En un país mnemocida como el venezolano, donde la memoria histórica se desconoce, el valor de las viejas estructuras patrimoniales cae bajo el peso de la indolencia. Así, se desconoce en la historia local y tachirense, que un 17 de abril de 1813 y un 23 de mayo de 1820, El Libertador pernoctó en «La casa del Higuerón».
En Lobatera (Estado Táchira), por la actual carrera 5, entre calles 5 y 4, en la acera oriental, se encontraba la antigua casa conocida como «La casa del Higuerón».
Su nombre provenía de un viejo y corpulento árbol que se levantaba en su patio, el cual, según la Real Academia Española es un: «Árbol de la familia de las moráceas, con tronco corpulento, copa espesa, hojas grandes y alternas, fruto de mucho jugo, y madera fuerte, correosa, de color blanco amarillento, muy usada en la América tropical, donde es espontáneo el árbol, para la construcción de embarcaciones».
Esta casa, si no la mejor por su antigüedad, sí era la más grande del pueblo, por cuanto llegó a ocupar más de la mitad de la cuadra de la carrera 5 y parte de la cuesta de la calle 4.
De aspecto colonial por su construcción, estaba levantada con paredes, encaladas y zócalos en color azul, gruesas tapias pisadas y de bahareque, y sus espacios estaban recubiertos con un largo, alto y ordenado techo de teja y de caña amarga sin empañetar (sin friso). A dos aguas, su estructura respondía a una armazón de pares, nudillos, limatones y tirantes, sostenida por vigas, columnas y pilares de madera empotrados en bases sólidas de piedra tallada.
Un amplio portón de madera con herrajes, de dos hojas muy fuertes y de grueso espesor, que daba a la carrera 5, casi a mitad de cuadra, servía de entrada a la casa, a través de un zaguán de casi dos metros y medio de ancho, resguardado por el entreportón o puerta de adentro, de madera con su postigo para reconocer al visitante o quien llamara a la puerta.
La tranca del portón era un trozo de vara de madera como de un metro de longitud, ya semi combo, el cual estuvo por espacio de más de cincuenta años, desde 1875, detrás de la hoja derecha del portón, presentando en la parte central las huellas del desgaste por el uso, con el paso del tiempo, de las manos que día a día lo asían para apuntalar la puerta.
A mano derecha de donde desembocaba el zaguán, estaban las espaciosas y altas habitaciones o aposentos, salas, comedor y despensa se ubicaban, con sus respectivos ventanales, paralelos a la calle. Las puertas de ingreso a esos espacios estaban junto a un largo y amplio corredor techado, cuya vista terminaba en un tinajero con su piedra mohosa y desgastada.
A la mano izquierda, continuaba el pasillo que resguardaba la entrada a dos piecitas que cumplieron la función de bodega o almacén de granos y a las cuales también se podía entrar por una pequeña puerta en la pared lateral izquierda del zaguán, que siempre estaba cerrada por un viejo candado.
Al frente, de donde finalizaba el zaguán, se abría un amplio patio en cuyo fondo sobresalía el viejo higuerón, de gruesas raíces y amplio y frondoso follaje. A partir de él comenzaba la pendiente del cerro donde, de cuando en cuando, en tiempos de fuerte invierno, florecían vira-viras (pequeñas plantas silvestres que dan una flor de color blanco) y maravillas (que dan un color amarillo), alfombrando de colores la tierra alrededor del higuerón, y a la cual la nona llamaba: flores del atardecer, por la semejanza con los colores del crepúsculo.
Cerca del árbol y hacia la pendiente de la calle 4, se encontraba la ramada de la cocina. Sus paredes y techos tiznados, resguardaban un sólido fogón. Junto a la cocina, hacia la pendiente, una pesebrera o especie de caballeriza y otras piecitas. El árbol se convertía, así, en el eje de distribución de todos los espacios de la casa.
Ese patio principal también tenía tres matas de naranjo, dos dulces y una agria y tres granados.
El suelo de la casa y del espacioso corredor, en forma de L que hacía esquina entre la carrera 5 y calle 4, se componía de viejos y estropeados ladrillos de tablita, en forma de lozas. Las plantas y flores de hierba silvestre llegaron a cubrir los espacios de las losas faltantes, cuando la casa fue quedando sola.
Para 1875 la casa del Higuerón era propiedad de Juan Vicente Sandoval Morales (1834-1910) casado con María Felipa Mora Useche de Sandoval. Luego pasó como sucesión a sus hijos.
El terremoto del 18 de mayo de 1875 o terremoto de Cúcuta, derribó gran parte de la misma la cual fue reconstruida. La casa, posterior a 1925, fue vendida por los herederos Sandoval Mora, siendo fraccionada, dividida y cercada en varias propiedades, quedando como único recuerdo de su antigua grandeza parte del viejo techo corrido, en teja y a dos aguas, del desgastado portón y una ventana tallada en madera.
La tradición oral de Lobatera la ubica como el lugar donde pernoctó El Libertador y su Estado mayor en sus visitas al pueblo, el 17 de abril de 1813 y el 23 de mayo de 1820, mientras el ejército acampó en la plaza mayor, si bien ninguna placa rememora el hecho.
Para 1856, en una descripción de Lobatera y su jurisdicción ya se hace mención a “La calle del Higuerón” (actual carrera 5). Este histórico árbol, sobre el cual los ancianos recordaban que a su sombra descansó El Libertador, se secó a fines de la década de los años 60 del pasado siglo. La Municipalidad del Distrito Lobatera trasladó el venerable y grueso tronco a un sitio especial en forma de nicho, un pequeño altar de la patria que se le construyó para resguardar sus restos, pero el tiempo y el olvido hicieron su trabajo y la madera desapareció, sólo quedando el nicho vacío del cual la mayoría de los lobaterenses actuales, que recorren el parque Pbro. Gabriel Gómez-Los Comuneros de Lobatera, desconocen el por qué está allí y para que se hizo.
En 1989, Don Rafael María Rosales, historiador tachirense, publicó en el Diario La Nación, de San Cristóbal, el domingo 11 de junio, en la edición dominical de Flash (p. 3) un artículo titulado “Bolívar en Lobatera”. Allí recogió las versiones orales tomadas a los ancianos del pueblo, a principios del siglo XX, en especial a doña Cora María Sánchez de Terán y a don Marcos Ovalles sobre la visita de El Libertador y sobre la casa del Higuerón, que hiciera Don José del Rosario Guerrero Briceño, primer cronista de Lobatera, y confirmadas recientemente por el encuentro de órdenes de guerra dictados por El Libertador a su secretario, el coronel Pedro Briceño Méndez, en su visita de 1820.
La descripción de la emblemática Casa del Higuerón de Lobatera, se logró realizar a partir de una entrevista hecha a la Maestra Irma Yocasta Sandoval Zambrano de Noguera (1914-2007), quien recordaba la casa donde nació, un 19 de abril de 1914, y pasó su infancia. Entrevista hecha en abril de 2004.
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