jueves, 3 de julio de 2014

Mostrar lo invisible: el último farol de la vieja San Cristóbal | Under the Last Old Street-lamp Former San Cristóbal City... The Last One Standing




«Si el nono no habla y los nietos no escuchan, se pierde la memoria y no hay historia» 

Don Primo Pellizzari (1910-1982), nativo de Preone, provincia de Udine e inmigrante italiano en el Táchira





Historia urbana e identidad de una ciudad

La imagen de una avenida-parque (el park avenue de la cultura inglesa) que combinaba una visión bucólica del tejido urbano con amplias calles o calzadas que facilitaran la movilidad del tránsito automotor, vino a representar un primer intento por quebrantar el secular esquema de la ortogonalidad constructiva colonial española, en la ciudad de San Cristóbal (capital del Estado Táchira, en Venezuela), a fines de la década de los años 20 del pasado siglo. En ella, el paisaje era interior, se desarrollaba sobre sus amplios patios con pila o fuente de agua central, en claustro, y sobre solares arbolados frutales y de sombra.
 
 

Foto: Samir Sánchez, 2014

Así, entre las primeras reformas de un plan de urbanismo inalterable por tres siglos, el 19 de diciembre de 1926 el Ejecutivo del Estado Táchira inauguraba la primera avenida de la ciudad, a la cual se le dio el nombre de «Avenida General Juan Vicente Gómez».

Su construcción había sido decretada en 1925, una vez finalizada e inaugurada la carretera Trasandina, la cual interconectó -por primera vez- el tránsito automotor entre la cordillera andina y el centro-occidente venezolano con la ciudad de Caracas.

 
Avenida «General Juan Vicente Gómez», actual «Avenida Guayana», con pinares e iluminación por medio de faroles, San Cristóbal, 1947.
Foto: Martín López C., Galería Fotográfica Urbana del Estado Táchira, 1947 (reproducción con fines didácticos).
La avenida, debidamente pavimentada (por el sistema de macadamización), arborizada con pinares y otras especies e iluminada con faroles eléctricos de calle, de inspiración romanticista decimonónica, se ubicaba al norte de la ciudad.

Partía desde «Puente Rondón» (denominado así en homenaje al coronel independentista Juan José Rondón, y en la actualidad puente sobre la quebrada La Parada) y finalizaba frente a la casa de Don Miguel Ángel Granados, en el sitio conocido como «Los Kioskos», luego de recorrer un tramo de 1,8 km.

En este último lugar se bifurcaba en su continuidad como carretera Trasandina (obra en tierra) hacia Sabana Larga (viejo aeródromo, ahora campus nuevo de la Universidad Católica del Táchira) y en la recién igualmente abierta (1926) carretera a la población de Táriba que, pasando por el sitio de La Vichuta y los cafetales de la hacienda «Los Teques» (actual sector urbano denominado Los Teques) de Don Manuel Sánchez, seguía a los sitios de la Machirí y Arjona, y de allí a Táriba.

Esta vía fue conocida en su época como la «Carretera de los Doctores» por ser una iniciativa de la Municipalidad de San Cristóbal, la cual -presidida por el Dr. Eduardo A. Santos- estaba conformada por munícipes o concejales quienes -en su totalidad- habían alcanzado este máximo grado académico.

Una segunda avenida, con idénticas características se decretó para la entrada sur de la ciudad, donde se iniciaba la carretera del Llano (que finalizaba en el sitio de Río Frío), a partir del puente sobre la quebrada La Chucurí, en el sitio de La Castra. La misma fue denominada «Avenida 24 de julio».

De ellas sólo permanece el trazado. La masificación constructiva, no planificada de fines del siglo XX y de los tiempos presentes, hizo que se rompieran las fronteras del otrora orden urbano y con ello la ideal armonía arquitectónica entre formas y espacios naturales.

 
Foto: Samir Sánchez, 2014
Por ello, el experimento urbano de las viejas avenidas-parques quedó como un relictus arqueológico diluido entre muros o paredes de múltiples formas y tamaños. A la par, los octogenarios árboles fueron doblegados por la modernidad, para ceder sus espacios al asfalto y a los automóviles.


Un solitario farol atrapado en un libro ya cerrado

En pie, junto a la antigua y tapiada entrada principal a las edificaciones del Sanatorio Antituberculoso de San Cristóbal, como único testigo de ese experimento y de otros tiempos y mentalidades, permanece –invisible para conductores y transeúntes- el pedestal de uno de esos faroles que iluminaron la primera avenida de la ciudad de San Cristóbal. Objeto urbano que alcanzó a marcar –en el subconsciente colectivo de su tiempo- la identidad de toda una ciudad.

 
Foto: Samir Sánchez, 2014
Su enhiesta forma no cuenta su pasado, lo contiene, atrapado, como en sus surcos el rostro de un anciano.

Los faroles instalados en la Avenida «General Juan Vicente Gómez», denominada en la actualidad «Avenida Guayana», estaban conformados por lámparas eléctricas incandescentes, de arco eléctrico, operadas por un circuito en serie de alto voltaje y protegidas por briseras en forma de globo o esfera, de color blanco. Este sistema, por la gran ilumnación que aportaba era empleado sólo en exteriores, y no servía para su uso dentro de las casas.


Imagen satelital en ortofotografía con el plano general del antiguo Sanatorio Antituberculoso y la ubicación (en recuadro amarillo) del último farol de calle de la ciudad de San Cristóbal (Estado Táchira - Venezuela). Altimetría de captura de imagen: 1.300 m sobre el relieve urbano. Foto: Google earth para la Educación 2010. Reproducción con fines didácticos.


De pedestal de sección octogonal, fuste liso, basa circular y capitel octogonal con molduras en salientes, estaban elaborados en concreto –por vaciado en molde-, reproduciendo en un estilo más estilizado los modelos romanticistas de las farolas europeas y estadounidenses de fines del siglo XIX, realizadas en hierro. Internamente, lo conformaban una estructura central tubular metálica (para el cable de corriente) y seis barillas de hierro que le daban una especie de sostenimiento, a la estructura de concreto armado de la columna.

 
Foto: Samir Sánchez, 2014
Cada farol se ubicó, alternándose a derecha e izquierda de la vía, con una separación de 100 metros cada uno y el modelo, con escasas variantes en las dos décadas siguientes, se reprodujo y extendió a todas las luminarias de las áreas públicas de la ciudad, especialmente en sus plazas y parques permaneciendo aún para 1947, como elemento simétrico de la identidad urbana de San Cristóbal.


 
Plaza «Urdaneta», centro histórico de San Cristóbal, 1947.
Foto: Martín López C., Galería Fotográfica Urbana del Estado Táchira, 1947(reproducción con fines didácticos).


Arquitectura eclecticista del frontispicio (anterior a la remodelación en un estilo arquitectónico neocolonial, 1960-1961) de la Iglesia Catedral de San Cristóbal, en 1941 y esquina nororiental de la Plaza Miranda de la época (actual Plaza Capitán Juan Maldonado y Ordóñez de Villaquirán, antigua Plaza Mayor o plaza de armas -fundacional- de la ciudad). Se observa por igual el sistema de iluminación artificial de la plaza, el cual repite el esquema de iluminación a través de faroles con brisera esférica blanca y pedestal.

Foto: Colección Familia Sánchez Sandoval, 1941 (reproducción con fines didácticos).
Civilitas et Humanitas

Cuando observamos los fantasmas del pasado urbano, atrapados en el tiempo por una impresión fotográfica (galería de fotos de la ciudad, de 1929, 1930 y 1947), se concluye –en nuestra opinión- que los valores de amplitud, altura, densidad, calidad e interioridad sustentaron ese pasado o la civilitas de una sociedad de realizaciones. 
Escalón necesario para poder alcanzar la humanitas, un modo de vida que vale la pena vivir donde lo construido (lo económico o lo útil) se realiza como soporte y con arte de lo humano, algo contrario a las penumbras y decadencia de los tiempos presentes, donde en lo construido y en lo espiritual predomina la exterioridad, superficialidad, estrechez, dispersión y trivialidad.



Farol de alumbrado público en la esquina norocccidental de la Plaza Bolívar de San Cristóbal, en pleno centro comercial de la ciudad, 1929. El pavimiento de las caminerías de la plaza estaba recubierto con losetas de mosaico en un diseño –mayoritariamente geométrico- de figuras y colorido. Asimismo, el espacio que ocupa la estación o surtidor de gasolina y el estacionamiento o garaje, se corresponde con el actual espacio ocupado por el neocolonial edificio del Salón de Lectura-Ateneo del Táchira (diseño del Arquitecto Luis Chataing, 1938). En un último plano (izquierda del observador) se divisan las cumbres norteñas de los cerros de la fila de Los Letreros (Gallineros/Antenas de retrasmisión y Los Letreros) Foto: Familia Sánchez Sandoval, 2014 (reproducción con fines didácticos).



Preservación y conservación

La permanencia del último farol de calle de la ciudad de San Cristóbal -ya cegado- navega entre el dualismo de un réquiem a cuatro voces por su desaparición, sentenciado por el presente a ser memoria muerta del pasado, o una revalorización que tenga el alcance de un rescate y restauración. 

Su reubicación en un lugar (museo) o área verde pública (parque o plaza) prolongaría su existencia al convertirlo en puente didáctico de contacto, entre el habitante de la San Cristóbal del presente y del futuro, con el patrimonio o la herencia cultural de un pasado de realizaciones.

Su sola presencia, ya resulta un fragmento de lectura formal o decodificación del uno y las partes del entramado urbano tachirense, de la comprensión de la función y el símbolo de lo construido, de su contexto y de los elementos primordiales que proyectó, a lo largo de diferentes épocas, la expresión arquitectónica de una sociedad.

 
Foto: Samir Sánchez, 2014

A cien metros, al sur, del único farol cuya estructura se conserva íntegra, permanece el vestigio -cual columna ática truncada- del cimiento y base de otro de los faroles. Su sólida cimentación, ha resistido todos los embates destructivos,  permaneciendo como un relictus en un presente que le es totalmente ajeno (Foto: Santiago Xavier Sánchez, 2015).


Pasado y presente. Anclada a la tierra que le ha pertenecido por casi 90 años, el cimiento y la base de una de las primeras luminarias de arco eléctrico de la ciudad, se resiste a desaparecer. No obstante, alguna de las tribus urbanas, del siglo XXI, con sus códigos criptográficos tribales, ya ha marcado este histórico relictus como hito de su territorialidad (Foto: Santiago Xavier Sánchez, 2015).

Bibliografía
 
AMADO, Anselmo, Así era la vida en San Cristóbal, Biblioteca de Autores y Temas Tachirenses, Caracas, Nº 1, 1960; BENET, J. Guía General de Venezuela, Leipzig, tomo I, 1929; CALDERA, Rafael Tomás, El Oficio del Sabio, Fundación Tomás Liscano, Caracas, 1991; DÍAZ BRANTES, Humberto, Álbum del Táchira, reedición facsimilar de "El Estado Táchira, álbum gráfico, 1930", publicado por la Gobernación del Estado Táchira en 1997, San Cristóbal; «Táchira» Homenaje de la Junta Pro Conmemoración del IV Centenario del Descubrimiento del Táchira, San Cristóbal, 1947 (galería fotográfica urbana del Estado Táchira, de Martín López C.); SÁNCHEZ, Samir, Mors Memoriae o la Extinción de la memoria, el espíritu de una época, Fondo Editorial Simón Rodríguez, San Cristóbal, 2011.



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Acerca del autor

Samir A. Sánchez es profesor de Historia del Arte y Métodos de Investigación en la Universidad Católica del Táchira (San Cristóbal - Venezuela). Es autor, entre otras publicaciones, de San Cristóbal Urbs quadrata (2003) y Mors Memoriæ o la Extinción de la memoria (2011).

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