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jueves, 27 de junio de 2024

El cacao tachirense extrafino variedad "Lobatera" : su resurgir como patrimonio de la tierra y su gente │ The Revival of the Tachiran 'Cacao' (cocoa) Heritage in Lobatera





Foto: Paulino Guerrero, Lobatera (2024)



Mazorcas o vainas de cacao de Lobatera. Las mazorcas verdes son cacao criollo ancestral variedad Lobatera extra fino y las ocre son de la Variedad mestiza o Cacao forastero. El tallo que se observa en la imagen se corresponde con el de una planta de cacao criollo Lobatera (Foto, y para mayor información: Ing. Breiner Chacón @breinersad2006).





Lámina y foto didáctica elaborada por el Ing. Breiner Chacón, para Proyecto Experiencia Arte, sobre el proceso de selección y germinación de las almendras del cacao criollo Lobatera, en su emprendimiento familiar, de generaciones (Foto, y para mayor información: @breinersad2006).




Este es uno de los dos tipos de la variedad de cacao Lobatera. La primera, es la variedad verde-cacao criollo ancentral y la segunda rojo u ocre (imégenes) cacao criollo moderno. Ambas tienen u excelente rendimiento en condiciones óptimas de suelo, riego y clima, de alrededor de unas 2 toneladas de almendras secas por hectárea y año, además que su calidad es la de un cacao extrafino. Su adaptabilidad en terrenos de altura puede alcanzar hasta un rango entre los 1.100 y 1.300 m.s.n.m. (Información técnica e imágenes, Ing. Breiner Chacón, 2025)


Tierra, aromas y sabores con historia...

Enclavadas entre las laderas noroccidentales de los Andes y las llanuras meridionales del Lago de Maracaibo del Estado Táchira, y reconocidas por su excepcional calidad, las plantaciones del noroeste tachirense producen granos de cacao criollo muy apreciados, aún cuando representan menos del 1% de la cosecha nacional. 


Según los hallazgos arqueológicos descubiertos por la Antropóloga Dra. Reina Durán en sus trabajos de prospección y de excavaciones (entre 1976 y 1992), la presencia del cacao en el Táchira, como fruto comestible y objeto de ofrendas rituales, se retrotrae hasta los tiempos pre-Hispánicos, con evidencias que datan alrededor del año 1000 a. C. No obstante, las técnicas de cultivo extensivo así como su procesamiento para chocolate fueron traídos por los españoles a lo largo de los siglos XVI y XVII. Y no solo las técnicas de cultivo, sino también una de las variedades de cacao más exclusivas que se encuentran en Venezuela, el cacao criollo. 


Esta historia de siembras, cosechas, aromas y sabores se inició cuando el Regidor del Cabildo de la Villa de San Cristóbal, el Capitán Rodrigo Sánchez de Parada, en 1634 (según documento de composición de tierras que se encuentran en el Archivo Histórico de la Gobernación y Provincia de Mérida (Mérida, Estado Mérida), compuso con el Rey Felipe IV, a través de su representante el Gobernador de la provincia, Don Juan Pacheco Maldonado, las tierras que se extienden desde el valle de Lobatera, pasando por el valle de La Chirirí (actual San Pedro del Río) hasta las vegas y márgenes de los ríos Grita y Guaramito (siempre siguiendo la margen izquierda del Río Lobaterita como tierras de su posesión), y estableció su hacienda de caña de azúcar y cacao en el lugar al que dio su nombre: La Parada (actual aldea La Parada, Municipio Lobaters), introduciendo las primeras semillas y plantaciones que, aunque en pequeñas cantidades y manteniendo el estilo artesanal, producen cacao hasta el día de hoy.


El "Cacao Lobatera", artesano en su elaboración, sin añadido de ingredientes artificiales y buscando mantener la continuidad de la originalidad del tradicional chocolate casero heredado del tiempo de los nonos (abuelos), fabricado "a brazo", sigue siendo un referente de chocolate de altísima calidad, y es ejemplo que presentamos como una forma de dar a conocer este valioso patrimonio tachirense. 


Por ello estos productores del "cacao paradero", Osman Labrador y Alix de Labrador, a través de las páginas de difusión de Proyecto Experiencia Arte y @tachiraheritage, les envían un ¡saludo chocolatero! 




Foto: Paulino Guerrero, Lobatera (2024)



© Proyecto Experiencia Arte │© Egitasmoa Espedientzia Artea │© Experience Art Project 2012-2024. 
Algunos derechos reservados. Los derechos de autor de las fotografías pertenecen a cada fotógrafo, grupo.

jueves, 7 de diciembre de 2023

Pensamiento y fuerza: Una meditación sobre los leones de Capacho y la tachirensidad│Thought and Strength: A Meditation on the Signs of the Tachiranness







Foto por Samir A. Sánchez (2010)




Foto por Samir A. Sánchez (2010)


«Leo, fortissimus bestiarum, ad nullius pavebit occursum». Liber Proverbiorum 30:30 - «El león, el más fuerte entre los animales, que no retrocede ante nada». Libro de los Proverbios 30:30.



En el s. XVIII el grupo escultórico que representaba a dos leones, uno en reposo y otro activo o al ataque, tenían el objetivo de simbolizar y manifestar los dos lados del poder del monarca o del Estado: el ejercicio de la autoridad en paz (en reposo) y el uso de la fuerza y control (de pie o activo).

Este fue el caso de los dos leones, ornamentales y a su vez simbólicos del poder, que ordenó Carlos III de Borbón colocar en el tramo final de la escalera principal interior del Palacio Real de Madrid. Estas esculturas fueron realizadas por los artistas Felipe de Castro y Robert Michel.

En el caso que exponemos aquí, por igual, no descartamos la probabilidad que el funcionario que ordenó adquirir estas esculturas ornamentales francesas decimonónicas o hierro fundido patinado en negro, por orden del Presidente de los Estados Unidos de Venezuela, Gral. Cipriano Castro, partiendo de querer simbolizar el poder del nuevo Estado y gobierno presidido por los tachirenses, por primera vez en la historia de la nación venezolana, se inclinara también por una representación más cercana a sus afectos y más cercana a su tierra natal: simbolizar a la historia de los dos Capachos, luego de la división del poblado original en 1875. Un león dirige su mirada hacia Capacho Nuevo, el otro mira hacia Capacho Viejo.

El nuevo representado con la fuerza, vigor e ímpetu de la juventud, en el león que, de pie, se muestra desafiante. El viejo, sentado, representado en la paciencia y serena tranquilidad que da la seguridad de la experiencia, aquella a la que sólo se llega con el pasar de los años.

En 1927, otras dos figuras de leones se colocarán en el coronamiento del Palacio Municipal de la ciudad de San Cristóbal que, en 1931, pasaría a ser el Capitolio del Estado Táchira, siendo identificado como: el Palacio de los Leones.

La paciencia que da el pensamiento y la fuerza

Ya en el siglo XIX se nos puso el mote de: «la leonera» por nuestra característica libertaria y guerrera. Luego, en algo más descriptivo, el ser tachirense se asoció con pensamiento y fuerza. Así lo dejó escrito en prosa metafórica y simbólica el Dr. Vicente Dávila (Capacho, 1874 – Caracas, 1949) en el acto de sepelio del jurista y magistrado Dr. José Abdón Vivas Sánchez (Lobatera, 1863 – Barcelona/España, 1918), al insertar la figura del león en la mentalidad política e intelectual de la época como representación del tachirense, desde la gesta de los ejércitos de la Revolución Liberal Restauradora (1899-1908). Idea que sería continuada en el período político conocido como de la Causa de la Rehabilitación Nacional (1908-1935):

«Un día, las águilas del pensamiento y los leones de la fuerza, abandonando sus cumbres y cavernas andinas, llegaron al pie del Ávila no en son de conquista, sino en pos de sus hermanos para unificar en el seno de la patria la familia venezolana […] ¡Hermano y compañero en la santa religión de una Causa, descansa en paz en la tierra de tus mayores! que si no son rosas del hogar tachirense las que cubren tus despojos, son rosas avileñas, sus hermanas, las que piadosamente te ofrendan tus amigos ¡Adiós!» (Oración fúnebre pronunciada por el Dr. Vicente Dávila en el sepelio del Dr. Abdón Vivas Sánchez, Cementerio General del Sur, Caracas, 20 de diciembre de 1917) [DÁVILA, Vicente, “Abdón Vivas” en Gente del Táchira, recopilación y selección de Anselmo Amado, Biblioteca de Autores y Temas Tachirenses, Nº 61, tomo II, p. 242].

Será el Dr. Antonio María Pérez Vivas (Psicología tachirense y desarrollo, Editorial Arte, 1966, p. 11), uno de los referentes clásicos del estudio de nuestra idiosincrasia como pueblo, quien concrete y defina esa característica:

«Vivimos en armonía con nuestros ideales, nuestro destino a la sombra del esfuerzo propio, nos respetamos mutuamente, buscamos que los demás nos respeten y, en consecuencia, perseguimos adueñarnos de nosotros mismos. No son guerreros de oficio los tachirenses, pero saben serlo cuando lo pauta su destino».

Es por todo ello que creemos que quien ordenó las esculturas para el Mercado de Capacho, sin buscarlo, logró y legó algo más, dejar en hierro fundido el símbolo representativo de la tachirensidad, desde 1907.

Nota: A la fecha 2025, datos aportados por personas preocupadas por el patrimonio tachirense, refieren que estas esculturas, al habérsele modificado la pátina origina que las protegía, con diversos repintes industriales, la misma se está desprendiendo y dejando expuesto el hierro original el cual está atravesando un proceso de corrosión acelerado que amenaza la integridad y permanencia de las esculturas.


Samir A. Sánchez (2012)
Fotos: Samir A. Sánchez (2010. Esculturas con el color y pátina original de 1907. 2023, tomada en el Museo del Louvre).





Ejemplo de obras escultóricas sobre leones, en la antigüedad clásica.  Escultura de un león pasante con orbe (del siglo I d. C. aproximadamente y copia romana de una obra griega más antigua) que se expone en el Museo del Louvre (París). Elaborada en basanita verde (león) y mármol amarillo (orbe). Perteneció a la colección de antigüedades de Villa Albani, casa del Cardenal Alessandro Albani (1692-1779) en Roma. Formaba parte de las esculturas antiguas del cardenal que conservaba en el salón de su villa, denominado 'Del rey bárbaro conquistado' (Foto: Samir A. Sánchez, 2023). 


© Proyecto Experiencia Arte│Experience Art Project 2012-2023. Algunos derechos reservados. Los derechos de autor de las fotografías pertenecen a cada fotógrafo, grupo o institución mencionada.


sábado, 27 de mayo de 2023

De Rerum Memoria: Nuestro paso por la Academia de Historia del Táchira │De Rerum Memoria or Footprints on the Road: My Memories of The Táchira State Academy of History

 



Como testimonio y memoria de nuestro paso como Secretario de la Academia de Historia del Táchira, un tejido de tarea honrosa y de muy sería responsabilidad, presentamos el Informe de Actividades de la Junta Directiva correspondiente al período 1998-2000. 


Con ello, marcamos el primer deber de estas líneas que es dejar constancia del privilegio que tuve de coincidir, en el tiempo, cuando la Academia se levantaba sobre los hombros de gigantes. De coincidir con extraordinarios maestros y personajes que colocaron los cimientos de los estudios históricos tachirenses y dejaron imperecedera huella. 


Ellos fueron, el Dr. Aurelio Ferrero Tamayo, Mons. Dr. Carlos Sánchez Espejo, Mons. Dr. Raúl Méndez Moncada, Don Rafael María Rosales, Don José García Rodríguez, Don Félix María Rivera, el Licenciado Nerio Leal Chacón, la Dra. Inés Cecilia Ferrero Kellerhoff, la Dra. Reina Mercedes Durán Lara o el Dr. José Joaquín Villamizar Molina, entre otros. 


En cuanto a lo resumido en este informe, los pormenores se encontraban en la "Historia Domus Academia" o historia de la casa académica. Esto es, en el gran Libro de Actas de la Academia, debidamente quirografiado o manuscrito, y sobre el cual  conocimos con posteroridad sobre su lamentable pérdida. 


Por ello, este informe resulta en una tesela testimonial de historia tachirense, y así se expresa el texto de presentación, que es el siguiente:


Academia de Historia del Táchira

Testis temporum et lux veritatis


…un pueblo tiene la eternidad de su memoria

 

Memoria de Actividades

1998-2000

 

Nos complace rendir el informe de labores de la Academia de Historia del Táchira en el período comprendido entre el 23 de mayo de 1998 y el 23 de mayo del 2000, en el que la corporación se reúne en pleno para dar posesión a la Junta Directiva para el período académico 2000-2002, elegida en sesión ordinaria del día 8 de marzo del presente año.


El período académico que hoy termina fue de fecundas realizaciones, vistas en su continuada y normal funcionalidad institucional. Se celebraron dieciocho sesiones ordinarias, una especial y tres solemnes, en las que se trataron los más diversos temas de historia del más vivo interés y de actualidad algunos, y se presentaron libros y otros trabajos de investigación que constituyen un valioso aporte a la cultura histórica regional y nacional. Asimismo se emitieron cinco acuerdos, un documento institucional, tres comunicados públicos y tres lecturas académicas.


En este sentido debemos destacar la labor de los Individuos de Número, quienes permanentemente viven dedicados a la investigación y al estudio de la historia del Táchira y de Venezuela, en lo político, cultural, artístico, científico, social, militar, eclesiástico y económico, a través de trabajos que periódicamente se van dando a conocer en las sesiones, en las publicaciones que logran los individuos de número, o bien en la cátedra universitaria y en conferencias y simposios.

 

De esta manera la Academia de Historia del Táchira mantiene el propósito de crear una conciencia histórica regional y nacional con base en la enseñanza de lo que ha sido el Táchira de ayer, de hoy y de siempre.

 

En la ciudad de San Cristóbal a los diez días del mes de mayo de dos mil.

 

 

 

    Ilust. Mons. Raúl Méndez Moncada                                                      Samir Abdalá Sánchez E.

Protonotario Apostólico de Su Santidad

                      Presidente                                                                                        Secretario

 



El texto completo del Informe se puede leer aquí:






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jueves, 18 de mayo de 2023

El gran terremoto de 1875: crónica y relatos del desastre en Lobatera │ The Great 1875 Earthquake. An account of the Lobatera Disaster






«Me huele a Lobatera»

El gran terremoto del 18 de mayo de 1875. Una crónica de lo vivido en esta población tachirense


A las 11 de la mañana, del 18 de mayo de 1875, día de San Juan I Papa, como apuntara el P. Gabriel Gómez en el libro de Gobierno de la Iglesia de Lobatera, un terremoto de gran magnitud destruye a esta población, sus alrededores y gran parte de los pueblos del Táchira y del Norte de Santander, en Colombia, dejando por igual en ruinas, a la ciudad de Cúcuta.


La primera imprenta que llegó a Lobatera (y la tercera en el Táchira), traída de Maracaibo por el Padre Gabriel Gómez en 1873, quedó inutilizada bajo los escombros de la casa cural.


Este terremoto había sido precedido por dos fuertes temblores de tierra a las 4 de la tarde del día 16 y las 5 y 30 de la mañana del día 17, y las réplicas se sucedieron hasta el día 19 de mayo.


Asimismo, se cuenta que en el camino que une a la Villa del Rosario de Cúcuta con San Antonio del Táchira, vivía un ciego llamado Dositeo López, quien algunos días antes del terremoto decía a su familia: "Me huele a Lobatera; si quieren salvarse duerman en el cocal". En ese cocal se refugió el ciego y allí se salvó. Había sido una de las víctimas del tremendo sismo que destruyó a Lobatera en el año 1849 (Cfr. García Herreros, A. Monografía de Cúcuta, Cúcuta, 1983, p. 37).


Luis Alberto Medina, otro hisoriador neogranadino, refiere que Dositeo López era oriundo de Lobatera y que había quedado ciego a raíz del terremoto. Asimismo que la frase completa que mencionó fue; “Me huele el aire a Lobatera” (Cfr. Medina, Luis Alberto y otros, Cita histórica, Cúcuta, 2001, p. 176-177).


Después del terremoto y las labores de salvamento, el Padre Gabriel Gómez inicia la construcción de la Iglesia parroquial la cual levantó con tres naves, la central de mayor altura que las laterales, una sola puerta principal y una torre de dos cuerpos abiertos y techo a cuatro aguas. Allí funcionó el campanario y se corresponde con la actual torre del reloj. La fachada de esta iglesia reproducía con gran similitud la fachada de la actual capilla del Humilladero pero sin los ventanales. En 1907, este frontis de la iglesia mayor es reformado por el Padre Pedro María Morales y se erige el actual junto con la construcción de las actuales torres, conservándose de la antigua edificación la base de la torre sur, desde 1913 torre del reloj.






En cuanto a pérdidas humanas por el fenómeno telúrico, y tal vez debido a la hora en que se desató, no causó un número considerable de víctimas, por cuanto en el Libro de Entierros de 1875 (pp. 33-34) sólo se registran las siguientes defunciones: “19 de mayo de 1875:párvulo Silvestre Mora (recibió los sacramentos); Juana Pérez Bonilla (no recibió los sacramentos); Tobías Rafael Medina (no recibió los sacramentos); adulto: Juana Cárdenas, casada con Miguel Mora (recibió los sacramentos)”. Estas personas fallecieron al día siguiente del terremoto y muy probablemente por las contusiones recibidas.


En el inventario de daños de la iglesia posterior al terremoto, se habla de dos imágenes de las Mercedes, una muy antigua que quedó destruida y una nueva a la cual sólo se le fracturó la nariz. Esta última (con retoques y nuevas capas de pintura así como modificada su peana original) es la imagen de Nuestra Señora de las Mercedes que se venera en Lobatera cuyo rostro sereno, es copia de la imagen original de la Virgen de las Mercedes que se venera en la ciudad de Barcelona (España).


Una crónica de un testigo presencial del terremoto en Lobatera refiere como: 

“Estaría pisando los once años y ya estaba trabajando en un barbecho en La Molina, era un zagaletón (andinismo por zagalón) arando con una yunta de bueyes cuando de pronto y sin motivo alguno los bueyes se echaron en tierra. Intenté ucharlos pero no se levantaban. Al poco rato un ruido muy fuerte que provenía de debajo de la tierra me hizo tambalear y caer, y quede tendido en el campo desde donde pude sentir el estremecer de la tierra y ver como las copas de los árboles se agachaban y tocaban el suelo de lado y lado y no me podía levantar. La tierra se abría en zanjas y se cerraba. Aun queda una zanja abierta por el terremoto cerca de Lobatera en Zaragoza. Después bajamos a Lobatera a saber de nuestra familia. Llegamos a nuestra casa, la casa del Higuerón detrás de la Iglesia y gracias a Dios sólo se vinieron al suelo los techos y no le pasó nada a mis tíos que estaban allí. En el pueblo el alboroto era grande, muchas casas en el suelo, la Iglesia se desplomó, el Padre Gómez corría de un lado a otro tratando de ayudar y poner orden. Recuerdo que a la Virgen la sacaron debajo de los escombros y la pusieron en una de las esquinas de la plaza bajo un toldo. Al poco rato, vino una ventisca con lluvia muy fuerte y voló el toldo y la imagen se mojó, de allí le vienen las manchas de agua que tiene la imagen de la Chiquinquirá. Fue por poco tiempo pues todos los presentes corrimos a taparla y levantarle un nuevo toldo más fuerte que la protegiera”. Versión oral relatada por Don Macario Sandoval Mora (29 de febrero de 1864 - 11 de agosto de 1944) a su familia y copiada por una de sus hijas, la maestra Delfina Sandoval Zambrano (1901-1992).





Asimismo, se registró el nacimiento de una niña: Formosina Arellano, en uno de los improvisados toldos levantados en la plaza mayor (actual Parque Bolívar) por adelanto de parto producto de las tensiones vividas por el terremoto. Años después, se casaría con Jesús María Sánchez y darían origen a la familia Sánchez Arellano.



Créditos de fotos: 

E. G. Cuéllar P: Valle de Lobatera desde el sitio de Quitasoles, en el caserío Arenales, punto de enlace del Ramal de Lobatera con la Carretera Central del Táchira, de 1914 (Reproducción con fines didácticos). Samir A. Sánchez (2015): Zanja o grieta en antiguos terrenos de labor, dejada por el terremoto de 1875, en la aldea Zaragoza inmediata a Lobatera. Plaza Mayor de Lobatera y antiguo frontis de la Iglesia parroquial de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá, Año 1900 y parte de la visual oriental de la plaza , siendo la fotografía más antigua -connocida hasta la fecha- de dicha plaza. Tomada por el fotógrafo Francisco Cárdenas B. (Propiedad de Carlos Alviárez Sarmiento, 2004/Proceso de restauración, Darío Hurtado, 2014, reproducción con fines didácticos).



© Proyecto Experiencia Arte / Experience Art Project 2012-2023. Algunos derechos reservados. Los derechos de autor de las fotografías pertenecen a cada fotógrafo, grupo o institución mencionada.


jueves, 20 de abril de 2023

domingo, 26 de marzo de 2023

Imaginación y fundación de la ciudad de San Cristóbal: “para despertar la conciencia tachirense” │Histoy at work 1561-2023: the Awakening of Consciousness of Táchira State



En contexto

Aproximarse al significado real que tiene la efeméride fundacional de la ciudad de San Cristóbal puede, entre otras muchas formas, ser comprensible en sus dimensiones y consecuencias a partir de una retrospección. Esto es, adentrarnos en la intelección de los tiempos pasados desde nuestra realidad o contexto para que sirva de sustentación a una prospección, a una construcción de un futuro mejor.

Para esa aproximación, se propone -como método- un ejercicio de “composición de lugar”, de “vista imaginativa”, términos prestados de la antigua pedagogía jesuítica y que los modernos insisten en llamar “pensamiento lateral”.

De esta forma se crea un cuadro de referencia alternativo que impacta en nuestros sentidos y permite, por igual, obtener o aproximarse al entendimiento de un distante hecho histórico, desde otra óptica. Desde ubicar o teletransportar al lector pasando de ser simple observador en la distancia -por la lectura- a integrarse en una aventura. En nuestro caso, en la escena fundacional de la ciudad de San Cristóbal, a la hora de tercia del 31 de marzo de 1561, según eran los usos y costumbres de la época. Un todo para correlacionar o atar cabos de un pasado con un presente, en un único instante. Ese es el poder desbordante de la máquina de la imaginación, nos diría un ya olvidado Julio Verne.

La imaginación vuela

Al activar nuestro conjunto de capacidades intelectuales esa imaginación nos pone en el centro de la plaza mayor (actual plaza Juan Maldonado). Allí nos encontramos con otra realidad. No hay construcciones alrededor y estamos de pie junto a otras personas con vestimentas y sombreros en cierta medida extravagantes o poco comunes para lo que conocemos. Unos, vecinos encomenderos de Pamplona a caballo, otros, viejos soldados de a pie y la mayoría aborígenes expectantes. Algunos están dispersos y otros en cuadrillas de amistad o tribal. Reunidos todos en lo alto de una colina despoblada, como si buscarán una mejor disposición defensiva.

A nuestra derecha se oye -en un desacostumbrado castellano que no nos debe extrañar, es del siglo XVI- la lectura del auto de fijación de términos de la Villa de San Cristóbal, que se acaba de firmar. Por un momento, la sentencia de pena de muerte para aquellos que no respeten o lleguen a violentar esos límites, que parece repetir la leyenda de la violación de la frontera fundacional y sagrada de Roma por la cual Rómulo dio muerte a su hermano Remo, nos sobresalta.

Colocando una mano por sobre la cabeza para protegernos de los rayos del sol de la mañana y generar sombra, oímos como el escribano oficial va leyendo el auto de términos bajo la mirada seria y escrutadora del capitán fundador:

“Sabed todos que e luego, incontinenti Su Merced el dicho señor Capitán en nombre de Su Majestad y por virtud de los poderes y Provisión que de Su Majestad tiene para poblar un pueblo en el dicho Valle de Santiago, sufragano a la dicha çiudad de Pamplona, dijo: que por cuanto él ha poblado el dicho pueblo en el dicho su Real nombre que tomaba y tomó, amojonaba y amojonó por términos de la dicha Villa para agora y para siempre jamás, hacia la banda de la çiudad de Pamplona hasta el río que llaman de Cúcuta por límite para las Justicias desta dicha Villa y para las de la çiudad de Pamplona, por evitar escándalos que entre las dichas justicias suelen tener, que no puedan pasar con Vara del dicho río de Cúcuta a esta parte ni las Justicias desta Villa pasen a la otra parte, sino fuera la Justicia Mayor que es o fuere de la dicha çiudad; y que los ejidos y pastos sean comunes, así para los vecinos desta dicha Villa como para los de la dicha çiudad de Pamplona, como Villa que está poblada a pedimento de la dicha ciudad y vecinos dél en los términos de la dicha ciudad. Y por la banda de Mérida hasta el que los españoles llaman el Pueblo Hondo, y por la banda del Oriente hasta los llanos de Venezuela, y por la banda del Poniente hasta la Laguna de Maracaibo y Brazos de Herinas; para que ningunas Justicias entren en los dichos términos, por cuanto Su Merced en nombre de Su Majestad los amojona y aplica por términos convenientes para esta dicha Villa de San Cristóbal y si alguna persona fueren o vinieren contra lo en este dicho Auto proveído y mandado por Su Majestad, caiga e incurra en pena de muerte y de mil pesos de buen oro para la Cámara de Su Majestad, la cual dicha pena lo daba y dio por condenado lo contrario haciendo; y esto dijo que mandaba y mandó por este Auto que firmó. Juan Maldonado. Fui presente, Juan Camacho. Escribano. En la Villa de San Cristóbal del Nuevo Reino de Granada de las Indias del mar Océano a 31 días de marzo del año del Señor de 1561” [este auto se conservó inserto en un expediente por pleitos jurisdiccionales entre los cabildos de Pamplona y San Cristóbal, de 1621. Archivo General de la Nación, Bogotá, sección Empleados Públicos, tomo V, folios 1.639. Del expediente citado fs. 19 a 33].

Expandiendo horizontes

Brazos de Herinas y Laguna de Maracaibo
La sucesión de palabras en la voz del escribano nos impulsa a expandir nuestro horizonte para conocer los remotos lugares que menciona y, así, dirigir la mirada hacia el norte. La misma nos lleva, desde donde estamos, pasando con vista de águila por sobre montañas, serrijones y selvas que dibujan el curso de los ríos Lobaterita, Escalante, Guaramito y Grita, hasta dejarnos en el calor de las riberas de los ríos Zulia y Catatumbo (antiguos Brazos de Herinas) y la costa sur del Lago de Maracaibo.

Llanos de Venezuela
Al mirar al sur, como en el vuelo de las tijeretas de la autora Ann Osborn, surcamos vastas y cálidas planicies en los actuales llanos occidentales de Barinas y Apure, hasta llegar y detenernos ante el pausado oleaje de las aguas que rompen contra las riberas de los ríos Uribante y Sarare. Allí comenzaban “los llanos de Venezuela”.

Paso de Pueblo Hondo
Por el naciente, la mirada en vuelo nos eleva por sobre las altas e imponentes montañas de la cordillera hasta llegar al paso de Pueblo Hondo, en la cumbre del páramo de La Negra. Un paso en el camino real de la cordillera que fue marcado como hito limítrofe con la municipalidad de Mérida pues a partir de allí se descendía al valle del Mocotíes, jurisdicción para la época de la ciudad serrana fundada en 1558 y trasladada en 1559 con el nuevo nombre de Santiago de los Caballeros de Mérida por orden y disposición del mismo capitán Juan Maldonado a su actual emplazamiento.

Valles de Cúcuta
Al poniente, nos lleva por sobre ásperas tierras de cujíes y ventiscas calurosas hasta el río de Cúcuta (actual río Pamplonita) que en el siglo XVI dividía los valles de Cúcuta (y ejidos de la ciudad de Pamplona) en dos partes casi simétricas para el común uso de pamploneses y sancristobalenses. No obstante, con el correr del tiempo, en el siglo XVIII, el empuje poblador de Pamplona llevó ese límite hasta el río Táchira.

“Para despertar la conciencia tachirense”

Retornando la mirada desde cada una de esos cuatro puntos o lejanas esquinas de la primigenia jurisdicción municipal de San Cristóbal, según el auto de términos, hasta el centro de la plaza mayor, de donde partimos con la imaginación, estaremos visualizando y entendiendo algo que escasamente se dimensiona en su verdadera magnitud: que ese trazado original de límites o fronteras de San Cristóbal, aún con las escisiones del tiempo, representó la creación de eso que conocemos y denominamos como el Táchira. Con esta idea atrapada en nuestro viaje al pasado, retornamos a nuestros tiempos presentes.

Ahora bien, ¿qué se pudo aprender de esto? Que el 31 de marzo de 1561, no antes ni después, sino al unísono, se puso a palpitar el corazón de la ciudad de San Cristóbal, de la urbe, y el corazón de todo el Táchira. Estado federal y región cuyo futuro pasa por fortalecer su moral y espíritu cívico, democrático y republicano; por invertir en su vocación de trabajo, de estudio, de cultura, de discernimiento, de innovación y de emprendimiento.

Así se podrá consolidar la enérgica expresión: “¡El Táchira realiza lo que el Táchira quiere!” lanzada en el año cuatricentenario de la fundación de su ciudad capital por el último orador sagrado Mons. Dr. Carlos Sánchez Espejo con el propósito de, en palabras del Dr. Luis Hernández Contreras, “despertar la conciencia tachirense”.

Post scríptum

Para muchos tachirenses de la diáspora -en función de las vivencias y de la historia personal de cada quien- un olor a café de la mañana, tardes grises de neblina o lluvia, el verdor de las montañas o los surcos que la edad y el arduo trabajo marcan en un rostro -como en el de nuestros nonos y nonas- siempre nos trae la más grata evocación familiar y de amistad. Y es, desde esa evocación, que celebramos agradecidos el cumpleaños de nuestra ciudad cordial y de nuestra tierra, la tierra de los tachirenses.

Por ello, ya nos parecemos a un personaje creado por dramaturgo y poeta alemán Bertolt Brecht (1898-1956), que decía: "Dem gleich ich, der den Backstein mit sich trug Der Welt zu zeigen, wie Haus aussah" [Me parezco a aquel que llevaba el ladrillo consigo para mostrar al mundo cómo era su casa].

¡Salud, San Cristóbal!

Bilbao, 31 de marzo de 2023




Niño tachirense en las montañas que rodean a la población de San Bartolomé de El Cobre, Municipio Vargas, Estado Táchira. Foto: Ing. Juan Alberto Sánchez García (2017).



jueves, 20 de enero de 2022

San Sebastián, sus orígenes como santo patrón de la ciudad de San Cristóbal (Estado Táchira - Venezuela) │St. Sebastian: the patron saint of the city of San Cristóbal (Táchira State - Venezuela)

 


Imagen de San Sebastián mártir en la Catedral de San Cristóbal (Estado Táchira). Talla en cedro amargo o cedro americano realizada en 1876 por Don Atonio Dávila, en Capacho Nuevo. Foto: Pbro. Lucio León Duque (2025)


Un estudio histórico-arquitectónico sobre la Catedral de San Cristóbal (Estado Táchira), se puede consultar en el siguiente enlace: "La Catedral de San Cristóbal, una obra hecha con el corazón" (2025).



Ante la constante interrogante que se plantean propios y visitantes sobre el por qué si la ciudad de San Cristóbal -capital del Estado Táchira, en Venezuela- lleva ese nombre, su santo patrono es San Sebastián, el Profesor Samir A. Sánchez editor de Proyecto Experiencia-Arte, partiendo de la definición canónica e histórica de santo patrono de un lugar y santo titular de una iglesia, ofrece un recorrido cognitivo que intenta levantar un velo que -años de olvido y memoria colectiva desaparecida- causa divagaciones e imprecisiones, en un interesante recorrido documental de hitos a lo largo de los 422 años de vida urbana de San Cristóbal que, por antonomasia, es la ciudad cordial.





Imagen más antigua (hasta la fecha) de una fiesta litúrgica y procesión con la imagen de San Sebastián, San Cristóbal, 20 de enero de 1899. Se observan por igual a los antiguos "horqueteros", hombres quienes portaban una vara larga, por lo general de caña, arreglada en uno de sus extremos con una hendidura que generaba dos puntas o la "horqueta" (horquilla) y servían para levantar los cables del telégrafo o eléctricos en las calles, permitiendo de esta forma el paso de las imágenes procesionales sin peligro de enganche o enredo. En el uso doméstico, las horquillas, varas o cañas se empleaban para bajar naranjas y otras frutas en los patios o jardines internos y solares. Digitalización José Antonio Pulido Zambrano, de la Biblioteca (sección de Fototeca) de la Academia de Historia del Táchira (2020). Reproducción con fines didácticos.






Imagen del antiguo altar mayor de la Catedral de San Cristóbal, para 1956. Altar tipo retablo neogótico bajo EL DOMO DE LA CATEDRAL realizado por el alarife Jesús Manrique a principios del siglo XX. Se observan las imágenes de San Sebastián, patrono de la ciudad (izquierda del observador) y San Cristóbal, santo titular de la iglesia (derecha del observador). Este altar fue derribado en 1960 durante las remodelaciones de la Catedral. Según el Cronista emérito Dr. J. J. Villamizar Molina, ambas imágenes fueron realizadas, por el artesano Don Antonio Ignacio Dávila Paredes (Pueblo Llano, Mérida, 1844 - Capacho Nuevo, 1918. Casado con Inés Pico Pernía) en la población de Capacho Nuevo/Independencia.


Monseñor Alejandro Fernández Feo, Obispo de la Diócesis que promovió la remodelación de la Catedral entre 1960 y 1961, dándole el aspecto que conocemos en la actualidad, supervisaba todas las obras en lo litúrgico y, al derribar este antiguo altar, decidió mantener la histórica distribución de las imágenes de los nichos del antiguo altar mayor en la nueva catedral, en la siguiente forma: Las imágenes del Corazón de Jesús (como Cristo Rey), San José y la Virgen del Carmen se representaron en sendos vitrales en el nuevo ábside, de artístico techado con artesonado mudéjar, y sobre la sillería del coro de los canónigos. La imagen de San Sebastián se trasladó y pasó a presidir la capilla norte del presbiterio (en la nave del Evangelio) y la de San Cristóbal, la sur (en la nave de la Epístola).Foto: Rivera, Julio C. Teatro Infantil Literario, Ediciones Rex, San Cristóbal, 1956. Digitalización de imagen por el historiador y académico José Antonio Pulido Zambrano, 2022. Reproducción con fines didácticos).





De Parroquia San Cristóbal mártir de Licia a Parroquia El Sagrario-Catedral

Nombres históricos [según la denominación dada en las actas de los libros sacramentales] de la parroquia eclesiástica de la Iglesia matriz de San Cristóbal (Catedral desde 1922):

31 de marzo de 1561-1 de agosto de 1860, Parroquia de San Cristóbal mártir de Licia.

2 de agosto de 1860-20 de enero de 1965, Parroquia de San Sebastián mártir.

21 de enero de 1965 al presente, Parroquia de El Sagrario Catedral.

En 1964, Mons. Alejandro Fernández Feo, Obispo de la Diócesis de San Cristóbal, recibía las letras de la Constitución Apostólica "SANCTI CHRISTOPHORI IN VENEZUELA. Canonicorum collegium cathedralis templi S. Christophori in Venezuela constituitur" [de fecha 30 de octubre de 1964) que creaba y constituía el primer cabildo catedralicio tachirense que funcionó hasta 1987.

Con la creación de esta nueva institución eclesiástica en la Catedral, a la parroquia matriz de San Sebastián el Obispo Fernández Feo, luego de la solemne profesión de fe e instalación del Cabldo el 19 de enero de 1965, le da el nuevo nombre de parroquia eclesiástica de El Sagrario Catedral, y así se comenzó a registrar en los libros sacramentales. 

En marzo de 1965 emitía otro decreto en el cual se definían las obligaciones y derechos del párroco del Sagrario Catedral y del Cabildo catedralicio. Con ello diferenciaba las funciones propias del cabildo catedralicio (antiguo cuerpo colegiado que ayudaba al Obispo en sus funciones de gobierno y velaba por el cumplimiento de las rúbricas liturgicas y decoro en las funciones religiosas y solemnes de la Catedral y aquellos oficios que el Obispo le encomiende) de las funciones propias del cura párroco rector (atención a las funciones sacramentales y de cura de almas de la feligresía de la parroquia eclesiásica con rango de sede catedralicia), fijando como sede parroquial la capilla del Sagrario (de allí el nombre) y del Señor de Limoncito, de la Catedral de San Cristóbal.

La devoción a San Cristóbal y a San Sebastián, en la Villa de San Cristóbal, queda reflejada en unas mandas testamentales de uno de sus vecinos principales para 1737, quien testó en la ciudad de Pamplona y estableció una serie de misas de sufragio a celebrarse en la Iglesia parroquial de la Villa de San Cristóbal, en el siguiente orden:

«[…] Otra misa resada con su responso el día del Señor San Christoval, u otro día de los de su octava. Otra missa resada con su responso el día del Glorioso Mártir San Sebastián, u en otro día de los de su octava […] Otra missa rezada el día del Señor San Antonio de Padua, u otro día de los de su octava […] Tres missas resadas con sus responsos en reberencia del Santo Christo de la ciudad de La Grita, las / que comenzarán desde el día siete de agosto en adelante hasta su cumplimiento. […] Nueve missas resadas con sus responsos, la primera el día de la Asunción a los cielos de María Santísima Nuestra Señora, quince de agos-/to, y las demás a su cumplimiento en los días siguientes de su octaba» (DUQUE, Ana Hilda, Cuentas de una devoción. Manuscrito de la Cofradía de Nuestra Señora de la Consolación de Táriba, 1788-1803, Ediciones del Rectorado de la Universidad de Los Andes y del Archivo Arquidiocesano de Mérida, Mérida, 2008, pp. 22-23, Archivo Arquidiocesano de Mérida, sección 58, Sociedades y Obras Pías, caja Nº 2, carta 58-33, Copia certificada dada en 1767, folios 13r-21, documento otorgado en fecha 2 de marzo de 1737).







Ejemplo de la intitulación de la Iglesia parroquial de la Villa de San Cristóbal, para 1851, como "Iglesia parroquial del glorioso Señor San Cristóbal..." (Foto: Libro sacramental de Defunciones, año 1851, Archivo parroquial del Sagrario Catedral de San Cristóbal, SGU, 1993).






San Sebastián, talla en cedro amargo, de tamaño natural, que se veneró en la Iglesia Catedral de San Cristóbal desde 1876 hasta finales del siglo XX. Según el Cronista emérito Dr. J. J. Villamizar Molina, ambas imágenes (con la de San Criastóbal mártir de Licia), fueron realizadas, por el artesano Don Antonio Ignacio Dávila Paredes (Pueblo Llano, Mérida, 1844 - Capacho Nuevo, 1918. Casado con Inés Pico Pernía) en la población de Capacho Nuevo/Independencia. Foto: Archivo y Hemeroteca del Diario Católico (1980), en la ciudad de San Cristóbal. Digitalización y coloración, académico José Antonio Pulido Zambrano, de la Biblioteca (sección de Fototeca) de la Academia de Historia del Táchira (2024) y publicada en la Revista Táchira Histórica (Nº 19, Diciembre de 2024). Reproducción con fines didácticos.




Imagen (talla en madera policromada) para procesionar del mártir San Sebastián (adquirida hacia 1967). Al pie se encuentra el relicario ex-ossibus (de primera clase y del tipo mínima, esto es, que contiene un pequeño fragmento óseo del mártir) en bronce sobredorado y en forma de custodia neobarroca, de San Sebastián (Narbona, 256 d. C - Roma, 288 d. C.). 

Por igual destaca parte de la cúpula y pechina (diseño del arquitecto Rafael Seijas Cook, en 1916) de la antigua arquitectura catedralicia y parte del dosel y cornisa de coronamiento de la cátedra episcopal de la Diócesis de San Cristóbal. Esta cátedra, en el lado del Evangelio, es un elemento fijo y está elaborada en madera tallada y torneada, al igual que sus tres asientos y estrado con gradas. En su parte posterior es cerrada y guarnecida con colgaduras (Foto cortesía del Pbro. José Lucio León Duque, rector-cura párroco de la Parroquial del Sagrario/Catedral de San Cristóbal, antigua Parroquial de San Cristóbal y San Sebastián). 

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martes, 12 de octubre de 2021

Scripta in Memoriam: José Ernesto Becerra Golindano (1953-2021) │ Scripta in Memoriam: José Ernesto Becerra Golindano (1953-2021)

 


Foto: Archivo fotográfico de la Academia de Historia del Táchira (2013)


En el día de ayer, 11 de octubre de 2021, el maestro, el académico el profesor y el amigo, José Ernesto Becerra Golindano, pasó la última página y cerró el libro de su vida.


Lo hizo como quería y como quiso, en su casa de Táriba, como los viejos pater familia tachirenses para quienes no existía otro lugar donde rendir su existencia como en su casa, rodeado del irremplazable sentido de su fe y de su cariño y afecto de familia, de los suyos. A su estimada familia, mis respetos y sentido pésame.


Se va a navegar otros mares, ignotos para nosotros, pero sus alforjas de viajero están cargadas de buenas obras. Tengo la certeza que al llegar a buen puerto le dirá a quien lo recibirá, como el poeta: "No puse nunca, Señor, la luz bajo el celemín/Me diste cinco talentos y te devuelvo otros cinco".


En su memoria, y una memoria agradecida por su amistad, apoyo, sus certeros consejos y orientaciones, sólo me resta despedirlo con las palabras que le escribí para prologar su último libro, en agosto de 2020. Libro donde, en los párrafos de cierre, dejó un testamento académico de vida útil y de generosa fraternidad:

 


Gentilitium

El académico Licenciado José Ernesto Becerra Golindano, de meritoria labor en las cátedras del liceo y de la Universidad Católica del Táchira, ha colocado en manos del lector su más reciente obra, titulada "Algunos personajes relacionados con la Historia de Michelena". Repasar sus páginas, se convierte en un ejercicio donde retornan con mayor esplendor y lustre las acertadas palabras del Dr. Horacio Cárdenas Becerra, uno de los más descollantes intelectuales tachirenses de los tiempos presentes, cuando expuso: «La historia de una nación es también la de sus pueblos y de sus hombres que cumplieron con su destino en tierra adentro. No podemos renunciar a nada de la patria sin que estemos renunciado a toda ella».


Con el talante serio y trato fino y selecto que le caracteriza, José Ernesto Becerra Golindano, cual rapsoda de la Grecia clásica, reconoce que la muerte tiene menos poder que el olvido, cuando se deja el nombre al pie de una palabra. Por ello, devuelve a la vida acciones y obras de aquellos tachirenses quienes, desde humanas fortalezas y fragilidades, echaron sobre sus fuertes espaldas de lugareños grandes sueños y voluntades, o todo un pueblo, como Michelena, en el caso del Pbro. Dr. José Amando Pérez o toda una nación, en el caso del General de División Marcos Pérez Jiménez. Cada vida es un ir adentrándose de modo incansable y fructífero en la historia y la crónica del Táchira, real Finis terræ del occidente venezolano, encendiendo más luces sobre el Gentilitium, esto es sobre el patrimonio o herencia de los antepasados.


Como escritor, que se propone leer e interpretar los tiempos, nos conduce desde un viejo pretérito zurcido en el silencio de la levadura o fermento que se adentra en las nobles raíces de esa Lobatera viajera, itinerante y hacedora de destino del siglo XVIII, pasando por la fundación de la ciudad de Michelena, hasta llegar a la misma gente que dio continuidad a la vida del Táchira de hoy. No en vano, uno de sus hijos marcó una etapa de la historia de Venezuela, como república y como Estado, aún recordada y añorada en estos tiempos de incertidumbre y oscurantismo que nos abaten.


Trece biografías nos convocan a una cita con la historia y con el paisaje físico y espiritual de esta tierra nuestra. Con la memoria de su gente sacada de entre viejos y olvidados papeles la cual, como hijos de la montaña, se acostumbró a mirar el valle y a otear altos horizontes. Esta nómina de michelenenses ilustres por su contribución al patrimonio de pensamiento, fe y acción del Táchira, es extraordinaria en número y en relieve. Nos impresiona la acumulación de las realizaciones que hicieron, en los más variados escenarios de la cultura, en el tiempo creador de los siglos XIX y XX.


Los lectores, a quienes interese más el acercamiento a lo que queda oculto y precede a lo que es manifiesto de nuestra historia, apreciarán el esfuerzo del autor por poner al descubierto nuestras raíces y hacer presente a las generaciones pasadas, surgidas de la recia sustancia de la tierra madre. Con una autenticidad y vida sobria, hicieron, con menos recursos, pero con abundante voluntad férrea, indoblegable ante las vicisitudes, una inmensa obra de crecimiento material y espiritual vivido desde la fidelidad a lo eterno de su propia tradición, en épocas cuando la confluencia entre fe y razón, desde el equilibrio tomista, era capaz de superar la mera identidad entre inmanencia y trascendencia.


Sin lugar a dudas, es allí donde radica el valor y el aporte principal de esta obra. En tiempos de eclipse del sentido de trascendencia, esta se difumina y disuelve. Sólo el regreso a los orígenes hará retornar a las mentes lúcidas y de sindéresis. Ellas deben levantarse sobre las ruinas de lo que fueron unos sueños de país que sofocó el subordinar el interés común a miras personales y abordar el futuro, lejos de la trivialidad. Con optimismo y franquía deberán experimentar de nuevo la trascendencia creadora que movió a las generaciones que les precedieron y así posibilitar el fijar horizontes a toda existencia humana, desde un modo de pensar y proceder ético, justo y solidario, para la construcción de una nueva humanidad en tierras tachirenses.

Dr. Samir A. Sánchez
Cronista Emérito de la ciudad de Lobatera

El Remanso de Santiago, San Cristóbal, Julio de 2020.




© Proyecto Experiencia Arte │ Experience Art Project 2012-2021. Algunos derechos reservados. Los derechos de autor de las fotografías pertenecen a cada fotógrafo, grupo o institución mencionada.

sábado, 19 de septiembre de 2020

'Opus Aarchitectonicum' o lecturas didácticas para recordar el viejo y nuevo arte religioso arquitectónico tachirense. La imagen de San Cristóbal en la Catedral de San Cristóbal │ Sacred and Legendary Art in the San Cristóbal's Cathedral (Táchira - Venezuela)











Un estudio histórico-arquitectónico sobre la Catedral de San Cristóbal (Estado Táchira), se puede consultar en el siguiente enlace: "La Catedral de San Cristóbal, una obra hecha con el corazón" (2025).



El San Cristóbal de la Catedral de San Cristóbal

Enmarcada entre dos columnas de capitel corintio sobre las que gravita un entablamento finalizado en frontón triangular, y sobre un altar tridentino (de retablo con tabernáculo y mesa de altar adosada a la pared oriental del templo), en estilo toscano y esquema geométrico modular neorrenacentista, mármoles italianos blancos y policromados (del tipo cipollini, también denominado mármol de Caristo, adquirido y traído de Pietrasanta, Toscana, Italia), se puede apreciar la imagen de San Cristóbal mártir de Licia.

Es una talla en madera de cedro amargo o cedro americano (cedrela odorata) y policromada, de fines del siglo XIX, que se conserva en la capilla de San Cristóbal, inmediata al altar mayor y preside la nave de la Epístola o nave sur de la Catedral de la ciudad de San Cristóbal, Estado Táchira, Venezuela.

Las crónicas de la ciudad documentan la imagen de San Cristóbal mártir de Licia (santo titular de la iglesia matriz de la ciudad) como realizada, junto con la de San Sebastián mártir (santo patrono de la ciudad) por el artesano Don Antonio Ignacio Dávila Paredes (Pueblo Llano, Mérida, 1844 - Capacho Nuevo, 1918. Casado con Inés Pico Pernía) en su taller de carpintería de la población de Capacho Nuevo/Independencia.

Sustituyó a otra anterior de San Cristóbal, y de gran tamaño, del siglo XVII destruida en el terremoto de 1875 que hizo venir abajo la estructura del templo parroquial (Foto: Pbro. José Lucio León Duque, Cura párroco rector del Sagrario Catedral de San Cristóbal, 2022).


De Parroquia San Cristóbal mártir de Licia a Parroquia El Sagrario-Catedral

Nombres históricos [según la denominación dada en las actas de los libros sacramentales] de la parroquia eclesiástica de la Iglesia matriz de San Cristóbal (Catedral desde 1922):

31 de marzo de 1561-1 de agosto de 1860, Parroquia de San Cristóbal mártir de Licia.

2 de agosto de 1860-20 de enero de 1965, Parroquia de San Sebastián mártir.

21 de enero de 1965 al presente, Parroquia de El Sagrario Catedral.

En 1964, Mons. Alejandro Fernández Feo, Obispo de la Diócesis de San Cristóbal, recibía las letras de la Constitución Apostólica "SANCTI CHRISTOPHORI IN VENEZUELA. Canonicorum collegium cathedralis templi S. Christophori in Venezuela constituitur" [de fecha 30 de octubre de 1964) que creaba y constituía el primer cabildo catedralicio tachirense que funcionó hasta 1987.

Con la creación de esta nueva institución eclesiástica en la Catedral, a la parroquia matriz de San Sebastián el Obispo Fernández Feo, luego de la solemne profesión de fe e instalación del Cabldo el 19 de enero de 1965, le da el nuevo nombre de parroquia eclesiástica de El Sagrario Catedral, y así se comenzó a registrar en los libros sacramentales. 

En marzo de 1965 emitía otro decreto en el cual se definían las obligaciones y derechos del párroco del Sagrario Catedral y del Cabildo catedralicio. Con ello diferenciaba las funciones propias del cabildo catedralicio (antiguo cuerpo colegiado que ayudaba al Obispo en sus funciones de gobierno y velaba por el cumplimiento de las rúbricas liturgicas y decoro en las funciones religiosas y solemnes de la Catedral y aquellos oficios que el Obispo le encomiende) de las funciones propias del cura párroco rector (atención a las funciones sacramentales y de cura de almas de la feligresía de la parroquia eclesiásica con rango de sede catedralicia), fijando como sede parroquial la capilla del Sagrario (de allí el nombre) y del Señor de Limoncito, de la Catedral de San Cristóbal.



© Proyecto Experiencia Arte / Experience Art Project 2012-2020. Algunos derechos reservados. Los derechos de autor de las fotografías pertenecen a cada fotógrafo, grupo o institución mencionada.