sábado, 14 de julio de 2012

Ocho apellidos tachirenses: la parentela mayor │ Eight Tachiran Surnames: The Elders

 


Entrada del Humilladero (Lobatera)

"Madrugada en Lobatera". Acrílico y óleo sobre lienzo, 61x46 cm, Jerson Trejo (1993).




Recuerdos de la infancia junto a mi padre, primas y la parentela mayor... Paseo familiar al paso de Las Porqueras, en las altas montañas de la ciudad de La Grita. Foto: Irma Yocasta Sandoval de Noguera (1970).


A la Memoria de mi padre Simeón Alner Sánchez Sandoval (San Cristóbal 3 de agosto de 1939 - San Cristóbal 10 de febrero de 2023). Su sabio espíritu, su humanidad, caridad, su amor por la tierra tachirense que lo vio nacer -que nos vio nacer- y sus palabras de aliento están siempre conmigo. Su nombre y el de toda mi parentela mayor ya están escritos en el Libro de la Vida.




"A story is told of a rabbi who was trying to get to the synagogue for morning sermon during the pre-revolution Russia. He was stopped by a soldier at gunpoint who asked the rabbit: 'Who are you and what are you doing here?' The rabbit inquiried the soldier: 'How much the government pays you for asking these questions?' 'Nineteen kopecks a week', replied the soldier. Said the rabbi, 'I will pay you 20 kopecks a week if you stop me here every day and ask me the same two questions!" (Kevin Cashman, Leadership from the inside out, Provo UT: Executive Excellence Publishing, 2001, p. 31).







Este ensayo, extracto de una conferencia impartida en las jornadas de Identidad regional (Universidad Católica del Táchira, 2012), en tanto está relegado a una experiencia personal, puede servir como una experiencia genealógica transmisible o motivadora para aquellos quienes quieran aventurarse en conocer, como mínimo, los orígenes de su identidad tachirense y recordar a sus ancestros.


¿Quién soy yo y qué hago aquí?... En soliloquio con mis antepasados... 


Todo aquello que tiene nombre, existe

En la lengua de los vascos o euskera existe un dicho que dice: «Izena duen guztia, ba da -Todo aquello que tiene nombre, existe». Vinculado con esto, los antiguos vascos reafirmaban por igual su existencia, sus raíces y su identidad con la tierra recordando los lazos que los unían a sus antepasados más inmediatos y de donde procedían, trayendo a la memoria bien los ocho apellidos completos de los cuatro abuelos o bien los primeros ocho de los dieciséis apellidos de los bisabuelos.

La anterior mezcla de ideas vino al estar reflexionando, un poco y tal vez en auténticos dislates, sobre la teoría de la vida, de la historia familiar, de la causa final de nuestra existencia, o sobre el tiempo kafkiano que nos tocó vivir. A partir de esas idas y venidas de ideas, en soliloquio, en la búsqueda de entenderse uno, mejor, evoco por igual como lo hacían los antiguos vascos, ocho apellidos; verdadera seña de raigambre e identidad de aquellas personas que vivieron antes que nosotros, nuestros bisabuelos, y a través de quienes esa existencia que meditamos fue posible, como aquella causa material aristotélica, por ellos fue posible que existiéramos, y por eso tenemos nombre.

En el momento en que recitamos esos antiguos nombres ya desaparecidos, comienzan a tener vida pues según las viejas tradiciones sefardíes, Dios escribió el nombre de cada persona en el libro de la vida y cuando lo evocamos, vuelven a existir en nuestra memoria. Es bueno, de vez en cuando, hacer un poco de memoria agradecida.

Una experiencia personal inscrita en mi ADN

En lo personal, quiero destacar algo que llevo y siento con altísimo orgullo: mis ocho apellidos tachirenses, esto es, tachirense por "los cuatro costados" según una vieja frase presente en los entremeses cervantinos. Heredados de la más pura cepa de nuestra tierra natal, se hilaron en el tiempo al buen abrigo de montañas, desiertos de altura y míticos páramos de borrascas y soledades, entre riscos y neblinas, en San CristóbalLobateraBorotáLa Grita y El Cobre

Así, mis raíces identitarias se adentran y afianzan en el pasado tachirense, y esto no resulta en palabras baladíes. Recientes  analíticas genéticas (2023) de mi ADN cromosómico identificaron que comparto segmentos genéticos idénticos o coincidentes de ADN y el haplogrupo paterno ancestral con Don Juan Vicente Pérez Mora, el tachirense más anciano de todos los tiempos y el hombre más anciano del mundo, certificado por Guiness World Records en 2022, cuando alcanzó la edad de 113 años. Su fecha de nacimiento está registrada en El Cobre en 1909.  

Por ello, de esa parentela mayor, quiero explicar el origen de dos de los últimos cuatro que dieron origen directo a mi persona y, sé, han de continuar en los tiempos venideros.

¿Qué busco? Aparte de conocimiento inmediato, romper el límite que imponía Nietzsche cuando afirmaba que la muerte es la ausencia de otro horizonte posible. Todo lo que queda escrito rompe ese límite y crea otro horizonte que es posible.

De los dieciséis apellidos naturales o biológicos que corresponden en línea ascendente a mis ocho bisabuelos paternos y maternos: José Fidelio Sánchez López, María de la Trinidad Bustamante Chacón, Macario Sandoval Mora, Juana de Dios Zambrano Buitrago, Jacinto Contreras Duque, Teresa de Jesús Contreras Contreras, Santiago Escalante Moncada y Rita de los Santos Reyes Méndez Zambrano, dejamos explicados el significado y origen de sólo dos, los raíz o convencionales, por ser -y se me ocurre que sea sólo por espacio- los únicos que permite la cédula o documento de identidad que portamos los tachirenses: Sánchez y Escalante.

Etimología y orígenes tachirenses de apellido:

Sánchez 
Es un apellido patronímico castellano, originado en Castilla, en la Edad Media. Deriva del nombre propio o de pila "Sancho" que provenía del latín "Sanctus" o "Sanctius" (el Santo o el Consagrado) y el sufijo ibérico o de origen germánico -ez que significa "hijo de". Formándose un todo como apellido con el significado de "hijo de Sancho". Ej. En los padrones de pecheros (lista de vecinos que tenían obligaciones tributarias o debían pagar impuestos a la Corona) más antiguos de Castilla (s. XI y XIII), al registrar a un Sancho de Peñafiel (quien se identificaba o diferenciaba sólo por el lugar donde vivía) y de seguida a su hijo Martín, este último quedaba identificado como hijo o miembro del mismo grupo familiar a través del nombre propio más el adjetivo "Sánchez" más el lugar donde vivían, identificando así a Martín Sánchez de Peñafiel como "Martín, hijo de Sancho de Peñafiel". Históricamente, nos podemos remitir al caso de Sancha (fallecida en junio ca. 960), hija del rey Sancho Garcés I de Pamplona y Aznárez. Fue conocida como Sancha Sánchez y por las circunstancias de su vida fue reina consorte de León, Condesa de Álava, Condesa de Castilla e Infanta del Reino de Pamplona.

La primera persona con el apellido Sánchez que arribó al Táchira fue el soldado y luego vecino encomendero Luis Sánchez, en la expedición fundadora de la ciudad de San Cristóbal, el 31 de marzo de 1561, dirigida por el Capitán y Adelantado Juan Maldonado y Ordóñez de Villaquirán. El capitán Luis Sánchez era natural de la ciudad y puerto de Cádiz, donde había nacido en 1536, casado con Ana de Castañeda, hija del capitán Gonzalo de Castañeda e Inés de Castañeda. Si bien fue un descendiente suyo, el capitán Rodrigo Sánchez de Parada, quien a inicios del s. XVII arraiga el apellido en la región noroccidental tachirense.


Etimología y orígenes tachirenses del apellido:

Escalante 
Es un apellido que tiene su origen en una voz geográfica, en un  término toponímico prerrománico y preindoeuropeo, en el protovasco. Esto es, del vasco o euskera inicial o antiguo, igualmente denominado protoeuskera o vascón, siendo una de las primeras lenguas europeas del tipo aglutinante.

En esta lengua, al igual que en los pueblos aborígenes de América, las palabras que empleaban para designar nombres geográficos destacaban por describir la condición más característica de la naturaleza del lugar o espacio que designaban, esto es, los nombres impuestos a los lugares hacían referencia a la primitiva realidad del terreno. Por esa misma antigüedad, sus topónimos no suelen basarse en elementos variables o cambiantes sino en fijos o estrechamente ligados a la tierra, hecho que pareciera verificar que quienes pusieron esos nombres fueron los primeros pobladores o pobladores originarios de esas tierras.

En las lenguas aborígenes americanas aglutinantes, en nuestro caso, tenemos la palabra chibcha "Táchira" formada por la raíz "Tá"= Tierra, labranza o sembradío, "chi"= nuestro o nuestra, forma del posesivo de la primera persona en plural que caracteriza a la raíz y el sufijo "ra" que daba la cualidad de lo poseído en el tiempo con el significado de acción de permanencia, de permanecer esa condición o situación en el tiempo. Un nombre muy telúrico, que está arraigado en la tierra.

Así, el primitivo significado de la palabra "Táchira" asignado para identificar a un lugar geográfico específico, una labranza junto a un río (actual río Táchira) que no cambiaría de dueños en el tiempo, en prosa de la actual lengua castellana o española sería la de: "Nuestra tierra de heredad".

Por igual, y por lo que a etimología se refiere, de cara a la interpretación filológica, se tiene que Escalante era, muy probablemente en su origen más remoto, la voz o estructura fónica que identificaba un lugar de las montañas cántabras orientales, de piedras de naturaleza calcárea, y cuya voz original, explicable semánticamente mediante la lengua esukérica o vascónica, sigue siendo transparente en el vasco o euskera actual: "Aizkaloande". Palabra formada por las raíces antiguas aiz > peñas, kalo > calizas y el sufijo ande > lugares o en el lugar de, que unidas o aglutinadas le daría significado a la expresión: "junto a las peñas calizas" o "en el lugar de las peñas calizas". 

Aún en la toponimia vasca se conservan o permanecen vivas estas antiguas raíces como en el topónimo "Aizkorri" que significa peña o piedra roja o pelada, desierta [consúltese al respecto, entre otros, a Mateo Sanz, Gonzalo. Topónimos y apellidos españoles de origen ibérico o pre-latino. Monografías de Toponimia Ibérica, Nº 1, Jaca, 2019, p. 92]. Ese lugar, en la actualidad, se corresponde con el topónimo de la población y municipio de Escalante, la cual se encuentra junto a las peñas calizas del monte denominado "Montejanu" y otros, en la Merindad de Trasmiera, Cantabria, España.

En el proceso de exanción del protovasco o vascón, este lugar fue ocupado por las migraciones vasconas del s. VI y VII que provenían de la Llanada alavesa y se extendieron al occidente de Vizcaya y oriente de Cantabria, y quienes le dieron su nombre original, en su lengua, a la cantera junto a las aguas marismales de la bahía de Santoña. Con el tiempo y al irse diluyendo la población originaria con otros pueblos, fue cambiando la palabra o su proceso fonético hasta ir adquiriendo su actual forma castellanizada, primero con la repoblación de la comarca de Trasmiera en el s. VIII y fundación anterior al año 863, en zona yerma, del monasterio benedictino de Santa María del Puerto (Santoña) ubicado en una zona reconocida como "fronteriza" por ser disputada en lo político-territorial por Asturias, Castilla, Álava y Navarra. El monastrerio fue fundador por órdenes del Duque de Cantabria, vasallo de los reyes visigodos de Hispania, con sede de corte en Toledo, pasando luego, entre los siglos VIII y X , con su pertenencia al Reino de Pamplona y Navarra hasta mediados del siglo XI, momento cuando el lugar aparece en los primeros manuscritos que recogen (lexicalizada ya la estructura fónica Escalante) con el rango poblacional de villa de Escalante junto a la iglesia de Santa Cruz de Escalante (En los manuscritos se refieren, en un latín que presentaba ya rasgos romanizantes, como Villa de Scalante, constituyendo ya el resultado transformado de la voz Aizkaloande), con derecho a concejo o ayuntamiento propio y con jurisdicción sobre el territorio circundante, esto en jurisdicción del Reino de Castilla [Juan Abad Barrasús, El Monasterio de Santa María de Puerto (Santoña) 863-1210. Instituto Cultural de Cantabria, Centro de Estudios Montañeses, Diputación de Cantabria, Santander, 1985, pp.37-67]. 

La anterior explicación sobre el origen del topónimo resulta hasta ahora la más plausible, aunado al hecho que la villa de Escalate nunca tuvo murallas o fue amurallada, por tener la misma esa condición de villa. Se especifica esto por cuanto otras teorías plantean, como solución interpretativa, el origen del apellido Escalantea a partir de una asociación por simple homofonía y sin mayor explicación, de la voz Escalante con su origen etimológico en la acción o el verbo en participio activo antiguo de "escalar", sin profundizar más  en el origen como topónimo y que dio, por igual, origen al apellido.

Por sus recursos naturales de piedra para labra, Escalante y su jurisdicción municipal produjo selectos maestros de cantería que trabajaron en El Escorial o la Catedral de Santiago de Compostela, entre otros y, por igual, las piedras trabajadas en Escalante [Aizkaloande] eran llevadas a ciudades como Burgos, Santiago de Compostela o Bilbao. En la actualidad, sólo las canteras del monte Cornocio, en el municipio de Escalante, están en explotación. 

La primera referencia que se conoce del uso del término "Escalante" como apellido, se encuentra en un documento judicial fechado el 3 de abril de 1086 en la Villa de Escalante, cuando el merino de Trasmiera, Martín Citiz, se firmaba como "Martín Citiz de Escalante".

Muchos nacidos en Escalante emigraron a América como es el caso de Francisco de Castañedo, cantero, hijo de Antón de Castañedo y María Sarmiento, quien iba acompañando a Pedro Suárez Coronel, Gobernador y Capitán General de San Juan de Puerto Rico, a San Juan de Puerto Rico, en septiembre de 1593, según las relaciones de Pasajeros de Indias. 

De allí que, como era la costumbre, quienes salieron de esta pequeña villa en la comarca de la Trasmiera de Cantabria a otros lugares de la Península, de Europa y de América, junto al nombre y para recordar sus orígenes y lugar de donde provenían, adoptaran como primer apellido la palabra "Escalante". El caso más ejemplificante es el del franciscano Silvestre Vélez de Escalante, nacido en la Villa de Escalante (España) quien, en el s. XVI, exploró las tierras y desiertos de Utah, Colorado, Nuevo México y Arizona, en los actuales Estados Unidos dejando el topónimo Escalante en todos estos lugares. 

El primer Escalante que llegó al Táchira fue el soldado Francisco de Escalante, nacido en la villa de Escalante (En jurisdicción de la Hermandad de las cuatro villas de la costa de la mar, actual comunidad autónoma de Cantabria) y quien optó por utilizar como apellido su lugar de nacimiento. Pasó a América en la segunda mitad del siglo XVI y formó parte de la expedición fundadora de la ciudad de La Grita (Estado Táchira) en abril de 1576, al mando del Capitán General y Gobernador, Francisco de Cáceres. Francisco de Escalante se casó con Nicolasa Sánchez de Castañeda (hija del capitán Luis Sánchez quien dio origen al apellido Sánchez en el Táchira) y fue regidor de la ciudad de La Grita y encomendero en el pueblo aborigen de Bailadores y ya, para 1595 era difunto. Tuvo un hijo del mismo nombre que heredó las encomiendas de su padre en La Grita y Bailadores. Falleció este segundo Francisco de Escalante para 1621 y las encomiendas fueron asumidas por su hijo del mismo nombre, Francisco de Escalante (el tercero) quien se casó con Mariana de las Angustias Zambrano. Fallece este Francisco de Escalante, el tercero,  el 10 de octubre de 1655 y le sucede un cuarto Francisco de Escalante, casado con María Zambrano (fallece el 8 de enero de 1722, en La Grita), quien asume las encomiendas de los Iriguacas de las Lagunillas en La Grita y de los Barbudos en Bailadores. Este Francisco de Escalante, fallece el 2 de noviembre de 1723  tuvo un hijo que nombró igual, Francisco de Escalante (el quinto)  quien se casó con Juana María de Ontiveros y allí entronca el actual apellido Escalante de estirpe tachirense. 

El primer Francisco de Escalante, en 1576, tuvo tierras en el páramo de Pueblo Hondo y San Telmo conocidas como «El Montecillo de Escalante» lugar donde nace o tiene sus cabeceras el río que con el tiempo recibió el nombre de «río Escalante», porque provenía del monte de Escalante. Asimismo, es la persona que da origen del apellido Escalante tachirense que se arraigó con más fuerza en la ciudad de La Grita y su antigua jurisdicción que incluía los pueblos de San Antonio de Pregonero, San Pedro de Seboruco y San Bartolomé del Cobre.

Nota final: es de justicia expresar gratitud y agradecimiento a la Sociedad Genealógica de Utah quien, en una paciente labor entre los años 1993 y 1995, realizó un proyecto de digitalización de los libros más antiguos de los archivos parroquiales eclesiásticos tachirenses, desde 1601 hasta 1950, y algunos de los registros civiles, dejando una copia de los microfilms en el Archivo de la Curia de la Diócesis de San Cristóbal.

Este proyecto, además de guardar la identidad y preservarla del tiempo que todo lo destruye, permite prolongar la memoria de nuestro pasado y conocer y difundir los nombres y apellidos de las generaciones que nos antecedieron. De no haberse hecho, la indiferencia cultural de las generaciones presentes, la desidia o la polilla la hubiesen borrado, la hubiesen desaparecido para siempre.



Samir A. Sánchez
El Remanso de Santiago, San Cristóbal, 14 de julio de 2012


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Bibliografía para las familias fundadoras de los siglos XVI y XVII, en:


"Elementos historiales del San Cristobal colonial: el proceso formativo", por Lucas Guillermo Castillo Lara. Academia Nacional de la Historia. Caracas, 1987.

"Fundadores, primeros moradores y familias coloniales de Mérida (1558-1810)", tomo II y III, por Roberto Picón-Parra. Academia Nacional de la Historia, Caracas, 1988. 

"Vieja gente del Tachira: (crónica genealógica de los apellidos González, Cárdenas, Ramírez, Araque y de otras familias fundadoras", por César González. Biblioteca de Autores y Temas Tachrenses, No. 134. Caracas, 1997.

Prueba de ADN personal con MyHeritage (2023).

Consulta de los libros sacramentales de las parroquias eclesiásticas tachirenses desde el siglo XVII hasta el siglo XX en Family Search (2012).





Ciudad del Espíritu Santo de La Grita, a los pies de la serranía del páramo del Batallón, "el Techo del Táchira" (Foto: Ing. Juan Alberto Sánchez García).




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