viernes, 5 de octubre de 2012

El color del tiempo en Ciro Romero: Un Ommeganck marabino en Lobatera, a principios del siglo XX | An intime look at the live of Ciro Romero, A Marabin Ommeganck in Lobatera at early 20th century.










Pinturas decorativas (en mural) de Ciro Romero, casa de la Sucesión Rojas, Lobatera (Foto: Samir Sánchez, 2010)



Ciro Romero: un pintor que siguió el rumbo de tantos pintores viejos

Don Ciro Romero fue un artista plástico zuliano de quien no se conserva información documental precisa. Según las fuentes orales recopiladas[1], era un escultor por moldeado y pintor costumbrista, nacido en la ciudad de Maracaibo (Estado Zulia, Venezuela) a fines del siglo XIX. 

Partiendo de una observación general de la técnica empleada en su pintura, de estilo propiamente académico, no se descarta que Ciro Romero hubiese realizado estudios en la Escuela de Dibujo Natural del Estado Zulia, fundada en Maracaibo en 1882. 

Se desconocen los motivos de su llegada al Estado Táchira. Sólo se tiene la noticia que arribó a Lobatera, con unos comerciantes, a principios del pasado siglo, por una temporada de ferias y fiestas –las cuales se realizan en el mes de septiembre- y no retornó más a su Maracaibo natal.

Por ello, la importancia de Romero en la historia del arte pictórico y escultórico tachirense -y en especial en Lobatera- resulta evidente cuando se documenta y valora lo realizado y lo que queda de su producción pictórica y escultórica, desarrollada a todo lo largo de la década de los años 20 del pasado siglo.

Referían las personas mayores que le conocieron[7], que era un hombre de vida bohemia, solitario y sin aferro a bienes materiales. Poseía una única muda y cuando la suciedad de la misma era más que evidente, se retiraba a una de las quebradas del pueblo, lavaba esa ropa y desnudo, sentado sobre alguna piedra, esperaba a que la resolana del valle, la secara para volverla a utilizar.

Sin residencia fija, pernoctaba donde le dieran posada o estuviese realizando un trabajo específico. Si bien era adicto al consumo de bebidas alcohólicas, recuerdan los mayores que era en estado de ebriedad cuando producía sus mejores trabajos.

De expresiones o frases de Don Ciro Romero, sólo se conservó en la memoria y luego fue transmitida a las generaciones siguientes, una expresión que repetía con constancia: “Por qué Dios no hizo los ríos aguardiente y las piedras cema (aféresis de acema, pan típico del Táchira)”.

Asimismo, aun cuando estuviera ebrio, refieren que nunca perdió la educación ni la compostura o hiciera uso de un vocabulario soez. No se cuenta con datos sobre sus últimos días ni la causa de su fallecimiento, sólo que enfermo de gravedad, fue trasladado a la ciudad de San Cristóbal, falleciendo en el antiguo Hospital Vargas, aproximadamente entre 1937 y 1938



Único testimonio documental, que se ha encontrado hasta la fecha, que verifica la tradicion oral sobre la existencia de Ciro Romero en Lobatera. Periódico La Orbita, Lobatera, 5 de diciembre de 1925. En la página de publicidad comercial, el maestro Ciro Romero ofertaba su trabajo y arte. Archivo familiar de Doña María Lozada de Mora (1892-1993). Cortesía del Abogado Wilmer Rey Lozada, 2020.



Fuera de Lobatera, sólo se conoce que trabajó por corto tiempo en la ornamentación de la iglesia parroquial de Santa Ana, en la población de Santa Ana del Táchira, donde pintó varios frescos que aún se conservan, entre ellos el denominado "La Sagrada Familia de Nazaret" que se encuentra en la pared  sobre el arco toral o diafragma de la iglesia. 

Se observa en este fresco el estilo personal del autor en cuanto a la posición de los personajes principales, la representación de la vegetación y el cielo, por cuanto son idénticos, estos aspectos, a los frescos que se conservan en Lobatera, tendiendo siempre a realizar una composición en atardeceres, de acentuada amarillez. Un matiz pictórico desarrollado en el siglo XVIII por el pintor paisajista belga Balthasar Paul Ommeganck (1755-1826).

Sobre el tema, resulta imposible precisar el motivo de haber seleccionado los atardeceres como fondo principal en sus escenas. Bien pudo haber sido el reflejo de un sentimiento de escape hacia esos paisajes a partir de una honda melancolía, la cual brotaba y se daba a conocer solo en su continuo interior, y que le pudo acompañar toda su vida. O bien, por una lumínica réplica inspirada en el rapsoda griego que recita al divino Homero, al relatar el paso del atardecer hacia la noche cuando "aparecen los radiantes luceros en torno de la fulgente luna, y se descubren los promontorios, cimas y valles, porque en el cielo se ha abierto la vasta región etérea, se ven todos los astros, y al pastor se le alegra el corazón" (La Ilíada, 8, 554-559). Así, esta parte de la obra de Ciro Romero quedará como toda una metáfora que no conoceremos. 

En un mismo sentido, el uso de representaciones de arquitectura falsa, trampantojos o trompe-l'oeil [marcos, zócalos, ventanales y óculos entre otras, en la casa de la sucesión Rojas, donde al parecer y por observación simple, siguió las antiguas técnicas de preparación de la superficie de las paredes para la pintura, aplicando primero un enfoscado y luego un revoco, ambos a partir de una mezcla de cal y arena en diferentes proporciones] para generar en el espectador una sensación de espacialidad y monumentalidad. 

Esto, junto al color de los atardeceres y de los campos, hacen que para un observador acucioso, el trabajo de Ciro Romero evoque los frescos renacentistas -en especial los del Veronés y los de Tiepolo- que se encuentran en la Villa Barbaro o la Villa di Maser, en Maser, Treviso, Italia. Un todo casa-palacio, artístico, que fue diseño arquitectónico del gran Andrea Palladio.  




Fresco de Ciro Romero denominado "La Sagrada Familia de Nazaret" en la pared que se levanta sobre el arco toral o diafragma de la iglesia de Santa Ana, en la población de Santa Ana del Táchira (Foto: Yosel M. Molina M., 2011. Reproducción con fines didácticos).



Detalle del fresco de Ciro Romero denominado "La Sagrada Familia de Nazaret" en la pared que se levanta sobre el arco toral o diafragma de la iglesia de Santa Ana, en la población de Santa Ana del Táchira (Foto: Yosel M. Molina M., 2011. Reproducción con fines didácticos).



Detalle del fresco de Ciro Romero denominado "La Sagrada Familia de Nazaret" en la pared que se levanta sobre el arco toral o diafragma de la iglesia de Santa Ana, en la población de Santa Ana del Táchira. En el paisaje del plano de fondo se observa la impronta de Ciro Romero.  (Foto: José Antonio Pulido Zambrano, 2024. Reproducción con fines didácticos).







Detalle del fresco de Ciro Romero denominado Confessio Petri  o "La confesión de San Pedro y entrega de las llaves". Pintura inspirada en el pasaje de los evangelios que refiere cuando Jesús le dice a San Pedro: "Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos [...]". En el paisaje del plano de fondo se observa la impronta de Ciro Romero. Se enuentra en la bóveda de cañón de la nave central de la iglesia de Santa Ana, en la población de Santa Ana del Táchira (Foto: Yosel M. Molina M., 2011. Reproducción con fines didácticos).



Hasta no hallarse evidencias documentales o epigráficas sobre su posible lugar de enterramiento, no es descartable la hipótesis que su cuerpo haya terminado, como objeto de estudio por parte de la ciencia, en la sala de estudios anatómicos de la Universidad de Los Andes, en Mérida, como era costumbre en esa época, hacer con los cadáveres que no eran reclamados por familiares o amigos.






Pinceles y colores bajo el sol de Lobatera

De la obra de Don Ciro Romero, separando la parte escultórica que se encuentra en el Cementerio Municipal de Lobatera donde destaca el túmulo de los “Ángeles orantes” y otros en los cuales se puede percibir su impronta, se ha podido catalogar lo siguiente:

a.    Decoración de la antigua Iglesia de Lobatera donde, con un fino pincel, al óleo[2], recubrió las paredes y columnas con listones y motivos florales así como con elementos tomados de la más rica simbología cristiana de los sacramentos. Asimismo, construyó la mesa central del altar mayor y en la pared sobre el arco toral o diafragma del templo, pintó un fresco, al natural, una custodia rodeada de ángeles orantes, denominado "La Adoración del Santísimo Sacramento"[3] (obras desaparecidas). 

Resultó coincidente que algunos de estos elementos como el cisne con el pecho herido, el ciervo que bebe de la fuente y las especies eucarísticas (vino y uvas) fueron, luego de derruida la vieja iglesia, reproducidas en los vitrales (de la Casa Velasco de Cali) de la nueva iglesia .



Interior de la iglesia parroquial de Lobatera, en marzo de 1925. Toda la decoración fue realizada por Ciro Romero, entre 1920 y 1923. Sobre el arco toral o perpiaño se puede observar la parte inferior del fresco titulado "Adoración al Santísimo Sacramento". Esta iglesia fue derribada y remodelada entre 1949 y 1967, desapareciendo con ella toda la obra artística de Ciro Romero, que contenía (Foto: Carlos Alviárez Sarmiento, Lobatera, 2018).






Esta imagen, de una misa de exequias en la Iglesia parroquial de Lobatera en enero de 1959, permite observar el último fresco que quedaba de las pinturas de Ciro Romero y que decoraban el templo. Junto a la columna, en la parte superior del muro con friso, la pintura de una cornisa o ribete con formas de roleos vegetales y más abajo un definido y moldurado jarrón o vaso ornamental neoclásico con roleos vegetalaes ornamentales a sus lados (Foto: Darío Hurtado, 2023). 

b.    En el exterior de una de las paredes de la antigua Casa Cural (junto a la actual entrada de estacionamiento, por la calle 6 o Bermúdez) pintó un mural[4], de tamaño natural, con la imagen del Padre Pedro María Morales (1875-1925) junto al caballo blanco que le servía de transporte en sus misiones por las aldeas, todo en un fondo con elementos del paisaje lobaterense. Asimismo,  al otro lado del corcel, pintó a un viejito de nombre Miguel y natural de Ocaña (Colombia), el ayudante del Padre, y quien por muchos años fue el encargado del cuidado del referido caballo (obra desaparecida).
c.    Murales o frescos (en parte ya perdidos o deteriorados, si bien el actual responsable de la casa, el Sr. Julio Ramírez, se ha esforzado por conservar lo que resta de la totalidad de la obra) que adornan las paredes de la casa de habitación propiedad de la Sucesión Rojas (antigua Bodega de Don José Rojas frente al Parque Bolívar). Paradójicamente, esta es una vieja casa, en vías de desaparecer, con un glorioso pasado; entrar allí es un privilegio. Las obras que Ciro Romero pintó aquí, se caracterizan por escenas propias de la tendencia pictórica del naturalismo, de claridad formal clásica y decimonónica, atmósfera propia creada con efectos de luz, suaves paisajes, rediles, detallados bodegones, remansos y personajes realizados según la técnica del repoussoir[5] limitados por cuadraturas conformadas por volumétricos y moldurados marcos arquitectónicos de inspiración renacentistas, que reproducen medallones y cuadros, generando a su vez un efecto de ampliación de los límites espaciales de los frescos (obra en estado de conservación entre regular y bueno).  Estas obras, como patrimonio pictórico y arquitectónico, son Bien de Interés Cultural de la Nación incorporado al Catálogo del Patrimonio Cultural de Venezuela 2004-2010/TA 17-18/p. 31, según Resolución N° 003-2005, del Instituto del Patrimonio Cultural, publicado en la Gaceta Oficial N° 38.234 de fecha 20 de febrero de 2005
d.    Fuente o pila de agua con estatua de un niño (conocido como El párvulo de la fuente) en el patio central de la casa de la sucesión Rojas (obra en estado de conservación entre regular y bueno).
e.    Réplica de la gruta de Massebielle (Lourdes-Francia), lugar de la aparición de Nuestra Señora de Lourdes, en la capilla del Humilladero[6]. La misma fue recortada en su remate cuando se reconstruyó la capilla en 1965 y recubierta recientemente con una capa de pintura industrial que hizo perder la naturalidad de la roca y el juego de volúmenes por el contraste cromático dado por el artífice (obra en estado de conservación bueno).


    Réplica de la gruta de Massebielle (Lourdes-Francia), lugar de la aparición de Nuestra Señora de Lourdes, en la capilla del Humilladero, Lobatera. Obra de Ciro Romero modelada en piedra natural unida por argamaza y mezcla real. En la remodelación de la capilla (en 1965) fue recortada y se perdió la cumbrera de la misma o las piedras de remate (Foto: Ingeniero Kevin Vásquez, 2008. Reproducción con fines didácticos).



Basamento de piedra, a manera de zapata, para el apoyo o descanso de una de las antiguas columnas o pilastras de madera de la Capilla del Humilladero, tallada en 1876, luego de la reconstrucción de la capilla derribada por el terremoto de Cúcuta, de 1875. La misma, posterior a las reformas arquitectónicas de 1965, fue conservada en la casa de Doña María Lozada de Mora (1892-1993) y ahora en la casa de su sobrino-nieto Abogado Wilmer Antonio Rey Lozada (Foto: Wilmer A. Rey, 2021). 


f.     En la antigua sala de visitas de la casona donde viviera Doña María Lozada de Mora (1892-1993), junto a la Capilla del Humilladero, una hornacina ornamentada  en su exterior con elementos neogóticos, realizada en 1924.  Cuenta en su peana con la figura de un detallado y policromado serafín de rostro expresivo y suave modelado que denota una depuración en su técnica por moldeado, si se compara con la realizada en 1920 en el grupo escultórico funerario de los “’Ángeles orantes”. Esta obra fue restaruada por estudiantes de la cátedra de Historia del Arte de la Universidad Católica del Táchira, en junio de 2012, y reubicada en la pared de fondo del Bautisterio de la Capilla del Humilladero (Figuras 1, 2 y 3).



    
Hornacina neogótica de Ntra. Sra. del Rosario de Pompeya, con marco tipo tabernáculo, en su nueva ubicación, en la pared de cerramiento de fondo del Bautisterio de la Capilla del Humilladero, en Lobatera. Obra de Ciro Romero, en 1924. Restaurada a su estado y color original por un equipo de estudiantes de la asignatura Historia del arte de la Universidad Católica del Táchira, conformado por Lucía Acosta, Daliana García, Mariem Porras y Juan Delgado, del curso 2011-2012 y orientados por el profesor Samir A. Sánez (Foto: Darío Hurtado, 2012).






     
Proceso de saparación de la estructura de la hornacina de su lugar original, en la pared de bahareque de la casa que fuera de Doña María Lozada de Mora, Lobatera, 25 de julio de 2011 (Foto: Javier Parra, 2011). 



    
Hornacina neogótica de Ntra. Sra. del Rosario de Pompeya, con marco tipo tabernáculo, en su lugar original, en la que fuera la sala de la casa de habitación de Doña María Lozada de Mora (1892-1993) en Lobatera. La casa, construida en 1876,  desapareció en el 2012. La hornacina es obra de Ciro Romero, en 1924. (Foto: Samir Sánchez, 2010) 






    Fachada de la Iglesia parroquial, Plaza Bolívar y fachada de la casa-almacén de Don Zenón Pacheco (actual casa de la Sucesión Rojas). Foto: Álbum del Táchira, 1930. 


   Fachada de  la casa-almacén de Don Zenón Pacheco (actual casa de la Sucesión Rojas), Diciembre de 1930 (Foto: Museo del Táchira-San Cristóbal, sala de la República, exposición permanente, reproducción con fines didáctivco).


Obra pictórica mural decorativa de interior (probablemente en la técnica del temple), por Ciro Romero en la casa de la sucesión Rojas (Calle 5 o Miranda, Lobatera, Estado Táchira, Venezuela).



Estado de las pinturas murales para febrero de 1992. La pintura del prado, riachuelo y ganado de la pared de fondo, ya desapareció. (Foto: Nelson Garrido, 1992)



Serie fotográfica (Samir Sánchez, 2010):

   La casa de la actual sucesión "Rojas", fue construida entre 1917 y 1918 como casa de habitación y almacén comercial de Don Zenón Pacheco Rosales (padre de la recordada Prof. Cora María Pacheco Ramírez de Rosales). Siguiendo una costumbre ornamental iniciada a fines del siglo XVIII e inicios del XIX en las casonas coloniales, Don Zenón Pacheco encargó frescos  para las paredes de su nueva casa. Las pinturas decorativas se realizaron en los muros del zaguán de entrada (ya desaparecidas) y de los pasillos interiores. 

  La pinturas fueron encargadas en 1919 por Don Zenón Pacheco para recibir a su esposa Flor de María Ramírez Becerra, el 16 de octubre de 1919, día de su boda. En 1940, la casa fue adquirida por Don José Rojas, quien se había casado con Doña Virginia Vivas Vivas, el 29 de noviembre de 1919. Actualmente es propiedad de sus sucesores.
   
      
   En cuanto al aspecto arquitectónico, los muros del primer nivel, que sirven de soporte a las pinturas, son de piedra canteada de las quebradas que rodean al pueblo, mortero y argamasa. El segundo nivel de la casa con balconada, se levantó con la técnica del bahareque para disminuir el peso de la estructura.



Detalle de uno de los marcos de tipo tabernáculo o edícola renacentista
(Foto: Samir Sánchez, 2010)






Bodegón de frutas, flores y champán (o prosecco). Mediante la reproducción de los más pequeños detalles (ej. encajes del mantel), Ciro Romero logra en su obra un verismo inconfundible y de gran perfección. El carácter localista de la obra, queda reflejado en la reproducción de una granada y en las rosas conocidas como rosa de las nieves o rosa del Papa; fruta (como la granada) y flores que eran típicas en los patios centrales y solares de las antiguas casas de Lobatera.


Detalle de la botella de champán (o prosecco) con base de madera torneada y copa. Se aprecia el atento cuidado pictórico en los detalles, por parte de Ciro Romero. Así, del análisis de la grafía presente en las etiquetas, con presencia de palabras de origen italiano en las mismas, resulta probable que la botella modelo haya sido originalmente la de un prosecco (Foto: Samir Sánchez, 2010).

































Detalle de los rostros de leones que adornan el exterior de la pila de agua del patio central


El párvulo de la fuente. Estado de la escultura que corona la pila o fuente del patio central de la casa, elaborada según la técnica del modelado por Ciro Romero. Si bien perdió su policromía original, el modelo del traje infantil, de la segunda mitad del siglo XIX, es el conocido en la época como "Little Lord Fauntleroy" (El pequeño Lord) probablemente copiado de litografías de la novela infantil del mismo nombre, de la escritora británica Frances Hodgson Burnett, publicada en 1886  (Foto: Samir Sánchez, 2010)



Enmaderado a través de tablones y vigas con escaleras que sirven de acceso al segundo nivel de la casa de la Sucesión Rojas (Foto: Samir Sánchez, 2010)

Estado de parte del nivel superior o segunda planta de la casa de la Sucesión Rojas, captada desde la fuente, en el patio interior (Foto: Samir Sánchez, 2010).





Detalle del interior de los niveles de la casa. Uno de los extremos del superior, sostenido por una pilastras de mampostería de tipo romano-toscana con éntasis. El segundo nivel se levantó con la antigua técnica del bahareque, para disminuir el peso de la estructura la cual se construía sobre un área de elevado riesgo sísmico. 



Imagen captada en 1929, del pleno del Concejo Municipal del Distrito Lobatera, presidido por el Coronel Jesús María Mora (personaje central). El espacio donde se tomó la foto se corresponde con el mismo espacio de la imagen anterior. En un segundo plano, se pueden apreciar parte de la pilastra y parte de las pinturas realizadas por Ciro Romero (Foto: DIAZ BRANTES, Humberto, Álbum del Táchira, 1929).



Señor Julio Ramírez (fallecido el 13 de enero de 2014) y esposo de la Sra. Isabel Rojas. Fue el último vigía y guardián que habitó la antigua casona  de la Sucesión Rojas y cuidó por la conservación de sus murales, Lobatera (Foto: Samir Sánchez, 2010).



Alzado y fachada de la casa de la Sucesión Rojas, Lobatera (Foto: Darío Hurtado, 2012)


Bibliografía


DÍAZ BRANTES, Humberto, Àlbum del Táchira, 1930, "Distrito Lobatera", s/n.

SÁNCHEZ, Samir A., Mors memoriae o la Extinción de la memoria, el espíritu de una época. Fundación Fondo Editorial Simón Rodríguez, Lotería del Táchira, San Cristóbal, 2011.

Revista Destino Táchira, edición 9, año 4, San Cristóbal, abril 2011, p. 34.


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[1]        Observación in situ realizada en agosto de 1997 y confirmada por versiones orales de las lobaterenses Doña María Lozada vda. de Mora (1892-993) y de Doña Maximiana Sandoval vda. de Sánchez (1908-2004). Entrevistas realizadas en junio y agosto de 1985 en SÁNCHEZ E. Samir, Lobatera, tiempos históricos de una tierra de pioneros…, p. 262.
[2]        Libro de Inventarios, 1927, Archivo de la Iglesia parroquial de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá de Lobatera, Estado Táchira, p.10, “16. Estado del templo [omissis] pintura al óleo cuya decoración es general”.
[3]        Entrevista a la Srta. Delfina Sandoval Zambrano (1901-1992). Junio de 1985 en SÁNCHEZ E. Samir, Lobatera, tiempos históricos de una tierra de pioneros…, p. 262.
[4]        Entrevista a Doña Maximiana Sandoval vda. de Sánchez (1908-2004). Junio de 1985 en SÁNCHEZ E. Samir, Lobatera, tiempos históricos de una tierra de pioneros…, p. 262.
[5]        Técnica que fue empleada con asiduidad por las escuelas de arte francesas y que consisten en colocar personas u objetos en primer plano para que éstos creen a su vez una ilusión de profundidad espacial o introducir al observador en las escenas principales representadas detrás. Sobre esta técnica, consúltese al respecto, entre otros, a: STUKENBROCK, Christiane y TÖPPER, Bárbara, 1000 obras Maestras de la Pintura Europea del siglo XIII al XIX, Könemann, 2005, p. 1002.
[6]        Libro de Inventarios, 1927, Archivo de la Iglesia parroquial de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá de Lobatera, Estado Táchira, p. 21.
[7]        Recopilación de las tradiciones lobaterenses a través de entrevistas a Doña María Lozada vda. de Mora (1892-1993) y de Doña Maximiana Sandoval vda. de Sánchez (1908-2004). Entrevistas realizadas en junio y agosto de 1985 en SÁNCHEZ E. Samir, Lobatera, tiempos históricos de una tierra de pioneros…, p. 262. Asimismo, estas versiones han sido ratificadas en entrevista de fecha 10 de abril de 2010, por la Sra. Odila Medina, hija de Don Isaías Medina quien conoció a Don Ciro Romero.

martes, 25 de septiembre de 2012

Memoria de bronce: El Bolívar de Lobatera │ The Statue of General Simón Bolívar Liberator in Lobatera: A Welcome Gift

 



Foto: Darío Hurtado (2020)



Presentación

Cuando Marco Tulio Cicerón, orador, político y escritor romano comenzó a percibir los primeros síntomas de la decadencia del ideal del estado romano, exclamó: "Monumenta vetera volvere" – Hay que volver a los antiguos monumentos, hay que releerlos. No en vano, monumento y memoria han compartido a través del tiempo una misma raíz etimológica, la palabra latina moneo que significa “recordar”. A partir de este principio, y desde finales del siglo XIX y una parte considerable del XX, se dio el desarrollo de la escultura pública o estatuaria de carácter conmemorativo en Venezuela y en el Estado Táchira, si bien en este último la estatuaria conmemorativa pública comprende un campo de trabajo escasamente desarrollado o desconocido.


Por ello, los monumentos públicos existentes en las ciudades y pueblos del Táchira, heredados de las sociedades que nos precedieron, aun cuando puedan llegar a alcanzar el calificativo de obras de arte, no pasarán de ser sólo eso: una herencia residual de otras épocas cuya escasa valoración, en muchos de los casos, no trasciende más allá del atavismo
formal de las fechas patrias. Fuera de ellas, los monumentos de nuestras plazas solo son simples objetos ignorados, en muchos casos improvisados y por demás desconocidos entre
la complicada trama urbana y comercial de las ciudades y poblaciones tachirenses del siglo XXI. De allí que no se apliquen procedimientos metódicos definidos para su datación, análisis, evaluación de su estado actual, ubicación, relación con el entorno y conservación.


Así, con el objetivo de fomentar los estudios de la estatuaria de los monumentos conmemorativos que se encuentran en los espacios públicos del Estado Táchira, se expone como modelo la presente crónica-estudio. A través de ella se intenta dar respuesta a las interrogantes planteadas por cualquier ciudadano quien, también en un día cualquiera, se ubique frente a la estatua de El Libertador en la plaza Bolívar de la población de Lobatera, capital del municipio del mismo nombre, en el Estado Táchira, y se pueda preguntar:¿quién
hizo esa estatua?, ¿por qué?, ¿cuándo?, ¿para qué? o ¿desde cuándo está aquí?


Dando respuesta a cada una de las interrogantes planteadas, tendremos los elementos necesarios para valorar, en toda su dimensión, la estatuaria del patrimonio monumental escultórico que, desde octubre 1912, con la instalación del primer busto de El Libertador cívico en la plaza Bolívar de San Cristóbal, se inicia y protagoniza los espacios públicos de las plazas y parques del Táchira.



El trabajo, publicado por la Universidad de los Andes (Mérida) puede ser descargardo en formato PDF, aquí:



lunes, 24 de septiembre de 2012

El Torreón de Lobatera: guardián del territorio e imagen de poder│In times of cloak-and-sword.. Spanish Colonial Army Buildings in Lobatera, Táchira State (Venezuela)

 






“17. Torreón o trinchera antigua para recibir a los indios motilones”. Plano del Cantón de Lobatera, año de 1837 (Foto: Samir Sánchez, 2011).




Cuentan las antiguas crónicas que un anónimo pero diestro pintor trazó sobre un amplio papel figuras y formas que luego cubrió con vívidos colores. Así, en la sección central de dicho dibujo colocó cañones y diminutos íncolas, viandantes o soldados en el camino real que llevaba a San Juan de Lobatera (actual San Juan de Colón, Municipio Ayacucho), selvas de Guaramito y río Zulia. El dibujo era un plano cartográfico de la Municipalidad de Lobatera y su jurisdicción territorial que se hizo por petición expresa del Congreso Nacional de la República de Venezuela, como material de apoyo en las discusiones que adelantaba sobre tratados de límites internacionales.

El conjunto, identificado en el plano como “Torreón o trinchera antigua”, se ubicó en el espacio que actualmente ocupa el Cementerio Municipal de Lobatera, construido luego del terremoto de 1849, sobre las ruinas del torreón. Este es el origen que, a partir de 1850, ya recibiera la denominación de Cementerio del Torreón. Para los tachirenses del presente su desconocimiento ha dificultado la apreciación de su valor histórico y monumental, así como la importancia de su conservación.



Sólidos cimientos del Torreón en el Cementerio Municipal de Lobatera (Foto: Samir Sánchez, 2011).


Un torreón en la América española del siglo XVIII era un referente, a pequeña escala, de protección y del poder imperial de la Monarquía hispánica. Consistía en una construcción aislada, en mampostería, circular o cuadrangular, de reducidas dimensiones, pero fortificada y con batería, la cual servía para vigías o centinelas. Era propia de los sistemas defensivos de las fortificaciones militares de menor tamaño (como el fuerte aislado abaluartado, fortín o la batería), de fines del siglo XVIII, y actuaban como primeras defensas en lugares geográficos claves o poblaciones. Ejemplos de los mismos se pueden apreciar en la Isla de Margarita (fortines y baterías).

De la estructura del Torreón de Lobatera, de probable planta cuadrangular, sólo subsisten parte de los cimientos orientales. Los mismos representan a su vez el único vestigio, hasta ahora conocido, de una obra arquitectónica militar del período colonial conocida en el Estado Táchira. Este cimiento se mantiene en pie junto a la pared oriental del cementerio. Lo que quedaba de la obra, en estado de ruina para 1837, fue derribado en 1849 y sobre ese espacio se construyó el nuevo cementerio municipal que sustituiría al del Humilladero, cerrado con las víctimas del terremoto.

El anónimo dibujante del plano de 1837 detalló con precisión artística dos cañones de batir, con cureña de batalla y sin protección o mampara que, por la posición que tienen, uno apuntaba hacia la hondonada del río Lobaterita y otro hacia el horizonte del camino real. (Mapa del Cantón de Lobatera, elaborado en 1837. Este plano se encuentra en la Mapoteca de la Cancillería, Sección Fronteras, en la casa Amarilla, Caracas.



Vestigios de los cimientos del Torreón, con un ancho de una vara castellana (84 cm) en el Cementerio Municipal de Lobatera (Foto: Samir Sánchez, 2011).



Por documentos de la época, se conoce que el origen de este torreón es de o posterior a 1775. Este dato se encuentra en una testificación de agravios que hicieron los vecinos de Lobatera, señores Bernardino Escalante, Cristóbal Fernández de Mora y otros ante el pleno del Cabildo de la Villa de San Cristóbal, en cabildo abierto, el día viernes, 13 de enero de 1775, cuando refirieron los reiterados ataques de los motilones, que habitaban en las selvas al sur de la Laguna de Maracaibo, contra el pueblo de Lobatera y las haciendas de su jurisdicción, enfatizando que estos lugares “eran antemural de defensa de la Villa [de San Cristóbal]”.

El Cabildo acordó y dio una orden al Justicia Mayor y Regimiento de San Cristóbal para la inmediata construcción de “las defensas que para el bien común y de esta república fueren necesarias” para crear condiciones seguras y estables.

Asimismo, por la relación de los testimonios de los lobaterenses, se conoce que en sus incursiones los motilones les mataban sus animales y destrozaban huertas y sembradíos de caña de azúcar y cacao e impedían las labores agrícolas. Recordaban por igual, con especial horror, una agresión ocurrida en agosto de 1745, en el que habían atacado el propio poblado y habían robado de un todo en la casa y la hacienda de don José Pinedo de Villalobos (que se ubicaba en la actual aldea La Parada), y en 1760, en un nuevo ataque, habían asesinado en la playa grande del río en las inmediaciones de Lobatera a Ventura Guerrero (actual aldea La Cabrera). Del mismo modo, se habían experimentado muy serios perjuicios “al comercio por el río Zulia y con San Faustino en los asaltos que habían efectuado en las montañas de Lobatera en los años de 1762 y otro en 1767” (Datos en: "Testimonio de Cristóbal Fernández de Mora, Bernardino Escalante y otros vecinos de Lobatera". Villa de San Cristóbal, 13 de enero de 1775. Archivo General de la Nación, Bogotá. Caciques e indios. 62, doc. 19. 351v-352v.).




Plano del Cantón de Lobatera, año de 1837 (Foto: P. Herman González S.J., 1994)



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