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sábado, 11 de noviembre de 2023

Castro y Gómez en la Batalla de La Victoria (1902): dos tachirenses del siglo XIX que cambiaron y forjaron el destino y la mentalidad política de todo un país hasta el presente │Warriors of the Ancient Táchira. Tachiran Heroic Art. Historic painting honoring General C. Castro and General J.V. Gómez at 'La Victoria' Battle (1902)




Batalla de La Victoria (óleo osbre tela, 200 cm x 300 cm) de Tito Salas (1903). Imágenes venezolanas / Publicación-tríptico / Galería de Arte Nacional, 1998. Reproducción con fines docentes.


Describiendo una pintura histórica…

Resulta interesante analizar esta pintura pues viene a ser la única representación de carácter académico, histórico-bélico, en gran formato, y realizada por un eximio pintor de reconocidísima trayectoria en las artes nacionales, sobre dos personajes históricos tachirenses quienes, con mano férrea y déspota, pero -paradójicamente- con sindéresis o claridad de objetivos, cambiaron los destinos y moldearon el rumbo y la mentalidad política de toda una nación a partir de 1899, y sus efectos -podemos decir con seguridad y sin temor a equivocarnos- aún se mantienen en los actuales tiempos.


Al deconstruirla, nos encontramos que el personaje principal es el General Cipriano Castro (1858-1924), primer presidente tachirense de los Estados Unidos de Venezuela.


Con tahalí dorado (correaje o banda para la espada cruzada al pecho), sable en ristre y sin desenvainar, pañuelo al cuello, uniforme gris-cadete, botas granaderas y sombrero Morrow blanco, está representado en la acción de dirigir y arengar al ejército nacional y liberal restaurador (conformado por 8.000 hombres de tropa) contra el ejército, superior en número (16.000 soldados), dirigidos por los caudillos y tropas liberales antigubernamentales de la denominada "Revolución Libertadora", comandada por el General Manuel Antonio Matos (1847-1929).


La escena es de tipo épica-idealizada hecha a partir de un definido juego de luces, sombras y matices cromáticos que busca demarcar la transición de una derrota (oscuridad-muerte-inacción) a una victoria (luz-vida-acción) muestra al General-jefe y Presidente (General Castro) en fugaz movimiento ascendente, lanzando un discurso para enardecer o levantar los ánimos militares.


Todo el movimiento de la obra gira en torno al brazo derecho del General Castro, en alto, como guía, siguiendo la costumbre de los viejos generales y tribunos de la Roma republicana.


A su lado, y de espaldas, presto o atento a las órdenes del jefe y dispuesto a la acción inmediata, un soldado raso andino, desconocido, con el uniforme o vestimenta propia de pertenecer al ejército liberal restaurador: caqui blanco sin teñir, ruana ladeada y sombrero de cogollo de ala ancha y copa alta.


La geografía es real. El autor del cuadro estuvo en los lugares de los acontecimientos haciendo bocetos para luego reproducirlos en el lienzo. El cuadro recibe el nombre de "Batalla de La Victoria" por el nombre de la ciudad del Estado Aragua donde sucedió el hecho. Castro estaba atrincherado en la ciudad y las fuerzas contrarias de Matos la sitiaban o cercaban desde todas las colinas vecinas. La escena representa la exaltación del momento de la llegada al campo de batalla de los refuerzos comandados por el Vicepresidente, el General Juan Vicente Gómez (personaje junto al enhiesto pabellón o bandera amarilla liberal) quien provenía de Caracas, con mil hombres y municiones (y así elevar a 9.000 el contingente definitivo de las fuerzas del gobierno). Gómez abre una brecha y rompe parte del cerco y se une a Castro en la defensa de la ciudad. 

Igual, el memorialista Nemecio Parada, en su libro "De Ocumare a Caracas" (Bibloteca de Autores y Temas Tachirenses, 1975), ofrece más datos precisos sobre esta acción: "En la batalla de La Victoria, en 1902, el contingente de tachirenses que logró llevar como refuerzo Pedro María Cárdenas, junto con las tropas trujillanas que incorpora en el momento más dramático de la lucha, el General y doctor Leopoldo Baptista, decidieron el triunfo en favor del Gobierno" (p. 105).


Este hecho bélico, dado en la batalla más grande que se ha registrado en Venezuela, por la magnitud del número de hombres reunidos y enfrentados, sucedió el 13 de octubre de 1902, un día después del inicio del enfrentamiento campal que sólo finalizaría el día 2 de noviembre de 1902 con el triunfo del Presidente Castro y el ejército nacional y liberal restaurador.


La representación en gran formato y pincelada con tendencia pastosa, larga y dramatizada, color y estilo propio es de carácter bélico-heroico y tiene unas dimensiones de 200 cm x 300 cm. Su autor es el eximio pintor venezolano Tito Salas (1887-1974) quien la hizo en 1903 por instancias del Ministro de Instrucción Pública Eduardo Blanco (1838-1912). El ministro concertó un encuentro entre el General Castro y el joven pintor Salas para que éste último tomara un boceto de los rasgos fisionómicos del primer mandatario nacional.


Esta obra ganó el primer premio de la Academia de Bellas Artes de Caracas en ese mismo año de 1903 y estuvo expuesta en la sede de la academia hasta ser pasada a la pinacoteca de la Academia Militar de Venezuela en 1910, en su nueva sede de la Planicie (Colina de Cajigal), en Caracas, sede luego del Ministerio de la Defensa y por último Museo Histórico Militar en 1979.


No obstante, a la fecha (2023) no he podido precisar el actual destino de este magnífico trabajo pictórico o sus avatares, y si aún permanece en lo que queda del Museo Militar de la Planicie.


Al finalizar sólo resta decir como el poeta: “Que toda la vida es un sueño y los sueños, sueños son” cuando pensamos que bien luciría una copia de este cuadro identitariotachirense  e histórico, en sus medidas originales, en la pared o muro de fondo del Salón de sesiones del Consejo Legislativo del Estado Táchira, en el Palacio de los Leones de la ciudad de San Cristóbal.


Cuando el actor principal es Gómez... o una reproducción contemporánea de la obra de Tito Salas

En 1978, el pintor tachirense Arecio Moncada (n. 1954) integrante del grupo pictórico "Catedral" de la ciudad de San Cristóbal en sus años iniciales, elaboró una pintura en acrílico sobre tela inspirada en la obra "La Batalla de la Victoria", del maestro Tito Salas.


Moncada realizó una versión libre de la escena, si bien mantuvo a los mismos personajes representados por Salas.


En su versión, sobre un terreno llano o plano, Moncada le da a la figura del General Juan Vicente Gómez el rol de actor principal y eje de la composición, al reproducir o captar el ímpetu del momento cuando los tachirenses rompen el cerco enemigo.


Al General Cipriano Castro, lo coloca, a un lado, como espectador exultante.



"Batalla de La Victoria". Arecio Moncada (1978). 80x60 cm. Acrílico y óleo sobre tela. Colección privada del Economista Fernando Barrientos Sánchez, Caracas (Foto: Fernando Barrientos Sánchez, 2023. Reproducción con fines didácticos).






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lunes, 24 de diciembre de 2018

Los viejos retratos pintados a mano. Una memoria tachirense olvidada │ Old Tachiran Tinted Photographies, Stunning Hand Colouring

 


Foto: Santiago X. Sánchez (2018)


Personaje retratado: Srta. Delfina Sandoval Zambrano (Lobatera, 24 de diciembre de 1901 - San Cristóbal, 21 de enero de 1992). Maestra, promotora cultural, directora de obras teatro clásico, religioso y nacionalista (denominadas "veladas" en ese tiempo), y activista por los derechos políticos de las mujeres tachirenses junto a Doña Inés Labrador de Lara, María Lozada de Mora y Elena Durán de Zaa, entre 1936 y 1948. Fue Concejal, Vicepresidenta y Síndico Procurador Municipal en el Concejo Municipal del Distrito Lobatera, por el Partido Social Cristiano Copei, que fundó, junto a un decidido grupo de hombres y mujeres de ideal demócrata cristiano, en su casa de habitación, en Lobatera, un 21 de abril de 1946.

Técnica: retrato coloreado a mano con creyón o lápiz de color, hecho en Lobatera el 26 de septiembre de 1921.

Marco: madera de caoba tallada y pulida con ornamentos vegetales barrocos, y con dorados (ya perdidos). De forma ovalada, posee vidrio abombado fino.


Los viejos retratos pintados a mano. Una memoria tachirense olvidada


El paso del tiempo en la piel y en el papel resulta más evidente cuando observamos en las paredes de algunos vetustos hogares tachirenses ejemplos de viejas fotografías familiares, en blanco y negro o daguerrotipos, que fueron ampliadas y pintadas a mano para darles color, ocultando cualquier trazo de la fotografía hasta dejarla como una pintura real. Esto se lograba a través de la técnica del coloreado a mano que estuvo de moda desde la segunda mitad del siglo XIX hasta principios del siglo XX.

Consistía en el uso de lápices de colores o barras de crayones, elaborados a partir de pigmentos molidos. Su correcto uso estaba asociado a la mano de un buen fotógrafo y pintor que conociera del dibujo y de la correcta saturación de colores, para alcanzar el realismo de la persona pintada. En el Táchira, fue la técnica del crayón o creyón la más utilizada si bien existían otras como el óleo, pero más costosa. Por igual esta técnica se aplicaba para darle colores vívidos a las tarjetas postales, verdaderos ejemplos del arte romanticista de esa época.

Así, sobre la impresión fotográfica normal o ampliada, el fotógrafo pintor se transformaba en artista del retrato, oscureciendo la fotografía original y dándole, muchas veces con un pincel o los propios dedos, los colores que la convertían en pintura tradicional, a través de varios niveles de saturación cromática. Al igual que los óleos en las pinturas, los crayones generalmente oscurecen la fotografía original, motivo por el cual produce retratos más parecidos a las pinturas sobre lienzo.

Para noviembre de 1907, en el periódico "El Heraldo del Táchira", de la ciudad de San Cristóbal (Estado Táchira, Venezuela) uno de estos artistas retratistas, ofrecía sus servicios en Libertad (Capacho Viejo), exponiendo lo siguiente: 




"SALOMÓN DE J. PEÑA/Pintor, Escultor, Grabador,/participa al público que se ha mudado á Libertad, Distrito Castro, con el fin de terminar los trabajos de ornamentación del Templo, y en donde atenderá los demás trabajos que se le confíen, con especialidad los retratos al creyón, montados en elegantes marcos - cañuelas finísimas con sus correspondientes vidrios, desde el bajo precio de $17 hasta $40. /Libertad: noviembre de 1907" (Foto: Bernardo Zinguer, 2018).





Biografía de una antigua maestra tachirense... Srta Delfina Sandoval Zambrano (1901-1992)

La preceptora lobaterense Srta. Delfina Sandoval Zambrano, nació en el caserío Pueblo Chiquito, aldea La Molina, del antiguo Distrito Lobatera, el 24 de diciembre de 1901, en el hogar formado por Don Macario Sandoval Mora (1864-1944) y Doña Juana de Dios Zambrano Buitrago de Sandoval (1875-1945). Siendo sus hermanos Santiago, Juan de Dios, Rufino, Ascensión, Ana Paula, Maximiana, Antero e Irma Yocasta.Hizo sus estudios primarios en la escuela de niñas d e Lobatera, y tuvo por maestras a Doña Carmen de Portillo y la Srta Ofelia Mora Márquez. Fue catequista, formada por el Padre Pedro María Morales, e integró el coro de la Iglesia dirigido por el maestro Horacio Cáceres, donde aprendió las cadencias musicales del canto gregoriano así como interpretar el tiple y la guitarra española.

Desde 1925, ejerció como maestra de educación primaria, por designación del Ministerio de Instrucción Pública, en las escuelas de: caserío La Oscura de la aldea Boca de Monte del Distrito Lobatera; aldea Santo Domingo, Municipio Jáuregui, en1929; Angostura en El Cobre, en 1930-1932; La Lajita (aldea La Trampa, Municipio Lobatera), 1938-1942, Escuela de Comercio de San Cristóbal, donde trabajó al lado de insignes educadores como Don Carlos Rangel Lamus, 1936-1938; La Parada (Municipio Lobatera), 1942-1946; Supervisora en la Escuela Federal Graduada Macabeo Maldonado (Lobatera, 1938) y maestra en la Escuela Parroquial Niño Jesús de Lobatera (desde 1950 hasta 1960).

Por su iniciativa, el Día del Árbol de 1952, los niños de todas las escuelas del pueblo plantaron hileras de pinos junto a la carretera Panamericana, cerca de La Fosforita. Escasos ejemplares quedan que recuerdan ese acto conservacionista y ratifican las palabras que preparó para ser pronunciadas por uno de sus alumnos: «Henos aquí, compañeros escolares. Venimos a plantar estos árboles, pues ellos serán en el futuro nuestro apoyo; tal vez al cruzar estos senderos cansados de luchar en la penosa vida, cuando ya nuestras fuerzas agotadas se nieguen a sostener nuestra pesada humanidad, encontraremos aquí sus frondosas ramas que como brazos amorosos nos tiendan para estrecharnos y darnos sombra» (fragmento del manuscrito original con su letra, que se conserva en el archivo de la familia Sandoval Zambrano). En 1953 impartía clases en la Escuela de Labores de Lobatera (cuando quedaba ubicada en la carrera Bolívar), enseñando a las niñas caligrafía en pintura sobre tela.

En 1946, fue de las primeras mujeres lobaterenses que participó activamente en la política nacional. Así, fue fundadora del Comité de Organización Política Electoral Independiente, conocido por sus siglas como COPEI, el cual se instaló por primera vez en Lobatera, en su casa de habitación en la calle 6 con carrera 4 (actual sede de la Biblioteca Pública de Lobatera), el 21 de abril de 1946, quedando conformada su primera junta directiva por los lobaterenses, Marcelo Mora como Presidente; Zenón Pacheco como Vicepresidente; Marco Tulio Arellano como Secretario General; Irma Yocasta Sandoval, Secretaria de Cultura y Propaganda; María Lozada de Mora, Secretaria de Finanzas; Jesús María Ramírez, de Acercamiento Obrero y Agrícola; Delfina Sandoval y Leticia de Rosales, Movimiento Femenino; Reinaldo Gutiérrez, Movimiento Estudiantil; Vocales, María Casanova, Carlos Zambrano, Ana Paula Sandoval, José Clemente Cárdenas, Ignacio Rosales, Rufino Sandoval y Felipe Chacón. Así recorrió toda la geografía distrital durante las diversas campañas electorales, dando mítines y exponiendo la doctrina socialcristiana. Por esta actividad política, llegó a ser detenida en horas de la mañana del 14 de agosto de 1952 y llevada la sede de la Seguridad Nacional en San Cristóbal para ‘comparecer’, donde fue sometida a interrogatorios hasta la noche cuando se le permitió regresar a Lobatera, con la feliz coincidencia (recordaba ella) de haber sido interrogada por un funcionario que había sido su alumno quien, tuvo para ella todas las consideraciones debidas de un alumno agradecido con su maestra (copia del interrogatorio que le fue entregado al momento de permitirle irse a su casa, se conserva en el archivo de la familia Sandoval Zambrano).

En lo cultural, desde 1931, fue promotora de actividades que incrementaron el crecimiento de la cultura en Lobatera, creando y participando en actos de veladas (obras de teatro), declamación y de recitales de poemas de los clásicos como Quevedo, Rubén Darío, Julio Flórez y Andrés Eloy Blanco.

Las navidades marcaron un hito especial en su vida. La confección de pesebres así como el ensayar a los niños y las niñas del pueblo para las representaciones religiosas de las misas de Aguinaldo como Paseo de los Pastores en la madrugada antes de la misa y el 24 de diciembre, quien los organizaba junto a su amiga Doña Elvira Castro de Casanova, acompañados por la música de la Banda Municipal Sucre dirigida por su amigo Don Marcos Ovalles quien interpretaba la flauta, Rufo Mora con el cuatro, Gregorio García con el clarinete, Pedro Chacón con la trompeta y Bernardo Porras con el violín. Asimismo la cabalgata de Reyes el 6 de enero (obra teatral que la Srta. Delfina Sandoval preparaba sacando los textos de la novela Ben-Hur de Lewis Wallace), y las barbas y bigotes de reyes, soldados y pastores se hacían con el tizne de un corcho quemado. Todo un trabajo y alegrías que dejaron grata huella en esas generaciones. Los recuerdos de los pastorcitos y reyes junto a los nombres de los músicos, se lograron rescatar gracias a los aportes y recuerdos del Profesor Miguel Eduardo Morales Ramírez, quien actuó en esos grupos en 1955, y datos dados el 22 de enero de 2021.

Asimismo, Orlando Ruiz, hijo de Don Ricardo Ruiz el constructor de la actual Iglesia de Lobatera, recuerda estos paseos de Pastores y Reyes, de los cuales fue actor: “El Teatro en Lobatera. Recordar para vivir. Pastores y Reyes. Transcurrian los años sesenta. Las expresiones culturales en Lobatera se mantenían en continuidad con el tiempo, y, porque no realizar un ejercicio con memoria retrospectiva para recordar, esos pioneros culturales, que dieron vida, color y alegría en la animación y difusión de este movimiento. Las actividades culturales fueron promovidas y llevadas a cabo por particulares o por la influencia del clero. En el mes de diciembre se organizaban los paseos de pastoras y pastores, celebrando aguinaldos, por el nacimiento del niño Dios. Las procesiones de los pastores vestidos de nazarenos en la noche y con sus faroles de colores encendidos y con cantos de aguinaldos, se realizaban por las principales calles de nuestro pueblo. Su eje promotor, la señorita Delfina Sandoval, maestra y promotora cultural de estos eventos que salían desde la sala y pasillos de su casa. Para enero, los Reyes Magos bajaban junto a Herodes a caballo, desde el cerro de la cruz, con trajes de vivos colores y coronas a dar el paseo por las calles, repartiendo caramelos a la chiquillería de entonces. Fueron momentos, donde la alegría, el color y la tradición, alimentaba estas fechas especiales para el pueblo. A la Señorita Delfina Sandoval de grata recordación, por su energía, entusiasmo y su influencia para la educación de nuestro pueblo. Recordar es vivir”.

Desde 1933 hasta 1987, atendió como prioste, la celebración de las festividades Corazón de Jesús (último domingo de junio) y de la Inmaculada Concepción (8 de diciembre) preocupándose porque siempre estuvieran las vísperas y el día central, acompañadas por la banda y por el tronar de morteros quemados por Don Ignacio Contreras y luego por José Chevarría. Fue agente de distribución del Diario Católico en Lobatera, desde 1940 hasta 1986.

Entre 1960 y 1973 fue electa como Concejal y Síndico Procurador Municipal en el Concejo Municipal del antiguo Distrito Lobatera. Siendo miembro del Concejo Municipal, viajó a Caracas para conseguir la creación de unas nuevas instalaciones y liceo propio para Lobatera, con una edificación debidamente adecuada para esos fines educativos. Los trámites burocráticos que debió pasar fueron largos y en casos, de desánimo. No regresó a Lobatera hasta no haber obtenido su meta. Así escribía a su familia, el 29 de julio de 1970, desde la casa de su sobrina Blanca Sandoval de Acuña: «Yo estoy gestionando el Liceo; estoy buscando la oportunidad de hablar con todos los senadores del Táchira y diputados. Ya he hablado con algunos y dicen que harán lo que puedan. El que sí nos descartó fue el Profesor que no ha querido darme audiencia. Agotaré todos los recursos para poder que el Ministerio reciba el Liceo Santos Michelena. Así que ustedes díganle a la gente que estoy en eso. […] De mi regreso no sé porque espero me consigan audiencia con el Dr. Caldera […]» (carta que se conserva en el archivo de la familia Sandoval Zambrano). ‘El profesor’ era el Ministro de Educación de la época quien consideraba que Lobatera no necesitaba ni contaba con la población estudiantil necesaria para la edificación de una estructura para liceo y por tanto no la recibía en audiencia, para no darle la negativa directamente.

Una vez recibida y atendida por el Presidente de la República, Dr. Rafael Caldera, éste ordenó el respectivo estudio de factibilidad para la construcción de la sede y ordenaba al Ministro de Educación el cumplimiento de su decisión, la cual se ejecutó por la Resolución Nº 99 de fecha 16 de febrero de 1971: «República de Venezuela/Ministerio de Educación/ Nº 99/161º y 129º/Resuelto: Por disposición del ciudadano Presidente de la República se crea, a partir del 1ero de enero de 1971, un instituto de Ciclo Básico con el nombre de “Francisco Javier García de Hevia” en Lobatera, Estado Táchira […]». (Memoria y Cuenta del Ministerio de Educación Año 1971, Imprenta Nacional, Caracas, 1971, p. 31).

Nunca disfrutó de una jubilación. El 15 de enero de 1985, el Presidente del Concejo Municipal del Distrito Lobatera, Prof. Miguel Morales, le impuso la orden «Mérito al Trabajo Educativo» en un sentido y recordado homenaje junto con otras distinguidas educadoras lobaterenses como Doña Elda de Alviárez, Cora María Pacheco de Rosales y Doña Carmen Briceño de Andrade.

En 1990, el primer Alcalde electo de Lobatera, el Sr. José Miguel Parra le otorgó por la Alcaldía una ayuda por ancianidad que agradeció con la sencillez que le caracterizó, llevándole siempre un paquete de confites. La Srta. Delfina Sandoval falleció en la ciudad de San Cristóbal a la edad de 90 años, el 21 de enero de 1992. Al atardecer del día 22 de enero de 1992, sus restos fueron conducidos al Cementerio Municipal de Lobatera, acompañados por familiares, amigos y un pueblo agradecido. La Banda Municipal Sucre acompañó el cortejo con la interpretación de los villancicos que ella enseñó en vida y de su canción preferida, el bambuco: «Recuerdos del Táchira» (música compuesta por el Profesor Miguel Ángel Granadados –el autor del himno al Árbol- en 1916 y letra adaptada por el Dr. Ocariz en 1967). Así, desaparecía del mundo, pero dejaba un ejemplo de vida de libertad, de educación, de vida en sociedad y de solidaridad a sus coterráneos.



Srta. Delfina Sandoval con el grupo de estudiantes de la Escuela del caserío La Lajita, aldea La Trampa del Distrito Lobatera, en 1940 (Foto: Archivo familiar de la Familia Sandoval Zambrano, Lobatera, 2021).



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