miércoles, 18 de enero de 2017

Celebraciones tradicionales tachirenses | Celebrations: Traditional holydays of the Táchira State











Quien cruza las fronteras del Estado Táchira y se adentra –expectante- en su diversidad geográfica y cultural, encontrará que la tierra se eriza en encumbradas cimas, abiertos y pendientes valles, secas depresiones, planicies lacustres y fluviales, y en montañas de frontera.


Así, emulado al escritor británico John Ronald Reuel Tolkien, el visitante puede identificar tres paisajes: las tierras altas, las tierras medias y las tierras bajas. Nombres que poco ilustran la singular belleza de cada uno de estos paisajes, si no se conoce su pasado y tradición.


El apelativo del Estado se remonta a más de 3.000 años de antigüedad y se pierde en la neblina de los tiempos, cuando los ancestros de los aborígenes Táchiras se establecieron a las riberas de un río al cual dieron nombre. Luego, los años a partir de 1547 se superpusieron en forma visible sobre los vestigios de aquel pasado aborigen, marcando y dejando el legado colonial español hasta 1810, cuando brotan los primeros atisbos de la vida republicana.


San Cristóbal, el Espíritu Santo de La Grita, Lobatera y San Antonio del Táchira –desde una plaza, aquel lugar amplio y abierto de encuentro, donde se forjó nuestra cultura popular desde una reserva soterrada y sutil hacia todo aquello que le era impuesto o dominante; desde una iglesia donde elevar las plegarias al cielo y desde un cementerio donde recordar lo finito o efímero de nuestra existencia-  fueron las primeras urbes que consolidaron nuestra esencia en sus entramadas dimensiones de trabajo, oración y eternidad. Sólo en este contexto se puede entender el arraigo y sentido de las fiestas patronales tachirenses, producto de la acrisolada espiritualidad de un pueblo y de sus fiestas, originadas como un breve receso o descanso en aquel continuo y arduo trabajo de cada año, de tiempos ya idos.


Por ello, en este marco antiguo de mil historias, el lector descubrirá en la secuencia del hecho popular de la celebración de las ferias y fiestas del Estado Táchira, una manera de ser, diferente y peculiar. Resultado del sincretismo de la fe católica traída por los conquistadores con el espíritu de alegre celebración comunitaria de nuestros aborígenes y con el ritmo de aquellos hombres y mujeres llegados forzosamente de África, nuestras ferias y fiestas aún permanecen orientadas por la agenda de la tradición, y se resisten a desaparecer.


Los tres paisajes de la geografía tachirense, de las tierras altas, medias y bajas, da lugar a tres tipos de cultura tradicional para la celebración de esas ferias y fiestas. No obstante todas se encuentran articuladas en torno a la conmemoración religiosa del santo patrón o patrona del lugar, conmemoración unida, en la mayoría de los casos, a los pueblos y ciudades desde sus respectivos orígenes históricos, en el siglo XVI.


Así, en las tierras altas y medias (o de la Depresión del Táchira) encontraremos las festividades metropolitanas y de la montaña que, en el caso de la ciudad de San Cristóbal y en menor medida en la ciudad de Táriba, están condicionadas en la actualidad por la masificación y el predominio de lo económico y de eventos de esparcimiento cultural, deportivos y/o taurinos, sobre la antigua celebración religiosa y popular en honor a sus patronos: el mártir San Sebastián y Nuestra Señora de la Consolación de Táriba, Patrona del Táchira.


En las demás poblaciones y aldeas, el hecho religioso continúa destacando y conserva en gran medida ese sentido de identidad originaria y la fiesta incluye juegos tradicionales como las carreras de encostalados o vueltas en trompo. Es el día del santo quien congrega a propios y foráneos en un reencuentro con sus raíces y en un alegre y espontáneo compartir entorno a la festividad patronal y sus vísperas, conocidas en el presente como serenatas. Aún estas poblaciones despiertan con el tronar de morteros, repique de campanas, recámaras y voladores (cohetes) así como con las notas de las bandas municipales [dado que en estos pueblos aún el siguiente refrán es ley: «Un pueblo sin banda es un pueblo sin alma»]  o conjuntos de cuerdas que interpretan melodías de la montaña. Este es el caso de las fiestas de Lobatera, en honor a Nuestra Señora de las Mercedes (las más antiguas de la entidad, celebradas desde 1774); las de San Juan Bautista, en Colón; la celebración del Santo Cristo, Patrono y protector del Táchira, en la ciudad  de La Grita; a San Antonio de Padua y Nuestra Señora del Carmen, en Pregonero; Santa Rosalía de Palermo, en Borotá; Santa Ana, madre de María y esposa de San Joaquín, en Santa Ana o a San Bartolomé Apóstol en la población de El Cobre, entre otras.


Por último, en las tierras bajas, el lector encontrará las fiestas panamericanas y del sur. En las primeras se honra a San Pablo Apóstol en Coloncito; al Sagrado Corazón de Jesús en La Fría; a San Judas Tadeo en Umuquena y al Corazón Inmaculado de María, en La Tendida. Allí, a los eventos tradicionales tachirenses, la vecindad con las tierras del sur del Lago de Maracaibo, ha ido integrando actividades y géneros musicales provenientes de esas latitudes. En las celebraciones de las fiestas del sur, se honra a San Miguel Arcángel en Abejales; a San Rafael Arcángel en El Piñal o a San Joaquín, padre de María y esposo de Santa Ana, en San Joaquín de Navay. La proximidad de estas comunidades a las llanuras occidentales venezolanas de Apure y Barinas, ha integrado a las celebraciones elementos propios de esas latitudes como los festivales de música llanera o las carreras de coleo. En las fiestas de frontera, forjadas en una cultura de intercambio que integra lo mejor de las tradiciones culturales de dos países, la ciudad de San Antonio celebra al santo de Padua; Ureña a San Juan Bautista y Delicias al Patriarca San José.


Festividades, fe, devoción, minuciosa organización para festejar la bondad de un santo o convocar a los coterráneos y visitantes a un reencuentro jubiloso, pueden ser visto por los modernistas como el rezago de un pasado que se resiste a desaparecer, pero, por igual, deben ser entendido por todos como la síntesis del espíritu de las tierras del Táchira, de nuestra idiosincrasia y de nuestros valores culturales y de identidad, los cuales cada generación de tachirenses está en la obligación de conocer y de reinterpretar.       

Samir A. Sánchez, El Remanso de Santiago, noviembre de 2016.



Calendario de celebraciones folklóricas y tradicionales del Estado Táchira

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Este ensayo formó el artículo introductorio para la edición especial del periódico de circulación regional Diario La Nación (San Cristóbal), edición publicada el domingo, 18 de diciembre de 2016. La misma puede ser consultada en: «Fiestas y devociones del Táchira». 


Fotografía: Portada de la edición aniversario del Diario La Nación, con ilustración del artista Néstor Melani Orozco (Reproducción con fines didácticos, 2016). 




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