridad de objetivos, cambiaron los destinos y moldearon el rumbo y la mentalidad política de toda una nación a partir de 1899, y sus efectos -podemos decir con seguridad y sin temor a equivocarnos- aún se mantienen en los actuales tiempos.


Al deconstruirla, nos encontramos que el personaje principal es el General Cipriano Castro (1858-1924), primer presidente tachirense de los Estados Unidos de Venezuela.


Con tahalí dorado (correaje o banda para la espada cruzada al pecho), sable en ristre y sin desenvainar, pañuelo al cuello, uniforme gris-cadete, botas granaderas y sombrero Morrow blanco, está representado en la acción de dirigir y arengar al ejército nacional y liberal restaurador (conformado por 8.000 hombres de tropa) contra el ejército, superior en número (16.000 soldados), dirigidos por los caudillos y tropas liberales antigubernamentales de la denominada "Revolución Libertadora", comandada por el General Manuel Antonio Matos (1847-1929).


La escena es de tipo épica-idealizada hecha a partir de un definido juego de luces, sombras y matices cromáticos que busca demarcar la transición de una derrota (oscuridad-muerte-inacción) a una victoria (luz-vida-acción) muestra al General-jefe y Presidente (General Castro) en fugaz movimiento ascendente, lanzando un discurso para enardecer o levantar los ánimos militares.


Todo el movimiento de la obra gira en torno al brazo derecho del General Castro, en alto, como guía, siguiendo la costumbre de los viejos generales y tribunos de la Roma republicana.


A su lado, y de espaldas, presto o atento a las órdenes del jefe y dispuesto a la acción inmediata, un soldado raso andino, desconocido, con el uniforme o vestimenta propia de pertenecer al ejército liberal restaurador: caqui blanco sin teñir, ruana ladeada y sombrero de cogollo de ala ancha y copa alta.


La geografía es real. El autor del cuadro estuvo en los lugares de los acontecimientos haciendo bocetos para luego reproducirlos en el lienzo. El cuadro recibe el nombre de "Batalla de La Victoria" por el nombre de la ciudad del Estado Aragua donde sucedió el hecho. Castro estaba atrincherado en la ciudad y las fuerzas contrarias de Matos la sitiaban o cercaban desde todas las colinas vecinas. La escena representa la exaltación del momento de la llegada al campo de batalla de los refuerzos comandados por el Vicepresidente, el General Juan Vicente Gómez (personaje junto al enhiesto pabellón o bandera amarilla liberal) quien provenía de Caracas, con mil hombres y municiones (y así elevar a 9.000 el contingente definitivo de las fuerzas del gobierno). Gómez abre una brecha y rompe parte del cerco y se une a Castro en la defensa de la ciudad.


Este hecho bélico, dado en la batalla más grande que se ha registrado en Venezuela, por la magnitud del número de hombres reunidos y enfrentados, sucedió el 13 de octubre de 1902, un día después del inicio del enfrentamiento campal que sólo finalizaría el día 2 de noviembre de 1902 con el triunfo del Presidente Castro y el ejército nacional y liberal restaurador.


La representación en gran formato y pincelada con tendencia pastosa, larga y dramatizada, color y estilo propio es de carácter bélico-heroico y tiene unas dimensiones de 200 cm x 300 cm. Su autor es el eximio pintor venezolano Tito Salas (1887-1974) quien la hizo en 1903 por instancias del Ministro de Instrucción Pública Eduardo Blanco (1838-1912). El ministro concertó un encuentro entre el General Castro y el joven pintor Salas para que éste último tomara un boceto de los rasgos fisionómicos del primer mandatario nacional.


Esta obra ganó el primer premio de la Academia de Bellas Artes de Caracas en ese mismo año de 1903 y estuvo expuesta en la sede de la academia hasta ser pasada a la pinacoteca de la Academia Militar de Venezuela en 1910, en su nueva sede de la Planicie (Colina de Cajigal), en Caracas, sede luego del Ministerio de la Defensa y por último Museo Histórico Militar en 1979.


No obstante, a la fecha (2023) no he podido precisar el actual destino de este magnífico trabajo pictórico o sus avatares, y si aún permanece en lo que queda del Museo Militar de la Planicie.


Al finalizar sólo resta decir como el poeta: “Que toda la vida es un sueño y los sueños, sueños son” cuando pensamos que bien luciría una copia de este cuadro identitariotachirense  e histórico, en sus medidas originales, en la pared o muro de fondo del Salón de sesiones del Consejo Legislativo del Estado Táchira, en el Palacio de los Leones de la ciudad de San Cristóbal.


Cuando el actor principal es Gómez... o una reproducción contemporánea de la obra de Tito Salas

En 1978, el pintor tachirense Arecio Moncada (n. 1954) integrante del grupo pictórico "Catedral" de la ciudad de San Cristóbal en sus años iniciales, elaboró una pintura en acrílico sobre tela inspirada en la obra "La Batalla de la Victoria", del maestro Tito Salas.


Moncada realizó una versión libre de la escena, si bien mantuvo a los mismos personajes representados por Salas.


En su versión, sobre un terreno llano o plano, Moncada le da a la figura del General Juan Vicente Gómez el rol de actor principal y eje de la composición, al reproducir o captar el ímpetu del momento cuando los tachirenses rompen el cerco enemigo.


Al General Cipriano Castro, lo coloca, a un lado, como espectador exultante.



"Batalla de La Victoria". Arecio Moncada (1978). 80x60 cm. Acrílico y óleo sobre tela. Colección privada del Economista Fernando Barrientos Sánchez, Caracas (Foto: Fernando Barrientos Sánchez, 2023. Reproducción con fines didácticos).






© Proyecto Experiencia Arte / Experience Art Project 2012-2023. Algunos derechos reservados. Los derechos de autor de las fotografías pertenecen a cada fotógrafo, grupo o institución mencionada.

viernes, 18 de agosto de 2023

Tesoros de la cocina tradicional tachirense, las recetas de la nona junto al fogón | There are many different ways of getting to know a city or land, and food is one of these: Troves of he Traditional Tachiran Cuisine. A Cookbook with Older Styles for Modern Cooks


















Para descargar el libro: Tesoros de la cocina tradicional tachirense, las recetas de la nona junto al fogón [Traditional Tachiran  Cuisine: A Cookbook with Older Styles for Modern Cooks] accione, en la siguiente pantalla, el pequeño recuadro con flecha de salida que se encuentra en el extremo superior derecho:







Abrebocas... La cocina tradicional, aquella donde nuestras abuelas conjuraban los más deliciosos manjares; la de fogones de leña y de paredes ahumadas; de fragantes despensas y desordenadas alacenas, donde la abuela era regente y general de cinco estrellas, pues ordenaba y se hacía lo que ella decía, además de conocer al dedillo todo lo que allí se guardaba. Esa vieja cocina, que fue parte fundamental en nuestra crianza, otorgándonos la saludable gordura, en aquella época, para crecer sanos, fuertes e inteligentes, como era tradición, retorna del pasado al presente con esta obra.

En estos tiempos de globalización, de imitación, con la saturación mediática y de la moda de gourmet, la sociedad ya no recuerda la cocina tradicional de cada lugar. Cocina que está muy alejada de ser un apoyo y fomento para la moderna tendencia estética del palillo femenino y del súper fibroso masculino, donde sus protagonistas son, sólo, vegetales y proteínas. La cocina de la abuela, aquella que se transmitió de generación en generación, por aprendizaje directo o por tradición oral, hoy en día está relegada a eventos familiares muy puntuales, bien porque sus recetas requieren de dos elementos, por igual desaparecidos: tiempo y paciencia o porque son de alto contenido calórico o de grasas, haciendo que sean evitadas o consumidas con moderación.

Estas prácticas han permitido que el paso del tiempo haga de las suyas, y gran parte de esa tradición culinaria esté pasando al olvido. No obstante, siempre hay, en cada familia, alguien que acostumbra a escribirlo todo, a guardar fotos, enseñanzas, recuerdos, reseñas, obituarios y objetos simples pero rodeados de un valor íntimo. Y es una gran fortuna, pues es una manera de preservar la historia familiar y la misma historia de nuestras sociedades. Esa es una memoria a la cual los investigadores, muchas veces, no tienen acceso, por tratarse de historias particulares. En los Sánchez Sandoval, nos hemos encontrado con la imagen de una persona quien tomó ese rol en el tema culinario. La nona, la abuela, regente del fogón y la despensa, también se ocupó en preservar para las futuras generaciones las exquisitas recetas de la más rica y tradicional cocina tachirense.

Hoy podemos disfrutar y recrear cada una de las recetas que este libro comenta y a su vez convertirnos en testigos de la historia que envuelve cada plato. Con sus lecturas, podemos pasar, por un instante, de ser seres globales y tecnológicos para volver a ser los venezolanos que solíamos ser. Aquellos andinos aguerridos, respetuosos y trabajadores que paladeaban un cuarto de arepa, un trozo de cuajada envuelta en hojas de biao, y una sabrosa y caliente aguamiel. En lugar de comernos un rollo de sushi, degustemos por un momento, con todo el orgullo, un par de Indios. Si no tienen idea de lo que aquí converso, los invito a leer y releer esta obra. Que está de más decir, es producto del rescate y recopilación por parte de un excelente y meticuloso historiador, de esos buenos que le gusta divulgar la Historia, pues para eso suceden los hechos, para darlos a conocer y que no mueran en el olvido.

… Si se adentran en esta aventura gastronómica y recrean estás delicias, yo me ofrezco como sacrificada catadora. No se diga más, ¡A encender el fogón!

Sigrid Márquez Poleo

Gerente - Estudios de Diseño Gráfico "El Lar del Cuervo" (San Cristóbal) - ellardelcuervo@gmail.com
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"TESOROS DE LA COCINA TRADICIONAL TACHIRENSE DEL DR. SAMIR A. SÁNCHEZ SANDOVAL.
J. J. VILLAMIZAR MOLINA

02.-01.-2.020

Este conterráneo no pierde la oportunidad de demostrar su genuino amor costumbrista, propio de quienes amamos nuestro solar nativo por encima de todas la cosas en la tierra que nos vio nacer. Todo lo que sea enaltecimiento de su Táchira y su querida Lobatera ocupa lugar de primacía en sus actividades y tendencias intelectuales. En este caso se ha dejado seducir por la cocina tachirense, y de modo especial por la cocina lobaterense, pero manteniendo en ese caso las tertulias culinarias junto al fogón y horno de la abuela Doña Maximiana Sandoval de Sánchez, quien con sus noventa y seis años se nos presenta como dice el poeta Rubén Darío: 'Novia blanca, más blanca que el lirio, frente pura, más pura que el cirio que ilumina el altar del Señor', en toda la pujanza d su juventud y de su soberbio atavío nupcial de los años 30. Parece que tanto Samir como su abuela no le hacen caso al poeta cuando dice: 'Juventud, divino tesoro—ya te vas para no volver;-cuando quiero llorar no lloro, y a veces lloro sin querer'. Los sentimientos especialmente emotivos los manifiesta el autor a quienes abren las primeras páginas del libro con una estupenda postal de la Plaza Bolívar de Lobatera presidida por la monumental iglesia de Nuestra señora de Chiquinquirá de Lobatera y la majestuosa Casa Parroquial. . El libro es una verdadera obra de arte, límpida y bellamente diagramado por Sigrid Márquez Poleo y embellecido por unas atrayentes fotografías del archivo particular del autor a todo color. Exalta en primer lugar la cocina tachirense, con sus hallacas, sus chicharrones, sus morcillas su turmada griteña, albóndigas a lo lobaterense, indios, Suspiros a las Mercedes, Mistelita o Champurria, Lonjetas o Lonjas Morunas, Pichón de Sangre de res, Quesillo Gacho o Gocho, Mantecada a la Lobaterense, Huevos Abotonados, , Pollo Empanado, Lonjetas o Lonjas Morunas, Perico de Sesos Molineros, Mantecadas a la Lobaterense, sus Casipiroletas,Pichones Molineros, su Pizca Negra sus Hojaldras, su Mistelita o Champurria, su Ponche Plenilunio, sus Bledos en Perico, sus Morcillas, sus chicharrones. Pero como la tertulia culinaria transcurre junto al fogón y horno de la abuela, se hace hincapié específico en las especialidades auténticamente lobaterenses , como la Sopa de Galletas, los Envueltos, las Caspiroletas, el Bienmesabe, la Ensalada de Gallina, y otros principios. No contentos con este menú local, los artífices de los preparados remontan la cocina a otras latitudes apartadas más allá e las fronteras del Táchira, con la Polenta, las Tortillas de Papa, el Pollo empanado, pero tendiendo siempre a deleitar el paladar. Al pasar mis ojos por este libro debo recordar que en muchas oportunidades tuve el placer de deleitarme con estos platos. Efectivamente muchos sábados era invitado con mi mujer e hijos a la bella y tradicional casa del Dr. Luis Morales García, y su esposa doña Cristinita Velasco de Morales García. Mi Colega amaba tanto a Lobatera como yo amo a Santa Ana. Eran sábados magníficos cuando nos sentíamos más tachirenses así como más tachirense se siente el Doctor Samir A. Sánchez Sandoval al publicar este libro".

El Dr. José Joaquín Villamizar Molina, Cronista emérito de la ciudad de San Cristóbal, publicó esta reseña en su muro personal de la red social Facebbok en fecha 3 de enero de 2020. 





La mesa está servida

Henri Matisse (1869-1954)
Óleo sobre lienzo
1897
100 x 131 cm
Colección particular
Reproducción con fines didácticos




Colores del pasado/Colours of the Past. La nona, Doña Maximiana Sandoval Zambrano de Sánchez Bustamante (Lobatera, 1908 - San Cristóbal, 2004), de negro, teniendo en brazos a su hijo Julio Abdón Sánchez Sandoval (San Cristóbal, 1936 - San Cristóbal, 1944). A la izquierda, su hermana Ana Paula Sandoval Zambrano (Lobatera, 1905 - Lobatera, 1978), y en el centro los niños Leonisa Sánchez Chacón (San Cristóbal, 1927 - Caracas, 1979) y Luis Alfonso Sánchez Sandoval (San Cristóbal, 1934 - San Cristóbal, 2019). Foto tomada el 24 de septiembre de 1938, en los jardines de la casona solariega de las Sandoval (construida en 1875 y desaparecida en 1997), en Lobatera (Estado Táchira). Coloreada y restaurada por Bernardo Zinguer/MyHeritage, 2020.






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jueves, 17 de agosto de 2023

Evocando viejos oficios tachirenses: los maestros artesanos de la piedra, del s. XIX │A History of Stonemasonry: Ancient Tachiran Stonemasons and Millstones used for Grinding Sugar Cane

 



Piedra o maza de trapiche de caña tallada en granito. Una de las tres que perteneció al trapiche de los Sandoval en el caserío Pueblo Chiquito, aldea La Molina, Municipio Lobatera, Estado Táchira, y data de fines del s. XIX (Foto: Samir A. Sánchez, El Remanso de Santiago, San Cristóbal, 2007).




Al observar una piedra de molino en un jardín o en una casa de campo tachirense, nos puede surgir la pregunta: ¿Cómo la hicieron? La respuesta resulta por demás interesante.

Es una memoria artesanal olvidada pero necesaria traer al presente y darle un valor, uno que implica justicia, a los arduos trabajos por los cuales pasaron nuestros nonos.
Este es el caso de las piedras de molino en los trapiches de caña de azúcar y/o en los de moler el trigo (molturación), pilones para el maíz y abrevaderos para el ganado y animales domésticos. La técnica de la talla de la piedra que empleaban los pedreros, picapedreros o artesanos del tallado de la piedra, desde tiempos inmemoriales y algunos hasta la década de los años cincuenta del pasado siglo, según ancianos pedreros de Lobatera entrevistados, era la siguiente:

Con la señal de la cruz hecha sobre la piedra y la expresión: "Con la ayuda de San Celestino [a quien consideraban como el santo patrono de quienes labraban piedras] que a esta piedra le demos con tino", como rito inicial, se daba principio a la obra. De seguida, se iba marcando o punteando un patrón circular sobre una roca desprendida (esto es, de río o roca rodada como se le identificaba) o a veces, cuando se buscaban piedras con mayor densidad o más duras, sobre una roca de pared granítica en las montañas de los páramos de La Grita. A partir del patrón marcado, se hacía un canal circular a martillo y puntero o cincel que se iba devastando y profundizando en dicha roca.

Los golpes del cincel y puntero se daban siguiendo otra vieja técnica que era la de identificar la “vena de la piedra”. Esto era algo intuitivo y se aprendía por experiencia. Consistía en ubicar la mejor dirección por donde comenzar a golpearla y así facilitar su corte. Luego de identificar la vena, comenzaban propiamente el marcar o puntear sobre la roca un patrón circular a martillo y puntero o cincel e ir devastando y profundizando ese círculo hasta crear un canal. Una vez obtenido el grosor requerido, en la sección o cara inferior se le hacían muescas a la roca por donde se introducían, a modo de palancas, cuñas de madera o metal para ir levantando y separando el bloque o la rueda resultante.

Cuando la roca resultaba muy resistente se le prendía fuego y luego se echaba agua inmediatamente para fracturarla con golpes secos. Esto tenía el inconveniente de dañar toda la pieza si el pedrero era un aprendiz descuidado en su trabajo. La principal virtud del viejo artesano tachirense de la piedra era la paciencia, atención y el cuidado en lo que hacía. Luego, se agujereaba su centro, por lo general en forma rectangular, para colocar allí el madero que serviría de eje de rotación de las piedras y ruedas.

Finalizado el anterior proceso, con la misma yunta de bueyes de arar la tierra, la piedra de molino era trasladada desde el río o la montaña al lugar de trabajo o casa del pedrero donde la roca era alisada o pulida con agua y arena para su acabado final.

Esta laboriosa obra se hacía en minucioso y lento tallado a mano de la roca de granito fresco [no erosionado, por ser de mayor dureza] u otra piedra de río de similar dureza. Una buena piedra, decían, "si el tiempo ayuda, se termina en poco menos de dos meses". El proceso resultaba similar para obtener ruedas de molino de trigo, por lo general más pequeñas.

Identificación fotográfica: las mazas de las imágenes se hicieron en la aldea Venegará (La Grita, en 1887) y fueron adquiridas en 1895, junto a otras dos, para el trapiche de los Sandoval, en la aldea La Molina (Municipio Lobatera), el cual funcionó hasta 1992. Fotos: Samir A. Sánchez, El Remanso de Santiago, San Cristóbal, 2008. Fuente: Documento privado de pago y transporte a Lobatera de tres piedras de moler ya usadas, acordado en 100 pesos o 400 bolívares, de fecha 21 de febrero de 1895, entre Bruno Inocencio Méndez y Macario Sandoval Mora. Consultado en: Archivo de la familia Sandoval Zambrano, Lobatera, 1995.




Foto: Samir A. Sánchez, El Remanso de Santiago, San Cristóbal, 2008




Foto: Samir A. Sánchez, El Remanso de Santiago, San Cristóbal, 2008.




Antiguo trapiche de los Sandoval (aldea La Molina, Lobatera) antes de su desmantelamiento y desaparición en 1992. Se aprecia el entramado estructural en madera de teca y sinare (también conocido como cinaro o cinare), y las tres piedras de moler caña. Funcionaba por tracción de yuntas de bueyes que se alternaban durante la molienda (Foto: Antropóloga Reina Durán, 1990).




El dulce sabor de la panela... Faena, luego de la zafra y molienda, de preparación artesanal de la panela tachirense (elaborada a partir de la miel o jugo de la caña de azúcar solidificado, realizado desde el siglo XVI). Conocida como “La ambrosía tachirense” por el dulzor y el contenido vitamínico, es preparada en “la molienda” o proceso de moler la caña de azúcar en trapiches con molinos de mazas (de piedra) y cuyos hornos funcionan a través de la quema del "bagazo" o el tallo de la caña luego de ser exprimido al pasar por el molino.

La faena de la molienda siempre comenzaba a las cuatro de la madrugada para beneficiarse de las horas más frescas de la jornada ya que, sumado al calor del fuego del horno, la resolana [efecto de la luz y calor producidos por la reverberación del sol en un lugar que está bajo techo, a la sombra] de las horas del mediodía, en el valle de Lobatera cuando "pegaba un sol hereje" según el decir de los horneros o atizadores del fuego, era agotadora para todos aquellos que trabajaban en el trapiche.

En la imagen podemos observa a un trabajador trasvasando el “guarapo” de la paila “guarapera” a un tanque de enfriamiento. Junto a las pailas se observa la “tacha” o batea de madera para enfriar la miel que está al punto, y se coloca allí desde la segunda paila o “paila mermadora”. A la derecha se aprecia el producto final: la panela tachirense, en las gaveras, moldes de madera para su solidificación. Otro de los productos derivados de la panela es el licor tradicional conocido como "Miche cachimbo" o "Miche callejonero". Este, a su vez, es el producto de la fermentación de la panela dejada en agua, pasándola luego por un alambique o destilador que permite separar el alcohol puro. Se le puede agregar plantas herbáceas como el anis o eneldo, y así se le conoce como "miche aliñado". 

Foto de: Jacqueline González, 1982: Trapiche de los Sandoval, artesanal, caracterizado por producir unidades de panela de 1 kilo, ubicado en el caserío Pueblo Chiquito, aldea La Molina, Municipio Lobatera, Estado Táchira. Bajo la ramada y frente a las hornillas y pailas, el pailero lobaterense José Pastor Rosales Suárez hace el trasiego de la miel, de la paila mayor a la menor, para darle "el punto" a la panela.


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domingo, 13 de agosto de 2023

Nuestra Señora de la Consolación de Táriba a la luz de los documentos históricos: el pasado interrogado y develado │'Nuestra Señora de la Consolación de Táriba': The Past Interrogated and Unmasked. Learning by Researching Historical Documents

 





Imagen reconstruida, sin ornamentos adicionales, con el aspecto original que debió presentar el retablo de Nuestra Señora de la Consolación de Táriba, dado por el maestro pintor en el siglo XIII o XIV, en un estilo propio del románico tardío. Sin la media luna ranversada o exvoto agregado en el siglo XX. Se mantuvieron las huellas de los daños ocasionados a la tabla a través de los siglos. Proceso de restauración de imagen digital (image inpaiting) por Samir Sánchez en 2015 y replanteada luego de una tercera evaluación realizada a la tabla, conjuntamente con el Pbro. Pedro Fortoul, Samuel Carrillo Clavijo, Samuel Carrillo h. y Samuel Trevisi en febrero de 2017. Foto base: Samuel Trevisi, 2010.




Præfatio ad Lectorem

Esta cronología de hitos en la historia del retablo de Nuestra Señora de la Consolación de Táriba, novedosa, ha sido compilada, ordenada y estructurada única y exclusivamente en función de los documentos y data histórica que se conservan en diferentes archivos, los cuales pueden ser consultados y contrastados.

Todas las conclusiones y teorías atingentes resultan igualmente nuevas con respeto a las versiones tradicionales o piadosas que, entendidas como especie de leyenda áurea, desde fines del siglo XIX, dan una explicación sobre el origen de esta imagen mariana en el Táchira.

Con ello, Proyecto Experiencia Arte, desde la coherencia de los argumentos y lógica de las conclusiones, quiere aportar una nueva visión para el conocimiento de ese bien espiritual y artístico tachirense como lo es la imagen sacra de Nuestra Señora de la Consolación.


Asimismo, exponemos que esta nueva visión no es categórica. Siempre sus conclusiones, como trabajo científico que es, quedan y están sujetas a la verificación, validación o rechazo a partir de nuevos hallazgos, nuevas evidencias. No obstante, cada una de ellas, desde esa misma rigurosidad científica, resultan o están derivadas de los análisis hermenéuticos documentales y responden por concordancia con las evidencias encontradas en la evaluación iconográfica e iconológica de la pintura sobre la tabla y las mismas no entran en contradicción con la intención doctrinaria y ejemplificadora de dicha leyenda.


El trabajo puede ser descargardo en formato PDF, aquí:



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sábado, 12 de agosto de 2023

Lauda sepulcral en el cerro de Somorrostro o la muerte de la memoria: morir para quedar muerto | 'Verba volant, scripta manent' or Stairway to the Afterlife. Sepulchral Tombstone of Somorrostro Hill or a Frontal Encounter with Death





Por Samir A. Sánchez (2023)
Fotografías de Santiago X. Sánchez (2023)



En un día de recorrido, con mi hijo, mostrándole la ciudad vieja de Santander (Cantabria-España), topamos con las huellas de la muerte pasada y presente, literalmente [ese día, al retorno a nuestra casa, en la Terminal de autobuses vimos morir, por infarto fulminante, a alguien cuando salía de unos de los buses que llegaban a la estación].  


Al ascender para alcanzar el alto de lo que queda del asentamiento romano del cerro de Somorrostro, donde se levanta la entrada a la cripta o iglesia baja (Parroquial de Cristo) de la Catedral de la Asunción de Nuestra Señora, del siglo XII, atisbé formas de letras grabadas en uno de los escalones que están a la intemperie, y que llamaron mi atención. Luego de limpiar parte del polvo acumulado que las cubría, pude leer, en un pulcro grabado con tallado lineal preciso en tipografía latina, conocida como "Capitalis elegans o quadrata" de ángulos definidos, lo siguiente: "MARIA ASUNCIO [fractura de la loseta] / BARBACHANO, DE / VILLA. Murió el día 25 de [fractura de la loseta]". 


No había otra data allí más que aquella que ofrecía la misma loseta: un recortado fragmento reutilizado como solado de escalón, evidencia indirecta de una antigua lauda o lápida sepulcral tallada en piedra sedimentaria por un diestro maestro del cincel. Con una superficie pulida en su centro y abujardada en su contornos o bordes, su color gris provenía de calizas sedimentarias oscuras y las vetas blancas que se distinguen en la caliza de fósiles de rudista. Eso nos dice que esta piedra tuvo su origen en las profundidades de un arrecife de coral, tropical, hace unos 110 millones de años, sólo eso.


Varias preguntas afronté en ese momento para dilucidar algo de la historia arqueológica de esa piedra, que se presentaba sola, única entre las restantes gradas. ¿Por qué terminó destruida y en ese lugar? Como escalón para ser pisado, para subir y bajar. ¿Quién sería María Asunción Barbachano, de Villa? ¿Qué aspecto tendría? ¿Dónde estarán sus restos óseos? Es algo que no llegaremos a saber. 


Sólo nos quedó una reflexión sistemática y final, tímida y concienzuda, con este inesperado encuentro que trajo a mi mente en ese preciso instante dos pensamientos de Sartre: "El tiempo me separa de mi mismo" y "El hombre es una pasión inútil, es absurdo que hayamos nacido y es absurdo que muramos". 


Vista del medieval pórtico de bóvedas de crucería o nervadas, soportadas por pilastrones bajos y arcadas de piedra sillar (s. XII), que sirve de acceso cubierto la entrada principal de la Parroquial de Cristo o iglesia baja (cripta), Catedral de Santander (en Santander, Cantabria, España).



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lunes, 10 de julio de 2023

El domo de la Catedral de San Cristóbal, arquitectura de una cúpula centenaria│Historical Sketch of San Cristóbal's Cathedral Dome (Táchira State - Venezuela)





Exterior del presbiterio y sacristía de la Iglesia Catedral de San Cristóbal para 1946. Asimismo, esta imagen de 1946 permite apreciar el domo y sus principales elementos estructurales, como los contrafuertes. Un todo ideado por el arquitecto Seijas Cook en 1915 (Foto: Archivo de la Academia de Historia del Estado Táchira, digitalización José Antonio Pulido Zambrano, 2021. Reproducción con fines didácticos).
 

Nombres de la parroquia eclesiástica de la Iglesia matriz de San Cristóbal (Catedral desde 1922):

1561-1860, Parroquia de San Cristóbal mártir de Licia.

1860-1965, Parroquia de San Sebastián mártir.

1965 al presente, Parroquia de El Sagrario Catedral.

En 1964, Mons. Alejandro Fernández Feo, Obispo de la Diócesis de San Cristóbal, recibía las letras de la Constitución Apostólica "SANCTI CHRISTOPHORI IN VENEZUELA. Canonicorum collegium cathedralis templi S. Christophori in Venezuela constituitur" [de fecha 30 de octubre de 1964) que creaba y constituía el primer cabildo catedralicio tachirense el cual funcionó hasta 1987. Con la creación de esta nueva institución eclesiástica en la Catedral, a la parroquia matriz de San Sebastián el Obispo Fernández Feo le da el nuevo nombre de parroquia eclesiástica de El Sagrario/Catedral. Con ello diferenciaba las funciones propias del cabildo catedralicio (cuerpo colegiado que ayudaba al Obispo en sus funciones de gobierno y velaban por el cumplimiento de las rúbricas liturgicas en las funciones religiosas y solemnes de la Catedral y aquellos oficios que el Obispo le encomiende) de las funciones propias del cura párroco rector (atención a las funciones sacramentales y de cura de almas de la feligresía de su parroquia), fijándo como sede parroquial la capilla del Sagrario (de allí el nombre) y del Señor de Limoncito, de la Catedral de San Cristóbal.






 Samir A. Sánchez (2020)

 

Orígenes  
Cualquier imagen fotográfica anterior a 1961 permite apreciar el imponente y centenario domo o cúpula de la Iglesia Catedral de San Cristóbal, diseñada en 1916 y levantada en 1917. Es una construcción histórica generada  a partir de una cónica de semiesfera estructurada por armazón interna de vigas de acero, en probable doble enmallado, con nervios verticales y anillos (cornijas) circulares paralelas para impedir la flexión o quiebre de los componentes verticales debido al vector de empuje.
Este domo fue ordenado por el Comandante en Jefe del Ejército de los Estados Unidos de Venezuela, General Juan Vicente Gómez y su diseño es del ingeniero-arquitecto Rafael Seijas Cook (Coro, Estado Falcón 1887 - Caracas, 1969) entre junio y agosto de 1916, quien laboraba para el Ministerio de Obras Públicas. Seijas Cook ya había diseñado otras obras para el Táchira, destacando el actual templo parroquial matriz de San Juan de Colón (1912). Para la fecha de la construcción, el domo de la Iglesia parroquial de San Cristóbal era el tercero que se construía en el Estado Táchira, luego de la cúpula de la Iglesia matriz de La Grita, levantada en 1890, en mampostería, por disposición del párroco Monseñor Jesús Manuel Jáuregui y de la cúpula de la Iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Consolación de Táriba (actual Basílica), igualmente en mampostería, en 1911, por gestiones de su párroco Mons. Miguel Ignacio Briceño. Si bien el domo de Seijas Cook era el primero que se elaborada con estructura metálica en el Táchira. 
El origen de la cúpula en estudio parte de las gestiones del párroco de San Cristóbal para la época y amigo personal del General Gómez, el Pbro. Felipe Rincón González quien había solicitado ayuda económica para la remodelación de todo el templo. Asimismo, los cálculos estructurales y supervisión de obras fueron llevados a cabo por el ingeniero Enrique Loynaz Sucre (1875-1922). No obstante, el párroco promotor Rincón González no pudo acompañar la finalización de las obras del domo, pues el 23 de mayo de 1916 era promovido y preconizado como Arzobispo de la Arquidiócesis de Caracas y Venezuela, denominación que tenía para la época esa sede, por ser el único arzobispado y provincia eclesiástica que existía en los Estados Unidos de Venezuela, si bien el título oficial para el momento era "Arquidiócesis Metropolitana de la ciudad de Santiago Apóstol de Venezuela". 



Mons. Felipe Rincón González (1861-1946). Siendo Vicario Foráneo y cura párroco de la Iglesia matriz de San Cristóbal, en 1915 gestionó ante su amigo el General Juan Vicente Gómez el proyecto de remodelación para el templo mayor de San Cristóbal, que seguía en reconstrucción luego del terremoto de 1875. Monseñor Rincón González ejerció como Vicario Capitular y párroco de la matriz de San Cristóbal desde el 5 de enero de 1899 hasta el 23 de mayo de 1916, cuando es nombrado Arzobispo de la sede metropolintana de Caracas. Su paso como cura de almas de la ciudad cordial dejó profunda huella entre los habitantes de la época y el domo o cúpula permanece como testigo material de los cuidados esirituales y materiales de su ministerio parroquial sancristobalense  Foto: del archivo familiar de Doña María Lozada Bustamante de Mora, Borotá 1892- Lobatera, 1993. Cortesía de su sobrino-nieto Wilmer Antonio Rey Lozada, 2020. Reproducción con fines didácticos.

 

Del boceto a la forma
Para la visual inicial de la cúpula de la parroquia matriz de San Cristóbal y sede catedralicia desde 1922, que aún se alza majestuosa y monumental sobre el presbiterio, el ingeniero Seijas tomó la idea de un domo, símbolo en la cultura oriental y occidental cristiana del encuentro entre lo terreno (lo material) con lo celestial (lo espiritual o inmaterial), por cuanto debía cubrir el lugar del altar mayor de una iglesia o lugar donde se celebraba el santo sacrificio de la misa, memorial del sacrificio de Cristo en la cruz y en cuya ara reposaban reliquias de los primeros mártires o testigos de la fe.



Dibujo de planos longitudinales estructurales y de encaje de la planta de la cúpula para la Iglesia parroquial matriz de San Cristóbal. Original, de la sección superior (tambor y cierre esférico) de la neobarroca y neogótica cúpula o domo para la iglesia mayor de la ciudad de San Cristóbal, elaborado por el ingeniero Rafael Seijas Cook en 1916. Memoria que presenta el Ministro de Obras Públicas a las Cámaras Legislativas en su reunión constitucional de 1917, tomo I, Caracas, Litografía y Tipografía del Comercio, 1917. Plano A. (Foto: Investigación documental y biblioteca personal del historiador y académico Bernardo Zinguer, 2022).

 

De este modo, se entendía el domo como un agregado de elementos de geometría euclidiana revestidos de sacralidad; una configuración de volúmenes trazados en alianzas de curvas de la bóveda, representación del cielo sin límites visibles, con rectas de la base cuadrada, representación de la tierra y de los cuatro horizontes que la limitan.
Concretando en arquitectura aditiva esa idea, Seijas Cook, conocido en la historiografía venezolana como el "Arquitecto-poeta" (seudónimo que él mismo utilizó en sus escritos), por su vocación humanista, diseñó una imponente construcción de perfil y trazas neobarrocas y neogóticas, fusionadas en un armonioso eclecticismo decimonónico.
Ese diseño partía de un fundamento o cimiento cúbico o cuadrado seguido de un tambor octogonal que luego se convertía en cilindro y sobre el cual descansaba el domo semiesférico nervado, cuidando de hacer una progresiva reducción del espesor, para efecto de reducir cargas o peso permitiendo así un mejor dominio de esas formas y volúmenes superpuestas.




Dibujo de planos estructurales (con diagrama de las cargas máximas y curva de presiones o fuerzas) y de sección figurativa visual del arranque y nervado de la cúpula para la Iglesia parroquial matriz de San Cristóbal. Al emplear una novedosa, para los sistemas constructivos empleados en el Táchira en la época, estructura de entramado por nervaduras y encadenados metálicos, dejaba a la cúpula por debajo de los puntos críticos de los esfuerzos de compresión y cargas de pandeo, alargando su vida útil a partir del uso de materiales duraderos (hierro) en contraposición a la tradicional mampostería. Imagen: original, de la sección superior (tambor y cierre esférico) de la neobarroca y neogótica cúpula o domo para la iglesia mayor de la ciudad de San Cristóbal, elaborado por el ingeniero Rafael Seijas Cook en 1916. Memoria que presenta el Ministro de Obras Públicas a las Cámaras Legislativas en su reunión constitucional de 1917, tomo I, Caracas, Litografía y Tipografía del Comercio, 1917. Plano C. (Foto: Investigación documental y biblioteca personal del historiador y académico Bernardo Zinguer, 2022).


 

Desde lo funcional, el objetivo del arquitecto era solucionar la necesidad de cubrir o cerrar el espacio superior del presbiterio y altar mayor, pero con sacra prestancia. Así, concluida, se cerraba el techo del presbiterio y se incrementaba, en majestuosidad a la Iglesia parroquial.
En su momento, el domo, junto con la torre de los Apóstoles, nombre dado por las figuras escultóricas de los cuatro evangelistas que ornamentaban la cornisa del segundo cuerpo (torre norte o del campanario) fue la construcción o punto más alto de la ciudad, visible desde cualquiera de sus horizontes.


Iglesia Catedral de San Cristóbal para 1930 (Foto tomada del periódico "El Heraldo Americano", diciembre de 1930. Colorizada por el académico Bernardo Zinguer y publicada en el Grupo de Facebook "Retazos históricos del Táchira", 2019. Reproducción con fines didácticos). 

 

Conociendo sus elementos estructurales y constructivos
Se ordenaron en una lograda y casi imperceptible transición de niveles o alturas y volúmenes: cubo, octágono, cilindro o tambor y semiesfera. Seijas Cook empleó pechinas en la transición del cúbo al octógono. Para fijar la estabilidad y equilibrio del domo, agregó cuatro sólidos arbotantes adintelados en su exterior y en posición inclinada. Dos de ellos visibles desde el interior como arcos de medio punto, elaborados en aparejo de ladrillos trabados o autoportantes (evidentes en el intradós de uno de los arcos, en un espacio dejado como testigo en las restauraciones de 1997). Estos arcos se pueden observar en el acceso a las capillas laterales de San Cristóbal y San Sebastián, a lado y lado del presbiterio respectivamente.
Cuatro grandes pilastras agrupadas sirven de sustentación por cuanto permiten descansar sobre ellas los arcos torales, de medio punto, que soporta el cubo o primer cuerpo de la estructura del domo. Los arbotantes antes identificados refuerzan la función de las pilastras que reciben y recogen directamente las fuerzas de compresión (sección superior de la cúpula) y de tracción (sección inferior) y las trasladan en gran medida a los contrafuertes o gruesos estribos verticales rectangulares de mampostería. Visibles en el lado norte y camuflajeados en el lado sur. Estos contrafuertes son compatibles con la geometría y cargas o fuerzas de empuje y las trasladan a tierra, sirviendo a su vez de sustentación a toda la obra del presbiterio, evitando cualquier colapso estructural de la misma.
Uno de estos contrafuertes, el suroccidental, se vino a tierra por deslizamiento de materiales o despiece de su mampostería, en 1997, si bien la causa no se debió a problemas estructurales si no de elevada humedad, por filtraciones, siendo reconstruido en materiales modernos.
En el diseño arquitectónico original de Seijas Cook, la cúpula, aún cuando era semiesférica y sin cupulino, presentaba una visual elevada, claramente definida por la cuádruple composición de planos, y llamativa por los escalonamientos hacia los cuatro ángulos del segundo nivel, a partir de los derrames de los antepechos de óculos o ventanales. Asimismo, la cumbre de la obra era la bóveda, cuya forma cerraba toda la visual, imponiendo una sensación de fuerza, de  inmutable ascenso.
Para el cierre de esa cúpula, Seijas Cook optó por un diseño sin linterna, sólo un reducido tambor con óculos profusamente decorados con marcos en saliente, gruesas columnillas toscanas y arcos de medio punto el cual estaba cubierto por una placa metálica de escasa inclinación, casi plana, rematada en su centro por un apuntado espigón ornamental vertical, igualmente metálico, de bronce. Este perfil arquitectónico seguía los patrones o modelos clásicos romanos, ej. El Panteón, en Roma. No obstante al no colocarse el espigón de cierre ornamental del diseño de Seijas, la cúpula mantuvo una apariencia de obra inconclusa.
Si se quisiera resumir la obra final del domo catedralicio de San Cristóbal, se podría decir que la idea de Seijas Cook quedó plasmada, geométricamente, en una semiesfera sobre un cilindro, sostenido por un octógono que se levanta sobre un cubo. Al llevarse a la realidad o concreción, se levantó un prisma de sustentación que, pasando un entablamento sinuoso, se convertía en un cuerpo octogonal, luego en uno más cilíndrico o tambor propiamente y de allí a su transformación en semiesfera o cúpula, desde un entablamento volado que interrumpe su horizontalidad, en partes, al adaptarse éste a la curvatura superior de las oquedades formadas por los ventanales y óculos con marcos en voladizo de dicho tambor. Una característica ornamental de sinuosidad o ruptura de horizontalidad de entablamentos y cornisas que evoca el barroco inglés de las torres de la Catedral de San Pablo, en Londres.
A la fecha, no se cuenta con información sobre el por qué, al momento de la construcción de la bóveda, no se siguió el modelo semiesférico absoluto propuesto por Seijas y se optó por un incremento en la altura, con tendencia apuntada, por reducción de la curvatura. Para ello se aplicó una solución arquitectónica conocida como Della Porta-Fontana o Petrina (por reproducción de la forma de la cúpula de la Basílica de San Pedro, en Roma). Asimismo, en el modelo original, la plementería o conjunto de paños que recubren los espacios de la bóveda entre cada nervio, se presentaba exenta de ornamentación y en su construcción le aplicaron formas ornamentales de yesería que simulaban redecillas de filigranas y elaboradas cartelas con roleos y, por igual, los macizos pasamanos de los escalonados derrames de los ventanales del domo, no se hicieron.   
La calidad constructiva de la obra del domo de Seijas Cook y Sucre Loynaz quedó constatada una vez más, tanto por su resistencia, sometida a prueba en el sismo del domingo 18 de octubre de 1981, el más intenso registrado en el Táchira en los últimos años (de magnitud 5.9 Mw) como en las restauraciones realizadas en 1997 cuando no se detectaron niveles de deformaciones, de tensiones o de daños de gravedad en la cúpula, dándonos una idea del cuidado que tuvieron estos ingenieros en el diseño y cálculo de las fundaciones de la obra al mantenerse, de forma homogénea, la distribución de presiones sobre el histórico y cuatricentenario suelo de la Catedral. 

 



Plano de alzada principal (fachada) y de planta, de la Iglesia matriz de la ciudad de San Cristóbal. La fachada es un boceto del singular proyecto realizado por el ingeniero-arquitecto Rafael Seijas Cook, para 1916. La planta mantiene los espacios históricos y refleja la distribución lateral de los únicos elementos adosados a la iglesia en su muro sur, estos son: las resistentes bases o cimientos para lo que sería la torre del reloj; el bautisterio; la larga capilla de Nuestra Señora de los Dolores y la antigua capilla de San Antonio de Padua, desde 1956 capilla del Señor de Limoncito agregándosele en 1965 el título de sede parroquial catedralicia del Sagrario Catedral de San Cristóbal. Planos tomados de la Memoria que presenta el Ministro de Obras Públicas a las Cámaras Legislativas en su reunión constitucional de 1917, tomo I, Caracas, Litografía y Tipografía del Comercio, 1917. Plano D. (Foto: Investigación documental y biblioteca personal del historiador y académico Bernardo Zinguer, 2022).

         La Catedral italianizante que no llegó a ser... 

Como dato singular y escasamente conocido o no, se tiene que Seijas Cook, en su visita de trabajo a San Cristóbal en junio de 1916, no se limitó únicamente al estudio y diseño de la cúpula. Como ingeniero-arquitecto elaboró y dejó, en boceto, un alzado principal o representación plana de una fachada o frontis que ideó para la Iglesia matriz de San Cristóbal la cual, buscando armonizar con el diseño de su cúpula, le daría unas perspectivas y proporciones adecuadas, otorgándole una lectura arquitectónica de tipo monumental al templo primado del Táchira.
No obstante, debemos destacar que la cubierta seleccionada -casi horizontal o plana- para las sólidas torres, genera un efecto de corte brusco de la percepción visual arquitectónica, esto es, una interrupción en la lectura o trayectoria inducida de ascenso de esos volúmenes, ideado por el arquitecto-diseñador.
Por igual, junto al dibujo técnico del boceto dejó un plano de cómo era la planta de dicha iglesia para 1916 donde destacan las viejas capillas laterales a la nave sur, el Bautisterio, la de Nuestra Señora de los Dolores (la más larga) y de San Antonio de Padua (actual capilla del Señor de Limoncito). Todos estos planos fueron evaluados en Caracas por el Ingeniero Manuel Felipe Herrera Tovar (1865-1932) quien supervisaba el cumplimiento de las normas y especificaciones del Ministerio de Obras Públicas (elaboradas por él) en todas las construcciones del país. Sobre los resultados sólo se conoce que Herrera Tovar presentó un informe al respecto. Consideramos que el costo de la intervención en la fachada debió ser el motivo para que dicho proyecto quedara archivado en el tiempo.
Es necesario recordar que, para esa fecha, el aspecto exterior de la Iglesia parroquial de San Cristóbal o iglesia matriz, en especial el frontis, era una amalgama discordante de estilos que se iban sucediendo uno tras otro desde el inicio de su reconstrucción luego del terremoto de 1875.
El frontis contaba con un único nivel y una única torre-campanario, de modesta altura, en su costado norte. Un todo sin esmeros artísticos. Por ello, Seijas Cook propone una intervención monumental que unificara estilos pero sin derribar lo ya construido, por lo que esto implicaba en costos. No se conocen escritos del autor sobre la inspiración para su fachada sancristobalense y sólo podemos deducir algunas conclusiones a partir del boceto de alzada principal y plano de planta.
En primer lugar este modelo singular pero monumental resultaba disruptivo con su entorno urbano de rígidas, secuenciadas y ordenadas formas coloniales de casas de paredes de tierra pisada, bahareque, adobes y tejados a dos aguas. En segundo lugar, resulta un diseño singular, único. Si bien, en lo artístico es ecléctico o producto de la suma visual ordenada de varios estilos históricos, predomina el severo e imponente estilo renacentista italiano que nos lleva al Palacio Pitti de Florencia (Italia), construido en el s. XV. Como en el palacio italiano, el almohadillado horizontal del proyecto de Seijas Cook le disminuye o resta importancia a la altura de las torres laterales y a la recargada ornamentación de la puerta mayor o central, rematada por la escultura del ángel de la séptima trompeta, aquel que llamará al Juicio Final, cuando se ha de juzgar a los muertos, que se describe en el libro del Apocalipsis (Cap. 12). y que se describía en las antiguas misas de difuntos (Missa pro defunctis), en la segunda secuencia: "Tuba, mirum spargens sonum/La trompeta esparciendo un sonido admirable".  
En cuanto al diseño de las torres, si bien comparten una singular forma trapezoidal y remate neorrománico casi plano -que evoca a las cubiertas de torres del románico, en específico del lombardo- no son simétricas en su totalidad, por lo que se puede suponer que tuvo que adaptar su diseño a una construcción previa, en especial a lo que ya existía de la torre-campanario (norte).
No obstante, todas estas acotaciones ornamentales y arquitectónicas no desdicen del objetivo del proyecto ideado en 1916 -pero que no se llegó a construir- que el edificio de la Iglesia matriz de San Cristóbal impactara enormemente en la visual y mentalidad urbana de la época, cumpliendo la función para la que fue construido, y que puede quedar resumida en las palabras que exclamó el patriarca Jacob: "¡Cuan imponente es este lugar! Esto no es más que la Casa de Dios y esta es la puerta del cielo" (Gén 28,17).      



Antiguo altar mayor tipo retablo neogótico de la Iglesia Catedral de San Cristóbal, para 1937. Era una obra del alarife Jesús Manrique y fue derribado en las remodelaciones de 1960-1961 junto con el muro de cerramiento, creando el arco toral oriental y un nuevo espacio para el ábside catedralicio, donde se ubicó la sillería del coro de los canónigos y los balcones mozárabes laterales (inspirados en el balcón con celosía que se observa a la derecha de la foto). En la foto se pueden detallar los siguientes elementos: tres ventanales o luminarias en el primero y segundo cuerpo de la cúpula; parte de las pechinas orientales; arcos torales frontal y laterales; sede o cátedra episcopal (izquierda del observador) y el púlpito (derecha del observador). Foto: Archivo fotográfico de la familia Sandoval Zambrano, Lobatera, 1937.



Imagen del altar mayor de la Catedral de San Cristóbal, para 1956. Se pueden observar en el altar tipo retablo neogótico, realizado por el alarife Jesús Manrique a inicios del siglo XX, las imágenes de San Sebastián, patrono de la ciudad (izquierda del observador) y San Cristóbal, santo titular de la iglesia (derecha del observador). Este altar fue derribado en 1960 durante las remodelaciones de la Catedral. Foto: Rivera, Julio C. Teatro Infantil Literario, Ediciones Rex, San Cristóbal, 1956.

Monseñor Alejandro Fernández Feo, Obispo de la Diócesis que promovió la remodelación de la Catedral entre 1960 y 1961, dándole el aspecto que conocemos en la actualidad, supervisaba todas las obras en lo litúrgico y decidió mantener la histórica distribución de las imágenes de los nichos del antiguo altar mayor, en el nuevo ábside de artesonado mudéjar, en la siguiente forma: Las imágenes del Corazón de Jesús (como Cristo Rey), San José y la Virgen del Carmen, se representaron en sendos vitrales en el nuevo ábside, sobre la sillería del coro de los canónigos. La imagen de San Sebastián se trasladó y pasó a presidir la capilla norte del presbiterio (en la nave del Evangelio) y la de San Cristóbal, la sur (en la nave de la Epístola). Digitalización de imagen José Antonio Pulido Zambrano, 2022. Reproducción con fines didácticos).  


Visual moderna
En las remodelaciones realizadas entre 1960 y 1961 a la edificación de la catedral, obra realizada para conmemorar el Año Cuatricentenario de la fundación de la ciudad de San Cristóbal (1561-1961), trabajos que fueron delineados en un estilo neocolonial ideado por el arquitecto Graciano Gasparini (Gorizia, Italia 1924 - Caracas, 2019) y llevados a cabo por la constructora tachirense Esfega, la cúpula perdió la totalidad de la ornamentación neobarroca y formas neogóticas (ajimez y tracería en ventanales) de  1916. Desapareciendo, incluso, los cuatro característicos ventanales angulares del octógono, que resaltaban por sus prolongados verteaguas (en escalonamiento) los cuales partían de los travesaños inferiores o alfeizares de los ventanales. Unificándose la obra en un estilo sencillo neocolonial. Por igual, en su paramento occidental se agregó una escalera de placas de anclajes metálicos,  de tipo marinera y sin protección guarda-hombres, para alcanzar el cupulino o linterna, esto para efectos de reparaciones o limpieza del mismo.
De las obras de 1916 sólo permanecen: la estructura interna, de su forma; el sinuoso entablamento octogonal que sirve de arranque a la cúpula y los altorrelieves de serafines, de la decoración interior, que se aprecian actualmente bajo y a lo largo de la línea de arranque de la bóveda, sólo visibles desde el altar mayor y cátedra o desde la sillería del coro de los canónigos. Esta última, verdadera obra de arte de la ebanistería tachirense del pasado siglo, la cual perdió la funcionalidad para la cual fue creada, al desaparecer el Cabildo catedralicio, quedando inactiva o, a nuestro criterio, diluyéndose en un futuro incierto.


 

Dibujo de alzada octogonal de la cúpula para la Iglesia parroquial matriz de San Cristóbal. Original, de la sección superior (tambor y cierre esférico) de la neobarroca y neogótica cúpula o domo para la iglesia mayor de la ciudad de San Cristóbal, elaborado por el ingeniero Rafael Seijas Cook en 1916. Memoria que presenta el Ministro de Obras Públicas a las Cámaras Legislativas en su reunión constitucional de 1917, tomo I, Caracas, Litografía y Tipografía del Comercio, 1917. Plano E. (Foto: Investigación documental y biblioteca personal de Bernardo Zinguer, 2022).


Si se parte del principio conocido que el Ingeniero Seijas Cook era un estudioso de la arquitectura y su evolución, existe la probabilidad que, por igual, se inspirara para el diseño de su domo en la Catedral de San Cristóbal, en la obra de los arquitectos August Esenwein y James A. Johnson en la Exposición Panamericana de Buffalo, Nueva York, en 1901. Estos arquitectos diseñaron un edificio de armar y desarmar, para las artes escénicas, en la referida exposición a partir de un gran domo como cubierta, y fue denominado The Temple of Music. Toda la edificación fue ornamentada en un estilo que los propios arquitectos denominaron Free Renaissance Style, influenciado principalmente por el Renacimiento italiano. Aún cuando era una obra arquitectónica extraordinaria, trascendió más su historia por ser el lugar donde fue tiroteado a quemarropa el Presidente de los Estados Unidos William McKinley el 6 de septiembre de 1901, falleciendo ocho días después de ese atentado. Esta impresionante estructura fue desarmada en partes y desechada al finalizar la exposición (Foto: History of Buffalo, NY, USA, https://buffaloah.com/a/archs/ej/dem/temple.html).



Panorámica de la Iglesia Catedral de San Cristóbal y la visual y estructura de su edificación para 1947. Esta imagen nos da una valiosa información sobre una época cuando la ciudad aún conservaba sus aires de villa colonial. En un primer plano, se aprecia el perfil de la cúpula y su sensación de obra inconclusa, por no tener cupulino o linterna el domo; la torre de los Apóstoles (denominada así por el común motivado a las cuatro esculturas de los evangelistas que se levantaban en la cornisa del segundo cuerpo de la torre, la cual cumplía para el momento las funciones de torre del reloj y campanario); la pared blanca de tierra pisada y bardas de teja del primer cementerio de la ciudad, espacio ocupado en la actualidad por la sede neocolonial de la Curia Diocesana y Casa Episcopal. El plano de fondo está marcado por las primeras estribaciones de la sierra de la Maravilla, al sureste de la ciudad, y sus aldeas y caseríos de Loma de Pánaga y El Ron (Foto: "El Táchira en 1947", publicación conmemorativa del IV Centenario del Descubrimiento del Táchira, Gobierno del Estado Táchira, Archivo de la Academia de Historia del Estado Táchira, digitalización de José Antonio Pulido Zambrano, 2021. Reproducción con fines didácticos).





Paisaje icónico o la idílica arquitectura de una Arcadia sancristobalense... Esta panorámica nos permite apreciar sobre la histórica colina fundacional de la ciudad, a 825 m.s.n.m., en la "sabana alta y despoblada" que identificaran las crónicas españolas del siglo XVI y erguida, en solitaria altura, la imponente edificación de la Iglesia Catedral de la ciudad-villa de San Cristóbal. El domo de Seijas Cook y torres del frontispicio, dominaban cualquier horizonte de la ordenada, tranquila, bucólica y humanizada urbe capitalina tachirense. La misma formaba un paisaje de casas solariegas, amplias, con patios poblados de árboles frutales, con fuertes muros de tapia pisada, adobes o bahareques, solados de ladrillo tablita, ocres techos de tejas cubiertas de musgo sobre caña brava, barro y vigas de madera. Todas de un solo piso o planta por temor a los terremotos. No obstante, sería otro "terremoto imperceptible" el destructor de este armonioso paisaje: la anarquía constructiva sumada a la vorágine del cemento, el hierro y el acero quienes, como tormentoso remolino, arrasaron estas edificaciones de materiales naturales y espacios verdes, transformando el urbanismo tradicional de la ciudad de San Cristóbal a partir de la década de los años cincuenta del pasado siglo. Ese urbanismo fue sustituido por lo que se ha denominado, de forma descriptiva, "cobija o colcha de retazos". Convirtiendo a la otrora ciudad-villa en una "colcha" más dentro del actual urbanismo imperante en las ciudades capitales latinoamericanas, sobrepobladas y ya deshumanizadas en gran medida. En cuanto al lugar desde donde se construyó la fotografía o lugar de captación, por el espacio y perspectiva que presenta, haciendo de la Iglesia Catedral un punto obvio de atención -aún cuando no esté en su centro o no haya más puntos de conexión- esta panorámica debió ser tomada desde la altura de los techos y bóvedas de la Iglesia de San Juan Bautista, en La Ermita (Foto Arenas, 1950. Publicada por Rivera, Félix M. "La Colombia que vi", Editorial Antares, Bogotá, 1952. Digitalizada por José Antonio Pulido Zambrano, 2022. Reproducción con fines didácticos).



Vistas de la sección inferior del domo de la Catedral de San Cristóbal 



Sección interior del domo de la Catedral de San Cristóbal con la única decoración en relieve que se conserva de la edificación de 1916. La misma marca la separación del tambor de la cúplula de la semiesfera. Se aprecia por igual la solución de transición del espacio cuadrado del altar mayor a la esfera de la bóveda a través de pechinas. Asimismo se puede observar el estado de conservación para la fecha (Foto: Cortesía del Prof. Jack de la Parra, 2023. Reproducción con fines didácticos).



La transición arquitectónica del símbolo. Del cuadrado, representación simbólica de la tierra, del mundo terrenal, se pasa a la semiesfera, representación de los cielos, de lo espiritual para el ser humano (Foto: Prof. Jack de la Parra, 2023).



Imponente y majestuosa vista de la sección interior del domo de la Catedral de San Cristóbal. Se aprecia la solución de transición del espacio cuadrado del altar mayor a la esfera de la bóveda a través de pechinas que tienen sus arranques en los cuatro ángulos de la cornisa moldurada; las cuatro pilastras que soportan el domo; el arco toral dorsal o de espalda que permite el acceso al ábside catedralicio y lugar que alberga a la artística sillería en madera del antiguo Coro de los canónigos (Foto: Prof. Jack de la Parra, 2023).


Vistas de la sección exterior del domo de la Catedral de San Cristóbal 



Exterior de la edificación de la Catedral de San Cristóbal donde se puede detallar la edificación correspondiente a la Sacristía, la sección posterior de las torres y fachada tipo retablo y dos de los cuatro contrafuertes macizos que reciben las fuerzas de empuje y peso del domo catedralicio de 1916 (Foto: Prof. Jack de la Parra, 2023).






Fotos: Santiago Xavier Sánchez, 2016 (publicadas originalmente en el trabajo sobre "El Gran Ferrocarril del Táchira" y "El Señor de Limoncito, guardián de la ciudad", año 2016. Edublog Proyecto Experiencia Arte).

Panorámicas de la ciudad de San Cristóbal, capital del Estado Táchira, para 2016, con plano de fondo hacia el estecaptada desde los  ventanales neocoloniales de la torre norte o campanario de la Iglesia Catedral. Se observa el domo catedralicio ya en un estilo neocolonial, luego de las reformas de 1961 así como la unidad y el orden urbanístico de la época colonial española desapareció ante la anarquía constructiva o "cobija (colcha) de retazos" urbanística que impera en la actualidad en Latinoamérica. Sólo permanece igual, hacia el punto cardinal este, la Sierra de la Maravilla con sus encapotadas cumbres del páramo de Moraleño.




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