Texto y fotografías: Samir A. Sánchez (2016)
Los silencios y soledades de las naves de la Iglesia Catedral de San Cristóbal -allí donde sin ver a Dios se siente su presencia, como lo musita el vals profano-, sólo se inquietaban con el ruido suave y remiso que provenía de la Plaza Mayor. La risa de los niños en el juego de pelota, la conversa entre callada y alegre de quienes acababan su cotidiana tarea y el marcado paso en el andar rápido, de quien regresa cansado y satisfecho de su labor diaria. Un todo mezclado al atardecer con el aire que se apagaba al caer el día, en una soleada tarde de enero, en aquel extremo urbano conocido como la ciudad vieja de San Cristóbal.El último destello de un sol, ocultándose en el nadir, cruzaba la puerta sur o de la nave de la Epístola -llamada así, antiguamente, porque junto a la misma se encontraba y se encuentra aún, el púlpito desde el cual los subdiáconos cantaban la epístola en la misa-, y al incidir sobre una talla devocional, de madera, hizo revivir -en parte- su ya desleída policromía.
La
talla policromada
La imagen de San Miguel Arcángel venciendo al demonioque se conserva en la Catedral de San Cristóbal (Estado Táchira - Venezuela) es, quizás, la única imagen religiosa de iglesia que se conserva en el Táchira, en su estado y policromía original. No ha sido retocada o repintada.
Está caracterizada por responder a un estilo barroco academicista o natural que buscaba la perfección del maestro artesano en las formas del tallado de la madera y así alcanzar la imago. Esto es, la imagen que, desde una sustancia diferente (la madera), represente al objeto (ser espiritual) igual o idéntico en su sentido y significado.
Se
desconoce la procedencia de esta escultura, si bien por sus características y detalles de alta
elaboración, debió salir de un taller de imaginería sacra española o
hispanoamericana, academicista o naturalista, de fines del siglo XVIII o de inicios del siglo
XIX.
La
talla, en madera –probablemente de pino- y sobre una base o peana ochavada,
responde a una imagen en bulto redondo, de pie, simétrica en su composición y
partes, a la manera clásica. De 1,40 cm de altura aproximadamente, está pintada y barnizada según la antigua técnica de la
pintura al óleo en madera con terminación a pulimento o técnica de encarnación a pulimento y luego a mate -para atenuar el excesivo brillo- con lo cual
se lograba el color natural de la tez (esta técnica ya no se realiza y sólo es
desarrollada por especialistas o expertos en procesos de restauración de obras
antiguas). Por igual, y evaluadas las proporciones, longitudes y dimensiones, el maestro que la talló demostró poseer -en esta obra- un acertado conocimiento de la anatomía humana.
Por su tamaño, debió estar ubicada u ocupar un importante lugar en los espacios
y ceremonias de la Catedral, especialmente en algún retablo o como paso
procesional.
De
estilo realista y acentuado dramatismo, resulta una combinación perfecta entre la
serenidad del realismo clásico y la expresividad del barroco. Posee una postura
dinámica en acción de cometer un combate escatológico. La pierna derecha se
adelanta hacia el observador y el rostro, adusto, sereno e inexpresivo –cual
escultura del arte griego y romano clásico-, está ligeramente ladeado hacia la
izquierda.
El
personaje, alado (con talladas y elaboradas plumas de tipo rémiges o directrices y plumón), viste como general en jefe -de caballería- de las legiones romanas: torso
revestido con una coraza conformada por peto escamado -lorica squamata- y espaldar –pectoris munimen-, que finaliza en especie
de tiras o flecos del tipo loriga -lorica ferrea-,
sobre una clámide azul celeste; ciñe la cintura una banda roja carmesí, símbolo
del rango militar romano de general (cumpliendo a su vez la función de cingulum o cinturón
porta espada, un derivado del balteus o cinturón de los legionarios, en cuero para portar el gladio o gladius) y un amplio y ondulado manto o capa -rojo carmesí- cae tras su espalda.
Sus piernas están recubiertas por unas calzas legionarias –caligas- con polainas de cuero –ocrea-
rematadas a su vez por un paño del mismo color que la clámide.
Su mano
derecha, alzada, blande una espada en ristre, que originalmente tuvo que ser un
gladio o gladiolo –gladius- (espada
corta, propia de los legionarios romanos) lo cual se induce por la forma y
tamaño de la funda o vaina que lleva pendiente la imagen, al lado izquierdo del
cinto. Con la otra mano –la izquierda- sostiene un macizo escudo circular decorado
con cruz maltesa y detallados roleos vegetales. Este escudo es un derivado del scutum rectangular de las antiguas
legiones de Roma, que proveía de defensa al soldado contra las armas del
enemigo.
Pisa
con firmeza el cuerpo postrado de un monstruo fabuloso, alado, en forma de un reptil
que muestra sus fauces.
Sobre
el estado del soporte leñoso de la imagen, por observación simple, aparenta no
haber sufrido ataque de xilófagos, por lo que se encuentra en buen estado de
conservación, a pesar de su antigüedad. La superficie de la talla presenta
determinadas zonas de desgaste y de roces con pérdida parcial de la capa cromática o por decoloración. Se
aprecia por igual que la hoja de la espada debió ser sustituida por otra de
menor calidad artística.
Conserva,
para conocimiento del patrimonio escultórico tachirense, la pátina y policromía
original, pudiéndose observar en el color –un tanto desleído- de las
carnaciones, de los ropajes, de las alas replegadas, de probables capas de
veladuras y de una fina capa de protección barnizada, la belleza intacta dada
por el maestro escultor a fines del siglo XVIII o inicios del siglo XIX, constituyéndose
de por sí como una talla de manufactura
excepcional.
San
Miguel Arcángel «Quis ut Deus?»
Esta
imagen, identificada a partir de sus atributos, responde a la personificación
de San Miguel Arcángel, protector y patrono de la Iglesia Católica. Su nombre es descrito en las sagradas escrituras, en el
libro del profeta Daniel, como uno de los primeros ángeles al servicio del Altísimo
y el gran jefe que defiende a los hijos del pueblo de Dios (Dan. 10,13-21).
Miguel, Michael en latín, como nombre propio proviene del hebreo y significa « ¿quién como Dios?» (מיכאל,
mi-en forma interrogativa o
inquisitiva/ka/el), siendo reconocido por igual tanto en la tradición judía como
cristiana. Figura como jefe de los ángeles (Dan. 12,1) y como ángel guardián de
Israel.
Por igual, es en el libro del Apocalipsis (12, 7-9), donde se encuentra
el relato de un combate escatológico, de una batalla en el cielo entre el bien
y el mal donde Miguel, el jefe de los ángeles de Yahveh (origen de la palabra "arcángel") y sus milicias celestiales derrotaron al arcángel rebelde
Lucifer y a sus seguidores, a quienes fueron arrojados al infierno o averno. Este último ha
sido representado en la iconografía cristiana tradicional –siguiendo el relato
apocalíptico- en la forma de un dragón o de una serpiente monstruosa, símbolo
del mal y de la muerte.
«7 Et factum est proelium in caelo, Michael et angeli eius, ut proeliarentur cum dracone. Et draco pugnavit et angeli eius,/ 8 et non valuit, neque locus inventus est eorum amplius in caelo. /9 Et proiectus est draco ille magnus, serpens antiquus, qui vocatur Diabolus et Satanas, qui seducit universum orbem; proiectus est in terram, et angeli eius cum illo proiecti sunt» (Apocalypsis Ioannis, Nova Vulgata, Bibliorum Sacrorum Editio, Editio Typica, 2016).
Su
historia
En lo documental, la
talla de San Miguel Arcángel venciendo al demonio que se conserva en la Iglesia Catedral de San Cristóbal,
es registrada -por primera vez- en el «Inventario formal de los enseres
y alhajas pertenecientes a esta Santa Iglesia Parroquial. Ordenado por el Pbro.
Ignacio Buytrago, Cura y Vicario Capitular de esta Villa de San Cristóbal en el
año de 1839» (Archivo Histórico de la Diócesis de San Cristóbal, en Gilberto
SANTANDER RAMIREZ, Historia Eclesiástica del Táchira, tomo II, San Cristóbal,
1986, p. 926).
La
imagen formaba parte del imponente –y ya desaparecido- retablo escultórico
barroco del altar mayor de la iglesia parroquial de la Villa de San Cristóbal de
mediados del siglo XVIII, el cual el mismo inventario describe como:
«Retablo en madera de tres cuerpos, todo dorado y charolado de encarnado, algo raído: el primer cuerpo tiene cuatro nichos y en ellos se hayan las efigies en bulto de San Cristóbal, la Inmaculada Concepción, San José y San Sebastián […] el segundo cuerpo se compone de cinco nichos con velos de genero encarnados de algodón, en los cuales se hayan colocadas las efigies de Santa Rosa de Lima, Santa Lucia, Nuestra Señora del Rosario, San Miguel Arcángel de bulto reformado, tiene a los pies el dragón, la espada de madera y San Benito […]».
En otro
inventario, de 1847, realizado igualmente por el Padre Ignacio Buitrago, el
retablo del altar mayor era tasado en ochocientos quince pesos y agrupa las
imágenes del segundo cuerpo o nivel en ciento sesenta pesos (Archivo Municipal
de la ciudad de San Cristóbal, Documentos, 1847, en J.J. VILLAMIZAR MOLINA, Páginas de Historia del Táchira,
Biblioteca de Autores y Temas Tachirenses, Nº 56, Caracas, 1972, p. 132).
Este retablo databa de la primera mitad del siglo XVIII y había sido elaborado por el maestro artesano Bernardino Bribiescas, casado con Doña Juana Rangel, y fallecido el 15 de marzo de 1750. Su acta de defunción, redactada por el Pbro. José Francisco de Vera, especificaba: "Se le hizo entierro cantado sin llevar d[e]r[echo]os ninguno por haber sido Bienhechor de esta Santa Yglesia, pues es quien ha hecho, el sagrario, tabernáculo, los altares y demás obras de ellas con bastante equidad [...]" (Acta de defunción de fecha 15 de marzo de 1750, San Cristóbal. Libro de Defunciones de 1750, f. 6vto. y 7. Archivo parroquial eclesiástico de El Sagrario/Catedral de San Cristóbal).
Así, este retablo que albergó en sus orígenes la talla de San Miguel Arcángel, quedó muy afectado luego del terremoto de 1875, por lo cual, las autoridades eclesiásticas de la época, dispusieron su desmantelamiento y sustitución por uno en mampostería.
Como relictus evocativo del antiguo retablo de la parroquial de la Villa de San Cristóbal, en la reedificación y remodelación de la Iglesia Catedral, realizada entre 1960 y 1961 con ocasión del cuatricentenario de la ciudad (1561-1961), el arquitecto-director Graziano Gasparini, realizó el diseño de la actual fachada tipo retablo de la Catedral -en granito martillado-, tomando como modelo la fachada retablo de la Iglesia de San Sebastián Mártir -en ladrillo macizo- en la población de San Sebastián de los Reyes (Estado Aragua, Venezuela), el cual data del siglo XVIII (entre 1780 y 1785).
Como relictus evocativo del antiguo retablo de la parroquial de la Villa de San Cristóbal, en la reedificación y remodelación de la Iglesia Catedral, realizada entre 1960 y 1961 con ocasión del cuatricentenario de la ciudad (1561-1961), el arquitecto-director Graziano Gasparini, realizó el diseño de la actual fachada tipo retablo de la Catedral -en granito martillado-, tomando como modelo la fachada retablo de la Iglesia de San Sebastián Mártir -en ladrillo macizo- en la población de San Sebastián de los Reyes (Estado Aragua, Venezuela), el cual data del siglo XVIII (entre 1780 y 1785).
Patrimonio
cultural tangible de la Nación… ¿por cuánto tiempo?
Admiración
por el arte hecho memoria y perfección en madera –que nos hace evocar a Friedrich
von Schiller en su ideal romántico de considerar la belleza artística clásica
como el objetivo fundamental de la educación del ser humano- e interrogantes,
son las impresiones que permanecen en nuestros sentidos luego de apartarnos de
aquella talla, disipada de nuevo entre el silencio y la soledad del templo.
Cómo sobrevivió
y sobrevive esta imagen devocional del barroco hispanoamericano al paso del
tiempo y sus vicisitudes –espirituales y temporales-, como único testigo que
nos habla de los que debió ser aquel imponente y aniquilado retablo dorado del altar mayor de la
parroquial de San Cristóbal del siglo XVIII.
Cómo ha resistido -de
manera enhiesta- los embates de la incuria en una sociedad que no se interesa
en conocer y en consecuencia, no es sensible en reconocer el valor del patrimonio
o la herencia cultural como legado transmitido por las generaciones que le
precedieron, o por cuánto tiempo preservará y conservará su aspecto original,
librándose de la improvisación y el esnob de repintes toscos o industriales –solución,
en muchos casos rápida y económica que obvia el significado preciso de palabras
como artesano, paciencia, detalle, minuciosidad, conservación y restauración-
al no respetar –en ese estado original- la impronta dada por aquel autor, quien en
sus creencias y en su época dio lo mejor de sí mismo para crear esta clase de
obras de arte del naturalismo, son todas ellas interrogantes que quedan como planteamiento para
inquietud del lector y para incidir en el ánimo de todo aquel que llegue a
preocuparse por conocer, velar, proteger y salvaguardar esta –y toda- irrepetible
huella del arte tachirense de todos los tiempos.
Nota: Esta talla decimonónica de San Miguel Arcángel venciendo al demonio, como patrimonio, es Bien de Interés Cultural de la Nación incorporado al Catálogo del Patrimonio Cultural de Venezuela 2004-2007/TA 23/p. 19, según Resolución N° 003-2005, del Instituto del Patrimonio Cultural, publicado en la Gaceta Oficial N° 38.234 de fecha 20 de febrero de 2005.
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