«Me huele a Lobatera»
El gran terremoto del 18 de mayo de 1875. Una crónica de lo vivido en esta población tachirense
A las 11 de la mañana, del 18 de mayo de 1875, día de San Juan I Papa, como apuntara el P. Gabriel Gómez en el libro de Gobierno de la Iglesia de Lobatera, un terremoto de gran magnitud destruye a esta población, sus alrededores y gran parte de los pueblos del Táchira y del Norte de Santander, en Colombia, dejando por igual en ruinas, a la ciudad de Cúcuta.
La primera imprenta que llegó a Lobatera (y la tercera en el Táchira), traída de Maracaibo por el Padre Gabriel Gómez en 1873, quedó inutilizada bajo los escombros de la casa cural.
Este terremoto había sido precedido por dos fuertes temblores de tierra a las 4 de la tarde del día 16 y las 5 y 30 de la mañana del día 17, y las réplicas se sucedieron hasta el día 19 de mayo.
Asimismo, se cuenta que en el camino que une a la Villa del Rosario de Cúcuta con San Antonio del Táchira, vivía un ciego llamado Dositeo López, quien algunos días antes del terremoto decía a su familia: "Me huele a Lobatera; si quieren salvarse duerman en el cocal". En ese cocal se refugió el ciego y allí se salvó. Había sido una de las víctimas del tremendo sismo que destruyó a Lobatera en el año 1849 (Cfr. García Herreros, A. Monografía de Cúcuta, Cúcuta, 1983, p. 37).
Luis Alberto Medina, otro hisoriador neogranadino, refiere que Dositeo López era oriundo de Lobatera y que había quedado ciego a raíz del terremoto. Asimismo que la frase completa que mencionó fue; “Me huele el aire a Lobatera” (Cfr. Medina, Luis Alberto y otros, Cita histórica, Cúcuta, 2001, p. 176-177).
Después del terremoto y las labores de salvamento, el Padre Gabriel Gómez inicia la construcción de la Iglesia parroquial la cual levantó con tres naves, la central de mayor altura que las laterales, una sola puerta principal y una torre de dos cuerpos abiertos y techo a cuatro aguas. Allí funcionó el campanario y se corresponde con la actual torre del reloj. La fachada de esta iglesia reproducía con gran similitud la fachada de la actual capilla del Humilladero pero sin los ventanales. En 1907, este frontis de la iglesia mayor es reformado por el Padre Pedro María Morales y se erige el actual junto con la construcción de las actuales torres, conservándose de la antigua edificación la base de la torre sur, desde 1913 torre del reloj.
En cuanto a pérdidas humanas por el fenómeno telúrico, y tal vez debido a la hora en que se desató, no causó un número considerable de víctimas, por cuanto en el Libro de Entierros de 1875 (pp. 33-34) sólo se registran las siguientes defunciones: “19 de mayo de 1875:párvulo Silvestre Mora (recibió los sacramentos); Juana Pérez Bonilla (no recibió los sacramentos); Tobías Rafael Medina (no recibió los sacramentos); adulto: Juana Cárdenas, casada con Miguel Mora (recibió los sacramentos)”. Estas personas fallecieron al día siguiente del terremoto y muy probablemente por las contusiones recibidas.
En el inventario de daños de la iglesia posterior al terremoto, se habla de dos imágenes de las Mercedes, una muy antigua que quedó destruida y una nueva a la cual sólo se le fracturó la nariz. Esta última (con retoques y nuevas capas de pintura así como modificada su peana original) es la imagen de Nuestra Señora de las Mercedes que se venera en Lobatera cuyo rostro sereno, es copia de la imagen original de la Virgen de las Mercedes que se venera en la ciudad de Barcelona (España).
Una crónica de un testigo presencial del terremoto en Lobatera refiere como:
“Estaría pisando los once años y ya estaba trabajando en un barbecho en La Molina, era un zagaletón (andinismo por zagalón) arando con una yunta de bueyes cuando de pronto y sin motivo alguno los bueyes se echaron en tierra. Intenté ucharlos pero no se levantaban. Al poco rato un ruido muy fuerte que provenía de debajo de la tierra me hizo tambalear y caer, y quede tendido en el campo desde donde pude sentir el estremecer de la tierra y ver como las copas de los árboles se agachaban y tocaban el suelo de lado y lado y no me podía levantar. La tierra se abría en zanjas y se cerraba. Aun queda una zanja abierta por el terremoto cerca de Lobatera en Zaragoza. Después bajamos a Lobatera a saber de nuestra familia. Llegamos a nuestra casa, la casa del Higuerón detrás de la Iglesia y gracias a Dios sólo se vinieron al suelo los techos y no le pasó nada a mis tíos que estaban allí. En el pueblo el alboroto era grande, muchas casas en el suelo, la Iglesia se desplomó, el Padre Gómez corría de un lado a otro tratando de ayudar y poner orden. Recuerdo que a la Virgen la sacaron debajo de los escombros y la pusieron en una de las esquinas de la plaza bajo un toldo. Al poco rato, vino una ventisca con lluvia muy fuerte y voló el toldo y la imagen se mojó, de allí le vienen las manchas de agua que tiene la imagen de la Chiquinquirá. Fue por poco tiempo pues todos los presentes corrimos a taparla y levantarle un nuevo toldo más fuerte que la protegiera”. Versión oral relatada por Don Macario Sandoval Mora (29 de febrero de 1864 - 11 de agosto de 1944) a su familia y copiada por una de sus hijas, la maestra Delfina Sandoval Zambrano (1901-1992).
Asimismo, se registró el nacimiento de una niña: Formosina Arellano, en uno de los improvisados toldos levantados en la plaza mayor (actual Parque Bolívar) por adelanto de parto producto de las tensiones vividas por el terremoto. Años después, se casaría con Jesús María Sánchez y darían origen a la familia Sánchez Arellano.
Créditos de fotos:
E. G. Cuéllar P: Valle de Lobatera desde el sitio de Quitasoles, en el caserío Arenales, punto de enlace del Ramal de Lobatera con la Carretera Central del Táchira, de 1914 (Reproducción con fines didácticos). Samir A. Sánchez (2015): Zanja o grieta en antiguos terrenos de labor, dejada por el terremoto de 1875, en la aldea Zaragoza inmediata a Lobatera. Plaza Mayor de Lobatera y antiguo frontis de la Iglesia parroquial de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá, Año 1900 y parte de la visual oriental de la plaza , siendo la fotografía más antigua -connocida hasta la fecha- de dicha plaza. Tomada por el fotógrafo Francisco Cárdenas B. (Propiedad de Carlos Alviárez Sarmiento, 2004/Proceso de restauración, Darío Hurtado, 2014, reproducción con fines didácticos).
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