La sencillez de la tradición. Trajes típicos tachirenses en el legendario y ya desaparecido Mercado Cubierto de San Cristóbal, fundado en 1874. Los mercados en las plazas y lugares techados o cubiertos, fueron el lugar de resguardo, conservación y resistencia cultural tachirense, donde, según los especialistas, se preservaron las expresiones del patrimonio material e inmaterial, contribuyendo a la protección de la tradición oral, de vestuario y de la herencia alimentaria. Foto: Imágenes viejas del Táchira. Panorámica de uno de los cuatro patios en los cuales se dividía el espacio interior del edificio del mercado. La imagen data de alrededor de 1905. (Reproducción con fines educativos).
Una muy lograda coreografía y representación contemporánea del traje típico tachirense, en damas. Un grupo dancístico hace el baile que escenifica la antigua tradición familiar tachirense de la quebrada del chorote, fiesta y acto simbólico que hacía el padre de familia al finalizar el período de la dieta o los cuarenta días después de un parto (puerperio) de su esposa. La música de acompañamiento es el bambuco titulado "El Chorote", obra del maestro Apolinar Cantor (Táriba, Estado Táchira, 1909 - Maturín, Estado Monagas, 1976). Foto: NotiTáchira, 13 de marzo de 2024. Reproducción con fines didácticos.
Presentación
Este trabajo es un homenaje de gratitud y reconocimiento a los bizarros hombres y mujeres de los valles, colinas, montañas y páramos del Táchira.
Desde ese idílico y tradicional entorno rural, en un quehacer callado y anónimo, aferrados a la tierra y a su trabajo arduo, se convirtieron en los guardianes del legado cultural y tradicional tachirense.
Sus vestimentas pasaron a simbolizar unos valores que estaban a punto de perderse y su modo de vestir se convirtió en modelo de lo que, hoy en día, es el vestuario tradicional y representativo de las entrañables tierras del Táchira, único y eterno.
Samir A. Sánchez, 2012
Orígenes
El traje típico, como indumentaria de diario o de fiesta de nuestra parentela mayor, expresaba la identidad cultural del territorio tachirense. Se puede decir que sus características se conformaron y afianzaron a fines del siglo XVIII e inicios del XIX, y permaneció con pocas variaciones hasta inicios del siglo XX.
Una primera descripción detallada del mismo –ubicada hasta la fecha- fue la realizada por el Dr. Juvenal Anzola en su visita a San Cristóbal, en octubre de 1912.
Refería el Dr. Anzola que:
«Los trajes de visita y de paseo, los mismos de París y de Caracas en San Cristóbal y demás poblaciones, en la gente con mayor poder adquisitivo. La gente de los campos, viene al poblado con traje corriente de casimir o de dril, camisa blanca, botines y sombrero de terciopelo, y su ruana de paño que recogen por delante y echan al hombro izquierdo: si no calza botines sino alpargatas, la ruana denominada entonces chamarreta, la lleva doblada sobre el hombro izquierdo: las mujeres del pueblo visten de falda negra o de color, blusa ceñida al talle, sombrero de jipijapa pequeño, y un zapato de tela, corte-bajo sin tacón […]» (Anzola, Juvenal, De Caracas a San Cristóbal, Biblioteca de Autores y Temas Tachirenses, Nº 79, Caracas, 1981, p. 214).
Años después, entre 1955 y 1956, ataviados con sus trajes típicos y bailando en cuadrilla una música de gran tradición en celebraciones como la denominada “Quebrada del chorote” (fiesta que se hacía cuando una parturienta cumplía el puerperio y se quebraba, con algarabía de familiares y vecinos, la vasija de barro cocido –chorote- donde se había preparado el chocolate caliente que bebió diariamente en ese tiempo), diferentes comunidades locales esparcidas por la geografía del Estado Táchira permitieron a los investigadores Isabel Aretz y Luis Felipe Ramón y Rivera (Ramón y Rivera. L. F. y Aretz, Isabel, Folklore Tachirense, Biblioteca de Autores y Temas Tachirenses, Nº 37. tomo II, Caracas, 1963, p. 238 y ss) dejar registrado y documentado esos trajes, así como el folklore material o ergológico de los recios y austeros hombres y mujeres de las montañas de los Andes tachirenses.
Los trajes referidos fueron testimonio visual de una etapa de nuestra evolución como amalgama y crisol de culturas que se inició en el siglo XVI y desapareció poco después de 1956, marcando la impronta y el carácter del ser tachirense.
Si bien en la actualidad, dicha indumentaria debería constituir una de las más valiosas señas de identidad del Táchira, fue olvidada y relegada por una sociedad globalizada y masificada que valora más aquello que viene de afuera que lo propio, y con el sentido de “lo propio”, quiero identificar todo aquello, ya muy poco en lo cultural, que queda de lo esencial y exclusivamente tachirense.
O, parafraseando el estilo poético llano del gran Aquiles Nazoa, bien podemos decir: “El Táchira perdió su tradición, y para muestra un botón, al mute le dice mondongo y a la panela papelón”.
No obstante, hemos visto, sólos y aislados, en los campos de las altas montañas, contados casos de personas mayores que permanecen a contracorriente de los cambios producidos por los tiempos modernos y portan, aún con orgullo, estos sencillos trajes y sombreros de identidad.
Descripción... para quien esté interesado
Al plasmar las siguientes descripciones, de lo que fue el traje típico tachirense, quiera Dios que la voluntad de alguna o algún avezado dibujante los quiera llevar como testimonio en trazos de dibujo y color al papel, para que los mismos se difundan y sirvan como ejemplo y testimonio para la formación cultural y educativa de las nuevas generaciones de tachirenses.
Características del traje típico tachirense, en lo que respecta a la mujer
Estaba conformado por las siguientes prendas: una larga y amplia falda o fustán, cotilla, saquito, merino o pañolón y sombrero. Cada una de estas prendas típicas quedó descrita como (a) Falda larga y amplia que llega casi hasta el suelo, conocida como fustán. Estaba hecha con dos paños unidos y enteros de color negro, uno para la parte de adelante y otro para la parte de atrás. Entre los paños van incrustadas tres cuchillas o varillas metálicas (conocidas también como ballenas, godets en inglés), que dan más vuelo y amplitud a la falda, remarcando las caderas. El borde inferior de la falda va cosido una serpentina de colores amarilla, verde y roja, que es una larga tira a manera de faralaes, pero en lugar de frunces lleva sobrepuesto tachones que coinciden uno por cada costura de las cuchillas. El fustán va atado a la cintura con un cordón que pasa por un doblez hecho en la tela, llamado vainicas; (b) La cotilla es una especie de chaleco, sin mangas, que se cierra por delante con botones y está confeccionado de la misma tela del saquito; (c) El saquito –conocido en otras partes como jubón o juboncillo- es una prenda de color blanco que se coloca sobre la cotilla y es cerrado por delante. Tiene un faralao desde la cintura que cae sobre la falda unos cuatro dedos. De los hombros sale una especie de cuello llamado capita, el cual va contorneado por una pasa cinta. La capita está cortada en forma de campana que terminaba con un volado plisado y poseía un breve cuello levantado; (d) El merino, mantón o pañolón, era una especie de capa negra con flecos que se dejaba caer desde la cabeza. En las regiones de la montaña alta, las mujeres utilizaban el merino o pañolón negro cerrado debajo del mentón para resguardarse del frío; (c) El sombrero completaba el atuendo y se colocaba sobre la parte del merino o pañolón que cubría la cabeza. Era pequeño, podía ser de fieltro o de caña brava, tejido en crinejas y cosido a mano, parecía una especie de sombrero pajilla, con ala recta y se adornaba con una cinta, negra, marrón o amarilla. Las mujeres acostumbraban a llevar el cabello largo, tejido en dos crinejas recogidas sobre la nuca.
Como calzado, empleaban tanto las alpargatas, cerradas, con capelladas tejidas con hilos de algodón, negras o de variados colores con anchas rayas horizontales, y por base una suela de cuero, como el calzado de dril negro o azul llamado breca o chinela, especie de zapato hecho de tela con planta de suela de cuero.
Características del traje típico tachirense, en lo que respecta al hombre
El traje en lo que respecta a los hombres tachirenses, estaba conformado a su vez por las siguientes prendas típicas: un pantalón, una camisa, una bayeta o ruana y un sombrero. (a) El pantalón era oscuro, de lana o casimir, sujeto con una ancha faja de cuero trabajado o claveteado en plata, llamada "chaparra" (de chapa, por estar guarnecida con chapas) en el occidente del Táchira o “chácara” (la cual presentaba compartimiento denominado garniel para cargar las morocotas de oro y los fuertes o antiguas monedas de 5 bolívares de plata, así como la cajeta elaborada de asta o cuerno de toro, donde se guardaba el chimó, conocido en el Táchira, hasta fines del siglo XVIII como ambir) ["chácara" es una palabra del castellano americano de la segunda mitad del siglo XVI. Proviene de la voz quechua 'chácara' que significa 'campo sembrado'. Esta palabra pasó al lenguaje coloquial tachirense como analogía entre la forma de un campo cultivado y el aspecto que presentaba el cinturón de cuero con chapas en plata y otro metal], la voz "chácara" se empleaba con mayor frecuencia en el oriente del estado.
El pantalón se ajustaba a la cintura con un cordel sencillo atado al cinto y del cual pendía un machete con su vaina de cuero trabajado. Por lo general, la bota del pantalón se doblaba o recogía hasta el tobillo o hasta media pantorrilla para evitar el lodo de los caminos de los páramos y montañas; (b) La camisa era de color blanco, de pechera alforceada y puños duros; (c) La balleta o ruana, era una especie de cobija o chamarra de lana, de doble faz, azul y roja, que protegía de las inclemencias del tiempo y las borrascas de los páramos y cumbres que atravesaban los caminos tachirenses; (d) El sombrero era sencillo, de fieltro o de cogollo. De calzado utilizaban las alpargatas, abiertas, tejidas.
Nota: el pollero, talego o saco abierto por el centro y cerrado por los extremos (versión tachirense de las alforjas castellanas), que los hombres por lo común llevaban terciada (sobre un hombro) y que servía para cargar el "avío" (comida para el camino) o alguna mercancía menor o cosas de tener a mano, no forma parte de la vestimenta típica por no ser un accesorio de vestir o cubrir sino de transporte o carga.
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