sábado, 17 de febrero de 2024

Diccionario de Topónimos Históricos del Estado Táchira. Tesauro de la toponimia tachirense | Táchira Footprints: Táchira State's Toponymic and Historical Dictionary












Para consultar el Diccionario de Topónimos Históricos del Estado Táchira, accione la siguiente pantalla: 






Reseña de un diccionario de topónimos históricos tachirenses

La lingüística es la ciencia que estudia el lenguaje humano. Dentro de sus múltiples ramas se encuentra la explicación del origen, significación y otros aspectos de los nombres propios, la onomástica. Una de las subdivisiones de esta última, lo constituye la toponimia, que se ocupa del estudio del origen y significación de los nombres propios de los lugares. El conjunto de esos nombres siempre será perteneciente a un país, región, localidad. El Estado Táchira tiene una enorme riqueza en estas denominaciones de sitios y lugares, muchas de ellas tan originales que no se van a encontrar en otras regiones del país. 


El Dr. Samir Sánchez nos presenta, en forma de diccionario, la gran variedad de estos nombres utilizados para darle singularidad a los espacios geográficos de nuestra región. En esta monumental publicación, se recogen estos grafemas ordenados alfabéticamente para facilitar el acceso a valiosas informaciones de varios tipos. Para ello parte de una gran cantidad de referencias documentales, vinculadas al Táchira de los siglos XVI al XIX. Un período fundamental para la configuración de esta región que se inicia con la llegada del elemento europeo, los procesos de asimilación de lo lingüística de los pueblos originarios, hasta la configuración como una entidad político territorial y cultural, con amplios niveles de una autonomía que se constituye definitivamente en el siglo XIX.


Pero no es solo la mera presentación de los nombres y su explicación, pues cada entrada del diccionario aporta una gran cantidad de datos que lo convierten en un instrumento de referencia y reflexión. Una herramienta para ampliar los horizontes cognitivos de nuestro pasado, cosa fundamental para la reconstrucción de la memoria tachirense. Y es que además del profundo análisis etimológico y espacial el autor va a presentar los aspectos históricos fundamentales para la construcción de las biografías de las poblaciones.


Se resalta claramente, el valor patrimonial de los topónimos originarios, sobre los que Sánchez hace un ejercicio de arqueología etnolingüística, identificando radicales de las raíces lingüísticas Chibchas, Arawacas y Caribes que constituyen la base de la construcción de las lenguas de los pueblos originarios de la región. De ellas se aprecia la importancia fundamental de los aportes andinos sobre los que se construyó la gran variedad lingüística que refleja la invisibilizada diversidad cultural que no se ha valorado, entre otras circunstancias, por adolecer por una herramienta como esta. Igualmente podemos apreciar la ruptura lingüística dialectal que se sucede a partir de la conquista europea que transforma la mirada a las realidades regionales. Este recorrido va a mostrar la vivencia particular que los hijos de estas tierras han tenido en su relación con las dimensiones geográfica, memorística y humana. Así, espacio y fisiografía modelaros estos topónimos. 


Este trabajo tiene también un estudio introductorio donde se explica las particularidades, el método de investigación y la forma de usar el diccionario. Además de una serie de índices temáticos y analíticos que van a facilitar los procesos de investigación que se puedan generar y desarrollar partiendo de sus aportes. El autor incluye un índice general donde se presenta alfabéticamente los topónimos estudiados. Además de los índices de topónimos aborígenes, de topónimos hispánicos y la presentación de todos ellos de acuerdo a la división político territorial del Estado Táchira.


Estamos ante una obra que va a llenar un vacío bibliográfico necesario para la investigación de la memoria de la región tachirense, producto de un trabajo de gran profundidad de uno de los autores que más aportes ha dado para el conocimiento de la historia del Estado Táchira, el Dr. Samir Sánchez.


Anderson Jaimes R. Museo del Táchira Grupo de Investigación Bordes [andersonjaimes@gmail.com] 

Bordes. Revista de estudios culturales, Universidad de Los Andes (Mérida - Venezuela), ISSN: nº17 (enero-junio 2019), pp.109-110 2244-8667

El gran topónimo, por antonomasia, "Táchira", que significa, "Tierra de nuestra heredad"

"Táchira" significa: Nuestra tierra de heredad


Una voz aglutinante





En el lenguaje o idioma de los pueblos aborígenes de nuestra América, mayoritariamente aglutinante o donde predomina la aglutinación, esto es, que las palabras se forman uniendo o concatenando monemas independientes de tal manera que las raíces y afijos de palabras individuales se pueden aislar e identificar para indicar una inflexión o derivación particular. De esta forma, en lo geográfico, aquellas palabras aglutinadas que se empleaban para designar nombres de lugar destacaban por describir, a partir de la raíz básica permanente o constante (que podía ser tierra, agua, peña, roca, despeñadero, entre otros), la condición más característica de la naturaleza del lugar o espacio que designaban.


Un claro ejemplo se tiene con el nombre originario de la actual ciudad de Caracas, el cual era "Catuchacao", voz caribeña arawaca que significaba "Guanaberal (lugar poblado de guanábanas) junto al río" o "El río de las guanábanas", esto según la relación geográfica enviada al rey Felipe II por el gobernador de la provincia de Venezuela, el capitán Juan de Pimentel, en 1578.


Este gobernador, por igual, dejaba escrito en su relación las características esenciales que daban origen a la mayoría de los topónimos aborígenes en esa región, elementos, estos, como se dijo inicialmente, común en las culturas aborígenes americanas. Refería Juan de Pimentel, en el castellano del siglo XVI que: "Capítulo treze. Los barrios e poblazones de los indios tienen sus nombres derivados de algún árbol, quebrada, arroyo, peña, u otra cosa señalada que esté en sus asientos o cerca dellos, o de alguna cosa acaescida allí cerca".

Como dato curioso, pero ilustrativo del tema, el cual se puede extraer de esta misma relación geográfica, el nombre de "Caracas" pertenecía a otro lugar distante de la actual ciudad. Los primeros conquistadores españoles, provenientes de la isla de Margarita, cuando desembarcaron en el Litoral Central, al oeste de Cabo Codera, lo hicieron donde desembocaba en el mar una quebrada o riachuelo que descendía de las estribaciones septentrionales de la cordillera de La Costa. La misma recibió el nombre que sus propios pobladores aborígenes le daban a ese lugar: "Caracas", cuyo significado era "sitio o lugar cubierto o plantado de bledos". De esta forma a la quebrada se le comenzó a denominar "quebrada de los caracas" y los conquistadores extendieron el nombre identificativo a todas las tierras adyacentes como “Provincia de los caracas” o “de Caracas “, en uno de cuyos valles, atravesando la cordillera de la Costa tierra adentro, en el sitio y quebrada de Catuchacao, fundarían la ciudad de Santiago de León de la provincia de los Caracas, conocida después en su forma simplificada como ciudad de Caracas.

Actualmente la quebrada en el litoral o costa sigue denominándose "Los caracas" y en el sitio de esa desembocadura se encuentra, lo que queda, del otrora complejo turístico Ciudad vacacional Los Caracas, obra realizada por el entonces Presidente de la República de Venezuela, General de División Marcos Pérez Jiménez.

Macrocontexto lingüístico protochibcha y mesocontexto chitarero

Trasladándonos a las encumbradas crestas de la cordillera suroccidental de Los Andes, por ser nuestro caso de estudio, los tachirenses tenemos una palabra que, siguiendo la secuencia o poniéndola en la relación filogenética lingüística de la región, para ver cual ha sido su evolución y establecer un grado de parentesco entre diferentes lenguas a partir de un origen o tronco común, la misma procede de la lengua chibcha (o muisca)/protochibcha a través de los pueblos aborígenes chitareros que estaban asentados y habitaban una o ambas márgenes del río Táchira (actual ciudad de San Antonio del Táchira), para el siglo XVI, al momento del encuentro con los conquistadores. Esa es la mítica, ancestral y patrimonial palabra: "Táchira".

Microcontexto del valle y riberas del río de 'Táchira'

Así tenemos que las crónicas españolas del siglo XVI (del año 1550) identificaron la palabra "Táchira" como el nombre de un lugar y aldea aborigen de filiación y léxico chitarero, en el curso medio del actual río Táchira (San Antonio del Táchira-Villa del Rosario, región fronteriza entre Venezuela y Colombia). Más adelante, en el tiempo, otros documentos ya referían que el "río Táchira" en el "Llano Táchira" (actuales poblaciones de San Antonio y Ureña), se llamaban así porque pasaba por el sitio y poblado de los táchiras de donde tomaba su nombre y era diferente al "río de cúcuta" [actual río Pamplonita] que recibía ese nombre por la denominación que los aborígenes le daban a "unos árboles que se encontraban en abundancia en sus orillas" (testimonio judicial por pleito de jurisdicciones entre la Villa de San Cristóbal y la ciudad de Pamplona, de 1621). Por igual, en ese juicio se hacía énfasis en que "los indios de Abriaca llamaban a ese río 'Táchira' porque pasaba por el sitio de Táchira". Por todo ello, el origen de la palabra que da nombre a nuestra entidad federal se remonta a una voz y lengua aborigen americana, aglutinante ágrafa, hablada por las parcialidades aborígenes chitareras.

Para la identificación de las parcialidad de la nación chitarera en la región estudiada, nos retrotraemos a 1575 cuando se entabla un juicio entre vecinos españoles de Pamplona y San Cristóbal por la posesión de unas encomiendas entre los ríos Cúcuta y Táchira. En una de las alegaciones se lee: "No pretendo a los chitareros de Cúcuta sino los de Abriaca" y, Abriaca era y es, en la actualidad, un caserío [desde donde se domina o se tiene una panorámica del valle del curso medio del río Táchira] en la aldea Las Cumbres, del Municipio Pedro María Ureña, del Estado Táchira.


Significado de 'Táchira'

En consecuencia, partiendo de los elementos de juicio anteriores, entendidos como referente y teniendo por código comunicacional los diccionarios elaborados por misioneros jesuitas y agustinos de la lengua general chibcha o muisca de principios del siglo XVII, cuyos textos en dos lenguajes (castellano y muisca) resultan en una especie de Piedra Roseta, y desde un rigor lógico y fundamento teórico, se puede descifrar y conocer el significado de la palabra, "Táchira". Un nombre muy telúrico, que está arraigado en la tierra.

La palabra está formada por los étimos de sustrato muiscas o chibchas ta [lexema de nombre sustantivo que significa 'labranza'], chi [sufijo determinante posesivo en primera persona del plural, que significa 'nuestra'] y ra [sufijo con función de morfema o partícula modificadora que indica un tiempo presente continuo y le da un sentido mayor, en este caso, que el objeto poseído es permanente o tiene una permanencia en el tiempo, no cambia de dueño], significando literalmente "La tierra de labranza que es y será nuestra" [< Ch. ta+chi+ra] y traducida a un castellano culto actual sería"Tierra de nuestra heredad" o "Nuestra tierra de heredad".

Su pronunciación original, como etnónimo aborigen, era similar a la forma castellana, diferenciándose sólo en el sonido de la ch que se pronunciaba, de forma aproximada, como tʃ -esto es, como la ch francesa o sh inglesa- y la r de forma suave (Teoría lingüística filogenética denominada "Teoría chibcha", planteada por el profesor Samir A. Sánchez, investigador de la historia del lenguaje en su artículo: "Táchira: una arqueología de voces y palabras", Revista Procesos Históricos, Universidad de Los Andes, 2018).


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viernes, 16 de febrero de 2024

Dichos y refranes tachirenses. Los dichos de los nonos, memoria y testimonio │The Tachiran Grandparents’ Wise Old Sayings









 

Palabras de antaño y hogaño... Cada uno de los dichos y refranes tachirenses, encierra de forma punzante o sutil una lección de vida o una reflexión sobre cómo eran las cosas en esos tiempos. Se podrá estar de acuerdo o en desacuerdo con dichas expresiones desde las diferentes ópticas que ahora prevalecen, pero no se dejarán de encontrar en las mismas, por igual, comunes aspiraciones, certeros aciertos y profundas contradicciones de nuestra naturaleza humana. 


Por ello, nos ha movido traer a la actualidad fragmentos de esa palabra hablada, recuperados de una tradición oral y didáctica que se fue perdiendo en la medida que iban desapareciendo las personas mayores que la conocieron. Lingüistas y filólogos encontrarán aquí materia para sus estudios sobre la evolución lingüístico-histórica del castellano en América.

 

El habitante del Estado Táchira del presente encontrará que este otrora lenguaje montañés fue, junto al intenso sentimiento de consustancialidad con la tierra natal, un elemento cohesionador del espíritu y del ser del país de los tachirenses, y de la tachirensidad, como compañero de su identidad, de su historia, de sus valores, de sus saberes y de sus aprendizajes y, en consecuencia, soporte insoslayable de su patrimonio cultural intangible. 


Así, como Patria res, debe ser conocido y estudiado por las generaciones presentes, y por aquellas que están por venir.



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miércoles, 14 de febrero de 2024

'Tachirenses', 'tachirensidad' y 'gochos': por una reconstrucción de la identidad cultural tachirense desde sus gentilicios | The key to Unlocking Ancient Táchira: 'Tachirenses', 'Tachirensidad' and 'Gochos', Proper Adjectives and Colloquial Nicknames for Tachiran People








El Táchira: un concepto, una historia, una realidad cultural 

Los tachirenses al cuestionarnos desde lo ontológico nos hallamos ante una paradoja o contradicción: a diferencia de lo que puede ocurrir en otras partes, una sola palabra no resulta completa para definirnos.
Por el contrario, nos encontramos ante una riqueza de categorías conceptuales –cuatro gentilicios y cuatro sustantivos de cualidad- cuyas definiciones, en cada uno de sus contextos, no son excluyentes, ninguna excluye a la otra. Esto es, ubicado cada gentilicio y sustantivo de cualidad en su contexto o campo de acción semántico y tiempo histórico, todos resultan huellas maleables de algo superior- que intentan expresar lo que somos los tachirenses, por qué somos así y cómo estamos siendo ahora.
Partiendo del principio que entiende la identidad no como algo aislado del ser sino como un modo y estilo, encarnados en las personas que la viven en sus formas y acentos y así la hacen coherente, plausible, y la transmiten -como un proceso humano y no meramente informativo-, para muchos de nosotros, "seres" tachirenses, el Táchira es más que un estado o entidad federal. Es una realidad cultural singular, única, una tautología lógica, por ello estas palabras -cual patrimonio léxico- nos ofrecen la oportunidad de comprendernos en lo intelectual, emocional y físico; desde la cadencia y la sonora musicalidad del habla hasta la fuerza telúrica que nos anima. Sólo quien vive en Los Andes, o ha visto la imponente majestuosidad de Los Andes, en palabras del eximio filósofo José Manuel Briceño Guerrero compartidas en enriquecedoras tertulias, de tiempos ya idos, puede comprender y dimensionar esa fuerza telúrica, que dimana de las entrañas de la misma tierra.
Es de allí, desde donde se debe iniciar cualquier proceso de intelección sobre el ser tachirense, sobre los tachirenses, reconocidos, con acierto, desde la antropología etnográfica y por analogía como «los vascos de Venezuela», por su trascendente espíritu, indómito y libérrimo, de apego a sus milenarias montañas y dedicación al trabajo arduo; un espíritu que alcanzó a marcar los tiempos de toda una nación y el cual bien se puede contextualizar -con sus fortalezas y fragilidades, de forma metafórica- en las palabras que coloca Goethe en Fausto, en una conversación con su alumno y fámulo Wagner, «Was ihr den Geist der Zeiten heisst, Das ist im Grund der Herren eigner Geist, In dem die Zeiten sich bespiegeln/Lo que llamas el espíritu de los tiempos es, en el fondo, el espíritu de la gente en quienes los tiempos se reflejan» [KAUFMANN, Walter Arnold, Goethe’s Faust, Bilingual edition, Anchor Books, New York, 1963, p. 143].

Al estar viviendo tiempos nublados para la transmisión generacional de la conciencia de lo que significa el ser y la identidad tachirense, que se solapan o relegan, en un mundo globalizado y en un país destartalado, los anteriores planteamientos quedaron expuestos en la conferencia «El ser ante la diversidad. La diversidad en las categorías conceptuales que definen el Ego sum tachirense. Análisis etimológico-histórico», dictada por el Prof. Samir A. Sánchez (Universidad Católica del Táchira), en el II Festival Filosófico, organizado por el Instituto Universitario Eclesiástico «Santo Tomás de Aquino», en Palmira, los días 13 y 14 de marzo de 2015, en el contexto del tema del festival «Identidad: en búsqueda de las raíces propias».

Ni sistemáticos, ni históricos, el orden de los términos explicados es puramente práctico, diríamos arbitrario. Tampoco son categóricos. Sólo se busca que el lector tachirense descubra su significado y sus relaciones desde los elementos que proporciona la deconstrucción de las palabras o desde la común claridad que nos da el orden gramatical (fonético-fonológico, morfológico y sintáctico). Asimismo se ofrece un léxico y su documentación para que con ellos encuentre las llaves de una mejor intelección y apropiación de su ser y de su tierra.
Sólo así, ese tachirense, ante el vendaval que le intenta doblegar, levantará en alto los valores ontológicos señeros inmersos en sus orígenes; cualificada herencia de las generaciones que le precedieron: una cabeza en su lugar para el correcto pensar; un corazón para tener fe, dar y amar, y unas manos –callosas- para el actuar.



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lunes, 12 de febrero de 2024

Muros de piedra y fe: análisis artístico-arquitectónico de la Iglesia de Lobatera (Estado Táchira-Venezuela) | Stone Walls and Faith: art and architecture in Lobatera's Parish Church (Táchira State-Venezuela)

 






Reconstrucción y remodelación de la Iglesia parroquial de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá de Lobatera, 1955 (Foto: Orlando Ruíz Díaz, 2020).


Je suis Notre-Dame de Lobatera...  

Un icono de la arquitectura religiosa tachirense


Samir A. Sánchez (2020)


A los pies de esta construcción y con una mirada enfocada desde el punto de vista arquitectónico, la iglesia de Lobatera (Estado Táchira - Venezuela) puede calificarse como un logro particular de la arquitectura religiosa tachirense, difícilmente repetible en nuestros tiempos.

Asimismo es un ejemplo del antiguo paradigma de esfuerzo, tenacidad y emprendimiendo de los lobaterenses a lo largo de los dieciocho años que duró su reconstrucción (1949-1967) y del ora et labora de su párroco promotor Mons. Manuel García Guerrero (1908-1986).

El presente trabajo data de 1997 y fue un primer producto para propuestas de investigación en la Universidad Católica del Táchira, cuando se desarrollaba el área o departamento de Investigación. Con el tiempo se actualizó con datos históricos más precisos que el investigador o lector avezado  puede consultar en el siguiente enlace: "The restauration of Our Lady of the Rosary of Chiquinquirá de Lobatera (2016)"

No obstante los principios históricos del arte de esta edificación, descritos en este trabajo, publicado por la Universidad Católica del Táchira en 2000, permanecen en esencia.


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viernes, 9 de febrero de 2024

Leyenda de la voz de los espíritus de las campanas de Lobatera (Mitos y leyendas del Táchira del siglo XIX) | The Voice of the Bronze Spirits in the Bells of Lobatera (Old Tachiran Tale from XIXth Century)







Samir A. Sánchez, Proyecto Experiencia Arte, 2013



«Si en este pueblo no suena la campana mayor/La Chiquinquirá se pondrá triste porque le falta lo mejor».

Versos tradicionales del siglo XIX, compilados por la maestra Srta. Delfina Sandoval (1901-1992) y referidos por ancianos en las tertulias que se daban bajo el viejo y ya desaparecido samán, en la plaza mayor (actual plaza Bolívar de Lobatera) en 1921.






Al trazar la historia de las antiguas campanas de Lobatera, los senderos del mito y del trabajo con rigor científico, convergen por vez primera en un juego de luces y de sombras sobre las más recónditas reminiscencias de nuestra memoria.


Viene el recuerdo, evocador de tiempos pasados y con él los últimos matices del atardecer en un espacio que, si bien está ahora contenido en el vacío, fue una vez la casona grande de mis abuelos. Y con ese recuerdo, vienen por igual las palabras del inmortal Lorca, para describir ese entrañable lugar: "... castos rincones que guardan un viejo rumor de nostalgias y sueños".


Allí, sobre ese espacio, reedifico una vez más mis juegos infantiles en torno al zaguán, patio, jardines, columnas y corredores que se levantaron sobre gastados enlosados de ladrillos viejos.


El aire, que pasa sin obstáculos por las ventanas y se adentra en la casa, trae el sosegado tono de la voz de la nona, quien en la espaciosa sala conversa con Don Florentino, sobre ya olvidadas faenas de la zafra y la molienda.


De repente, un doble de campanas silencia la conversa. Le sigue el constante repicar de una campanilla de plegaria que languidece.

– «Requiem aeternam dona eis, Domine», rezó la nona.

- «Et lux perpetua luceat eis», contestó Don Florentino.


Luego, como repitiendo las palabras de Hemingway, preguntó ella:


- «Por quién doblan las campanas».

- «Puede ser por Severiana la mujer de José Labrador, me contaron que se puso mala después de la dieta», respondió Don Florentino.


Y así, en un ir y venir de nombres y detalles, la conversación se encausó hacia las viejas campanas.

- «¡Qué sonoras y vibrantes son las campanas de Lobatera!», manifestó la nona.


De inmediato Don Florentino, de pie, algo encorvado por los años pero pleno de aquella sabiduría que da la experiencia, y luego de sumirse en una silensiosa reflexión, mirando hacia la torre por entre los herrajes de la alargada ventana que daba a la plaza, le contestó:

- «¡En el corazón de bronce de esas campanas, vive perenne el espíritu de nuestra tierra!».


La nona, si bien quedó un poco intrigada por tan enigmática respuesta, dejó que Don Florentino hablara:

-«Recordaban los nonos, en aquellas noches a la luz de la luna llena, que contaba la leyenda y las viejas del lugar que, las campanas de Lobatera, fueron hechas en una fragua próxima al camino del cementerio. Cada vez que encendían la misma para vaciar el bronce, poderosos vientos que bajaban de Monte Grande y Potrero de las Casas apagaban el fuego. Una y otra vez lo intentaron, una y otra vez se apagaba.


Un anciano arriero que a diario transitaba por el camino entre La Cabrera y el pueblo, se detuvo y les dijo: ‘¡Conjuro y exorcismo! ¡Conjuro y exorcismo con eso!’. Asombrados quienes fundían, por tan raras palabras, se acercaron y le preguntaron qué significaban.


Él les contestó: ‘El espíritu de las montañas que ha vivido y susurrado aquí por siempre, no descansará tranquilo hasta que su voz se funda y se libere en metal sonoro’. Luego, les explicó qué debían hacer: triturar una hoja de díctamo real sobre el cobre derretido, lo conjurará; la plegaria de un sacerdote anciano sobre el bronce ya batido, lo exorcizará’.


Así lo hicieron y los carbones avivaron la llama templando el bronce de tal manera que, al martillar el metal caliente sobre la piedra, repicaron con fuerza en prolongado, sonoro y susurrante sonido que cubrió todos los valles, quebradas, montes, ríos y peñascos de Lobatera».


Versión libre del mito o la leyenda de 'Los espiritus de la campana de Lobatera', reconstruida sobre la tradición oral transmitida por: Doña Maximiana Sandoval vda. de Sánchez, Lobatera (21 de febrero de 1908 - 6 de octubre de 2004) y Don Luis Florentino Zambrano Suárez, aldea Volador (11 de octubre de 1902 - 21 de julio de 1994).

Vocabulario

Ponerse malo: antigua expresión del lenguaje coloquial 
tachirense, empleada en siglo XIX y primera mitad del siglo XX, que significaba: enfermarse, caer enfermo.

Dieta: servía para identificar el puerperio.

Díctamo real: antigua yerba fragante que crecía al abrigo de los peñascos en las alturas de los páramos andinos tachirenses. Sus hojas y flores secas eran utilizadas por  aborígenes y criollos con propósitos mágicos o curativos.

Nonos: En el Táchira servía para identificar a los abuelos. Se desconoce su origen o probable vinculación con el término italiano nonno o nonna o el judío sefardí nono o nona (abuelo o abuela).





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Fotos: Darío Hurtado (2015). Óleo sobre lienzo de la Virgen de Chiquinquirá de Lobatera que se venera en el pueblo desde 1621. Campana mayor o "Chiquinquirá III" (de 1894) y antiguas campanas de 1839 (La central "Chiquinquirá II) que, con probabilidad, tal vez fueron las que sirvieron de urdimbre a la leyenda. Estas tres fueron robadas por los mercenarios del comercio ilícito del bronce en la madrugada del 13 de noviembre de 2018, y con ellas desapareció parte importante de la memoria y del patrimonio tachirense, cercenado en estos tiempos de oscurantismo.



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viernes, 2 de febrero de 2024

Mors Memoriæ o la Extinción de la Memoria, arte y arquitectura en el espíritu de una época │ Mors Memoriæ or Memory and Extinction: Art and Funerary Architecture












Editorial: Fondo Editorial Simón Rodríguez, Gobierno del Estado Táchira (2011).
Impreso en: Litho Arte c.a. San Cristóbal (2011).
Portada, diseño y diagramación: T.S.U. Sigrid Márquez Poleo (2011).



● La versión completa del libro «Mors Memoriae o la Extinción de la Memoria, el espíritu de una época», en formato PDF, se puede descargar accionando en la pantalla el pequeño recuadro con flecha de salida [Pop out content] que se encuentra en el extremo superior derecho:










«La Fundación Fondo Editorial “Simón Rodríguez” con el auspicio de La Lotería del Táchira, está haciendo, desde hace veinte meses, una loable actividad editorial que suma cuarenta y una obras. Como parte de esa labor, el 7 de octubre de 2011, han presentado una docena de títulos de diversa características.


Deseo destacar aquí en primer lugar una serie de libros de carácter históricos que están relacionadas con el Táchira y los Andes, como por ejemplo: Los Jesuitas en Venezuela (tomos I y II) de quien fuera por años rector de la Universidad Católica del Táchira, José del Rey Fajardo; Orígenes Fundacionales de la Villa de San Cristóbal y el antiguo Corregimiento de Tunja de Javier Ocampo López; El Nuevo Reino de Granada y la Región Tachirense (1549-2011) de Libia Suárez de Peñaloza; Mors Memoriæ. La extinción de la Memoria de Samir Sánchez. Este último un interesante tema sobre la arquitectura funeraria de Lobatera, población del Estado Táchira».


—Humberto Ruiz Calderón, profesor titular de la Universidad de Los Andes (Mérida - Venezuela), Octubre, 2011


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«Quiero agradecerle su atención y felicitarle por el magnífico trabajo realizado ya que siempre es una gran satisfacción conocer las investigaciones de los antiguos alumnos de esta Universidad».


—Nieves Taranco, Directora de la Biblioteca de la Universidad de Deusto (Bilbao, País VascoEuskadi, España). Octubre, 2011


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«¿Quién en su vida no le ha guardado respeto a los cementerios? ¿Cuántas historias macabras tienen como escenario un camposanto? ¿Cuántas ciudades han forjado su historia junto al lugar de enterramiento? ¿Cuánto temor arraigado por lo solemne de su significado?... Desde las pirámides egipcias hasta un cementerio de algún pueblito olvidado por la humanidad, todos conocemos lo que son, pero poco sabemos de la riqueza cultural que guardan estos lugares.


El doctor Samir Sánchez, nos introduce en el mundo de la Arquitectura Funeraria, apoyándose en anécdotas, relatos, documentos e imágenes que recolectó durante su investigación y que juntas le permiten explicarnos a cabalidad y con un lenguaje académico, pero de muy fácil comprensión, parte de la historia del Estado Táchira y específicamente del Municipio Lobatera, pues es su pequeña necrópolis el punto de referencia y figura principal de su estudio.


Al ser un observador dedicado, desglosa cada uno de sus monumentos funerarios antiguos más emblemáticos, de esta manera explica cómo este cementerio posee un gran valor artístico y cultural, ya que en los dieciocho sepulcros estudiados hay vestigios de opulencia y pobreza, adoración y abandono. Siendo esto tan importante, pues en la historia de la humanidad siempre la muerte ha tenido un sentido de final, de conclusión y muchas personas han deseado que su última morada no pase desapercibida y aunque sea una cruz tallada sobre una lápida, un ángel orante, un angelito, una cupa o un baldaquín, será lo que al final marque la diferencia de su sepulcro al de los demás.


Es así como el doctor Sánchez, nos presenta su obra donde demuestra que en nuestros pueblos y ciudades, los lugares de enterramiento no son solo para las leyendas de ultratumba, si no, que son parte fundamental del patrimonio cultural y de la idiosincrasia que nos hace quienes somos, pues allí yacen nuestros antepasados y con ellos nuestro origen y razón de ser.


Quien en su vida se haya permitido la labor de visitar con regularidad un cementerio, después de leer esta excelente obra, verá con otros ojos cada sepulcro, y podrá reconocer su estructura arquitectónica a simple vista.


NON OMNIS MORIAR MULTAQUE PARS MEI VITABIT LIBITINAM (No moriré del todo, una parte de mí evitará el olvido) Horacio».


—Sigrid Márquez Poleo, Diseñadora Gráfica, Noviembre de 2011.


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«La crítica nace de una deuda de amor hacia un libro. Así considera el teórico francés George Steiner el inicio del “trabajo” de hacer crítica literaria. La deuda de amor de esta reseña nace del horizonte en el cual se enmarca el trabajo de Mors Memoriæ: el pueblo de Lobatera; rasgos definitorios de su identidad como municipio del estado Táchira se encuentran inmersos en las 260 páginas que componen el texto, y que invitan a revisar monumentos del pasado como señales de las huellas que se marcan en el presente.


Ahora bien, Mors Memoriæ es un texto que da testimonio de las necrópolis del municipio Lobatera, haciendo particular énfasis en el cementerio de uso actual, para mostrar que parte de la historia del pueblo también se encuentra en los monumentos que se hallan sobre las profundas bóvedas mortuorias. De esta manera, Sánchez expone que los sitios de enterramiento no solo del municipio en cuestión, sino también de todo el estado Táchira, guardan en sí elementos de naturaleza artística que pasan muchas veces desapercibidos a los ojos de sus visitantes. Pero no solo el elemento artístico destaca de las arquitecturas funerarias; al partir de Barthes, el estudio de componentes históricos se hace presente, por cuanto cada monumento es una especie de prolongación de la memoria, un recuerdo de las vidas que terminaron su ciclo.


Al entrar en las páginas del texto parece que, en paralelo, se atraviesan las puertas del cementerio municipal de Lobatera. Las descripciones realizadas de las edificaciones fúnebres son tan precisas que juegan con la memoria del lector al buscar en sus recuerdos la ubicación exacta de cada monumento, en caso de conocer el camposanto; de no haberlo visitado, las imágenes que acompañan las descripciones sirven de soporte a la muestra textual que realiza el profesor Sánchez del contexto del cementerio municipal. Presentado como un compendio de historia y estudio de la naturaleza artística del cementerio de Lobatera, Mors Memoriæ invita a visitar cada sepulcro, con libro en mano, para comprobar por sí mismos, como lectores, que el pasado se mantiene con vida en el desgaste de las tumbas.


Pero vale destacar que esta visita comprobatoria de la naturaleza artística e histórica del cementerio municipal traspasa las fronteras de Lobatera, e invita también a observar, desde otra postura, las edificaciones mortuorias de los cementerios del estado Táchira. Mirar en ellos más allá de nuestro futuro reposo y encontrar cómo el pasado de los pueblos y el arte de los mismos parecen caminar unidos en la descripción de nuestra identidad regional. Una identidad que Mors Memoriæ demuestra no se encuentra únicamente en las tradiciones populares andinas, en la gastronomía regional o en los artistas que hacen vida en nuestros pueblos, sino también en la morada de aquellos que se fueron, que tienen tanto que contar a través de sus aposentos como los que ahora caminan en los pasillos de sus recintos.


Con un lenguaje sencillo, pero sin desprenderse de lo técnico, Samir Sánchez presenta un interesante trabajo que sirve de legado a futuros estudios sobre la identidad del estado Táchira, esta vez desde los oscuros espacios del cementerio de un pueblo cargado de historias, que ahora no solo a través de la oralidad se mantendrán con vida, sino que en el papel de Mors Memoriæ serán como un monumento más, como una prolongación de la memoria».


—Jhonn Benítez Colmenares, Fundación Bordes, 2015


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